«Que el teatro, de alguna manera, te haga mover ficha en tu vida personal es algo muy potente»
El 10 de enero, La golondrina finaliza su periplo en el Teatro Infanta Isabel después de una larga y exitosa gira nacional. En esta segunda etapa, Dafnis Balduz, es el intérprete que acompaña a Carmen Maura en esta pieza escrita por Guillem Clua y dirigida por Josep María Mestres. Con él, he tenido una de las entrevistas más bonitas de mi paso por este medio y es porque esta charla me ha hecho recordar la ilusión que yo tenía, cuando solo era lectora de la revista, en escribir para Godot.
Su presencia, llena el escenario en esta función que aborda temas tan actuales, como la pérdida y la homofobia, por lo que te animo a conocer el gran trabajo que hace en ella.
«Firmaba por estar haciendo esta función un año y medio más»
Por Ka Penichet
Foto portada: Javier Naval
¿Cómo te definirías a nivel personal?
(Dubitativo) No te sabría decir. Soy el peor entrevistado que vas a tener en tu vida (risas).
Es decir, ¿con qué rasgo de personalidad crees que te identificas más?
Yo creo que con lo que más me identifico es con mi manera de compartir mi vida con mi gente. Aparte de mi madre, mis amigos son de vital importancia para mí. No puedo vivir sin algunas de las personas que me he encontrado en la vida y que me he querido llevar conmigo y que ellas me han querido aceptar en su vida. Soy una persona que necesito de la gente a la que quiero todo el rato. Necesito su consejo, necesito su sentido del humor, su calor, necesito tener la certeza de que están, porque eso a mí me da seguridad para enfrentarme al día a día.
¿Y cómo se compagina eso con el ritmo de trabajo que exige la profesión de actor?
Bueno, organizando el tiempo, no hay más secreto. Al final, dos personas se ven si quieren. Esto es como las citas, cuando alguien te dice que le va mal quedar es porque no quiere verte (risas). A veces es más complicado por las familias, los hijos, los viajes o la distancia, pero aún así encuentras espacio. Yo me he cogido un Ave y me he plantado en Madrid para ver a un amigo que estaba jodido. Y no he tenido que pensármelo mucho. Eso igual que lo puedo hacer yo, lo puede hacer mucha gente. Imagina si eso pasa cuando estás en la misma ciudad que a veces nos da pereza ir a Lavapiés cuando estás en La Latina (risas). A veces no es algo que se pueda hacer tan a menudo como a uno le gustaría. También eres consciente. Mis vacaciones siempre implican a esta gente de la que te hablo de alguna manera, me voy de viaje con unos o voy a visitar a uno que vive en otra ciudad y hace años que no veo.
Centrándonos en La golondrina, ¿cómo llega la propuesta a tus manos?
Entré a hacer la sustitución de otro actor que se había ido y el productor de la función me había visto trabajar en una función en una salita muy pequeñita de Madrid al mismo tiempo y a las 3 ó 4 semanas de verla me convocó a un casting. Éramos como 4 ó 5 actores y esta vez, tuve suerte.
¿Habías visto previamente el montaje?
Fui a verla de espectador 100% raso porque no había visto nunca en el teatro a Carmen Maura. Ni siquiera se me pasaba por la cabeza la idea de acabar haciendo la función alguna vez en mi vida. Así que imagina la ilusión con la que preparé la prueba cuando me convocaron.
¿Qué criterios tienes en cuenta a la hora de escoger un trabajo?
Hace muchos años decidí que quería ser actor profesional. Sabía que eso implicaba que a veces tendría que hacer trabajos que a lo mejor no me gustaban, pero prefería hacerlos, aunque el proyecto no me gustase, antes que dedicarme a otra cosa. Entonces, llegó un momento de mi vida en el que lo pasé un poco mal con un proyecto que no me gustaba y no lo disfrutaba. Vivía un poco en una encrucijada porque estaba ganándome la vida con lo que más me gustaba hacer, pero a la vez estaba en un proyecto que defenderlo era un gasto de energía considerable. Ahí fue cuando decidí ahorrar todo lo posible para poder decir que no a cosas que no me apetecieran. He tenido momentos en la vida en los que he podido decir que no y otros en los que no he tenido opción porque necesitaba el trabajo. Hace unos tres años tenía que hacer cosas que no me apetecían, pero es cierto que en los últimos tiempos he podido decir que no a cosas para hacer otras o directamente me he ido al paro.
Últimamente, te hemos visto trabajar en series y películas muy reconocidas, ¿qué te sigue motivando a seguir haciendo teatro teniendo en cuenta la precariedad que sigue existiendo en este sector?
