Imprescindible, Nave 73

 

Por Pilar G. Almansa

 

Nacer como sala off y seguir vivos tras una crisis económica internacional, una pandemia y una época de hiperinflación: eso no solo es supervivencia, es fruto de una gestión inteligente, apasionada y detallista con lo que se hace. Nave 73 lleva 10 años marcando un estilo de hacer gestión cultural, con una visión clara sobre su misión en el ecosistema madrileño y una capacidad de apostar poco común, dado el precario equilibrio económico en el que nos movemos todos los que hemos decidido dedicar nuestras vidas al efímero arte escénico.

Mi presencia en Nave 73 es precisamente fruto de esa apuesta. Poco después de su apertura, propuse a Álvaro Moreno, uno de sus socios fundadores, un curso trimestral que titulé: El método científico aplicado a la experiencia escénica, una materialización pedagógica de mi manera de afrontar la creación como directora y dramaturga. El curso arrancó en 2014 y fue recurrente durante cinco años. Por él pasaron, entre otros, la artista circense Zenaida Alcalde, la directora Maijo Pazos, la coreógrafa Amaya Galeote o la pedagoga y directora Clara Cosials.

El éxito de este curso me llevó a proponer a los socios de Nave 73 un proyecto de mayor calado: un máster anual de dirección escénica. La propuesta, como suele ser habitual en ellos, fue acogida con entusiasmo y sensatez. Entre Álvaro Moreno, Alberto Salas y yo misma diseñamos un currículo académico con lo que a nosotros nos gustaría aprender si tuviéramos que estudiar dirección en este momento de nuestras carreras. Aplicamos nuestra creatividad a la didáctica. Soñamos con asignaturas como el estudio de diferentes procesos creativos para llegar a una escenificación: la gestión de equipos de forma emocional y creativa; la ruptura de formatos convencionales para ampliar el horizonte de lo escénico… Llamamos a un ‘dream team’ para el claustro: Eva Redondo, Amaya Galeote, Ana Cavilla, Sara Castellanos… Nos quedábamos cortos, queríamos que nuestros alumnos pudieran conocer a profesionales en activo, y pensamos en bautizar como ‘masterclasses’ a esos encuentros entre el sector y el alumnado. En 2019 se lanzó la primera edición del máster, con una gran acogida por parte de los estudiantes. Desde ese momento, y ya vamos por nuestra cuarta edición, han dado clase regular o en formato de masterclass Lucía Miranda, Fefa Noia, Fernando Sánchez-Cabezudo, Ernesto Caballero, Pablo Messiez, Ikerne Giménez, Vanessa Actif, Lupe Valero, Alessio Meloni, Ezequiel Nóbili, Carlos Torrijos, Luis Miguel Lucas, José Gómez Friha, Miguel Oyarzun, Luis Felipe Blasco, Carolina África, José Luis Raymond, Miguel Ángel Camacho, Chema Noci, Álvaro Vicente, Vanessa Rasero, Hugo Nieto, Arturo Bernal, Carmen Losa… Nuestros alumnos han hecho sus muestras en Nave 73, Teatro Nuevo Coslada y Teatro del Bosque, entre otros espacios. Y, lo más importante: hemos propiciado un espacio de rigurosa investigación sobre la dirección escénica, con unos altos estándares prácticos y académicos que constituyen la base sobre la que articular conocimiento transmisible sobre nuestra disciplina. En cada promoción siento que mejoro como directora y docente: el mayor regalo es escuchar a los alumnos cuando acaban su viaje con nosotros decir aquello de “ahora siento que estoy preparado para hacer cualquier cosa”.

