Era el 6 de marzo de 2019 cuando se presentaba ante los medios el que iba a ser el proyecto que revolucionaría el concepto del teatro musical que teníamos en España hasta el momento. El compositor Iván Macías, junto al escritor Ken Follet, hacían público en el Teatro Apolo, donde en aquel momento se representaba El Médico, el musical, un nuevo proyecto que llevaría a los escenarios españoles la adaptación del best seller Los pilares de la Tierra.
“Comienza el proyecto de construir una catedral, resultado de un musical épico, con furia, fuerza, pasión y amor, por supuesto. En 2020 llega una revolución en los musicales con Los pilares de la Tierra”, anunciaba Macías. Con el proyecto en marcha y la mirada puesta en octubre del 2020 como fecha de estreno, todo era ilusión y aún no éramos conscientes de que justo un año después, acabaríamos confinados en nuestras casas, la actividad se frenaría en seco y el sueño de aquella catedral se iba a ver obligado a sufrir un letargo forzado.
Todo se fue superando y la, por aquel entonces, denominada ‘nueva normalidad’ nos hizo recuperar el ritmo de nuestras vidas, los teatros volvieron a abrir, volvimos a escribir sobre ello y cinco años después, la primera piedra que se plantó en aquella presentación como símbolo del comienzo de un sueño, se nos ha descubierto como una construcción ya edificada y absolutamente real.
El tiempo pasó e Iván Macías y Félix Amador, adaptador de la novela a los escenarios, encontraron en beon.Entertainment, con Dario Regattieri al frente, un nuevo compañero de viaje que le daría un original vuelo a todo. “Cuando nos metimos en el mundo del espectáculo en España -decía hace unos días Regattieri-, vimos que había muchísimos espectáculos fantásticos, pero comprobamos que todo lo que había ya se había hecho en otros sitios, básicamente en Broadway y el West End. Nosotros estamos aquí para cambiar esas reglas del juego y poder competir en el gran formato”, y apostando por los espectáculos 100% originales y de factura nacional pusieron en marcha varias producciones como El Médico, el musical, la adaptación de El tiempo entre costuras y la creación de La historia interminable; espectáculos inspirados en grandes títulos de literarios, que marcan una identidad y un camino -ya han anunciado que el siguiente proyecto también irá por la misma línea literaria, aunque esta vez será comedia-, y que además han servido para que hoy estemos aquí hablando del inminente estreno de este proyecto tan largamente acariciado. Y es que la novela de Ken Follet nos ofrece una gran lección sobre la vida: Construir ‘una catedral’ no es algo que pueda hacerse de un día para otro, a veces los planos no encajan, otras hay que buscar nuevas técnicas de construcción e incluso dejar que se desmorone para volver a levantarla más reforzada si cabe.
DE BEST SELLER A MUSICAL
La historia de Los pilares de la Tierra nos traslada a la Inglaterra del siglo XII. La trama gira en torno a la construcción de una catedral gótica en el ficticio pueblo de Kingsbridge. El constructor Tom Builder sueña con edificar una catedral que desafíe el tiempo. Su hijo adoptivo, Jack, hereda su pasión y habilidades, enfrentándose a numerosos obstáculos en su camino. Paralelamente, conocemos a Aliena, una noble que cae en desgracia tras la traición de su familia, busca venganza y reconstruir su vida, convirtiéndose en una figura clave en la historia. Al igual que Philip, un monje devoto que se convierte en prior de Kingsbridge, luchando por mantener la estabilidad y prosperidad del monasterio y del pueblo.
La trama, además de hablar sobre la lucha por la esperanza y la fe en un tiempo de caos y adversidad, explora temas como la ambición, la traición, el amor y la redención.
¿Cómo se puede trasladar al escenario una historia que ha vendido millones de ejemplares, que es libro de cabecera de más de una generación y se ha convertido en un clásico contemporáneo? Todo un reto, tanto por su extensión, más de mil páginas, como por la complejidad y número de personajes que desarrollan su trama. “Lo principal es el respeto a una obra que ha vendido millones y millones de ejemplares en el mundo -señalaba Iván Macías durante la presentación que tuvo lugar a finales de verano-, e intentar sacar toda la emoción que tiene la novela y aprovechar que la música viaja mucho más rápida que la palabra”.
