Por Sergio Díaz
Testamento vital
Miguel Torres, impulsor de Teatro Lagrada y de Lagrada Producciones Teatrales, se ha embarcado en hacer una versión de Yo estaba en casa y esperaba que viniera la lluvia, una obra muy poco conocida del escritor y dramaturgo francés Jean-Luc Lagarce. Un texto que bien pudo ser una propia elegía, ya que el autor la escribió enfermo sabiendo que muy pronto iba a morir.
..Y llegó la lluvia. Por fin llegó la lluvia.
Siempre he pensado que me gustaría morir en noviembre, si pudiese elegir. No ahora, no cerca, pero en noviembre. Es uno de mis meses favoritos. Me encantan sus colores heterogéneos. Me gustan mucho sus olores a tierra mojada y chimenea calentando el hogar. Vivo mejor en ausencia de luz. Quizá sea por mi carácter otoñal y melancólico. Así que si pudiese elegir, me gustaría que alguien sembrase en esta época mis calcinadas semillas en una tierra fértil y perdida de una ladera de monte boscoso cara Norte, para así poder rebrotar en primavera como arbusto salvaje… No ahora, no cerca, pero en noviembre.
Jean-Luc Lagarce no eligió la fecha de su muerte (no solemos hacerlo), pero sí que se sentía sentenciado tiempo atrás. Así que su cabeza no dejaba de escribir acerca de ese momento, de cómo los seres humanos se enfrentan a esos instantes previos a dejar de existir. De cómo afrontar el cruel destino de una muerte segura, como la de todos, pero en su caso, tras una larga y angustiosa espera.
Lagarce fue un actor, escritor y director de teatro francés que falleció a los 38 años víctima de SIDA, en una época (1995) en la que padecer esa enfermedad era sinónimo de muerte segura. Como ha pasado con tantos otros, su obra no fue apreciada en su momento, produciéndose la paradoja de que muy pocos montajes suyos fueron estrenados en vida del autor. Como una broma macabra, solo tras su muerte, el ecosistema teatral de la época en Francia decidió que a lo mejor merecía la pena rescatar ese testamento dramatúrgico. Y aquí lo tenemos… pero de a poco.
La sombra del otro
Y es que no son muchas las obras que hemos podido ver de Lagarce en nuestros teatros, al que podemos considerar una estrella fugaz dentro del firmamento escénico. A ver si tras esta pieza que les vamos a presentar llegan más. Teatro Lagrada se ha embarcado en representar Yo estaba en casa y esperaba que viniera la lluvia, obra que fue estrenada en 1994, tan solo un año antes de que Lagarce muriera. Pocas son las referencias que tenemos de ella por aquí. Solo he encontrado dos, de una versión que hizo Ernesto Caballero en 2001 y otra de Charo Amador en 2010.
Miguel Torres, alma máter de Lagrada, es el encargado de dirigir esta propuesta, y le preguntamos sobre aquello que le impulsó a hacerlo. “Yo conocí a Lagarce por este texto. De una primera lectura no entendí muy bien lo que ocurría en él pero sentí que pasaba algo digno de ser contado. Me impresionó mucho, porque tiene algo… yo conozco bien a Koltés, a Cormann y me parece que Lagarce no les anda a la zaga”. Para ponernos en situación, la obra describe el regreso al hogar de un hijo-hermano-nieto moribundo que vuelve a su casa años después de haberla tenido que abandonar por una fuerte discusión con el padre. Cinco mujeres, vestidas de riguroso luto (muy en la línea del costumbrismo de La Casa de Bernarda Alba), han estado aguardando el regreso del hijo pródigo consumiendo sus vidas en esa eterna espera. “El hijo que regresa viene extenuado, sabiendo que va a morir vuelve a su hogar para terminar sus últimos días. Seguramente hay bastante de biográfico en el texto”, nos comenta Miguel. Pero el hijo no aparece físicamente en escena, es una sombra que ha acompañado a las mujeres en todos estos años. Una pesada carga que ninguna se ha podido quitar de encima. “Los hombres son la causa permanente del drama. Todos los recuerdos tienen que ver con ese vínculo borrascoso y su desenlace”.
La voz de las mujeres
Estas cinco mujeres, a las que dan vida las actrices Eva Bacardit (La Mayor), Isabel Pascual (La Madre), Ana Pilar Santos (La Más Vieja), Alba Martínez Centenera (La Segunda) y Cristina Rodríguez Expósito (La Más Joven) son las que toman la palabra en este drama costumbrista que nos habla de los vínculos familiares en un entorno rural, de los roles asignados a unos y otras y del cruce entre ellos y la dificultades para transgredirlos. Palabras que suenan a reproches, a recuerdos, a sueños rotos, quizá a futuro… siempre vacías, como vacías han estado siempre sus vidas. ¿Qué es lo que expresa cada una de estas mujeres? “La Madre representa el vínculo edípico de la madre y el hijo; La Mayor que siente que se le ha ido la vida esperando el regreso; La Segunda aún sigue ‘colgada’ de los bailes que echaba con su hermano, pero se replantea rehacer su vida; La Más Joven que reprocha a las demás el haber sido testigo oculto de las peleas pretéritas; y La Mayor, la abuela, que siempre ha sido el árbitro (pretérito y presente) de todos los conflictos” nos resume Miguel.
La palabra
El verbo es el motor de toda la obra. Verbo en cuerpos contenidos que por momentos se desatan. Una palabra ágil, rica, poética, atroz por momentos, a través de la cual iremos descubriendo estos vínculos familiares que un día quedaron suspendidos en el tiempo. No rotos, porque cuando algo se rompe, puedes ya quitarte lastre y avanzar. Pero cuando todo está en suspenso reina la incertidumbre y esa es la peor estación en la que puede estar un ser humano, porque la incertidumbre genera miedo y el miedo inmovilidad. El tiempo ha pasado por ellas, a través de ellas, pero ninguna de las mujeres ha sido capaz de moverse. Y ahora, cuando la sombra que les ha acechado e incapacitado toda su vida regresa, quizá sea el momento, por fin, de ajustar cuentas y romper con todo. O quizá no.
…Y llegó la lluvia. Por fin llegó la lluvia de noviembre, un mes perfecto para componer elegías, es el mes de los muertos al fin y al cabo. Y a la lluvia le acompaña el replicar de campanas por el alma de aquellas personas que se fueron demasiado pronto dejando tras de sí una ¿bonita? historia inacabada. Dejando tras de sí muchos cadáveres vivientes también.
YO ESTABA EN CASA Y ESPERABA QUE VINIERA LA LLUVIA
Teatro Lagrada
Del 24 de noviembre al 9 de diciembre