Por Sergio Díaz
Gustavo del Río es, junto a Virginia Rodríguez, el autor de Mosca, una obra que cuenta la historia de un niño que sufre acoso escolar. Un montaje profundo y desgarrador que quiere remover conciencias, como sucede con todos los montajes de Sudhum Teatro, una compañía que lo último que provoca es indiferencia. Esta obra tan necesaria vuelve a la cartelera. Puede verse todos los miércoles en Nave 73
Yo pienso que ir al teatro tiene que cambiarte de alguna manera. Que lo que vayas a ver tiene que mover algún resorte en el cerebro, y con vuestros montajes siempre conseguís eso…
Nuestras piezas escénicas siempre tienen un valor social que va más allá de la historia que queremos contar. Sin duda el teatro y la danza, y más en el momento actual que vivimos, deben ser resortes que hagan que nuestro cerebro y nuestro cuerpo se inquiete en el patio de butacas. Una inquietud que nos debe llevar a la reflexión cuando salimos del teatro. A veces eso no es fácil, por eso la propuesta debe ser sincera y arriesgada. Si nosotros huimos como creadores de la comodidad llegaremos al público, de lo contrario, no vamos a activar ningún resorte.
Está muy claro que Sudhum Teatro nació para remover conciencias, no para crear espectáculos de entretenimiento, ¿no?
Si consideramos entretener como lo contrario de aburrir, por supuesto que nuestras piezas deben entretener al público que asista a verlas. Pero esto no debe estar desvinculado de la emoción y de una buena historia. El teatro social también puede entretener. Si aburrimos al espectador, ¡cómo le vamos a contar una historia real!, como en el caso de Mosca, la vida de un niño de diez años que sufre acoso escolar homofóbico en su centro escolar.
¿Cómo surge Mosca? ¿Es un espectáculo que se alimenta de cosas personales (ya sean tuyas o de Virginia)?
Mosca nace de la necesidad de contar la violencia que sufren los menores en diferentes entornos, en este caso en el ámbito escolar. Hace diez años, en nuestra pieza escénica Silenciados, contábamos la vida de Mateo, un niño que sufría acoso escolar. El impulso a contar la historia del protagonista de Mosca, Pedro, surge de dos casos que nos conmocionaron y nos removieron las entrañas. Diego, un niño de Leganés que se suicidó hace unos años dejando una carta que luego se hizo pública en los periódicos y el caso de Alan, el primer chico transexual que se suicidó un día de nochebuena debido al bullying que sufría en su entorno escolar.
En todo lo que escribimos, tanto Virginia como yo, de damos nuestra visión personal. Yo no he sufrido acoso escolar en el colegio, pero si lo he tenido cerca y como docente, llevo años trabajando con niños y niñas, y se ven situaciones en los que esto ocurre.
Mosca era un juego –llamado también pasillo-. Imagino que el nombre viene de ahí, de ese juego horrible al que tocaba jugar a veces…
Eso es. Pasillo es un juego de niños que incorporamos en este montaje como acción dramática y bajo el nombre de Mosca plantea la situación de conflicto. El padre, la madre y la profesora de Pedro nos irán contando los diferentes conflictos que vive Pedro.
El bullying es un eje fundamental en vuestras creaciones… (El acoso en el colegio como en Mosca y la violencia extrema en Silenciados).
La unión de la infancia con la violencia es algo que me remueve mucho por dentro. Mosca es la primera de una trilogía que estoy escribiendo sobre este tema. Silenciados contaba la historia de cinco personas asesinadas por crímenes de odio, casos reales, que nos permitieron poder viajar a Países en donde la violencia está latente en cada esquina. Nuestros montajes desprenden la violencia a la que están sometida nuestros personajes, pero también desprenden amor y tolerancia. Ese contraste es el que hace que una pieza como Silenciados, todavía siga vigente.
Trabajando sobre el tema del acoso, ¿has llegado a comprender por qué se produce? ¿Qué mecanismos saltan en el cerebro de las personas que acosan?
Se produce por una falta de empatía con el otro, por la falta de educación que muchos padres y madres no saben inculcar en sus hijos. Alguien puede ser acosador y no creer que lo es o que está haciendo daño, uno puede ser acosador y hacerlo muy conscientemente. Algo tan importante del trabajo que debemos hacer como creadores es ponernos en el lugar del otro, algo que no se da en los casos de bullying. Eso ocurre en Mosca, nos ponemos en el lugar de Pedro, de su profesora, de su Padre, de su amigo, de su Madre y del acosador, por supuesto.
