¿De dónde viene vuestro amor por las Artes Escénicas?
Laura Lázaro: Desde pequeña quise ser titiritera. La primera obra de teatro que vi fue con once meses, y a los seis años empecé en el taller de teatro del colegio. También es verdad que mi padre era actor y recuerdo acompañarle de gira y viajar en la furgoneta de su compañía de teatro. Recuerdo colarme en sus clases de interpretación. Él ya no está aquí, pero me enseñó a disfrutar y emocionarme con el arte, a sentirme viva, y a pensar y a amar a través del teatro. Siempre ha sido el teatro.
Diego Alba: En mi caso supongo que viene de mi fascinación por los relatos, por las historias. Cuando eres pequeño todo gira en torno a los cuentos, escuchar y contar fábulas donde se mezcla la ficción con lo real. Con el teatro descubrí de muy jovencito que podía revivir esas historias desde la experiencia, a través de mi cuerpo y de mi voz, y eso me maravilló. A partir de ahí, mi imaginación empezó a volar. Ahora lo difícil es entrenar para que eso siga siendo así.
¿Y cómo fue vuestro primer encuentro? ¿Dónde se produjo?
Diego Alba: Nos encontramos en una escuela de teatro, como no podía ser de otra manera. Fue en Salamanca, con 18 años y en plena etapa de descubrimiento personal. En esa clase de teatro descubrí una parte importante de mí y Laura irrumpió en mi vida junto a toda esa experiencia.
Laura Lázaro: Fue en el año 2012, y estuvimos trabajando juntos El sueño de una noche de verano. Él fue mi Lisandro. Nos reíamos mucho en clase de teatro, nos gustaba hablar y debatir sobre teatro, ir juntas al teatro.
¿Lo que os unió fue una conexión vital, artística o ambas?
Laura Lázaro: Nos ha unido una conexión vital y artística. Ahora pienso que lo vital y lo artístico siempre han ido de la mano para nosotras. Creo que hacemos teatro para juntarnos y acompañarnos, y compartimos vida para hacer teatro. En los primeros años que nos conocimos, ya nos hicimos amigas y ya fantaseábamos con la idea de formar una compañía de teatro juntas. Las dos viajamos a Madrid para diplomarnos en Arte Dramático en el Laboratorio de Teatro William Layton. Diego me ayudaba a preparar los ejercicios de la escuela a la vez que me sostenía cuando yo sentía que no podía continuar. Ahora, emprendemos con nuestra propia compañía, pero también planificamos viajes juntas para desconectar del trabajo también.
Diego Alba: Nuestra pulsión artística nos llevó al teatro, ahí nos conocimos, conectamos, y el vínculo se hizo indispensable hasta traspasar las fronteras de lo artístico. No sé cómo pasó, simplemente pasó. Y ahora no concibo mi vida sin ella.
¿Cómo os definiríais el uno a la otra como creadorxs?
Laura Lázaro: Diego es un creador muy divertido. Trabaja desde el juego. Estando a su lado puedo crear con riesgo y sin miedo al fracaso. Compartir sala de ensayos con él hace que me sienta libre y tenga la sensación de volver a jugar y a descubrir el mundo como una niña. Es muy creativo, inquieto y elocuente. Ve un cuadro en el Reina Sofía, lee un anuncio pegado en un farola o escucha una conversación por la calle, y ya tiene una nueva idea para la obra de teatro en la que estamos trabajando o para el siguiente espectáculo que le gustaría que hiciéramos. Es un creador generoso, un buen compañero, sabe escuchar y cuidar… es el mejor. Siento que esto es imprescindible para soportar la incertidumbre y el desgaste que supone la creación artística, y más si eres una compañía emergente y sin recursos. Es esa mano y ese abrazo que te da calor para seguir adelante. No imagino compañía sin él. No imagino el teatro sin él.
Diego Alba: Cuando pienso en Lau como creadora pienso en el duende de Lorca. Desde que escuché ese concepto por primera vez lo asocié con ella, porque Lau tiene ese poder de emocionar, de embriagar al que tiene la oportunidad de verla, esa cosa misteriosa difícil de explicar que en el teatro te pone la piel de gallina y te hace llorar de emoción. Creo que le viene de familia, de su padre, como ella ha dicho antes. Ella lo lleva en la sangre y ha sabido hacer oficio de ello. Cuando trabajas con ella es impredecible, porque se mueve entre los límites del rigor y el delirio de forma sorprendentemente eficaz. Es de esas artistas que tienen la capacidad de ser impecable técnicamente sin perder de vista el arrojo y el factor juego. Es inspiradora porque su creación siempre está impregnada de un fuerte compromiso social y político. Y generosa, es una auténtica compañera, hace lo difícil, fácil y lo fácil, hermoso.
