¿Cuándo os conocéis? ¿Dónde se cruzan vuestras vidas?
Eva Bedmar: Fue en el año 1994, en el grupo de teatro de la EMT (Empresa Municipal de Transportes).
Nacho Bonacho: Ese año yo volví a Madrid después de estar dos años trabajando en EE.UU. para mi antigua empresa, y como siempre he estado vinculado al teatro, mi hermano Quique, que estaba en el grupo de teatro de la EMT, me propuso entrar ahí y allá que fui. Y allí ya estaba Eva. Y estaba también David Fernández ‘Fabu’, que ahora es un gran dramaturgo y actor y con el que hemos trabajado recientemente en Paella.
¿Y en qué momento decidís hacer un proyecto común?
Nacho Bonacho: A partir de ahí ya nos empezamos a conocer y a compartir muchas cosas. Por mi amor al teatro, el tema de tener una sala propia en la que poder crear cosas era algo que yo tenía en mente desde siempre, y ya se lo comenté a Eva y fuimos poniendo piedrecitas para darle forma a todo.
Eva Bedmar: Quizá el comienzo de todo fue con Gaia, esa obra fue lo que marcó un antes y un después. Después de haber hecho varias obras en este grupo de la EMT, Lucía Durbán, que era una persona relacionada con el medioambiente, nos encargó hacer una obra con un texto suyo llamado Gaia, para intentar educar y transmitir mensajes sobre la naturaleza a través del teatro. Hablamos de finales de los 90, un momento en el que todavía no se hablaba mucho sobre todo esto
¿Esta es la primera producción vuestra como compañía?
Nacho Bonacho: Sí, ahí empieza nuestra trayectoria como compañía. Era 1999 y ya nos pusimos el nombre de Tarambana. Gaia fue un bombazo en aquel momento. Había dinero para hacer la producción y creo que hicimos un gran espectáculo. Hicimos también una gira tremenda, yo creo que es la obra con la que más hemos girado, porque al ser un tema tan novedoso llamaba la atención, pero si la montásemos ahora yo creo que todavía estaría vigente.
Con esta obra empezamos a crear las bases de lo que es Tarambana a día de hoy, una compañía que cuida cada uno de los montajes que realiza, tanto a nivel familiar como de adultos también, y en que la música tiene una importancia tremenda. La música es mi otra pasión, y para Gaia mi hermano Quique y yo compusimos toda la música original de la obra.
Eva Bedmar: La vieron 90.000 niños y hacíamos incluso dos funciones por día. Gaia tuvo repercusión hasta el año 2010, así que fue como algo mágico empezar así.
Y de ahí ya va tomando forma la idea de la sala. ¿Carabanchel tenía que ser el lugar?
Nacho Bonacho:: Sí, que la sala estuviera en el barrio de Carabanchel era innegociable.
Eva Bedmar: Nosotros por aquella época íbamos todos los viernes a Cuarta Pared.
Nacho Bonacho: Yo, de hecho, sigo siendo socio de Cuarta Pared desde hace 30 años, pagando mi cuota religiosamente.
Eva Bedmar: Cuarta Pared era un ejemplo, indudablemente. El teatro que veíamos allí, el proyecto que tenían… y nosotras queríamos tener también nuestro espacio para dar cabida a nuestro propio proyecto cultural. Por aquel entonces nos juntábamos con mucha gente con inquietudes artísticas que vivían por aquí (músicos, intérpretes, malabaristas, técnicos…), y siempre estaba la idea rondándonos por la cabeza. Incluso barajamos primero montar una sala de teatro, pero con locales de ensayo para grupos de música.
Nacho Bonacho: El primer proyecto de todos fue que conseguimos un local enorme que había sido un cine. Yo hice un proyecto que me llevó mucho esfuerzo prepararlo. Lo presenté en un banco y conseguí la financiación, que era de 1.200.000 euros de la época. Era un local que tenía 900 m² de planta, y la idea era hacer dos pisos para tener 24 locales de ensayo y una sala grande de exhibición. Incluso había pensado en meter fisioterapeuta y comodidades de ese tipo. Una pasada, vaya.
¿Y no salió adelante?
