Con la temporada 2026, Centro Danza Matadero se presenta con la intención de convertirse en el eje de creación y pensamiento en torno al cuerpo en movimiento del que una ciudad como Madrid estaba huérfano. Con una temporada cargada de ambición -cerca de cien funciones y más de treinta compañías-, el CDM con María Pagés y El Arbi El Harti al frente quiere medir sus fuerzas y comprobar si posee la capacidad de tejer un paisaje plural que abarque la danza contemporánea, el flamenco, la creación urbana, la danza-teatro y las formas híbridas que juegan a desdibujar los límites entre disciplinas.

Dentro de la temporada convivirán los imaginarios simbólicos de Marcos Morau, el flamenco expandido de Israel Galván o la teatralidad onírica de Peeping Tom, en una temporada que entiende el cuerpo como territorio de exploración y relato. Centro Danza Matadero ha querido articular un mapa escénico que busca provocar, convocar y abrir espacios de resonancia entre artistas y público. Desde aquí deseamos que este primer paso sirva para que, de una vez por todas, se asienten los cimientos de una casa de la danza estable, abierta y plural en Madrid.

Hacemos un desglose de su programación porque creemos que la agenda que propone es suficientemente estimulante como para no perder de vista ninguna de sus fechas:

 

Una temporada que se despliega en múltiples direcciones

El año se abre con La mort i la primavera, de Marcos Morau y La Veronal (15–25 de enero), pieza basada en la novela homónima de Mercè Rodoreda. Con música original de Maria Arnal y diseño sonoro de Uriel Ireland, la coreografía despliega un universo oscuro y simbólico que transforma la palabra literaria en una arquitectura de gestos. La coproducción con el propio centro confirma una línea de trabajo sostenida: apoyar procesos de creación a largo plazo y acompañar a los artistas más allá de la mera exhibición.

 

La Mort i La Primavera de La Veronal. Foto de Silvia Poch

 

Coproducciones y nuevas miradas al cuerpo

Esa política de coproducción se repite en propuestas como Tentativo (basado en paisajes reales), del bailaor Jesús Carmona (27 de febrero–8 de marzo), o Prometeo, de Asun Noales (14–15 de marzo). En ambos casos, la danza se sitúa como vehículo de reflexión sobre el cuerpo contemporáneo, entre la memoria y la transformación. Carmona, que se une al director Luis Luque en este proyecto, se adentra en una exploración sensorial donde el flamenco dialoga con la abstracción, mientras Noales revisita la mitología griega para pensar la evolución humana desde la fisicidad.

También Leïla Ka, figura ascendente de la danza urbana y contemporánea francesa, despliega en Maldonne (14–15 de febrero) una coreografía sobre la fragilidad y la rebeldía femeninas, protagonizada por cinco intérpretes y cuarenta vestidos: una celebración de la multiplicidad como gesto político.

 

Chroniques de Peeping Tom. Foto de Virginia Rota.

 

Perspectiva internacional

Entre los nombres internacionales más esperados figura la compañía belga Peeping Tom, que traerá Chroniques (12–15 de noviembre), su nuevo trabajo de danza-teatro. Su estética hiperrealista y sus atmósferas inquietantes prolongan una línea de investigación sobre la corporalidad fragmentada y la percepción alterada del tiempo que caracteriza su universo escénico.

Otro de los momentos de especial interés internacional lo viviremos con la llegada de Bloody Moon (9–11 de abril), primera creación de Marina Mascarell para el Danish Dance Theatre. Mascarell, que dirige la compañía desde 2023, toma como punto de partida el pensamiento de Georges Bataille para proponer un viaje por el deseo y el erotismo, en una pieza de gran intensidad visual y musical.

Goyo Montero, recién nombrado director del Ballet de la Ópera de Hannover, regresa a Madrid con Goldberg (7–9 de mayo), coreografía inspirada en las Variaciones Goldberg de Bach. En ella, Montero combina virtuosismo técnico y sensibilidad lírica para presentar a su nueva compañía, el Staatsballett Hannover, en lo que promete ser uno de los hitos internacionales del año.

 

Ballet Flamenco de Andalucía. Foto de Marcos Medina.

 

Flamenco en mutación

El diálogo entre tradición y contemporaneidad -una constante en la programación- se encarna con fuerza en Humo, de Rafaela Carrasco (16–19 de abril) que, a través de su dirección y coreografías y la dramaturgia y letras de Álvaro Tato, rinde homenaje a las cigarreras del siglo XIX y su lucha colectiva. El flamenco, en su lectura más social, vuelve a ocupar un lugar central en la temporada, no solo en esta obra, sino también en los trabajos de María Pagés, el Ballet Flamenco de Andalucía o el propio Israel Galván.

Galván protagoniza el mes de junio con tres piezas muy diferentes: La edad de oro (5–7 de junio), revisión de un clásico de su repertorio; Sevillanas solteras (12–14 de junio), performance festiva y humorística que desmonta los códigos de la feria; y Bailas, baby? (13 de junio), propuesta para público infantil que confirma su curiosidad por explorar otros formatos.

 

Danish Dance Theatre Company. Foto de Jubal Battisti.

 

Identidad, tiempo y nuevas generaciones

Por su parte, la Compañía Nacional de Danza, bajo la dirección de Muriel Romero, estrenará creaciones de Luz Arcas y del colectivo Kor’sia (26–31 de mayo), dos aproximaciones radicalmente distintas al cuerpo como archivo y como arquitectura emocional.

En el último tramo del año, las nuevas generaciones toman el relevo. La protagonista (26–27 de junio), de Lorena Nogal -Premio Nacional de Danza 2024-, propone una indagación en las identidades y memorias del cuerpo femenino; mientras que el ciclo Nuevos Creadores vuelve a situar la formación y la experimentación en el centro del proyecto.

También se presentarán Kronos, de María Pagés Compañía (25 de septiembre–4 de octubre), e Inestable, de Lali Ayguadé (24–25 de octubre), ambas coproducciones que dialogan con la noción de tiempo y la inestabilidad tecnológica como ejes de la experiencia contemporánea.

 

Israel Galván en Sevillanas Solteras. Foto de Claudia Ruiz Caro.

 

Cierre de temporada y festivales

La temporada culminará en diciembre con Tierra bendita, del Ballet Flamenco de Andalucía dirigido por Patricia Guerrero (10–23 de diciembre), una celebración del patrimonio andaluz que articula tradición y modernidad sin caer en la nostalgia.

Antes, el centro acogerá festivales como Celebra26, en torno al Día Internacional de la Danza (29 de abril), así como su participación en FIVER’26, Cuerpo Romo y L.E.V. Matadero, espacios donde la danza dialoga con el cine, las artes digitales y las tecnologías inmersivas.

Centro Danza Matadero apuesta por devolver a Madrid algo que la ciudad había perdido: un lugar donde la danza no es un evento aislado, sino un sistema vivo. Que este proyecto logre trascender lo institucional y se convierta en un auténtico espacio de diversidad cultural dependerá de su capacidad para escuchar a sus propios artistas, sostener procesos más allá del estreno y abrirse al público.

 

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