Blanca Portillo lleva al teatro ‘El ángel exterminador’ con un elenco de 20 intérpretes. [entradilla]
Blanca Portillo a la dirección y Fernando Sansegundo firmando la versión, invocan a Luis Buñuel para llevar del cine al teatro una de sus obras maestras, con un envidiable elenco conformado por 20 intérpretes.
Antes de la primera proyección pública de la vigésimo cuarta película de Luis Buñuel, El ángel exterminador (1962), el genio de Calanda la presentó así: “si el film que van a ver les parece enigmático e incoherente, también la vida lo es. Es repetitivo como la vida y, como la vida, sujeto a múltiples interpretaciones. Quizá la explicación de El ángel exterminador sea que, racionalmente, no hay ninguna”. Sin embargo, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. ¿Quién no ha aventurado, en voz alta o para sí, su propia interpretación de esta obra maestra del cine? A mí siempre me ha parecido una metáfora de las dictaduras (sobre todo la de Franco, por proximidad, claro, pero piensen en los pobres norcoreanos que les gustaría cruzar la línea que les separa de sus vecinos del sur… y no pueden). Pero es una lectura superficial, creo. La imposibilidad de abandonar una dictadura es impuesta desde fuera, y aquí la puerta está abierta y, sin embargo, nadie puede salir. Es como un reflejo de un inconsciente (Buñuel, Freud, los sueños…) que atenaza las decisiones racionales sin que sepamos muy bien por qué. Pasado ese primer instante en el que acomodamos la convención (un macguffin de los buenos), en realidad lo interesante es ver el deterioro de las relaciones, la caída de máscaras en ese grupo de supuestos amigos de clase media alta. Y hasta aquí mi análisis de poca monta. Lo importante es que Blanca Portillo se ha atrevido a llevar a Buñuel al teatro, seguramente porque lo que tenga que contarnos El ángel exterminador es plenamente vigente.
Espejos deformantes
“Las herramientas del teatro -dice Portillo- nos permiten volver a mirar la película con ojos nuevos, con los ojos de hoy, acercarnos a su misterio, al hechizo que produce esa imposibilidad de salir de un recinto que en todo momento permanece abierto. Volver a mirar a esos personajes (espejos deformantes) y preguntarles qué nos quieren contar. Las herramientas del teatro nos permiten preguntarnos en qué medida los sucesos de la película nos afectan en el aquí y ahora de nuestro tiempo y bucear, no solo en el subconsciente del autor, sino en el nuestro propio”. Esta nueva mirada viene con el arreglo textual de Fernando Sansegundo, que dice querer “contar por medio de una élite de hoy las ciénagas de esa élite que aunque se comunique con palabras distintas, oiga músicas distintas y lea otros poemas, viene a naufragar en los mismos remolinos”. Se agradece este empeño, también por poder ver a un grupo numeroso de buenos actores y actrices trabajando juntos (habría que citarlos a todos, los encuentran fácil en la web del Teatro Español). A todos ellos les pidió Portillo el primer día de ensayo: “aquello que os torture, volcadlo sobre vuestro personaje”. También confesó aquel día la directora que el montaje tendrá guiños de homenaje a su maestro Tomaz Pandur. Esto promete.
Teatro Español. Del 18 de enero al 25 de febrero