Nacho Bonacho: Pues no, desgraciadamente, porque justo cuando fuimos a presentar la licencia me dijeron en la Junta Municipal que ese local no tenía permiso de hacer dos alturas. A mí el dueño me había dicho que sí. Entonces ahí se vino todo abajo, porque toda la financiación venía por los locales de ensayo. Al no tener dos plantas ya vi que no podría conseguir todo el dinero necesario para que se autofinanciase. Y justo cuando me dijeron que no se podía hacer allí, vimos este local en el que estamos ahora, en la calle Dolores Armengot, que era la escuela de danza de Juan Carlos Santamaría, Premio Nacional de Danza en 2008, y tristemente fallecido en 2016. Yo conocía este local de toda la vida, y antes había sido un gimnasio. Nos gustó las posibilidades que tenía y como se frustró la primera idea nos metimos aquí.
Y claro, todo esto que comentáis era arriesgando vuestro propio dinero…
Eva Bedmar: Sí, claro, no teníamos ayuda de ningún tipo. Era tirar de nuestros ahorros. Empezamos montando el bar, que abrimos el 13 de abril de 2004, y que nos iba dando algo de dinero. Yo ya estaba metida aquí 24/7. Y Nacho seguía trabajando en una multinacional de logística para poder ahorrar más dinero, pero cuando terminaba allí se venía aquí. Fue una época de no parar de trabajar para poder levantarlo todo. Y luego en octubre ya pudimos abrir la sala y empezar a programar teatro. Fue concretamente el día 27 de octubre cuando se exhibió teatro por primera vez en Sala Tarambana.
Nacho Bonacho: Todo fue a pulmón, sí, de hecho, a nosotros las primeras subvenciones nos entraron en 2007 y, efectivamente, yo todo lo que ganaba en la otra empresa lo metía aquí. Y después de un pequeño susto que tuve de tanto estrés, tanto viaje y no descansar apenas nada, ya decidí dejar mi trabajo y meterme también de lleno en Sala Tarambana.
¿Y en qué momento empezáis a definir vuestros roles dentro de lo que es Tarambana?
Nacho Bonacho: Eso fue algo natural totalmente. Estaba claro que aquí había muchas cosas por hacer y que había que gestionar muchas cosas y yo me fui quedando con esa parte más de gestión.
Pero tú venías de ser actor, ¿no te pesó tener que dejar eso de lado para pasarte a la gestión?
Nacho Bonacho: Me pesó todo, claro, pero no había otra manera de sacar esto adelante. Tenía que dejar de lado la actuación para dedicarme a estar detrás y ayudar mejor de esa forma. Cuando ya estaba todo un poco estabilizado, en el año 2013, pude escribir y dirigir una obra que se llamaba Kaos Relativo, que fue un poco retomar esa vena creativa que yo tengo. Luego hice Pánico, y lo que estaba previsto que fuera una trilogía ahí se ha quedado, sólo en dos obras, porque esa breve incursión ya me costó muchas broncas por aquí (risas).
¿Es el único pero que a lo mejor le pondrías estos 20 años?
Nacho Bonacho: Sí, quizá sí, quizá sea una espinita que tengo ahí clavada, pero es lo que hay, tampoco me arrepiento.
Eva Bedmar: Estaba claro que alguien tenía que encargarse de esa parte y nadie mejor que Nacho para hacerlo.
¿Y cómo ha sido este camino de 20 años?
Nacho Bonacho: Pues ha habido de todo. Al principio de abrir, esos tres primeros años, no tuvimos subvenciones como ya os he dicho, pero Tarambana se mantenía gracias al Bar, que funcionaba muy bien. Eso es algo que ya no volverá porque los hábitos han cambiado. En esa época la afluencia de público era tremenda. Del 2004 al 2007 estábamos llenos siempre. En las obras de teatro familiar no se cabía, porque era una época en lo que no se programaba tanto teatro familiar en Madrid, y en Carabanchel por supuesto nada, sólo nosotros.
