Autora, directora y actriz. Eva Redondo, al frente de la compañía Nuevenovenos (que comanda junto a Daniel Ramírez), se enfrenta a un triple salto mortal con este cánido hecho teatro. Ella advierte: “antes que nada, fui actriz, pero a nada que te significas como dramaturga o directora, ya nadie te llama para actuar”. ¿Cómo somos en este pueblo, eh? Así que actúa en su propia obra y dirige un texto que, como escribió María Velasco (que prologó la edición del mismo), está en ese estilo propio de Eva “que consiste, precisamente, en cierta renuncia al estilo”, en cierto tono traslúcido. Situaciones que se ven, pero no tan nítidamente como para aprehenderlas por completo, dejando dudas a la deriva. Porque es difícil ponerle contorno a la fiera que puede anidar en cualquier ser humano. Esta obra sale, precisamente, de ponerse el cartel de ‘Cuidado con el perro’ a uno mismo.
Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
En Cuidado con el perro, ¿es la autora la primera que se puso en marcha?
No sabría decirte muy bien cuál es el embrión de la obra. Vi algunos documentales que me habían afectado bastante, sobre todo uno que vi sobre el infanticidio femenino en India que me dejó… uff, terrible, tuve tal sensación de injusticia y de tristeza que dije: algún día tendré que hablar de esto. La idea se quedó ahí y cuando escribí esta obra, salió. Luego, por otro lado, yo suelo empezar a escribir por imágenes, y se me venía la imagen de un hombre mirando a otro en un hotel, pero yo no sabía quiénes eran, por qué estaban en este hotel, ni dónde estaba ese hotel ni nada, y me lo fue desvelando el propio narrador de esa escena. Fui atrapada por mi propio texto, me intrigaba tanto cada escena que empezaba, que necesitaba escribirla para saber qué era todo aquello.
¡Qué bueno!
Sí, me lo pasé muy bien en ese sentido escribiendo, fui una lectora muy virgen de mi propio texto, me sorprendía a mí misma de lo que iba sucediendo, de lo que iban diciendo los personajes. Y luego me di cuenta también de una especie de inquietud dramatúrgica que tenía que ver con otorgarle la neutralidad y la verdad a los narradores, al personaje del narrador. Un narrador cuenta desde un punto de vista concreto, ¿por qué le concedemos neutralidad o imparcialidad u objetividad, si puede ser súper tendencioso?
Lo cierto es que el narrador es una figura desafiante para el teatro, no es un personaje pero no deja de serlo, no está fuera de la obra, pero tampoco está dentro de la acción.
Me inquieta muchísimo esta figura y desde la dirección lo estamos trabajando como si fuera el mismo sujeto del que habla, el que abusó de aquella niña, pero un tiempo más tarde. Yo tenía la sensación de que ese tipo me estaba mintiendo, fíjate, me desconcertaba mucho, y ahora en ensayos estamos probando esta propuesta, que no sé si se quedará al final…
La función, para poner en antecedentes al posible lector de esta charla, pone en escena cuatro historias independientes entre sí, pero que de alguna forma se cruzan y tienen un denominador común.
Sí, el denominador común es la violencia que se ejerce sobre la mujer y la infancia en distintas partes del mundo, este sería el hilo conductor de la obra. Y poniendo el foco en esas partes de nosotros mismos que pueden convertirse en potenciales acosadores, abusadores o consentidores de toda esta violencia.
El punto de vista elegido para tratar cada historia o el personaje desde el que se cuenta, a veces genera un poco de desconfianza, quieres saber más pero con cierta cautela, como sabiendo que te está arrastrando a lugares nada complacientes. Solo hay que ver la escena de los infanticidios en India…
Es que ese documental que vi era tremendo, la cantidad de niñas que se abortan en India, además porque no queda otra salida, realmente es la ruina de una familia, y las propias madres son conscientes de la vida que van a tener esas niñas, que las van a casar con 10 años y las van a dejar de ver, porque se las lleva la familia del marido, y la mayoría sufren luego todo tipo de maltratos, vejaciones y condiciones de esclavitud. Entonces, las propias madres casi prefieren abortarlas, es muy terrible.
