A Manolo le hacen el vacío en el trabajo. O eso piensa él. Y su mujer, Loli, harta de verlo deprimido y llorando por las esquinas, lo tiene claro. Esto no puede continuar así. Algo habrá que hacer.
Pepe y Diana, íntimos de Manolo y Loli, no dan crédito a sus ojos. La madre de Pepe acaba de volver de un viaje del Imserso. Pero acompañada. Por un ruso. De 25 años. Y lo que quiere el ruso no lo duda nadie: desplumar a la madre. Y, de paso, a Pepe, el hijo. Y a la nuera, Diana. O eso piensan ellos. Y Pepe y Diana lo tienen claro. Esto no puede ser. Algo habrá que hacer.
Y Pepe, y Diana, y Loli y Manolo una noche quedan para cenar. Y, entre plato y plato, surge la idea. ‘Extraños en un tren’. Porque algo habrá que hacer. «Y vosotros os ocupáis de los jefes de Manolo y nosotros de vuestro ruso».
Y así, como quien no quiere la cosa, aparecen todas las rabias, y todos los miedos, y todas las miserias. Y ponen en marcha el mecanismo infernal. Convocan al diablo, sí. Despiertan a la bestia que todos llevamos dentro. Y, una vez despierta, a ver quién la para. Porque aquí, Asesinos todos. O si no, que tire la primera piedra quien no haya tenido alguna vez ganas de matar a alguien… Nadie, ¿verdad?
Pues eso, Asesinos todos. Porque algo habrá que hacer. Una comedia, por cierto.