Eva Bedmar: Nosotros programábamos dos funciones de teatro familiar cada día, sábado y domingo. Y también hacíamos mucho teatro de improvisación con compañías que luego han sido referentes. Con un Match de Impro que teníamos los jueves llegábamos a meter 120 personas. La cosa iba muy bien y ya se nos empezaba a conocer en Madrid, porque no sólo venía gente del barrio, venía público de todos los lugares. Teníamos la hora golfa a las 23h30 y se llenaba también. Princesas busconas, uno de nuestros montajes, fue todo un bombazo también para la época. La gente salía del teatro de madrugada y tan feliz. Luego llegó la crisis del 2008 y nos hizo mucho daño y tocó recomponerse.
Nacho Bonacho: Es algo muy curioso, porque cuando mejor nos iban las cosas, de repente sucedía algo que era como si nos devolviese a la casilla de salida. Eran cosas mundiales e inevitables, pero que a nosotros nos han afectado de lleno. Igual pasó hace 4 años. Cuando mejor nos iba todo llegó la pandemia. En 2019 la sala había dado un cambio importante a nivel programático, de diseño, de producción, teníamos ya la escuela y estábamos a tope, pero llegó el cierre y nos hizo mucho daño. Aún nos estamos recuperando, pero seguimos dando pasos adelante para seguir consolidando la marca Tarambana.
Eva Bedmar: Ha sido un camino de subidas y bajadas, pero siempre hemos tenido las cosas claras y nuestro único objetivo ha sido siempre consolidar la sala y la compañía. Cuando las cosas iban muy bien seguíamos invirtiendo en la marca: mejorando la sala a nivel técnico, haciendo el espacio accesible, creando festivales, produciendo obras de más calidad cada vez, creando una escuela de teatro pionera en España centrada en la inclusión… Y cuando han llegado las épocas complicadas por las circunstancias, pues hemos sabido aguantar y recomponernos, pero siempre con el objetivo claro de que Sala Tarambana sigue abierta ofreciendo lo mejor de nosotrxs al público.
¿Y en qué momento sentís que sois un referente del teatro en Madrid?
Nacho Bonacho: Pues ha sido algo que se ha ido fraguando poco a poco. Es verdad que venía mucha gente a ver el teatro familiar, pero tampoco nos sentíamos referentes de nada. Sabíamos que programábamos cosas de mucha calidad, con compañías muy reconocidas y que nuestras propias producciones eran adelantadas a su tiempo, porque tratábamos temas que no se solían ver sobre un escenario, como ya hemos mencionado en Gaia, o como hicimos en Mis queridos monstruos, otra de nuestras primeras obras y que aún seguimos representando cada Halloween, donde abrazamos la diferencia y, sobre todo, en La princesa Ana, una obra donde la protagonista se enamoraba al final del cuento de una mujer, que era 2010 y no había nada parecido. Y quizá nos empezamos a dar cuenta de que la gente nos tenía en consideración cuando salíamos de Madrid a otras ciudades de gira y la gente nos conocía. Y el gran paso para ese reconocimiento de Sala Tarambana fue entrar en Macomad y en la Red Nacional de Teatros Alternativos, y para mí eso sí que ha sido un indicador de que estábamos haciendo bien las cosas. Cuando recibes cariño fuera de tu ciudad es algo muy bonito.
¿Ese cariño ha sido mayor fuera de Madrid?
Nacho Bonacho: Pues durante mucho tiempo sí hemos sentido que se nos valoraba más fuera de Madrid. Era algo que percibíamos por las compañías que venían a actuar en Tarambana, que luego hablaban muy bien de nosotras, y cuando salíamos fuera siempre era algo que se comentaba. En Tarambana tenemos un gran respeto por este oficio, por las Artes Escénicas, y siempre hemos dignificado el trabajo de todo el mundo. Hemos tratado a cada persona que ha venido aquí con todo nuestro cariño. Es verdad que tenemos multiprogramación por una cuestión de supervivencia, pero siempre lo hacemos cuidando y respetando a las compañías.