Enfrentas dos realidades lejanas, esta de India y la del turismo sexual en Bangkok, con otras dos muy reconocibles en nuestro entorno: una despedida de solteros y una adolescente suicida y la relación con su padre. ¿Necesitabas este contraste para hacernos conscientes de que esto le ocurre a la Humanidad entera, no solo a una gente que vive “lejos” de nosotros?
Es que dices: aquí no abortamos niñas, o aquí el turismo sexual no se ejerce. Bueno, aquí hay otro tipo de violencias, ni más suaves ni menos graves, es una violencia adaptada a las sociedades avanzadas, pero no deja de ser violencia.
A la hora de unir las cuatro historias, tomas una decisión, no sé si dramatúrgica o de dirección, pero hay algo que las enlaza en una especie de juego de reparto de personajes, de cambio de roles casi sin ruptura, de una frase a la siguiente…
Esto me lo autoimpuse de alguna forma, me establecí la norma de que la escena tiene que terminar como empieza la siguiente y como no sé dónde va a terminar, el disparador de la siguiente tiene que ver con el final de la anterior. Tiene algo de juego, sí. Y si te soy honesta, la perplejidad me iba viniendo a mí también a medida que iba escribiendo, tomé una decisión formal, que tenía que ver con la estructura, y luego yo misma me sorprendía y me perturbaba lo que sucedía, porque esto me ayudaba también a mí a enfrentarme a los personajes y darles relieve, evitar caer en que unos son los buenos y otros son los malos. Malos y buenos somos todos, y a veces actuamos mal y no somos conscientes de lo mal que lo hacemos hasta que no lo ves en un espejo. Por eso me gustaría que esta obra fuera de alguna forma espejo de esa parte de nosotros mismos que no ha tomado todavía conciencia de lo violentos que podemos llegar a ser con los demás.
Tienes en el elenco a Clara Pampyn, que es bailarina. ¿Significa esto que hay en el montaje algún tipo de propuesta corporal, física, de movimiento o directamente danza?
Últimamente estoy muy interesada en el cuerpo del actor y de la actriz, y aunque a Clara la he elegido porque me parece muy buena actriz, es cierto que esto de que sea bailarina también entra en juego: usemos el cuerpo y el movimiento, ¿cómo son estos personajes moviéndose por el espacio? De momento no hay una propuesta coreográfica clara, pero intuyo que sí va a estar.
¿Cómo te planteas la función plásticamente?
Mucha escenografía no va a haber, es una producción nuestra y no tenemos mucho dinero. Lo que tenemos claro es que vamos a jugar bastante con lo traslúcido, con lo no nítido.
Estamos en este tiempo en el que toda apuesta pasa por lo personal, por lo precario y por lo arriesgado, arriesgado por precario y arriesgado por personal, por no seguir ciertos cánones. Pero claro, no parece que haya otra forma de hacer teatro para gente como vosotros… ¿o sí? En cualquier caso, se agradece que os tiréis a la piscina aún sabiendo que no tenéis todos los medios al alcance para hacer lo que realmente queréis.
Para nosotros era muy importante pagar a los actores y a todo aquel que forme parte del proceso. Y nosotros tomar conciencia de que es un dinero invertido como lo podríamos haber invertido en un viaje. Vamos a hacer esto porque queremos, vamos a verlo como un disfrute, porque lamentablemente, en los tiempos que corren, no podemos verlo como una inversión, porque o mucho me equivoco o creo que no recuperaremos el dinero invertido. Nos lo tomamos como algo que contribuye a nuestra formación y crecimiento, contando con que nos podemos equivocar y que eso será parte de nuestro camino y que vendrá bien para aprender.