“Hay que empezar de cero, olvidarte de que tiene mil páginas y empezar desde el principio -apuntaba Félix Amador-. Iván y yo trabajamos sobre conceptos y así creamos. Entonces, vamos buscando en el libro esos momentos en los que los personajes tienen que tomar una decisión, sufren por ello, tienen algún cambio emocional y, si sumas todos esos hitos, te sale esta historia de emociones, que es lo que conecta con el espectador”. Emociones que sobre el escenario estarán interpretadas por un elenco de 27 artistas entre los que encontramos a Teresa Ferrer y Cristina Picos que, por la complejidad vocal que supone, irán alternándose el papel de Aliena, Javier Ariano, Álex Forriols, Javier Ibanz, Noemí Mazoy, Julio Morales, Noelia Cano, Alberto Vázquez o Angels Jiménez.
EFECTOS ESPECIALES EN EL SIGLO XII
Pero la complejidad no queda tan solo ahí, quienes conocemos la novela y la intentemos visualizar sobre un escenario, seguro que nos hacemos la misma pregunta: ¿Cómo se construye una catedral en un teatro? “Tenemos que construir una catedral, que se va a www.revistagodot.com 8 quemar, se va a caer y volverla a construir. La complejidad es enorme porque la dificultad está en que se lo crea el público”, explicaba un emocionado Dario Regattieri sin desvelar detalles, pero avanzándonos que con Los pilares de la Tierra van un punto más allá en cuanto a espectacularidad en la puesta en escena. “La tecnología está muy avanzada hoy en día, pero en el siglo XII no había tecnología, así que no vamos a ver un espectáculo tecnológico, sino que vamos a viajar a un sitio en el que la tecnología y los efectos especiales están hechos para trasladarte a la época. Una peculiaridad de todos nuestros montajes es romper la cuarta pared, que el teatro se convierta en escenario, que la experiencia esté invadida de un cierto entorno que te haga que tengas el corazón encogido”. Para ello se ha rodeado de un equipo que cuenta con la dirección y coreografías de Federico Barrios, la dirección de actores de Ignasi Vidal, la dirección vocal de María José Santos, el diseño de vestuario de Marietta Calderón, la iluminación de Felipe Ramos o la escenografía de Ricardo S. Cuerda.
Todo en este musical, que cuenta con más de 4 millones de euros de presupuesto, está pensado para hacer que el público viaje en el tiempo y se adentre en la Edad Media; además de los efectos especiales y la ambientación inmersiva, pondrán a disposición del espectados las ‘Global Glasses’, unas gafas de realidad aumentada con las que las personas asistentes que no hablen español puedan ver el musical sin que el idioma suponga un problema, ya que a través de estas gafas podrán seguir las canciones y los diálogos con subtítulos en su idioma. «Este nuevo proyecto abre la puerta a futuras aplicaciones en otros géneros y espectáculos, permitiendo que los musicales, obras de teatro y otros eventos puedan ser seguidos en múltiples idiomas, ampliando su alcance y atrayendo a turistas internacionales», explica el equipo de beon.Entertainment.
Quienes hemos leído la novela sabemos que construir una catedral no es algo que pueda hacerse en un día, a veces los planos no encajan, otras hay que buscar nuevas técnicas de construcción e incluso dejar que se desmorone para volver a levantarla más reforzada si cabe. Así que no nos extrañará que, aquellos que imaginaron este musical, se identifiquen con una de sus canciones que viene a decir: “Ayer soñé un lugar en la eternidad / soñaba con construir una gran catedral / que se levante hasta el cielo azul /… / y yo que he soñado sus líneas ya la puedo ver /…/ Con piedras sueño con levantar / un monumento sin igual / la catedral donde mi nombre quedará / construiré la eternidad / dibujaré sin descansar / hoy puedo ver mi catedral”. Y es que, después de todo y a pesar de todo, Los pilares de la Tierra, al final, ha acabado siendo toda una realidad.