Es curioso que en Madrid no se nos tenga tan en cuenta. Dejando de lado el teatro familiar, del que ya hemos hablado, a nivel de teatro para adultos siempre nos ha acompañado una especie de halo de que no teníamos una buena programación, cuando nosotros hemos sido los primeros en traer compañías de fuera que nadie había visto y que ahora son referentes. Nosotros fuimos los primeros en traer a El Pont Flotant, que este mes van a La Mirador y que han actuado en grandes teatros, por ponerte sólo un ejemplo. Hemos arriesgado mucho y creo que hemos tenido muy buenos montajes que han pasado desapercibidos para la crítica, sobre todo. Nos hemos esforzado mucho en cambiar esa dinámica y seguimos arriesgando y trabajando por ofrecer cosas muy chulas en nuestra programación regular para adultos. A ver si la gente y la crítica le va perdiendo el miedo a venir aquí, que en Carabanchel también hay buen teatro.
Y Eva, ¿en qué momento tú decides también orientarte al infantil?
Eva Bedmar: Yo he estudiado jardín de infancia, y siempre me ha gustado estar con los niños y jugar con ellos. En esa época yo me uní a chicas de ese entorno e hicimos nuestra primera obra de teatro familiar que era Las tres reinas magas, de Gloria Fuertes. Era una forma de enseñar cosas a los peques a través del teatro, que es algo que me encanta. Y cuando llegó Gaia me propusieron ser la directora de la obra y yo, aunque no había dirigido nada, me lancé a hacerlo y me encantó porque me permitía desarrollar aún más mi creatividad que sólo interpretando.
Es verdad que no te has limitado ahí en todos estos años, que has seguido también actuando en obras familiares y para adultos, pero el hecho de ser creadora te llena más, ¿no?
Eva Bedmar: Sí, totalmente. Yo empecé como actriz y es algo que me encanta y no lo quiero dejar, pero cuando descubrí que me podía desarrollar escribiendo o dirigiendo una obra ya quise seguir por ese camino.
Algo que quizás se puede destacar de todas las producciones en las que tú estás detrás es el enorme respeto que tienes al público que tienes delante.
Eva Bedmar: Pues muchas gracias, me alegra que me digas eso porque es verdad que muchas veces me dicen que mis espectáculos nunca son reconocidos, ni llegan a FETEN ni a ningún festival importante, pero la verdad es que a mí me da igual. Cuando terminamos la función y veo que las niñas y niños salen encantados, que tienen caras de asombro, que están felices… ya con eso me llena.
Hacer teatro familiar no es fácil, al menos al nivel que lo queremos hacer nosotros. Hay mucho trabajo detrás, se piensa en todo, y lo primero es mantener unos estándares de calidad a nivel creativo, a nivel técnico, a nivel artístico… para conquistar a ese público que nos viene a ver, que serán las espectadoras del teatro de mañana.
En Tarambana, con nuestro trabajo, queremos normalizar situaciones, poner en un escenario referentes distintos para que el público se pueda identificar con todo tipo de personajes, queremos que la gente se sienta acompañada, queremos romper tabúes… esa es nuestra labor y por lo que trabajamos día a día, por hacer un teatro de calidad que a la vez sirva para construir una sociedad mejor.
¿No has estado nunca en FETEN?
Eva Bedmar: Programada nunca, pero bueno, es lo que hay. Es verdad que ahora, con el giro que hemos dado como productora y la incorporación de nueva gente a la compañía, se están mejorando aspectos que quizá nos ayuden a entrar en circuitos así.
¿Qué aspectos son esos?
Eva Bedmar: Pues ahora invertimos más en temas de producción a nivel de decorados, vestuario, luces, multimedia… y esas cosas. Que está muy bien, pero yo he estado viendo cosas en FETEN que tenían muchísimo de todo eso y el público se aburría como una ostra. Y yo, con La Princesa Ana es que no tenía un duro para invertir, así que lo saqué adelante como pude, con ayuda de muchos amigos que nos echaron una mano desinteresadamente, pero es una obra que siempre ha enganchado muchísimo. No sé, quizá algún día lo consigamos.
Que importantes son esos amigos que están ahí para echarnos un cable…
Eva Bedmar: La verdad es que sí, que tenemos muy buenos amigos que han confiado en nosotros desde el principio y nos han ayudado en muchos momentos.
A este respecto, y antes que mencionabas a Macomad, ¿qué importancia tienen asociaciones así para que una compañía o una sala independiente salga adelante?