La pena es que nos tengamos que conformar con esto, que esta situación precaria no parece revertir y nos contamos que nos viene bien para seguir aprendiendo, para seguir activos y tal… pero lo lógico sería hacer lo que nos gusta y poder vivir de ello dignamente.
Ojalá. Yo lo que observo es la poca vida que tienen las obras en Madrid, me da mucha pena pensarlo. Esta obra la estrenamos en la Cuarta Pared, que es una sala maravillosa, hacemos 6 funciones, y luego… ya vamos a tener problemas, porque ya está estrenada, o te proponen programarla solo un día a la semana…
Me parece una especie de mito de Sísifo…
Sí, sí, qué buen ejemplo.
Cambiemos de tema. Has estado muy vinculada siempre al Nuevo Teatro Fronterizo y a Sanchis Sinisterra. ¿Cuánto le debe tu dramaturgia a Sanchis?
Mucho. Siempre estaré muy agradecida de todo lo que me ha enseñado Sanchis. Él me escribió un prólogo para Terapia de choque, donde hablaba precisamente de la estética de lo traslúcido, decía que yo tenía una escritura como traslúcida, y desde que leyó esta obra me dice siempre que me reconoce mucho ahí. Yo también me reconozco mucho en esta obra.
La obra está escrita ya unos años. ¿No has tenido que tocarla mucho, no?
Yo tenía miedo. Cuando escribo algo no puedo no escribirlo, porque necesito entenderlo, o sea, yo escribo para entender el mundo, para entenderme a mí y cuando escribí esta obra recuerdo que me quedé no precisamente con la sensación de haber entendido algo, porque no entendí nada, pero sí me quedé perturbada, me perturbó y me dejó la sensación de que el silencio era muy permisivo, muchas veces también el silencio no lo consideramos violento y es violento, puede ser muy violento. Entonces tenía miedo porque la escribí y han pasado dos o tres años ya, como de ya no identificarme con el texto, enseguida una está ya en otra cosa, y no, lamentablemente me he identificado mucho, ojalá llegue un día en el que diga: no me identifico para nada con este texto.
Pese a todo este movimiento, tsunami global feminista, seguimos teniendo que poner el foco si no tanto en nuestro entorno más inmediato, sí en otros entornos donde la realidad sigue siendo tremenda para las mujeres, y en esta obra hay dos ejemplos brutales.
Lo del turismo sexual es como el colmo, el occidental privilegiado que va a un país tercermundista a abusar de niños y niñas, es sobrecogedor.
A mí me perturbó mucho la novela de Houllebecq, Plataforma, porque en el turismo sexual hay algo de la deshumanización del primer mundo muy desesperanzador, demoledor. En fin. Quizás quieres añadir algo sobre la obra…
Me apetece investigar esa parte de nosotros mismos que puede convertirse en un perro de presa, también tenemos otra que puede ser un amigo súper leal, depende de la que alimentemos. Y aquí ponemos el foco en esas partes que de ser alimentadas pueden convertirse en animales depredadores.
Esa es la metáfora que sustenta el título.
Sí, cuidado con el perro pero el que llevamos dentro, no el externo, el interno, que es muy peligroso también.
Siendo luego tan bonicos los perros.
Pobrecitos míos, es verdad.
Es la animalidad, claro, la que tenemos nosotros también, que tenemos una cara amable que, por suerte, es predominante, pero también una cara oculta y oscura que cuando despierta… sucede esto que cuentas en la obra.
Y nos educan mucho, por lo menos a mí como mujer, de niña nos educan en el miedo, cuidado con los desconocidos, cuidado con los extraños… y ya vemos lo que provoca esto, que las mujeres vayamos con miedo y que a los hombres no se les haya alertado de los perros que llevan dentro, y a nosotras sobre los que llevamos nosotras mismas, que como digo, el silencio también es muy permisivo y muy violento.
Sala Cuarta Pared.
Del 19 al 28 de abril.