La viuda del escritor, Knipper Chéjova, en sus memorias, escribía: «Todos amábamos a Chéjov escritor, pero leyendo y releyendo La gaviota, nos preguntábamos con desconcierto: ¿Es posible interpretar esto?». Todavía peor, han tratado la obra los críticos; tachándola de: «Un absurdo vestido de mala dramaturgia».
El autor desde su desesperación clamaba: «Nadie ve lo que yo he escrito, ni Nimerovich, ni Stanislavski. Estoy seguro de que ni una sola vez la han leído con el corazón».
Se ponía en evidencia que el autor y el teatro hablaban idiomas distintos. Habría que esperar 115 años para que el secreto de la obra empezara a manifestarse, y como en el revelado de una foto, del negativo empezaran a surgir los contornos de un grupo de personas, sus caras, sus ojos… y su necesidad de ser escuchados y comprendidos.
La gaviota de Chéjov más Chéjov en Teatro Tribueñe, una versión enriquecida con el legado literario del autor, con leves toques sacados de sus diarios, sus cartas y opiniones plasmadas en los recuerdos de sus contemporáneos. Un resultado de estudio e investigación con el fin de establecer un acto de justicia con esta extraordinaria obra que nos tiene atrapados en sus verdades veladas. Estas verdades se desafían unas a otras, se ignoran, se provocan… para evidenciar que nuestras vidas son un misterio más profundo de lo que hemos soñado, y que las riendas del destino siempre están en las manos de cada uno.