Como habéis mencionado, ahora emprendéis viaje con vuestra propia compañía, Biloba Teatro. ¿Qué tipo de teatro os interesa como compañía?
Laura Lázaro: Nos interesa el teatro que observa la realidad y cuenta historias que permiten comprendernos mejor, entender el mundo en el que vivimos y plantear preguntas para descubrir qué podemos hacer para cambiar aquello que no nos gusta. El teatro que da voz a personajes, realidades y situaciones que no pueden caer en el olvido ni pasar desapercibidas y que tienen que ocupar los escenarios y el espacio público y privado. Nos interesa también el teatro que da importancia al proceso creativo y a la investigación, y que explora nuevos lenguajes escénicos y la relación con otras disciplinas artísticas.
Diego Alba: Somos dos personas con un gran compromiso social y político. Nuestro teatro va a ser político, es algo inevitable, porque al final, todo lo es. Afortunadamente tenemos una forma similar de concebir el papel del arte en nuestra sociedad. Y, por tanto, nuestro teatro irá encaminado a tratar de encontrar respuestas a preguntas que nos afectan y soluciones a problemas de los cuales somos parte. Utilizaremos nuestro teatro como espacio para tratar de entendernos, de revisitarnos, de no conformarnos y de confrontarnos con los problemas de nuestro tiempo.
¿Vais a seguir apostando por textos originales propios? ¿Esa es una de las líneas que marcará vuestro camino o estáis abiertos a colaborar con otrxs creadorxs?
Laura Lázaro: Vamos a seguir apostando por la creación colectiva, por darnos tiempo para hacernos preguntas que impulsen la creación, por buscar testimonios actuales e indagar en la memoria para encontrar testimonios pasados, por investigar nuevas formas de narración escénica… Esto hará que algunos de nuestros espectáculos sean textos originales propios, que otras veces partamos de textos clásicos o contemporáneos, o que, en otros casos, colaboremos con otras creadoras. Estamos abiertas a todos los caminos que nos nutran y aporten un valor interdisciplinar a nuestras creaciones.
Diego Alba: Lo que está claro es que seguiremos apostando por un teatro de creación, un teatro colaborativo, un teatro que tiene su raíz en experiencias propias y ajenas, en testimonios…
A la hora de crear, ¿cómo os organizáis para llevar a cabo los proyectos? ¿Cómo definís los roles de ambos?
Laura Lázaro: Como compañía, hemos establecido una metodología de trabajo para desarrollar nuestros procesos creativos, que parte de una premisa, bien sea una idea, un tema o una pregunta, y pasa por diferentes fases hasta llegar, al final, a la obra acabada. A ambas nos gusta trabajar desde la interpretación, la dramaturgia y la dirección. Antes de empezar un proyecto, decidimos cuáles van a ser nuestros roles artísticos. Y, además, nos dividimos el resto de tareas que también tenemos que hacer como compañía más allá de las tareas artísticas: coordinación, producción, tesorería, distribución, imagen y comunicación… Esto supone hablar mucho, reunirnos varios días a la semana, hacer calendarios, plannings, cronogramas… y votaciones. Como somos dos, las votaciones a veces son difíciles si no estamos de acuerdo porque no hay nadie que desempate, pero tenemos la suerte de ponernos de acuerdo con facilidad o encontrarnos en nuestras diferencias.
Diego Alba: En general curramos de forma muy horizontal. Todas las decisiones importantes pasan por ambos. Laura es muy buena con toda la parte de gestión y organización, y yo estoy aprendiendo mucho de ella también para organizarme en mi vida (risas). Somos un buen tándem porque cuando mi cabeza se pone a fantasear ella me baja los pies a la tierra y ahí activo el modo realista.
¿En qué facetas de una creación escénica os sentís más cómodos? ¿Qué es lo que más os apetece seguir desarrollando?
