Jordi Vilaseca: "En la danza en España hay que tener un punto de militante para salir adelante"
Los próximos días 4 y 5 de octubre, dentro del ciclo Canal Baila, los Teatros del Canal acogerán un estreno doble de una tacada: por un lado, un nuevo proyecto de compañía que se ubica dentro del colectivo Larrua y responde al nombre de La Senior. Por otro lado, la nueva creación con la que se inicia esta andadura destinada a acoger a bailarines de más de cuarenta años. Jordi Vilaseca, que dirige el Proyecto Larrua junto a Aritz López, nos lo cuenta.
El contexto, lo social, la mediación, lo concreto alrededor de la danza, son elementos indispensables en el credo y en la trayectoria de Proyecto Larrua. Una compañía que nació hace diez años, que dirigen los coreógrafos y bailarines Jordi Vilaseca y Aritz López y que tiene sede en Vitoria-Gastéiz. “Nuestra compañía es discreta. No acumula premios ni reconocimientos a gran escala, pero tampoco lo perseguimos. Estamos convencidos de que hacemos bien nuestro trabajo y el hecho de habernos focalizado en Vitoria y en Álava, significa que para nosotros, la danza, es mucho más que una producción. Es intentar crear público y llegar hasta él; trabajar en nuevos caminos para que tenga calado en la gente. Es mirar alrededor y no perder de vista que nuestra lucha incluye el contexto social”, explica Vilaseca. “Y en este sentido, al ubicar la lucha dentro de la danza en otro lugar, el feedback es mucho más amable”.

Con estos propósitos que articulan el Proyecto Larrua, no suena ajeno, sino todo lo contrario, que la preocupación por el edadismo y el qué pasa con los bailarines y bailarinas después de los cuarenta, abandere esta nueva ramificación que surge bajo el nombre de La Senior de Larrua y tendrá su estreno los próximos 4 y 5 de octubre en el ciclo Canal Baila de los Teatros del Canal. “Para nosotros Madrid es la periferia”, declara Jordi Vilaseca entre risas. “Tenemos tan claro cuál es el foco de lo que hacemos y la importancia del lugar donde lo hacemos, que venir a Madrid es viajar a las afueras”. Y estas palabras consolidan la coherencia de su proyecto.
La entrevista se produce en el Café Juan Raro de Lavapiés. Es 1 de agosto y tanto La Senior de Larrua como la producción con la que echará a andar, aun sin nombre, tienen camino por delante hasta llegar a su estreno. “A finales de agosto volvemos a reunirnos, nos encerraremos en el estudio a trabajar. Lo estamos deseando”. Pero lo principal, ya está. Por ejemplo, la línea de creación de La Senior. “Será una compañía de repertorio, es decir, que invitaremos a colegas de la profesión, coreógrafas y coreógrafos, a montar piezas para el colectivo”. El creador Dimo Milev será quien firme esta primera obra. “Cuando se lo propusimos no tardó ni un segundo en decir que sí y fue una alegría enorme. Como coreógrafo, tiene muchos elementos que nos entusiasman. Como esa poesía de atender al gesto, a lo humano que hay dentro de cada bailarín”. Milev, en la actualidad coreógrafo freelance, formó parte como bailarín de la Compañía Nacional de Danza entre 2001 y 2009 cuando la dirigía Nacho Duato. Su sensibilidad e impronta destacaron enseguida y, posteriormente, ya como coreógrafo, se hizo aún más fuerte al lado de otros intérpretes, también de esta CND, como Gentian Doda primero y Tamako Akiyama, después. Junto a Akiyama montó compañía y estrenó Broken Lines, una estupenda obra aun en la memoria de quienes pudimos verla. Sobre esta nueva producción que se encuentra creando para La Senior de Larrua, Dimo Milev ha escrito: “En esos cuerpos (de más de cuarenta) hay calma y paciencia. La emoción es menos brillante, pero más profunda”. “Son palabras que resuenan como un eco todo el rato”, explica Vilaseca. “Espero no estar romantizando el proyecto, pero nos parece bonito y necesario”.
