Las tres personas en escena nos muestran La colonia de vacaciones como un mundo supuestamente armónico y equilibrado que se construye a tiempo real según la van tramando.
El ‘yo’ individual de cada uno de ellos se desborda y pasan a operar como una identidad colectiva. Podría pensarse que La colonia de vacaciones es un lugar ideal de descanso y de ocio para personas agotadas por el extenuante ritmo de vida que llevamos, pero se trata de un espacio bastante más extraño e imprevisible, en el que se desafían muchas de nuestras concepciones más arraigadas y señas de identidad.
Cuando nos rebelamos contra los normas, auto-impuestas y normalizadas, de La colonia de vacaciones el lenguaje adquiere una potencia que nos permite contactar con lo fantasmagórico. Se atraviesa la frontera que separa la vida de la muerte. El juego se convierte, entonces, en un arma de creación de nuevas realidades y los espectros de nuestro pasado reciente se manifiestan, para agitar y desafiar el marco ético de nuestra realidad cotidiana. De este modo, la trama que construye La colonia de vacaciones se convierte en un arma de subversión de las estructuras políticas y sociales que parecen configurarnos.
La colonia de vacaciones es el resultado de un proceso de trabajo e investigación escénica en el que llevamos inmersos más de dos años. En una versión anterior la presentamos en el Festival SURGE 2017 y desde entonces hemos seguido desarrollando y perfeccionando las posibilidades de la obra.