Nacho Bonacho: El tema de las asociaciones para mí es fundamental, pero no para sacar un beneficio directo propio, nosotros nunca nos hemos apuntado a ninguna asociación para sacar ningún partido, sino precisamente para sacar un rendimiento global de todo, porque es la única forma. No puedes asociarte pensando en que vas a recibir un beneficio directo y sólo para ti. Si la base de estar en una asociación es esa, mal vamos. Y encima vas a tener una imagen horrible de cara al resto de asociados. Hay que entrar en una asociación para que tu trabajo sea lo más beneficioso posible para todo el sector en el que te mueves.
El problema es que no hay mucha gente así.
Nacho Bonacho: Pues yo no lo concibo de otra manera. Es verdad que hay gente que es muy lista y sabe cómo manejar los hilos y se empapa de todo y al final consigue un beneficio propio únicamente, pero yo no, yo no me considero tonto, pero considero que el tema de formar una asociación tiene que ser para sacar un rendimiento global entre todos.
La unión ayuda a todos, al final.
Nacho Bonacho: Totalmente. Uno de los ejemplos más claros es la Red Alternativa de Teatro. Las salas alternativas en Madrid sobre todo y en España en general, es un movimiento que no existe en ningún otro país. ¿Por qué? Por la asociación que se creó, porque hubo unas salas que se asociaron, que metieron mucha caña, que consiguieron las ayudas que no consiguieron otro tipo de asociaciones, como por ejemplo las de música, que están consiguiéndolas ahora, 30 años después. Y luego otra cosa que a mí me pasó también al principio, es que me costaba recibir ayuda de ningún tipo. Yo iba a todos los lados a preguntar y siempre recibía negativas, porque no entendía cómo funcionaba nada ni lo que tenía que hacer, nadie me lo explicaba. Y cuando me fui enterando de cómo funcionaban las cosas lo compartía con todo el mundo alrededor y con la gente de la Asociación y así pasaba, que yo parecía más una gestoría que una sala de teatro.
Sigues igual en eso, ¿eh? Sigues asesorando a todo el mundo.
Nacho Bonacho: Pues sí, yo intento ayudar a todo el mundo porque entiendo que no es algo que vaya contra mi negocio, al revés, si a la gente de tu propio gremio le va bien nos va bien a todos. Hay un ejemplo que es el de si tú sales por ahí, sueles ir a una calle llena de bares, porque tienes más opciones y al final todos los bares están llenos. Si tú vas a una calle que hay solamente un bar es más difícil.
Hay gente que no lo ve así…
Nacho Bonacho: Ya, pero a nivel negocio puro es así. Y a otros niveles igual, es necesario que haya un buen movimiento asociativo en las Artes, te diría que en todos los tejidos, pero en las Artes es primordial para dar valor a las cosas que estamos haciendo.
Es una voz que suene por encima de las voces individuales, sobre todo a la hora de pelear por ayudas y evitar que se respeten derechos y libertades.
Nacho Bonacho: Por la lucha de esos derechos es por lo que nació la Asociación. Y a medida que ya vas consiguiendo esos derechos y esas ayudas ya puedes dedicarte a crear de una manera más fácil y más libre y puedes ofrecer mejores cosas a la gente. Y no es por nada, pero yo creo que esa mentalidad egoísta no existe en Macomad, y quiero pensar que, en cierta medida, es por los años que yo he estado ahí. Creo que ahora se ha abierto mucho más todo.
¿Y cómo veis la escena teatral independiente?
Nacho Bonacho: Seguimos sin conseguir atraer a la mayoría del publico, es nuestro gran déficit. Pero como es algo histórico parece nunca se va a conseguir. Creo que hemos perdido algo de esencia en aras del negocio. Ya no se programa tanto en función del valor que podemos aportar a la sociedad, sino que se programa en base a los números, cosa muy lícita, por otra parte, porque tenemos que sobrevivir, pero eso hace que se desdibuje un poco nuestro papel, de ser un poco los que retratamos la sociedad contemporánea en propuestas que se salgan de lo común y que abracen otros mensajes más subversivos, inclusivos, igualitarios… y eso también lo estamos perdiendo. Quizá hay un poco de ombliguismo en general y eso, como decíamos antes, no ayuda a nadie, al final hace que nos vayamos debilitando.