¿Pensáis que en los colegios, institutos, en casa… se hace lo suficiente para detener el acoso? ¿o que se sigue tapando porque son ‘cosas de niños’?
No se hace lo suficiente si todavía hay casos de acoso escolar, menospreciar lo que le sucede a un niño o niña es no entender la importancia que tienen en esta sociedad. La escucha con el menor debe ser activa y buscar todos los indicios que nos pueden llevar a detectar un caso de acoso escolar. Los protocolos de combate del bullying están instaurados en los centros educativos pero muchos docentes no tienen suficiente apoyo para poder llevarlos a cabo o están saturados en las aulas.
¿Qué se puede hacer desde el entorno de alguien acosado?
En el momento que se detecta el problema, lo más importante es darle visibilidad y buscar el origen del mismo. En Mosca se produce un hecho que puede parecer extraño, y es que Pedro disculpa a sus agresores diciendo “fue sin querer”. El acoso se minimiza, Pedro lo hace sin ser consciente del daño brutal que le hace. Es importante la escucha con el menor y la observación con detenimiento de su entorno.
¿Somos conscientes, como sociedad, de lo que el acoso puede afectar a una persona en su desarrollo?
Creo que hemos evolucionado mucho como sociedad en los últimos años. Mi visión sobre la juventud actual es positiva, creo que están más motivados, saben más, están más preparados, pero también están más desbordados por la cantidad de información que muchos no saben canalizar. En este sentido, la prisa con la que vivimos hace que no nos paremos a pensar lo que influye en la vida del ser humano un hecho traumático que sucede en la infancia. Por eso para mí es fundamental tratar esto en nuestras piezas.
Muchos de estos jóvenes se acaban suicidando. ¿Es justo dejar el caso así? Suicidio y punto. ¿O habría que buscar más responsabilidades? Se trata del fin de la vida de una persona…
Por supuesto que hay responsabilidades, desde los padres, al centro escolar o los propios compañeros. Achacar solo a un hecho puntual este problema, sería absurdo. Por ejemplo, el ciberbullying es una de las formas de acoso más habituales en la sociedad actual. El uso de las redes sociales para ejercer la violencia sobre un menor es algo que se debe regular. Es tarea de los padres y los docentes hacer pedagogía con el menor para paliar las consecuencias de este tipo de acoso. El suicidio de un menor es un fracaso del modelo actual de sociedad que tenemos.
Habréis llevado la obra a colegios, no sé si os habrán contado casos adolescentes en primera persona, ¿qué os dicen los jóvenes cuándo ven Mosca?
Sí. Han venido institutos y colegios a ver Mosca y la respuesta, en general, es muy positiva. Ellos nos hacen muchas preguntas sobre lo que le sucede a Pedro y nosotros en el encuentro posterior intentamos que le den ellos mismos las respuestas. En León, tuvimos un encuentro con el público donde había profesores, alumnos, y público diverso. Un adolescente nos contó que se había emocionado porque había un chico de su clase que se sentía como Pedro. Su madre no sabía que esto ocurría. Es importante hacer visible este tema y que luego los jóvenes puedan hablarlo con sus familias o amigos.
¿Qué tiene que cambiar para que logremos ser una sociedad más tolerante con las identidades sexuales? Más tolerantes con las personas en general y su diversidad…
Este mes de Junio, estuve montando Mosca en el Festival Internacional de Artes Escénicas por la Diversidad en Perú. Actualmente, Mosca se hace a la vez en España y en Perú. Durante el taller que impartí en Lima me preguntaron como podíamos ser más tolerantes con la diversidad y la sexualidad de las personas, si el teatro podía hacer que esto suceda. El teatro debe servir para hacer visible y concienciar sobre estos temas. Debe ser incómodo, los creadores debemos viajar e ir a lugares donde somos necesarios como herramienta de cambio. Debemos ser responsables con el trabajo que ponemos en escena. Nuestra compañía entiende el teatro no solo como una pieza escénica por eso realizamos encuentros, talleres y ponencias sobre la importancia del teatro social y educativo.
Nave 73
Miércoles 20h30