Laura Lázaro: Yo me encuentro más cómoda en la interpretación porque soy actriz y es para lo que me he formado y estudiado. Pero en los últimos dos años estoy explorando la dirección y la dramaturgia, y estoy aprendiendo y disfrutando mucho. Así que quiero seguir formándome con el objetivo de compaginar la interpretación, la dirección actoral y de escena, la dramaturgia y, también, la docencia teatral.
Diego Alba: Yo me siento muy cómodo en la interpretación y la dirección escénica, poner el texto en escena, dirigir a los intérpretes, tomar decisiones artísticas… Tengo muchas ganas de seguir profundizando en las primeras fases de creación, donde la creatividad y lo lúdico juegan un papel fundamental. Uno de nuestros objetivos como compañía es destilar nuestra propia metodología de creación, nuestras herramientas, hacer nuestra propia cocina.
Vuestra primera propuesta como compañía es la obra Amor o no. ¿De dónde nace la idea de hacer esta obra?
Laura Lázaro: Esta obra ha dado muchas vueltas hasta convertirse en Amor o no. El germen fue un trabajo que tenía que presentar Diego en la universidad. Él quiso hablar sobre el amor y su relación con el tiempo: cómo afecta el paso del tiempo al amor, cómo era el amor en otros tiempos, el tiempo que dedicamos al amor… Nos sentamos a hablar con otros colegas y sentimos que algo iba mal en relación al amor, y ahí supimos que necesitábamos dar una respuesta artística y hacer una obra de teatro para visibilizar estos interrogantes y establecer un diálogo con el público que permitiera abrir un debate en torno al amor.
Diego Alba: En realidad la obra nace de un malestar personal que es, a la vez, general. Nace de vivir en tus carnes una experiencia terrible que ves que se propaga como un virus y que, al final, todos acabamos sufriendo. Después de preguntar y escuchar a amigos y amigas, como bien ha dicho Lau, nos dimos cuenta de que algo no va bien con esto de las apps para ligar, la falta de compromiso, la dificultad para crear vínculos y la rapidez con la que van ahora las cosas. Por eso, sentimos que teníamos que volcar todo esto en una creación artística que hablase de nosotros.
¿Cómo es la dramaturgia que habéis elaborado? Porque son varias historias que no sé si tienen conexión todas entre sí…
Diego Alba: Me gusta pensar en la dramaturgia de esta obra como en una casa. A través de este texto, de estructura fragmentada, los personajes van recorriendo las estancias de una vieja casa que está a punto de venderse. Una casa que encierra una historia, que puede ser la historia de mis abuelos o de los tuyos. Y así, se establece un diálogo intergeneracional entre las historias de estos jóvenes y las de sus abuelas y abuelos.
Esto ha sido un proceso fortuito. En un principio, queríamos trabajar con historias reales de relaciones de personas de nuestra generación. Hablamos con mucha gente, recogimos testimonios, los llevamos a la sala de ensayo… Y, casi sin darnos cuenta, nos estábamos preguntando cómo habrían sido las historias de amor de nuestros abuelos y abuelas. Se entremezclaron varias generaciones y al final el material confluyó y sentimos que tenía que ser así.
Laura Lázaro: Hemos desarrollado una dramaturgia en la que no todas las escenas están conectadas, pero la unión de estos cuatro personajes es que son amigos y viajan juntos a un pueblo porque la casa de la abuela de uno de ellos se va a vender. Estar alejados del ruido de la ciudad, tener tiempo y, sobre todo, ser amigos, les permite compartir con intimidad y vulnerabilidad sus historias de amor y revivir las de sus abuelas y abuelos.
¿Qué papel tiene la música en la obra?
Laura Lázaro: La música permite establecer en diálogo entre el presente y el pasado. Así, viajamos con ella al tiempo de nuestras abuelas para escuchar las canciones que bailaban en el baile del pueblo, y también versionamos la música que puede sonar ahora mientras una pareja se conoce en una discoteca. Además, tenemos la suerte de que uno de los intérpretes, Cessaré Bueno, toque la guitarra en directo para acompañar la historia de amor de dos de los personajes de esta obra. Creemos que la música, de una manera u otra, siempre ha jugado un papel importante en las historias de amor, de las de ahora y de las de antes.
Diego Alba: Casi podríamos decir que la música es un personaje más, por eso hemos apostado por la música en vivo. Hace que el material se eleve y todo cobre otra dimensión.