Eva Bedmar: Tampoco es fácil, porque estamos en una rueda muy complicada en la que se nos exigen una serie de cosas. Para lograr ciertas subvenciones nos exigen producir obras cada uno o dos años, y eso al final hace que espectáculos maravillosos tengan una vida muy corta, son efímeros y el mensaje no cala.
Ese es uno de los aspectos malos del tema de subvenciones, que sólo se subvenciona lo nuevo.
Eva Bedmar: Sí, porque son subvenciones mal concebidas. Y al final es un dinero que llega tarde y mal, pero que los espacios independientes lo necesitamos para sobrevivir y por eso estamos en esta vorágine complicada que nos hace caer en ese ombliguismo que decía Nacho.
Nacho Bonacho: A estas alturas de año todavía no han salido las resoluciones para las subvenciones de 2024. Y está claro que tendríamos que poder trabajar sin ese dinero, y habrá empresas culturales que lo puedan hacer, pero nosotros no, estamos muy condicionados por todo eso. Y no es que queramos ser unos subvencionados como dicen por ahí, que todo el mundo, de todos los ámbitos, recibe dinero, que parece que los artistas somos los únicos, pero tal y como está montado el juego ese dinero es crucial para nuestra supervivencia, pero se tendría que subvencionar de otra manera.
Lo que está claro es que la escena off no está sirviendo para crear tejido, mensaje… Nos estamos amuermando con esta letanía de las subvenciones, de que no investigamos por falta de tiempo y recursos. Antes ibas a determinadas salas y ya sabías que ibas a ver un espectáculo que, te podría gustar o no, pero era algo novedoso que te iba a volar la cabeza, que ayudaba al debate y a la reflexión. Y ahora eso no pasa, o pasa en menor medida, creo yo, que a lo mejor estoy equivocado. Quizá mucha gente piense eso mismo de nosotros, pero de verdad que seguimos arriesgando trayendo cosas novedosas y contemporáneas que aporten algo. Sólo tienen que cruzar el río y comprobarlo.
¿Y el futuro de Tarambana por dónde pasa?
Nacho Bonacho: El futuro de Tarambana es el presente. Desde la pandemia hemos cambiado muchas cosas, eso que ya hemos comentado de que en una época complicada en vez de abandonar, nos rearmamos e intentamos afrontar las cosas de una mejor manera. Hemos cambiado muchas cosas, hemos invertido en gente muy potente que nos ayuda a encarar el futuro mejor, que nos ayuda en la gestión del día a día y que nos ayude a posicionarnos en ese lugar que creemos merecer. Estamos muy orgullosos de ser un teatro de barrio y de todo lo que hemos ofrecido a un lugar como Carabanchel, pero somos un teatro profesional que pertenece al circuito off de Madrid, que tiene una programación interesante, arriesgada y contemporánea. Es una sala de teatro de barrio profesional en la que se trabaja, se produce, se ensaya, se enseña… Y ese mensaje es el que queremos que cale en el público y que más gente nos elija como opción a la hora de ver teatro. Y para cambiar esa imagen que se tiene de nosotros se ha hecho una inversión tremenda. Y estaría bien obtener un poco de reconocimiento por todo eso que hacemos. Y no es por alimentar el ego, es por reforzar un poco la ilusión sobre lo que hacemos, porque si sólo recibimos palos… es muy complicado seguir adelante.
Pero no sólo a nivel de sala, sino a nivel de producción, que también es algo muy importante, porque al final no hay tanta gente que se la juegue.
Nacho Bonacho: Por supuesto, eso también, estamos invirtiendo mucho en producciones propias, le hemos dado la vuelta a todo para ofrecer espectáculos de calidad, como hemos hecho siempre, yo creo, pero ahora encima con más recursos que se trasladan a la escena y al trabajo entre bambalinas. Las últimas producciones que hemos creado como pueden ser Here comes your man, Paella, Emoticolors… creo que están en unos niveles de calidad muy altos a todos los niveles.
¿Here comes your man puede ser un punto de inflexión?