Pero mi vinculación a Nave 73 no es solo como profesora. En otoño de 2018 estrené como dramaturga y directora Mauthausen. La voz de mi abuelo, producida por Trajín Teatro e interpretada por Inma González. Ninguno de los involucrados, ni la sala, ni la compañía, pudimos prever lo que Mauthausen… iba a significar para nosotros. La historia de Manuel Díaz, superviviente del campo de concentración austríaco y abuelo de Inma González, se convirtió en un auténtico fenómeno artístico… y de taquilla. Las entradas se agotaban con semanas de antelación; había lista de espera cada función por si alguien fallaba en el último momento; llegamos a tener a algún director artístico, gestor cultural o productor esperando en la cafetería hasta casi el cierre de puertas para ver si podíamos acomodarles en algún sitio… Mauthausen… iba a estar, si no recuerdo mal, un par de meses, y acabó aguantando hasta junio, todos los domingos, con el cartel de: No hay entradas. La función lleva de gira desde entonces, cinco años recorriendo España, en los que el montaje ha sido reconocido con tantos premios que es mejor ponerlos en una nota al pie[1]. En todo este tiempo, el recuerdo de su alma máter nunca ha dejado de estar presente. Es por eso que me llena de alegría que podamos volver a mostrarla en su casa para celebrar el aniversario de la sala.

Nave 73 ha surfeado las tempestades de la última década con un buen hacer y una sonrisa en la boca, porque tienen claro para qué están aquí: para renovar el teatro. Y como tienen muy claro la dirección que les marca su brújula, Rocío Navarro, Alberto Salas y Álvaro Moreno están escribiendo un importantísimo capítulo de la historia de nuestro teatro. Larga vida, amigos, que Nave también es mi hogar.

 

[1] Candidatura en los Premios Max 2019 a mejor espectáculo revelación y mejor dramaturgia revelación. En 2020 repitió candidatura a mejor espectáculo revelación. Mejor espectáculo de sala en la Feria de Teatro de Castilla y León de Ciudad Rodrigo 2019. Premio a mejor texto y espectáculo en el Festival TOC El Puig 2019. Premio del jurado y del público Escénia FOIOS 2020. Premio a mejor dirección y mejor actriz Festival Vegas Bajas 2020. Premio a mejor actriz en el Festival de Teatro Ciudad de Palencia 2022.

 

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Pilar G. Almansa

 

Por Lobato&Rojas (Aarón Lobato y Julio Rojas)

 

Tenemos la impresión de que muchas de las felicitaciones que vamos a escribir aquí serán parecidas. En el fondo, toda felicitación lo es. Todas diremos algo similar que celebrará la gesta de una sala alternativa que nació cerca de Embajadores hace diez años, entre coletazos de la crisis económica, boom de las salas alternativas y un Ministro de Cultura con cara -y nombre- de vampiro, Wert (no, no es una interjección).

Lo celebraremos y les felicitaremos porque Rocío, Álvaro, Alberto y todas las personas que hacen posible que Nave 73 siga abierta, se lo merecen. El teatro, y todo, absolutamente todo lo que lo envuelve es algo frágil. Es muy fácil desmontarlo, desmantelarlo. Es tremendamente delicado armarlo, mantenerlo. Y han pasado diez años y el proyecto de Nave 73 se ha afianzado como un verdadero ágora de creadores y creadoras en la ciudad de Madrid.

Y esto ha ocurrido no sólo por su gestión. No sólo por su dedicación. No sólo por su pasión en su proyecto, que no dudamos que es monumental. Ha ocurrido también por el amor absoluto que tienen por el teatro en general y por lo que programan, por quienes entran en su casa (que pasa a ser también tuya) en particular. Los hemos visto verdaderamente conmovidos después de una función. O recomendarte con tanta sinceridad una obra que no podrías no ir a verla. Sus ojos hablan de cuánto aman lo que hacen, y por eso el trato que tienen con los que hacemos teatro se deshace de los corsés incómodos programador/compañía, jefe de sala/público, gestor/artista… y se convierte en una relación de gente que ama lo mismo, que desea lo mismo y que siempre quiere lo mejor para el otro. ¿Sala Alternativa? Ojalá este cariño, esta dedicación, esta transparencia, esta creación de redes de creadores y creadoras, no fuera la alternativa de nada, sino el común denominador.

