Si nada en nosotros cambia, simplemente se acentúa con el tiempo, ¿Cuál será nuestra vida dentro de 30 años?
Dos ancianos en un lugar incierto; tal vez una residencia de la 3ª edad, un hotel de 5 estrellas o tal vez la sección de muebles de unos grandes almacenes… Ahí los días se repiten idénticos en su rutina de desayunos, comidas y luces que se encienden y se apagan… Ahí el tiempo es un bucle interminable, una gelatina por la que chapotean… Ahí el aislamiento es el paisaje donde se encuentran, o más bien, se desencuentran. Pero también ahí, existe la posibilidad de salir de esa situación, de atravesar una puerta, esa puerta siempre cerrada, esa que no hay que abrir, esa detrás de la cual el terreno es inseguro pero también es posible el éxito.