El precio del amor
Por Sergio Díaz
En muy poco espacio de tiempo vamos a poder disfrutar con dos montajes sobre Inés de Castro. Ya pudimos ver Nise, la tragedia de Inés de Castro en el Teatro Abadía el pasado diciembre llevado a cabo por Nao d’amores con autoría de Jerónimo Bermúdez. Ahora nos llega esta nueva propuesta basada en un texto de Luis Vélez de Guevara. Ignacio García es el encargado de dirigir una adaptación de una de las grandes obras del Siglo de Oro español, (fue escrita en 1635) que se integra dentro de la llamada ‘comedia nueva’. Este proyecto ha sido posible gracias a la colaboración de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y la Companhia de Teatro de Almada, una de las más afamadas de Portugal. Cuenta con intérpretes de ambos países y se representará tanto en castellano como en portugués.
Inés de Castro fue una noble gallega perteneciente a la poderosa Casa de Castro, emparentada con los primeros reyes de Castilla. Inés fue la amante del infante Pedro de Portugal, quien más tarde se coronaría como el rey Pedro I de Portugal. Pero su padre, el monarca Alfonso IV, quiere que su hijo se case con Blanca de Navarra para estrechar lazos entre los dos reinos. Sin embargo, la desobediencia de Pedro acarrea la ruptura de las relaciones entre Portugal y Navarra. El amor entre ambos se mantuvo, pero Inés fue repudiada por los nobles portugueses y su unión con el príncipe fue considerada ilegítima. Finalmente, Inés de Castro fue asesinada. Y según cuanta y canta una narración oral que ha llegado hasta nuestros días, dos años más tarde de su homicidio murió Alfonso IV y subió al trono Pedro I. Fue entonces cuando su amante y marido mandó exhumar el cadáver de Inés, la sentó en el trono, la hizo coronar como Reina de Portugal y obligó a los cortesanos a que le rindieran honores.
Gracias a la labor impagable del teatro podemos acercarnos a conocer mejor a Inés de Castro, una figura de leyenda que merece un lugar preponderante en la historia. Una mujer asesinada -una más- a manos de los hombres. Una mujer que vio cómo tras su muerte le devolvían lo que le pertenecía: su trono. Poco consuelo para una mujer condenada por no renunciar al amor verdadero