Por Gon Ramos
Fotos: Luz Soria
Una madre y una hija viven en el claro de un bosque. La madre es un animal de compañía, un perro. El padre casi ha desaparecido. La niña trata de saber qué significa ‘vivir’ en el medio de todo esto. Suaves es una obra que mira directamente a la relación atávica, intuitiva y animal ‘madre-hijo/a’. Es una obra escrita justamente desde la intuición pura del lenguaje y las imágenes que se iban construyendo, casi a pesar de mí, en el proceso.
Hay un surrealismo de la imagen generadora del propio drama (surrealismo entendido justamente como todo aquello que está por encima de lo ‘real’), que ha permitido que la obra se vaya expresando y desbordando por sí misma. Esta relación con la madre, tan universal, ha sido tratada desde otra óptica, justamente para poder entrar en zonas distintas, más tabú, más en sombra, para darme otros permisos que creo no me habría dado si tanto madre como hija fueran personas totalmente reconocibles para mí.
Uno de los conceptos que ha surgido a posteriori de la escritura y que ha entrado en el planteamiento de la puesta en escena, tanto en lo atmosférico como en lo actoral, es el término alemán waldeinsamkeit: sentimiento de soledad o melancolía al estar solo en el bosque. Este bosque que yo trato en la obra es, en palabras de la Niña, “(…) una cárcel de árboles. De cielo y plantas”.
Esta obra tiene mucho de autoficción al profundizar en las relaciones tácitas que se establecen con nuestros progenitores -ese cordón umbilical invisible atado a la boca del estómago-, en el centro de las emociones que hay que cortar para salir al mundo y empezar a amar de verdad a aquellos que nos trajeron aquí.
La obra para mí, en definitiva, es un intento de curar esa culpa ligada a los lazos familiares, haciendo estallar el vínculo materno-filial. Esto inicia la construcción de la independencia de una niña que ha sido criada toda su vida en unas circunstancias de aislamiento con respecto a la realidad que conocemos y por la imposibilidad de una madre que no pudo asumir que su visión del mundo se transformara irreversiblemente al tener una hija. Este estallido deja dos mundos separados para siempre, pero poseedores de una luz nueva y necesaria para empezar a vivir de manera radicalmente honesta.