Pocas cosas hay tan universales e intrínsecas al espíritu humano como la muerte y la risa. Ellas dos igualan a todos: al banquero y al obrero, al alto y al bajo, al calvo y al melenudo. Así que, ¿Por qué no juntarlas? A fin de cuentas, los opuestos se atraen, porque sí: la contraria real de la muerte no es la vida, sino la risa, por eso estar vivo en un funeral no está prohibido, y sin embargo si lo está, por lo que sea, la carcajada.
Por eso esta serie de escenas cómicas es necesaria, para que al funeral del matón de su clase, de su profe más odiado, o de su cuñado más pesado, vaya usted reído y se sepa contener.