La compañía madrileña Sol y Tierra -ganadora del Premio Godot a Mejor Espectáculo de la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid 2025- presenta una propuesta familiar inspirada en el cuento El gigante egoísta, de Oscar Wilde. «El desafío que nos planteábamos era hacer un espectáculo navideño elegante, hermoso y que estuviera alineado con nuestros valores”, comenta Álvaro Torre, director de la obra. Para ello, han jugado en escena con diferentes elementos y lenguajes: «El Gigante y la Navidad está compuesto de distintos elementos que tienen que ver con el teatro visual de títeres y objetos. En el caso de los títeres, los duendes son tipo ‘muppet’, lo que llaman bocones; y luego está el Gigante, que es un títere grande con mecanismos en la cara en el que el actor va detrás y lo manipula. Es un poco parecido a uno de los títeres clásicos de la compañía, que era el cíclope de la obra Odexis, que hizo un montón de actuaciones y les trajo a mis padres muchos éxitos. Hemos cuidado mucho el atrezzo, con algunos objetos que tienen mucha importancia, como los objetos del gigante con los que juega con uno de los duendes; la estrella, que es una bola de luz que funciona muy bien bajando la iluminación y moviéndola por el espacio; y unas sedas que representan el follaje del árbol, que se utilizan para representar la caída de las hojas en el otoño».

 

 

Además, en este montaje han querido introducir recursos del teatro gestual: «Hay una escena en la que el actor que representa al gigante y la actriz representa al ogro simplemente caracterizados con una barba y utilizando el gesto. Desde el principio imaginamos esa escena así porque, por un lado, el títere grande del gigante tiene sus limitaciones y también nos parecía excesivo crear otro títere grande solo para ese momento. Además, los títeres grandes son bonitos, normalmente hacen tres, cuatro o cinco cosas bien, pero para una escena más dinámica, de interacciones, preferimos hacer este transfer, esta traducción del personaje a otro código para hacer más ágiles las transiciones. Los actores de la compañía hemos estudiado la mayoría en la Escuela de Teatro Mar Navarro y tenemos cierta experiencia con la improvisación, el teatro gestual y recursos de este tipo. Todos estos cambios de códigos hacen que el público no se aburra y ayudan a engancharles».

 

 

Igual de importante es jugar con el humor para atraer a todo tipo de público: «A los más jóvenes los títeres de los duendes les parecen muy divertidos y la comedia es importante para ellos -explica Torre-. Hemos intentado crear un espectáculo que tuviera elementos para todas las edades, también para adultos. Siempre intentamos, excepto en las actuaciones en campaña escolar, que los adultos no desconecten, que no sea algo excesivamente naif o superficial, crear espectáculos cebolla, que tengan muchas capas. Para poder llegar a los niños más pequeños y para que fuera una historia sencilla, intentamos que las narraciones fueran muy minimalistas, como las frases que se escriben en un christmas o como un pequeño poema. Añadimos tema de la decoración del árbol, que es como buscar la luz. De alguna manera, ese buscar la belleza, ese decorar y ese honrar la naturaleza con las imágenes de los árboles, es un homenaje a la vida, frente al solsticio, frente a la noche más larga y frente a la oscuridad, apelar al retorno de la vida. También hay un intercambio de regalos entre los actores, algo que hasta los niños de 2 o 3 años entienden».

 

LA MÚSICA Y EL VERDADERO ESPÍRITU NAVIDEÑO

La música es otro elemento significativo de El Gigante y la Navidad. Torre nos cuenta que «el inicio y el cierre de la función son un villancico, que es una versión de una canción tradicional, pero la letra es inventada. Habla sobre los duendes y busca hacernos sentir la magia, sin ser específica del ámbito religioso, de Papá Noel o de los Reyes Magos. Tiene que ver con el material en el que nos basamos, que es el cuento de El gigante egoísta de Oscar Wilde y con la idea de que la Navidad es una fiesta de los niños y una celebración de la vida en el solsticio en el momento más oscuro del año».

La obra nos lleva hasta una pequeña montaña donde conoceremos a unos divertidos duendes amantes de las fiestas, sobre todo de la Navidad. Sin embargo, su vecino el Gigante siempre enfadado, odia el ruido y las celebraciones, y no soporta las navidades. Un día, sucede algo que hará que se ablande el duro corazón del Gigante, ayudándole a descubrir la magia de las fiestas navideñas. La historia, pensada para que pueda disfrutarla público de todas las edades, está creada como un «alegato anticonsumista y antiestridente respecto a la Navidad de los centros comerciales y del consumismo. Es una búsqueda de esa esencia bella, hermosa y humana de la Navidad, que tiene más que ver con el corazón, con los cuidados y con la amabilidad que con gastar y comprar mucho», explica Torre.

 

 

Por último, en coherencia con el compromiso social y ecologista que siempre tiene la compañía, en las actuaciones que se realizarán en el Teatro Infanta Isabel estas Navidades van a donar un 10 % de la taquilla a UNRA, la Organización de Naciones Unidas que trabaja con los refugiados palestinos.

 

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