¿Qué fue lo que te atrapó del texto de Víctor Malagrino?
Desde que lo leí me atrapó la manera en la que estaba escrito, su poética. Luego también el tema y cómo está tratado.
Entiendo que resultaría un desafío importante montar una obra así, ¿no? Lo digo porque el texto tiene imágenes naturales muy potentes que resultaría complicado idearlas en escena…Pero lo pudiste solventar. ¿Cómo ha sido la puesta en escena que habéis elaborado?
Fue un desafío hermoso. Para empezar, armé un equipo maravilloso de profesionales con los que fuimos descubriendo cómo llevar a escena este texto. Cuando Víctor me envió el texto para ver si lo quería dirigir, me dijo que podía hacer lo que quiera y cuando le dije de agregar imágenes proyectadas, le encantó la idea. La puesta que armamos con Pablo Calmet es compleja, pero muy interesante. Un volcán realizado con tela donde se proyectan distintas imágenes creadas por Gabriela Baldoni, algunas son en movimiento y otras solo texturas de fondo que acompañan cada espacio que visita la protagonista.
¿Y cómo ha sido la relación con Víctor en este proceso de trabajo?
Ha sido muy dinámica y enriquecedora. Víctor, además hizo la música original. Estuvimos en constante diálogo y vino a varios ensayos.
¿De qué habla, a grandes rasgos, Volcán de brujas?
Es un texto que habla, sobre todo, de la búsqueda de la identidad, de cómo a veces se utilizan mitos y leyendas para tapar aberraciones.
¿La isla que da nombre a la obra es un personaje más de la trama?
Definitivamente, la isla es un personaje más y muy importante.
¿Por qué esta obra sería muy distinta en un entorno geográfico diferente?
Porque está creada a partir de ese espacio, esa isla, ese volcán, ese misterio. Cuando la leí me llevó inmediatamente a Twin Peaks de David Lynch.
¿Crees que es cierto el refrán: Pueblo chico, infierno grande?
En Argentina yo vivo en Buenos Aires y es difícil afirmar ese refrán siendo porteño. Tuve la oportunidad de filmar varias películas en pueblos y es verdad que los propios habitantes lo dicen, así que debe ser así.
¿Los grupos sociales humanos tienden a ser violentos por naturaleza? Y no me refiero únicamente a la violencia física…
No creo que seamos violentos por naturaleza, o por lo menos quiero creer en un mundo en donde podamos respetarnos y tratarnos con amor, pero bueno, ese es mi mundo ideal y el que trato de llevar adelante con cada persona que me relaciono. Pero la realidad a veces te confronta con otras cosas.
La obra plantea una nueva forma de pensar los mitos, de indagar en la tradición y desarticular los discursos. ¿De qué forma lo hace?
Lo hace de una forma muy interesante, ya que en ningún momento intenta hacer una bajada de línea o tener una opinión al respecto, si no que lo hace de forma sutil, a través de un discurso poético para que el espectador pueda hacer su propia conclusión al final y la obra pueda llegar a ser interpretada bajos diferentes puntos de vista.
La protagonista, Lia, descubre a través de Sofia, una vieja amiga de su madre que las cosas a veces no son como te las cuentan. En esta isla ¿La sociedad se ha construido y estructurado sobre relatos falaces?
Sí, sobre relatos que se inventaron, que se impusieron. En un momento dado la obra tiene una frase muy linda que lo puede resumir: “Lo que intento decirte es que la fantasía y la épica, también pueden ser formas de manipulación. Ahí es donde la historia se mezcla con el dogma y la fe y todo se vuelve tan difícil de cuestionar”. Esa es un poco la clave de todo.
Y, normalmente, siempre han sido los mismos los que han construido esos relatos. ¿Hay lugar para sean otros grupos -ellas- las que empiecen a reconstruir y a contar la historia ahora?
Sí, ahora es Lia quien vuelve para reconstruir su pasado y dar voz a la verdadera historia de la isla.
¿La sororidad salva vidas?
Claro que sí. Es una acción fundamental para que las mujeres avancen en la lucha por su empoderamiento.
¿Por qué siempre se tiende a hacer daño y señalar al que consideramos diferente? ¿Qué rasgo atávico nos lleva a eso?
Supongo que por miedo, por desconocimiento. El rasgo atávico más claro es la agresividad. Es muy triste que esas cosas sigan pasando. Hay que fomentar mucho más la empatía y el respeto a los demás.
Volcán de brujas es una obra sobre el campo minado de la memoria. ¿La memoria nos hace trampas?
Sí, nos hace trampas todo el tiempo. Es muy complejo el tema para comentarlo ahora y en la obra indagamos un poco.
En el texto hay una frase que hace alusión a la modificación del clima por parte de las actividades humanas, aunque la obra no va de eso, ¿hay un pequeño alegato ahí sobre las consecuencias del cambio climático?
Si, la obra menciona como el cambio climático afecto a este pueblo, al punto de que se llenaba de turistas y visitantes que alegraban y adornaban las costas a quedar completamente desolado y olvidado en el tiempo.
La obra se ha estrenado en Argentina con gran éxito. Ahora montáis un elenco nuevo de aquí para llevarla a cabo. ¿Cómo los has elegido y cómo ha sido el proceso de trabajo con los intérpretes?
Me tomé unas semanas para pensar quién podría ser para cada personaje. Por suerte conozco muchos actores y actrices argentinos que viven en Madrid. Cuando me fui contactando con cada uno, la respuesta fue siempre positiva y eso me llenó de emoción. Todos tienen mucha fuerza interpretativa, naturalidad, profesionalismo y en escena son hipnóticos. Estoy feliz de trabajar con ellos. El proceso de ensayos fue muy ameno y en cada encuentro aparecían cosas nuevas que sumaban a la profundidad de la obra.
¿Qué diferencias encuentras entre la escena teatral de Buenos Aires y la de Madrid?
Hay muchas diferencias, sobre todo en la cantidad. En Buenos Aires hay funciones de lunes a lunes en horarios impensados, y eso lleva a una mayor producción y búsqueda. En Madrid siento que está creciendo mucho y eso me llena de alegría.
¿Cómo te hace sentir el formar parte de este Ciclo de Teatro Argentino que organiza El Umbral de Primavera en Madrid?
Me encanta. Es una gran oportunidad para mostrar nuestro teatro, nuestros actores. Siempre estaré agradecido a El Umbral de Primavera.
¿El pasado siempre vuelve y nos atrapa?
Siempre vuelve, pero hay que intentar que no nos atrape. Suena trillado, pero lo mejor que podemos hacer es vivir el presente, que es lo único que tenemos.