Juan Carlos Pérez de la Fuente. Foto de Luiscar Cuevas.

No hace mucho, un periodista de la cosa cultural me dijo que yo estaba obsesionado con Fernando Fernán Gómez. Aquel comentario me dio que pensar. Y pensé, vaya si pensé. Pero pensé escribiendo sobre Fernando, para aclararme las ideas.

Fernán Gómez es actor por genética y por talento y el producto de una compañía de repertorio haciendo las Américas. Todo él es materia teatral. Puro teatro. Su vida y su obra.

Teatro, aquel niño que se negaba a salir mudo al escenario cuando su madre le necesitaba. Teatro, el garabato pelirrojo, que descubrió Jardiel Poncela. Teatro, su Don Mendo. Teatro en estado delirante, la famosa escena del señoriiiito de su Viaje a ninguna parte y aquel final que nos desgarró el alma: “Esto del cine es una mierda, no tiene “ná” que ver con el teatro”. Teatro del hambre, la enfermedad y el estraperlo, cuando rodaron Fernando y María Dolores Vida en sombras.

Teatro, las tertulias del Gijón y sus noches sin fin en Pasapoga, Morocco, en Riscal o en el J´Hay. Teatro, sus novelas, sus memorias amarillas, sus cartas, su maleta, su baúl, sus entrevistas, o el discurso de presentación de los Premios Goya en 1988 con las famosas letanías para los no premiados: “Otra vez será, Otra vez será…”

Auténticas obras de teatro eran sus conversaciones. Doy fe de ello. Fernando era un maestro en contar historias. Y más importante que lo que contaba era cómo lo contaba.

Fernando escribió varios textos dramáticos y una de las grandes obras de teatro del siglo XX en España: Las bicicletas son para el verano. Una obra absolutamente necesaria. Un retablo de la vida cotidiana de seres humanos sencillos y humildes en un Madrid cercado por la guerra.

Hay importantes huellas teatrales también en El extraño viaje.  Como bien indica Luis E. Parés en Historia de nuestro cine: «Fernán Gómez combina el humor blanco del sainete con la negrura del esperpento para hablar de la represión sexual».

Y, como no, su discurso de ingreso a la Real Academia Española es pura materia teatral.

Desde mi llegada al Fernán Gómez dije que el espíritu del insigne actor habitará siempre en estas paredes. Precisamente por celebrarse este año el 25 aniversario del gran acontecimiento que supuso su entrada a la Academia le rendimos homenaje llevando a escena su último gran texto, La aventura de la palabra, guiados por la dramaturgia que ha firmado Raúl Losánez.

El periodista tenía razón: Estoy obsesionado con Fernando y fruto de esta obsesión estoy ensayando con dos grandes talentos de nuestra escena, dos intérpretes de pura raza, Nancho Novo y Marta Poveda, uno de los proyectos más inquietantes, más atractivos, más sugerentes de toda mi carrera como director artístico.

Juan Carlos Pérez de la Fuente.

 

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