La obra tiene tintes de autoficción. ¿Las historias que nos vais contando tienen todas una base real? ¿Son historias cercanas a vosotrxs?
Diego Alba: Sí, la mayoría de ellas tienen su raíz en historias reales de gente cercana, de nuestras abuelas y abuelos y de otras personas a las que hemos tenido la oportunidad de entrevistar. Lo curioso de trabajar desde la autoficción ha sido ver cómo esas historias se iban transformando en la sala de ensayos, en función de lo que nos interesaba de cada relato, de dónde queríamos poner el foco y de lo creíamos que era idispensable para contar la historia que ha terminado siendo Amor o no.
Comparando vuestras historias con la de vuestros padres/madres y abuelxs, ¿qué diferencias profundas habéis encontrado?
Laura Lázaro: Creemos que las diferencias más importantes tienen que ver con el contexto y no tanto con las experiencias y vivencias que tenemos. Una de las señoras mayores a la que entrevistamos nos dijo: “los jóvenes creéis que habéis descubierto la panacea, pero esto ya lo hacíamos antes o esto ya pasaba antes”. Creemos que las diferencias están marcadas por una sociedad actual dominada por la inmediatez, en la que todo tiene que producirse rápido, por las tecnologías y lo digital, por el consumismo. Pero también, otra de las diferencias profundas que hemos encontrado, tiene que ver con la mayor libertad que tenemos ahora. A pesar de que todavía queda mucho camino por recorrer, creemos que somos más libres para relacionarnos cómo queramos y con quién queramos que nuestras abuelas y abuelos, para explorar nuestra sexualidad, para cuidar y respetar nuestro cuerpo, para decidir sobre nuestras relaciones.
Diego Alba: Lo de darnos cuenta de que, al final, nuestras historias no son tan diferentes, ha sido lo más curioso del proceso, y ha sido una frase que decimos en la obra. Es fundamental tener en cuenta el contexto. Somos seres humanos, nos ocurren cosas muy similares, pero el contexto social y político puede ser más o menos limitante en según qué épocas. Esa frase que menciona Lau nos la dijo una señora a la que entrevistamos en Carabanchel, y hacía referencia al sexo esporádico. Hay cosas que siempre se han dado, pero el tiempo determina que sean más o menos visibles.
Decís que hay un malestar colectivo en torno al amor del que habláis en vuestras reuniones de amigos. ¿Cuál es ese malestar?
Laura Lázaro: En diferentes conversaciones con amigas siempre salía el tema sobre la dificultad que teníamos para establecer una relación, por la falta de tiempo para quedar con alguien, por el miedo a mostrarse vulnerable, por el ghosting, por lo difícil que es encontrar contextos en los que poder conocer a alguien en persona y no a través de una app de citas, por lo abrumador que resulta escuchar y ver cada vez más contenido en redes sociales sobre la importancia de los cuidados y de la responsabilidad afectiva y, luego, no sentirse cuidado o no tener las herramientas para hacerlo… Está claro que el amor nos inquieta.
Diego Alba: No quiero ponerme muy intenso con este tema, pero por debajo de todo eso está el capitalismo. Vivimos en la era del consumismo, todo es instantáneo, y evidentemente, esto se ha extrapolado a la forma en que nos relacionamos. Somos la generación de la cultura del sexo exprés, la que ha puesto nombre a conductas como el ghosting y lo ha normalizado todo. Lo que pasa es que al final todos buscamos amor, y eso es incompatible con esta forma de vivir donde parece que nada importa y nada permanece.
¿De qué forma está cambiando el amor en estos tiempos?
Diego Alba: Es un amor que se mimetiza con el contexto. Al final todos intentamos adaptarnos al ambiente, es pura supervivencia. Vivimos en una sociedad individualista y materialista y esto hace que lo emocional, lo vulnerable, quede restringido casi a la nada. No es útil ser tierno o ser honesto con lo que sientes. Es más práctico mostrarte fuerte, evitar ser juzgado o pasar desapercibido.
Laura Lázaro: Creemos que, cada vez más, el amor se quiere controlar, explicar, racionalizar y consumir. Proliferan los ‘estudios’ para tratar de entender qué es el amor, los tips en perfiles de Instagram para saber qué pasos infalibles tenemos que dar para enamorarnos, los mensajes reduccionistas de supuestos ‘coaches’ para atraer el amor… Parece que el amor se ha convertido en un reclamo para la venta. Y, quizás, el amor sea inexplicable e inevitable y lo único que podamos hacer con él sea experimentarlo e intentar cuidarlo.
