Fotos: Dani Pozo
Nada que perder es un espectáculo de serie negra. Un asesinato es el punto de partida de esta obra que se estructura en ocho interrogatorios sucesivos. Interrogatorios no sólo entre policías y sospechosos, sino también entre abogados y empresarios, psiquiatras y pacientes, jefes y empleados, padres e hijos… A través de los interrogatorios iremos descubriendo que el pasado siempre vuelve y que es peligroso llevar a alguien hasta un extremo en que ya no tiene nada que perder.
Pero en esta obra, como en todas las buenas historias de serie negra, no se habla sólo de un asesinato sino también de códigos de conducta y valores, o mejor dicho de su ausencia, porque, en definitiva, nos estamos introduciendo en las corrientes subterráneas y en las cloacas de una sociedad en crisis, una crisis que no es sólo económica.
Un profesor de Filosofía intenta hablar con su hijo, detenido por quemar un contenedor durante una huelga de basuras. El espectador entrevé, en esta primera escena, el tema principal de la obra Nada que perder que es, precisamente, la basura moral de los que permitieron que la tormenta nos llevara a un lugar donde ya no tememos nada porque ya no tenemos nada que perder.
Padres, hijos, empresarios, abogados, policías, concejales, interventores, profesores, todos se dan cita aquí para poner frente a nosotros reflejos de una crisis de valores. Para hacernos preguntas. Para movernos a preguntar.
¿Saber o no saber? ¿La verdad o la felicidad de la ignorancia?
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