Hemos tenido que mirar el curriculum para ver que fue en 2014 cuando Aarón y Julio actuamos por primera vez en Nave. Fue con la versión de El Banquete de Platón que se creó en la Sociedad Cervantina, y donde empezamos a funcionar como una muy frugal compañía.

Después Aarón fue una de las presencias que acosaban al Cliff de Alberto Conejero, y Julio bailó como pudo entre quince increíbles bailarines (¡y hasta un coche!) en Más muerta que viva, un texto propio y creación colectiva con la compañía Losdedae.

Pero evidentemente, Lobato&Rojas siempre sentiremos que ir a Nave 73 es como volver a casa porque aquí nacieron nuestras Julieta & Ofelia y nuestra Martirio. Las dos funciones las creamos desde el filo de la navaja (y con la inestimable ayuda de nuestro escudero, Pablo M. Bravo): cuando tuvimos que presentar un trailer para estrenar Julieta & Ofelia; suicidas de toda la vida en Surge, teníamos de presupuesto sumando el total de nuestras cuentas, unos quince euros. La concepción de Martirio, que creamos con Alba Enríquez, comenzó con la simple excusa de juntarnos después de la enloquecedora pandemia, y tener la posibilidad de crear algo, de mirar a alguien realmente a la cara, de purgar el dolor de esos meses.

Y Nave 73 nos abrió el portón de su casa, y nuestras creaciones, la primera y la última (hasta el momento) vieron la luz. Y viajamos con ellas. Y creamos otras cosas gracias a ellas. Y en eso Nave 73 siempre será la mano que meció la cuna… Pero sin flequillos noventeros. Aunque, ¿quién sabe? Quizá se pongan de moda de nuevo en los diez, veinte, cincuenta… años que sigamos celebrando a la Nave 73.

 

10º Aniversario Nave 73 en Madrid
Julio Rojas
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Aarón Lobato

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Grumelot

 

El espacio de Nave73 está absolutamente vinculado al trabajo y a la trayectoria de la compañía. Estos 10 años son, también, 10 años de apoyo, complicidad, diálogo y crecimiento conjunto. El núcleo de formación e investigación llevado a cabo en el teatro ha sido fundamental para el desarrollo de grumelot tanto como compañía, como institución formativa. Una cosa ha retroalimentado la otra. Y para ello ha hecho falta mucho trabajo que debemos a Alberto, Álvaro y Rocío. Ensayos, clases, montajes técnicos, reuniones y reuniones y, claro, estrenos: #sobrejulieta, Scratch, John Wayne al pie del monte Urgull y Los brillantes empeños, el inicio de nuestra colaboración con Pablo Messiez que ha culminado este año con el Max a La voluntad de creer (después de Todo el tiempo del mundo y Las canciones). Los brillantes empeños fueron una coproducción entre Nave73 y el Festival de Almagro. Nuestros compañeros han confiado siempre, siempre, ciegamente en todos los proyectos que les hemos presentado: talleres de creación, formación regular, estrenos de producciones con la escuela y con la propia compañía, colaboraciones, etc. Sería muy difícil incluir todo nuestro agradecimiento de tantos años y tanto trabajo en 400 palabras. Pero estamos felices de haber hecho este viaje con vosotros. Y sin vosotros no hubiera sido posible. De corazón: GRACIAS.