¿Y de qué forma está cambiando el sexo?
Laura Lázaro: Por una parte, creemos que tenemos más información que nos permite conocer mejor nuestro cuerpo, que tenemos menos miedos y menos tabúes que nos facilitan compartir nuestras preocupaciones y nuestros deseos en torno al sexo, y que tenemos más libertad para relacionarnos sexualmente. Aunque, un estudio concluye que los jóvenes en la actualidad tenemos menos relaciones sexuales que la generación pasada durante su juventud. ¿Tenemos menos relaciones sexuales porque no queremos tenerlas? ¿No encontramos las oportunidades? ¿No tenemos tiempo? ¿No sabemos cómo hacerlo?
Por otra parte, recordando al filósofo Zygmunt Bauman, creemos que el sexo en la actualidad capitalista en la que vivimos está marcado por el individualismo y el consumismo. Cada vez más, los cuerpos y las relaciones sexuales se consumen como productos. Si ese producto ya no cumple con tus deseos u objetivos, se desecha y se busca uno nuevo. Si no quiero, lo tiro. Si ya no lo voy a ‘usar’, lo tiro.
Diego Alba: Consumimos cuerpos, dejamos cadáveres emocionales, buscamos satisfacer nuestros deseos de forma inmediata… Como hemos podido comprobar en diferentes estudios: “la cultura del sexo exprés está dejando a una generación infeliz, insatisfecha, que concibe el sexo como moneda de cambio: sexo porque toca, porque todo el mundo lo hace”.
¿Todo esto que decís se debe a que no tenemos una cultura sexual adecuada?
Laura Lázaro: Aunque se están haciendo muchos avances y cada vez está más presente la importancia de la educación sexual, creemos que no es suficiente. Es necesario que desde las instituciones se da más importancia a la educación y a la salud sexual en la diferentes etapas de la vida, desde la infancia hasta la vejez. Durante el proceso creativo de esta obra, hemos podido acceder a estudios cuyas conclusiones nos han impactado: la edad a la que los menores consumen pornografía en España está comprendida entre los nueve y los 11 años, teniendo acceso a contenido de ‘extrema violencia’; el 21,7% de las mujeres que tuvieron citas por Tinder aseguran que fueron forzadas a tener una relación sexual mediante violencia explícita; en un estudio a mujeres de entre 18 y 25 años, el 57,5% dijo haber mantenido “relaciones sexuales sin ganas, como sacrificio, por compromiso”. Así que está claro que un sexo muy sano no tenemos.
Diego Alba: El ser humano es gregario por naturaleza, necesitamos espacios de unión, estar en comunidad y relacionarnos, pero también necesitamos una estructura adecuada que nos ayude a relacionarnos de forma sana. Esta claro que tiene que haber cambios desde la base, desde las instituciones a través de unas leyes adecuadas de igualdad, desde la enseñanza a través de una educación sexual de calidad, desde las propias familias… Pero hoy, parece que todo va en contra de eso, todo nos lleva al individualismo, al egoísmo y al narcisismo extremo. Así es imposible cuidar al otro.
Las nuevas generaciones tenéis todas las herramientas en vuestra mano para romper con modelos antiguos de relacionarse y podéis explorar un montón de posibilidades nuevas, sin embargo, parece que el gran anhelo es ‘el amor de toda la vida’, una pareja estable con la que envejecer… ¿Es así?
Laura Lázaro: Puede parecer que tenemos todas esas herramientas, pero la realidad es que no, porque la presión del patriarcado o la LGTBIfobia siguen condicionándonos. Tampoco estamos seguras de que podamos explorar muchas posibilidades nuevas, porque la mayoría estamos precarizadas, con peores horarios de trabajo, vivimos angustiadas por no saber si podremos pagar el alquiler, sin tiempo para quedar con nuestras amigas, conocer nuevos amores o cuidar los que ya tenemos. Es posible que lo que tengamos sean herramientas diferentes para poder establecer un mayor número de relaciones pero, quizás, más superficiales. No creo que los jóvenes anhelemos ese “amor de toda la vida” que dices, lo que anhelamos es tener una conexión auténtica en esta sociedad fluida y líquida en la que vivimos.