En escena habrá cuatro intérpretes de más de cuarenta: la Premio Nacional de Danza en la modalidad de Interpretación 2023 Melania Olcina, Myriam Pérez Cazabón, Rober Gómez y Jordi Vilaseca. “En Proyecto Larrua firmo las coreografías y en La Senior me apetecía ponerme solo a bailar. Como intérprete, aunque también participo en los proyectos, hace tiempo que no dedico tiempo a la investigación real, a bucear en capas que me sitúen solo en este lugar, y me apetece mucho ver qué sale de mí y cómo lo vivo”. Por su parte, Aritz López (que aun tiene 37 años) se dedicará a la producción en La Senior. “Está siendo tremendamente generoso”, apunta Vilaseca.
¿Y hay algo concreto que disparara el nacimiento de La Senior?
Al cumplir diez años con Proyecto Larrua nos surgió una celebración, pero también una preocupación. Se puede decir que una compañía de danza que cumple diez años es como una de teatro que lleva 20. El cuerpo trabaja a otro nivel, a otro ritmo… Si ya nos notamos en los cuerpos cuando se te cae el boli y lo vas a buscar, imagínate bailando. A todas nos han dicho eso de “Ah, pues estás muy bien bailando con 44 años”. Y aunque sabemos que no estamos inventando nada, en Euskadi, poco hay para la gente senior. Buscamos canalizar de otra manera, no porque el cuerpo no tire, sino porque no nos apetece. Queremos buscar en otros lugares, investigar en otra dirección, y no hay mucho soporte para ello. La Senior tendrá su propio repertorio y será un espacio seguro para compañeras y compañeros de profesión de más de cuarenta. Cuando los cuatro intérpretes de esta nueva producción nos contactamos salieron a la luz las tremendas ganas de compartir.
¿Y cómo está siendo la creación, poner la compañía en manos de alguien de fuera?
Por un lado, maravilloso porque se trata de Dimo, a quienes admiramos y respetamos. Por otro, no deja de ser algo nuevo. Como darle las llaves de tu casa a alguien ajeno para que te cambie los muebles. Pero confiamos tanto en el proyecto y en la experiencia individual y colectiva, que no hay preocupación. Solo ganas de trabajar y disfrute. La verdad es que el proyecto de La Senior se ha recibido bien y estamos teniendo apoyo. Estamos ilusionados por trabajar en este otro concepto de compañía de repertorio.

¿Qué es lo que más le apetece descubrir a nivel personal con este proyecto?
Tengo muchas ganas de hacer esa reflexión mientras estoy de lleno en la producción. Ahora mismo puedo decirte que si me lo propusieran a mí, participar como bailarín en un proyecto así, no me lo pensaría, me parecería muy bonito. Encajo, me apetece, que me digan por dónde tengo que investigar, qué puedo ofrecer. Creo que lo que más me ilusiona es reencontrarme con el Jordi bailarín, que no sé qué saldrá. Darme tiempo para ello. Al final se trata de cuidarte un poco, desconectando de la demanda, del resultado final, de la presión del edadismo en la danza, que aun sufren más las compañeras por ser mujeres.
¿Sientes el tema de la edad como otra lucha dentro de la danza?
En la danza en España hay que tener un punto de militante para salir adelante. La vara de medir para unos y para otras, es muy diferente.
¿A qué se refiere?
A esos lugares por los que pasa una creación, desde que la terminas hasta que consigues mostrarla al público. Son lugares en los que intervienen cosas ajenas a la creación, al propósito que haya. Hablo de cuando la creación se convierte en un producto. A veces, que tenga más o menos calado en el público, no depende del todo de la obra que hayas hecho y en ese sentido, hay mucho que no depende de ti y si te quedas en esa lucha el resultado es como darte contra un muro. Hay comités de valoraciones que están muy enquistados, no se renuevan, y afecta a las decisiones finales de lo que se exhibe. Acaban siendo como una especie de cónclave fijo. Y eso está ahí, pero Aritz y yo nos preocupamos por el trabajo, por lo que queremos, y si luego las cosas llegan o no, somos conscientes de que no siempre tiene que ver con lo que hacemos. Así que preferimos no gastar energía en eso. Al ser dos al frente es más fácil porque nos apoyamos y tiramos el uno del otro.