Nacho Bonacho: Sí, yo creo que sí. La hicimos en el año 2020 y ahí ya subimos mucho el nivel, igual que con EmotiColors, que también fue de ese mismo año, y hubo un cambio de imagen en general muy potente, y en Paella, el texto de Fabu, ese compañero al que conocimos en 1994 en la compañía de teatro de la EMT, se ha rubricado ya todo. Y eso ha sido posible gracias al trabajo de todo el equipo de Tarambana: Javier Zurita, Luis Fas, Quique Bonacho, Javier Crespo, Momo y Diego Miranda en las músicas, el equipo técnico… de todo el mundo que arrima el hombro aquí, vaya. Y hay que trabajar mucho para lograr todo eso, porque una compañía teatral profesional se dedica al 100% a crear sus espectáculos. Nosotros, para poder producir tenemos que ser multitarea y estar en muchos otros frentes como es la sala, como es haciendo cosas en el Distrito de Carabanchel, promoviendo cosas nuevas…
Promoviendo Festivales como Visibles, por ejemplo, en el que cada año pasan por aquí compañías referentes en el teatro inclusivo.
Nacho Bonacho: Visibles es un gran ejemplo para resumir cómo trabajamos y vosotros lo habéis visto desde el principio. Visibles es una iniciativa de Javier Crespo, y fue creado por la motivación de lograr la verdadera inclusión escénica. Tras la desaparición de Una mirada diferente nos hemos quedado solos, somos los únicos que ofrecemos algo así en toda la ciudad de Madrid. Pero en vez de quedárnoslo nosotros, lo hemos abierto a otros espacios independientes de la Comunidad de Madrid e incluso a otras regiones como Ciudad Real, Lleida, Valencia… Lo único que hemos intentado cada año con este festival es ir ofreciendo más. Este año, de hecho, toda, absolutamente toda la subvención de Next Generation que nos han dado ha ido para poner equipos en siete salas de Madrid para que cualquier persona pudiera vivir una experiencia accesible. Y yo podría haberme quedado con el 30% de la subvención como hace todo el mundo en estas historias, pero no, porque no va conmigo, prefiero compartir ese beneficio con más gente. Es un poco volver a todo lo que hemos ido comentando, abrirlo todo, compartir las experiencias a más compañerxs de viaje y ofrecer cultura diversa y accesible a todo el mundo. Esa es un poco nuestra ambición desde el principio y 20 años después seguimos con ella.
Eva Bedmar: Por eso es importante recalcar que necesitamos ciertas ayudas para según qué cosas. Pues con la subvención que nos han dado para Visibles hemos equipado esas siete salas que comenta Nacho. Para traer a según qué compañías de renombre en el ámbito del teatro familiar necesitamos esas ayudas para pagar cachés y viajes. Y con ello hay un beneficio para nosotras, claro, porque la sala se llena, pero hay un beneficio mucho mayor para el público, porque disfrutan de espectáculos que de otra forma no podrían, espectáculos que te pueden cambiar la mirada y despertar conciencias y vocaciones. Eso es acercar la Cultura a la gente y ese es un derecho de todas y todos.
Para finalizar, a modo de reflexión, ¿cuál es vuestro objetivo de cara a los próximos años?
Nacho Bonacho: Si Tarambana ha logrado que la gente tenga esa ilusión de ir al teatro, para mí ya serían unos 20 años muy bien cumplidos y muy bien invertidos, aunque sea solo una vez. Yo creo que hay como un 80 % de gente que no ha ido al teatro en su vida, fíjate si hay margen ahí para trabajar. Así que el objetivo sería seducir a toda esa gente y conseguir que al menos una vez vinieran a cualquier teatro. Ese me parece un objetivo muy bonito.
Eva Bedmar: Pues para mí un poco lo mismo, pero enfocada a mi público mayoritario que son los y las peques. Queremos que vengan al teatro y que disfruten y salgan maravillados y asombrados con lo que han visto. También queremos seguir consolidando Festivales como Chupetes, Musicuentos o Titirimbana, porque es una bonita manera de aglutinar espectáculos de gran calidad con la que sorprender a las familias.
Y eso es lo que espero yo, que las nuevas generaciones aprecien el teatro en vivo, que no es lo mismo que a través de una pantalla.