 

 

10º Aniversario Nave 73 en Madrid
Carlota Gaviño
10º Aniversario Nave 73 en Madrid
Iñigo Rodríguez-Claro

 

Por Iñigo Guardamino

 

Que Nave 73 cumpla diez años quiere decir una cosa: estamos más viejos y el final se acerca. También, si se mira en plan optimista, es una muestra de que los pequeños milagros laicos existen: que una sala que apuesta por la creación contemporánea, las nuevas voces (además de dar aire a los clásicos, al teatro de temática LGTBI y decenas de actividades paralelas), de espíritu independiente y gestionada por gente encantadora pueda durar más que los años de Esperanza Aguirre al frente de la Comunidad de Madrid, pues es motivo para empezar a beber antes de las doce del mediodía. Nave 73 es parte fundamental de la madeja (en justicia no podemos llamarlo tejido) de la industria cultural de aquí y uno de los pilares de la llamada escena off, aunque muchas de las obras que se representan en su sala sean más on que las de teatros con muchas más ínfulas y presupuesto. En mi caso, gran parte de lo que soy (o no soy) como autor y director se lo debo a Nave 73, que confiaron en mí en su momento y me dejaron hacer el teatro que quería y aprender de los errores, suficientemente disimulados para que me volvieran a programar; es la sala donde he representado más obras, vivido experiencias de todo tipo (muchas no se pueden contar en una revista familiar como Godot) y estos diez años que cumple en parte los siento como míos, no solo por mi ego desbocado, sino por la alegría de haber formado parte de una familia mutante y contribuido a algo hermoso y necesario que perdura; y como cuando hablo de la sala no veo un local frío y espartano (con una excelente cafetería ideal para conspirar) sino a personas y corazones que laten, pues enhorabuena a Álvaro, Rocío y Alberto por su heroísmo teatral, sacrificio personal y (expresión que odio, pero pertinente) calidad humana. Larga vida.

 

 

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Iñigo Guardamino

 

Por Patricia Benedicto

 

Nave 73 cumple diez años. ¡Qué barbaridad! Merecen ser celebrados con bacanales interminables. Yo, además, quiero felicitarles (y admirarles) por su generosa fe. Porque la fe no es racional, se tiene o no se tiene, no hay más. Imaginar, proyectar y no decaer en el empeño de sostener una sala de teatro no puede explicarse si no es con una fuerte creencia, con una fe a prueba de bombas y meteoritos. Fe en que saldrá bien, pero también fe en cada una de las propuestas a las que abren y han abierto los brazos para que tengan un lugar donde ser vistos. Fe en los creadores y creadoras que hemos materializado sobre sus tablas nuestros sueños escénicos; fe en que esto del teatro sigue teniendo sentido. Celebremos y practiquemos la fe para que los diez sean veinte, treinta, cuarenta… toda una vida.

 

10º Aniversario Nave 73 en Madrid
Patricia Benedicto

 

Por Carmen Adrados

 

Hace ya cuatro años que Nave forma parte de mi vida; pocos me parecen para lo que yo he vivido en ella. Ahora cumple diez, armados de alegría, forjados por el sufrimiento y la resistencia. Sin duda, pocos espacios, en tan poco tiempo, albergan tanta historia.

Lo cierto es que han cambiado muchas cosas para mí desde entonces, desde que decidí arrojarme al mar turbulento que es el teatro, la creación, en la realidad que vivimos. Aunque la travesía no está siendo fácil ni tranquila, siento la única pero valiosa certeza de que este espacio fue el lugar idóneo, gracias a las personas que lo componen, desde el que proyectar mi horizonte. Un lugar de reunión que me acogió con amabilidad, me impulsó a la investigación artística y a descubrir nuevos lenguajes. En él di rienda suelta a la imaginación, la reflexión y la actuación; en él viví el acto de reunión que es el teatro, y de él nació La Ferviente Compañía, la que hoy me sostiene. Así, si en su momento significó la posibilidad de formarme como artista, hoy, cuatro años después, es el mástil que, frente a toda marea, me mantiene firme. Nave es para mí soporte, refugio y, sobre todo, esperanza de que hay futuro en el teatro. Esperanza de que, precisamente porque existe un espacio como este, habrá teatro en el futuro.

 

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Carmen Adrados

 

 

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