El Teatro de la Zarzuela regresa al compositor Emilio Arrieta para recuperar uno de sus títulos casi olvidado que lleva más de un siglo sin representarse. El navarro, que a mediados del siglo XIX ya había entregado su arte a la zarzuela estrenando algunos de los mejores ejemplos del siglo como El grumete (1853), La estrella de Madrid (1853); Marina (1855) y El planeta Venus (1858), comenzó a colaborar con Los Bufos Madrileños desde la primera temporada que trabajaron en Madrid en 1866. Dirigidos por Francisco Arderius, introductor en nuestro país de la fórmula de la ópera bufa de Offenbach, la compañía contribuyó al inicio de una nueva etapa compositiva de Arriera en la que aportó un número importante de obras al género bufo. El potosí submarino, que vio la luz en el Teatro del Circo de Madrid en 1870, es uno de los mejores ejemplos de esta serie de zarzuelas que se caracterizaban por su frescura y humor. Rafael García Santisteban firmaba el libreto de esta propuesta cómico-fantástica en la que unos timadores constituyen una fraudulenta empresa por acciones, denominada El Potosí Submarino, para rescatar del fondo del mar un viejo galeón hundido con un tesoro y repartirse los beneficios.

Más de siglo y medio después de aquel día de puesta de largo, la obra llega ahora con nuevos bríos al Teatro de la Zarzuela. Ivan López Reynoso asumirá la dirección musical, y la dirección de escena es de Rafael R. Villalobos, quien también firma la versión y es responsable del vestuario. “Es una gran responsabilidad formar parte de la recuperación de esta obra de Arrieta, un título único en el repertorio lírico español que mezcla con ingenio fantasía y realidad”, afirma el maestro López Reynoso, que ocupará el podio del foso junto a la Orquesta de la Comunidad de Madrid, titular del Teatro, mientras que en el escenario seguirán sus indicaciones el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela y un reparto cargado de primeras voces.

 

 

DE 1870 A 1993

El Potosí Submarino es una nueva producción del Teatro de la Zarzuela integrada en el proyecto de Recuperación del Patrimonio. Sobre esta iniciativa, decía Isamay Benavente, directora del Teatro de la Zarzuela, al comienzo de la temporada actual, que se trata de “un viaje a través de títulos conocidos que nos reconfortan, obras olvidadas que nos sorprenden, e historias que, desde el pasado, siguen hablando de nosotros”.

El libreto original de García Santiesteban tiene todos estos ingredientes. Bajo la apariencia de una obra de Julio Verne, la zarzuela esconde una sátira política centrada en la corrupción, el tráfico de influencias y en cómo ambos sirven para saciar la ambición de una sociedad que busca la riqueza a cualquier precio. ¿Hay algo más actual que esto? La respuesta es evidente, y Rafael R. Villalobos lo tuvo claro al trasladar los amasijos de entonces a esa España de la resaca del súper año que fue 1992. “Al contextualizar la obra me di cuenta de que España no ha cambiado tanto”, afirma el director de escena y autor de la versión. «Debo admitir que el ejercicio de escribir un texto nuevo en verso y dar voz a los personajes de la crónica política y social de mi infancia ha sido realmente divertido, y es que, como nuestro Escamón, de niño fui un verdadero apasionado de La Parodia Nacional, aquel programa que trataba de sacar una sonrisa a los españoles creando sátiras con nuevas letrillas a partir del cancionero popular, mientras el modelo de país moderno que tanto había costado construir se desvanecía a golpe de talonario. Analizar el texto original de El Potosí Submarino, buscar analogías y construir un mundo reconocible por todos, a la vez divertido, nostálgico y doloroso, ha sido una aventura maravillosa. Jugando a veces con las mismas ambigüedades del original y otras, siendo tan absolutamente directo como el texto de García Santisteban, desfilarán ante los espectadores un orfeón de personajes familiares para todos: estafadores de medio pelo, miembros de la beautiful people recién salidos de la cárcel, vedetes que se auto cosifican y domadoras encerradas en un universo patriarcal que las devora con una mayor voracidad que las fieras de su propio circo. Y lo harán intentando evocar desde el mayor de los respetos y las admiraciones el riquísimo universo esperpéntico y berlanguiano de Martes y Trece, El Semáforo o las inolvidables producciones de Lina Morgan que, como un ibuprofeno, aliviaron a los españoles los dolores de cabeza de esa tremenda resaca».