Diego Alba: Sí, yo tampoco sé si es tanto volver al amor de toda la vida. Creo que tiene que ver con encontrar un equilibrio sano entre las nuevas posibilidades y el cuidado. No queremos seguir perpetuando modelos tradicionales pero tampoco deberíamos aceptar conductas sexuales o afectivas que nos llevan a ser una generación que vive confundida sobre su intimidad.
¿Amar es un acto de valentía?
Diego Alba: Sin duda. Amar tiene que ver con abrirse emocionalmente a otra persona, le estamos entregando a otra persona la parte más íntima y vulnerable de nosotros mismos. Es abrirse a la incertidumbre y aceptar la posibilidad del rechazo. Por eso, también, amar nos otorga un poder inconmensurable, en tanto en cuanto, estamos sosteniendo el otro lado del frágil puente que nos conecta con el mundo emocional de otro ser humano. Si se piensa detenidamente, es un proceso bestial, es tremendo, y requiere de mucha responsabilidad.
Laura Lázaro: Amar es un acto de valentía. Valentía para asumir riesgos; soportar la incertidumbre; estar dispuesto a sentirse vulnerable; mostrar quién eres sin corazas ni disfraces, con tus miedos, tus inseguridades y tus dificultades. Y valentía para estar dispuesto a sostener la intimidad de la otra persona. Pero no hay alternativa. La alternativa es la soledad y la insatisfacción. No podemos escapar al amor. Estamos de acuerdo con Nikki Giovanni: “Amamos porque esa es la única gran aventura”.
¿Cómo se cuida y se conserva el amor?
Laura Lázaro: Con cuidados. Con el valor para abrirse y mostrar quién eres. Poniendo límites, estableciendo compromisos y estando abierto a hablar y negociar. Renunciando a cambiar a la otra persona, sin aspirar a transformarla en lo que una desea. Con paciencia y generosidad para detenerse en el otro, quedarse cerca y estar.
¿El amor está en peligro de extinción?
Laura Lázaro: Están en peligro de extinción las conexiones íntimas y reales, las redes naturales, la capacidad para comunicarse de manera honesta. Está en peligro de extinción tener el espacio y el tiempo parar detenerse. Estamos a tiempo de responsabilizarnos para frenar esta extinción.
Diego Alba: Sí, es una curiosa forma de decirlo. Nos gusta la expresión porque hace referencia a que hay algo está en juego y aún tenemos la posibilidad de que no desaparezca. El amor es un fenómeno que no se puede controlar, es inexplicable e inevitable, pero hoy queremos controlarlo todo, consumirlo todo y esto no es compatible con el amor.
¿Habéis amado alguna vez?
Laura Lázaro: Sí. Qué suerte. Esa sensación de querer quedarse, de acompañarse, de sostener y ser sostenida. Qué suerte. Porque, como dice Pablo Messiez, “el amor será la respuesta a todos mis miedos”.
Diego Alba: Yo sigo preguntándome cada día qué es estar enamorado, pero cuando pienso en las personas que me rodean, en mi red de confianza y en los vínculos que me sostienen, tengo la certeza de que sí, amor y he amado.
Al final… ¿Amor o no?
Laura Lázaro: AMOR. Siempre AMOR. Catalina, una de las ancianas a las que interpreto en Amor o no, dice: “porque el amor mueve el mundo” y sí, a mi mueve el amor que siento hacia el teatro. Me sostiene el amor de mi madre y de mi abuela. Me encuentro en el amor de mis amigas y de mis compañeros de vida. Me cuida el amor hacia mí misma. Me acompaña el amor de los que se fueron, pero siguen aquí. Me impulsa el amor por tratar de mejorar la vida y reducir el sufrimiento a través del arte.
Diego Alba: Amor sí. Amor siempre. Según el poeta Raúl Zurita “el amor es urgente porque nos vamos a morir (…) el amor surge como la gran resistencia al hecho inminente de la muerte”. Debemos aceptar la irrupción del amor en nuestras vidas y ensalzarlo, responsabilizarnos del cuidado de las personas que nos rodean. El amor es bálsamo, es el remedio a la enfermedad de esta sociedad moderna y rápida porque nos permite detenernos. Hoy es más necesario que nunca. Ante todo el dolor y el sufrimiento que nos rodea, debemos colectivizarnos y reivindicar el amor como acto de resistencia.