Una mujer embarazada que no sabe si su bebé tendrá una discapacidad, una chica que no acepta que el martes no hay piscina, otra en su primer día de trabajo, una hermana que ya no puede más con los cuidados…
Estas y otras historias, como las que cuentan los jóvenes y adultos de un centro ocupacional de Madrid, reflejan un contexto social aún desconocido para muchos de nosotros y nosotras. El entorno familiar de monitores, amistades y vecinos es también el protagonista de los relatos más hilarantes, políticamente incorrectos, crudos, emotivos y sinceros que se crean desde lo invisible del corazón.
Dos actrices encarnan múltiples personajes y situaciones en un devenir de saltos en el tiempo y acumulación dramática. Un músico-actor acompaña las escenas resignificando sus objetos cotidianos, como el manillar de una bicicleta, en instrumentos musicales.
El espacio escénico es la metáfora de un cerebro aún sin nombre, que no entiende de normalidad ni de perfecciones a las que aspirar. Sus conexiones neuronales e impulsos eléctricos atraviesan el mismo universo de estrellas que existe entre la vida y la muerte o el dolor y la felicidad.
Desde lo invisible surge hace diez años como un proyecto de investigación sobre la discapacidad intelectual. Durante un año, las actrices compartieron experiencias con chicas y chicos de un centro ocupacional de Madrid. A raíz de esas experiencias, sumadas a las del resto del equipo artístico, fueron creándose los distintos personajes y situaciones que hoy constituyen un todo teatral.
Con dramaturgia de Irma Correa y Rubén Tejerina, Desde lo invisible es una sucesión de relatos escénicos y situaciones que giran en torno al mundo de las personas con discapacidad intelectual. Desde el humor y un acercamiento comprometido, la obra cuestiona la medida de la inteligencia y dónde están los límites de lo normal, lo políticamente correcto y el sentido de la belleza. Quisimos abrir una ventana para atrevernos a mirar lo ‘diferente’. Pero no había ventanas que abrir, ni diferencias que observar.
Premio Max al mejor espectáculo revelación 2008.