Bueno, en el caso de La golondrina he rechazado una propuesta a una serie que me parecía interesante porque estaba comprometido y no quería plantar la función. Es verdad que a lo mejor ganaría más dinero con la serie, que fue lo que me pasó, pero esta gente había confiado en mí dándome un personaje protagonista al lado de la mejor actriz de España. Lo que al final me motive más o no, es el proyecto y los personajes, independientemente de que sean en cine, en televisión o en teatro. Lo que me pasó en La golondrina es que es una función estupenda, con dos personajes maravillosos, es trabajar con Carmen y por supuesto, es trabajar un personaje que es una maravilla al que voy descubriendo cosas a cada función, y es como un tópico, pero es verdad, hay personajes que son más esquemáticos y otros que son un viaje muy potente, y este es el caso. Yo firmaba ahora mismo por estar haciendo esta función un año y medio más, feliz.
La obra ha girado a nivel nacional, uno de los temas que trata es la homofobia, ¿cambia mucho la recepción del público según el lugar donde se muestra?
Cambian los públicos porque España es un país donde somos gente muy variada, esa es una de las grandes riquezas que tenemos en un país relativamente pequeño. Tenemos muchas maneras de vivir y muchas tradiciones distintas dentro del mismo Estado. La función acaba tocando a todo el mundo porque, ya no es solo el tema de la homofobia, también se habla de la pérdida. Todos sabemos lo que es, en mayor o menor medida, la pérdida de un ser querido. Desde pequeños, que se te mueren los abuelos, que suelen ser los primeros que se van, hasta desgracias más desafortunadas que es que se te adelante la muerte de un amigo, por ejemplo. La pérdida es como transversal para cualquier ser humano.
¿Cuál fue el gran reto a la hora de interpretar este papel?
El primero fue hacerlo en un tiempo récord porque tuve como 5 ó 6 ensayos y ya estrenamos. Las sustituciones son así. Y después, hacer una función al lado de Carmen Maura. El primer día vas acojonado al ensayo y pensando a ver qué hago para estar a la altura de esta señora. Que era muy buena actriz, ya lo sabía, pero también es cierto que ella me lo puso muy fácil. Desde el primer día nos lo empezamos a pasar muy bien a los 10 minutos, fue un placer. De mirarnos y sentir que estábamos hablando el mismo idioma llevando las cosas hacia la misma dirección de manera natural. Ella fue muy generosa, me acogió de una manera impecable, eso no lo voy a olvidar nunca. De repente, hicimos match y nos gustamos. Es como bailar. Hay gente con la que conectas y sale solo, y gente con la que no. Ella y yo bailamos desde el primer día riéndonos mucho.
Guillem Clua (autor), se inspira en la masacre en la discoteca gay Pulse de Orlando en 2016, ¿cómo recuerdas ese día?
Lo recuerdo perfectamente. No es sólo el atentado de Orlando, porque también tengo muy presente el de Barcelona.
Ya, pero el texto habla de un atentado dirigido al colectivo LGTB…
Son estas cosas que te quedas con toda la incredulidad y nunca llegas a pensar que eso pueda ocurrir hoy en día.
Sin embargo, para mí no deja de ser un acto terrorista el que alguien se levante un día pensando en salir a la calle a joderle la vida a otro por su orientación sexual…
Sí, es como estas agresiones tránsfobas que ocurren. Desde luego, es hacer lo mismo a otra escala. Las agresiones homófobas son actos de cobardía exagerada. Parece mentira que tengamos que convivir con toda esa mierda, pero ahí está, y entre otras cosas, La golondrina es un texto vigente hoy. Ojalá llegue un día en el que Guillem tenga que escribir otro texto que no tenga nada que ver con esto porque esto sea ya una cosa totalmente anacrónica. A día de hoy, aunque parezca que está todo superado, te das cuenta de que no, de que esto remueve. Carmen y yo hemos recibido montón de mensajes de gente que de alguna forma se ha sentido identificado con la función. Que el teatro de alguna manera te haga mover ficha en tu vida personal es algo muy potente.
En estos momentos, ¿hay algún papel te gustaría que te ofrecieran hacer?
Siempre digo que me gustaría que me ofrecieran hacer Calígula que es una obra que me vuelve loco, pero también van pasando los años y pienso: «Que venga otra cosa nueva». Hay tanto auge de gente que está escribiendo tantas cosas que son maravilla que pienso, todavía está por llegar. Hay gente o compañías por las que me gustaría pasar, como por ejemplo con La Calòrica que es una compañía que me encanta. Me gustaría trabajar con Eva Redondo, actriz, dramaturga y directora y me encantaría trabajar con Andrea Jiménez y Noemí Rodríguez de Teatro en vilo. No es tanto el personaje sino trabajar con creativos con los que no sabes qué personajes te pueden tocar. Me gustaría pasar por sus manos, pasar por un proceso de esos y ver si me sé desarrollar con esos talentos.
A partir del 10 de enero, ¿qué proyectos tienen que se puedan contar?
Pues en febrero estreno en la sala grande del Teatro Español, Nápoles millonaria, una función de Eduardo de Filippo que dirige Antonio Simón. Me apetece mogollón ponerme a ensayar porque es otro universo con el que no había trabajado antes.