Por Miguel P. Valiente/@MiguelPValiente
Fotos: © Javier del Real | Teatro Real
Genética diábolica
No es pertinente al propósito de este breve artículo rastrear los remotos antecedentes del mito occidental del Fausto, pero, al menos, conviene señalar que, tras la publicación hacia 1587 en Frankfurt del Faustbuch, las versiones literarias de este mito se sucedieron de forma exponencial alcanzando un punto de inflexión con la publicación del drama Faust de Goethe a principios del siglo XIX. Atraídos por este éxito, los libretistas y compositores de ópera siempre ávidos de buenas historias también encontraron un filón en el tema del hombre que por ambición se conchaba con el diablo dando la espalda a Dios, llegándose a componer no menos de 17 óperas distintas sobre el mito fáustico. De todas ellas Faust de Gounod (1859) ha sido, de largo, la más conocida por el público a pesar de que desde el estreno de esta Grand Opéra francesa recibió severas críticas, sobre todo desde el mundo germánico, que acusaba al autor de haber convertido el texto de hondo calado filosófico de Goethe en un simple melodrama. Pero, a pesar de la devaluación temática, la hermosísima música, los conmovedores números corales y algunas fantásticas arias consiguieron fijar esta ópera en el repertorio.
El Fausto que presenta el Teatro Real cuenta con la dirección escénica de Àlex Ollé, uno de los directores artísticos de La Fura dels Baus, compañía que lleva bajo el hechizo del mito de Fausto desde que, allá por el año 1999, acometieran la dirección escénica de La damnation de Faust de Berlioz en el Festival de Salzburgo. A ésta siguió la pieza teatral F@usto versión 3.0 y la posterior película Fausto 5.0.
Por supuesto, en esta producción, estrenada en Ámsterdam en 2014, Ollé no va a utilizar el mito de Fausto para lanzar una amonestación religiosa al público (como se hacía en el pasado). Fausto no será en esta ocasión el viejo doctor que anhela la eterna juventud, sino un científico investigando en un proyecto de ingeniería genética, lo que permitirá al catalán plantear una reflexión sobre los límites éticos del desarrollo científico. Todo ello apoyándose en una deslumbrante puesta en escena que de seguro se traducirá en una experiencia teatral memorable.