Sí, no, sí, no, si no, sino, sí, no, si, ¿no?, ¿sí? ¿Así? Sobre nuestras cabezas el destino y en nuestro oídos resonando tanto condicional… Vaya formas de llegar al mundo, con la etiqueta puesta. Etiquetas en la ropa que te pones. Etiquetas en cómo te debes comportar… Se supone. Etiquetas de qué te tiene que gustar. Etiquetas para amar y para odiar.
Basta de tanto estereotipo y un poco más de vista, que somos muchas rompiendo etiquetas y cadenas y lo que se nos ponga por delante. Porque hay quien da con la fórmula y hay quien se da de cabezazos tratando de encajar en el esquema preestablecido… Y parece que la culpa es nuestra: pero si ya nos han dado la contradicción servida. ¡Que vivan los cabezazos!
La visibilidad de la mujer no debería ser un tema de discusión. Somos corpóreas, somos de carne y hueso, así que deberíamos poder ser percibidas por cualquiera sin mayor problema, la luz se refleja en nosotras, llega hasta el ojo y nos ve. Punto. La visibilidad depende de la voluntad de mirar, en Visible nos miramos, miramos a quien nos mira y nos dejamos mirar. Que no quede duda de que estamos aquí.