¡Ay, Carmela! es un canto a la supervivencia, a la dignidad del ser humano, un suspiro, un dolor encerrado en un ‘ay’, es una historia contada desde los ojos de Paulino, un muerto en vida que necesita aferrarse a la idea de que la aparición de Carmela, una muerta que vuelve a la vida, es real y de que el espectáculo debe continuar sea como sea.
En palabras del director de esta puesta en escena, Fernando Soto, «siempre que se piensa en ¡Ay, Carmela!, se piensa en un espectáculo de tono político o reivindicativo, o simplemente en un espectáculo sobre la Guerra Civil vista desde los ojos de los perdedores. Lejos de mi visión, pretencioso sería el decir que son visiones equivocadas. Esa es la grandeza del teatro, que un texto puede tener muchas visiones diferentes y seguro que todas aportan algo, lo enriquecen. Pero en el caso de nuestra Carmela no es esa nuestra intención, queremos volver a lo que creemos que son los orígenes de este texto y que no es más que la relación de dos pobres seres humanos (en este caso dos cómicos) en un contexto tan brutal como es una guerra, donde la palabra justicia se vuelve sorda por el ruido de las bombas.
Es la historia de dos supervivientes que lo único que tienen para sobrevivir es necesitarse el uno al otro y que, incluso estando uno de los dos ya muerto, esa dependencia se hace más notoria. Y si algo reivindica ¡Ay, Carmela! creemos que es la idea de que los muertos no deben caer en el olvido, que los muertos acaban de morir cuando dejamos de recordarlos.