Por Rakel Camacho
Fotos: Javier Jarillo
«Ahora soy una madre y estoy casada, pero no hace mucho fui una delincuente. Mi hermano y yo nos habíamos quedado huérfanos. Eso de alguna manera lo justificaba todo. No teníamos a nadie. Y todo había sucedido de la noche a la mañana».
Así comienza la novela que vamos a llevar a escena. De manera directa, sencilla y brutal, Bolaño nos atrapa en una atmósfera de ensoñación repleta de imágenes en la que la adolescente Bianca, acompañada por su hermano, se adentrará en el universo adulto descubriendo las peores y más intrigantes facetas de la sexualidad y la delincuencia.
Roma será el escenario por el que ciertos personajes extremos deambulan entre el desasosiego y la locura. Bianca, tras la súbita muerte de sus padres en un accidente automovilístico, se descubre abocada al abismo de su indiferente existencia e inicia un decidido descenso a los infiernos. Sin embargo, hay luz entre las tinieblas, desde la desesperanza también hay luz.
A la pregunta: «Si tuvieras que matar a alguien, si no tuvieras ninguna otra opción, ¿a quién matarías?», Bianca contesta, con la implacable seriedad de un jugador: «A cualquiera. Me asomaría a la ventana y mataría a cualquiera».
Una novelita lumpen trata de la infelicidad y de las recompensas falsas dentro de la infelicidad, de la valentía para cambiar de rumbo para crear un futuro inexistente y de la lucidez súbita sobre el rumbo real de la vida de cada cual: un pedazo de realismo inteligente sin sermones ni moralinas. Es una poesía frágil pero rotunda, y una maravillosa apuesta para el teatro, un delicado reto.