 

 

Como en 1870, la trama invita a bucear hasta lo más profundo del fondo marino (“eufemismo que nos ha acompañado desde siglos para hablar de las profundidades de las cloacas del Estado” dice Villalobos), pero esta recuperación traslada al espectador a la España de 1993. “El año de resaca”, dice Villalobos, en el que los españoles deben aprender a buscar rentabilidad a todo lo invertido para los acontecimientos que, en 1992, hicieron que España fuera visible para el mundo (los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla, la II cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno y la capitalidad cultural de Europa en Madrid). La resaca de 1993; el año de los escándalos bursátiles de Banesto e Ibercorp, de las crónicas sociales que unen a vedetes y representantes de la realeza, el gobierno o la banca, el año del principio del boom inmobiliario…  De la España que mira para otro lado.

Villalobos explica que «bajo la apariencia fantástica, juliovernesca, se encierra una sátira política sobre la corrupción y el tráfico de influencias». La obra «habla de un grupo de personas obsesionadas con hacerse ricas; todo esto me hizo pensar en 1993, cuando el país se empeñaba en ser una democracia moderna». Una obsesión por la riqueza fácil y la especulación que sin duda resuena en nuestro presente: reírnos, sí, pero también incomodarnos.

 

LARGO PROCESO DE RECUPERACIÓN

El Potosí Submarino culmina un largo proceso de recuperación iniciado por María Encina Cortizo, cuya investigación permitió localizar y estudiar las fuentes históricas y musicales conservadas en la Sociedad General de Autores y Editores. El apoyo del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) hizo posible la edición de la partitura que hoy se emplea. A ello se suma la colaboración entre el musicólogo Enrique Mejías y el director de escena Villalobos, centrada en rescatar el espíritu satírico y melancólico de una obra que refleja, con lucidez, ese disparate nacional que sigue siendo una forma de resistencia muy española.

 

 

Recuperar una obra totalmente desconocida para el gran público supone una enorme responsabilidad que Villalobos ha sabido solventar con grandes dosis de sarcasmo, ironía, frescura, descaro y humor, pero también con compromiso y respeto a la obra original. El texto de los números cantados se ha mantenido casi intacto, con excepción de detalles ligados a la dramaturgia. Con especial cuidado se ha traído a la actualidad la Canción del cable que gozó de gran popularidad tras el estreno de la versión original y en la que Escamón desde el fondo submarino se vanagloria de conocer cuanto acontece en la tierra gracias al cable telegráfico.

 

PRODUCCIÓN SOSTENIBLE

Firma la escenografía Emanuele Sinisi, a la que se suma la iluminación de Felipe Ramos y las videocreaciones de María Cañas. Si dar forma y color al fondo marino era de por sí un reto con mayúsculas,  tiene un desafío añadido: gran parte del material escenográfico y de vestuario, en torno al 50 por ciento, es reutilización de los fondos del Teatro de la Zarzuela. En concreto se ha recuperado parte de la escenografía de La violación de Lucrecia, producción del Teatro de la Zarzuela dirigida por Rafael R. Villalobos en 2023.

 

 

Dos repartos llevarán al espectador a este universo de perlas y corales. Los barítonos Manel Esteve y Enric Martínez-Castignani dan voz al embaucador Misisipí que ve en un desesperado Pale Ale, al que pone voz Rafa Castejón, la ayuda que necesita para sus tejemanejes. Para asegurar lo que cree el negocio que le devolverá su fingida riqueza, el cervecero compromete a su hija Celia, interpretada por Carolina Moncada y Nuria García Arrés, con Misisipí; pero ella está enamorada de Cardona (Alejandro del Cerro y Enrique Ferrer) que vuelve a su vida tras un supuesto naufragio.

Las sopranos María Rey-Joly e Irene Palazón defienden el ácido personaje de Perlina, mientras que Mercedes Gancedo y Laura Brasó dan voz a Coralina, su amiga en el fondo marino. Juan Sancho y José Luis Solá, interpretan al Príncipe Escamón, dueño y señor de los bajos fondos.

 

 

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