El dramaturgo y director es el nuevo director de la RESAD, Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid [entradilla]
Director escénico, dramaturgo, doctor en Comunicación Audiovisual e ilusionista, no solo porque la ilusión esté en el centro de todas sus actividades, sino porque estudió Magia e Ilusionismo con Ana Tamariz. Este nuevo curso es, además, su primero al frente de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, la RESAD, una de las escuelas de arte dramático más antiguas y prestigiosas de Europa.
Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
Para la gente que no está muy familiarizada con lo que es un proceso formativo para dedicarse al teatro, ¿puedes ubicar institucionalmente la RESAD y los estudios que ofrece?
La RESAD es una escuela pública, oficial, dependiente de la Comunidad de Madrid. Son unos estudios que se prolongan durante 4 cursos y al finalizarlos se obtiene el Título Superior de Arte Dramático, que es equivalente a todos los efectos al grado universitario. Si alguien quiere dedicarse profesionalmente a la actuación, la dirección, la escritura o el diseño de escenografía, vestuario o iluminación, la RESAD, sin duda, es uno de los mejores sitios para conseguirlo.
El principal problema que tienen las enseñanzas artísticas superiores en general tiene que ver con nuestra ubicación orgánica y marco normativo. A efectos prácticos, estamos ubicados en una suerte de tierra de nadie entre las enseñanzas medias y las universitarias. Orgánicamente dependemos de la Dirección General de Universidades, que contiene a su vez la Subdirección General de Enseñanzas Artísticas. Pero en todo lo que tiene que ver con el personal, infraestructuras, presupuestos, y un largo etcétera, pertenecemos al ámbito de las enseñanzas medias. Por ponerte un ejemplo, los profesores, en cuanto a nuestra consideración, nuestros sueldos o las horas de docencia que impartimos, somos profesores de enseñanzas medias a todos los efectos. Eso complica mucho, por poner dos ejemplos, la formación de grupos de investigación y, por muy surrealista que parezca, la creación artística no nos la reconocen a ningún efecto.
Lo que te cuento no es sólo un problema que afecte a las enseñanzas de arte dramático, sino a todo el conjunto de enseñanzas artísticas superiores, que incluye además las de música, canto, danza, diseño y conservación y restauración.
¿Y de dónde viene esta contradicción, este estar en tierra de nadie?
Para ser claros, viene de que ningún gobernante, desde que en 1992 se reconoció nuestra equivalencia con los estudios universitarios, se ha tomado realmente en serio las enseñanzas artísticas superiores. Para arreglar esta situación problemática hace falta exclusivamente voluntad política. Dejar de poner parches que nos nos llevan a ningún sitio y desarrollar un marco normativo adecuado e integral, que podría ser uno específico como una Ley Orgánica de Enseñanzas Artísticas Superiores o uno más amplio como una Ley Orgánica de Enseñanzas Superiores, donde se nos incluya a nosotros y a las universitarias. Es inaplazable que alcancemos una equiparación total con las enseñanzas universitarias pero que, al mismo tiempo, no perdamos todas nuestras especificidades (ratio profesor/alumno, perfil de nuestros estudiantes y profesorado, tipo de enseñanzas fundamentalmente práctica, etc.) que hacen posible la calidad de nuestros estudios. Como te digo, lo que hace falta es voluntad política. Ya hay algunos partidos que lo han metido en sus programas, con diferentes formulaciones, pero todavía no se ha concretado nada. Sobre la mesa hay dos posibles vías. En primer lugar, está la que parece que podría ser la vía más rápida, que es que los centros de enseñanzas artísticas se adscriban a diferentes campus universitarios, lo que hizo Bellas Artes en su momento, y se conviertan en facultades suyas. Por ejemplo, la RESAD se adscribe a una universidad y se convierte en la facultad de arte dramático de esa universidad. Parece que es un proceso viable con los marcos legislativos actuales y se podría hacer en el corto plazo, pero, en mi opinión, si no se realiza con las suficientes garantías, se corre el peligro de que se pierdan por el camino las particularidades que hacen que las enseñanzas artísticas superiores sean tan valiosas. Yo, personalmente, creo que hay que evitar que las enseñanzas artísticas superiores se desmantelen y disgreguen. Creo que es mejor considerarlas un conjunto específico y darles el marco adecuado. No someterlas al corsé universitario, sino ampliar el marco de las enseñanzas superiores, para que pueda incluir a las universitarias y a las artísticas, en igualdad de consideración, pero respetando su idiosincrasia. Por eso, aunque quizás sea más a medio plazo y complejo a nivel legislativo, ya que implica la acción conjunta de la administración estatal y las autonómicas, soy más partidario de desarrollar esa Ley Orgánica de Enseñanzas Artísticas Superiores específica, o una Ley Orgánica de Enseñanzas Superiores, más amplia, que permita la creación de Universidades de las Artes o como queramos llamar a ese ámbito conjunto, donde nos integremos y colaboremos todas las enseñanzas artísticas superiores, manteniendo nuestras instalaciones, que creo que comporta algo más simbólico y más efectivo desde el punto de vista de la promoción y consideración frente a la sociedad.
Lo fundamental es que por equipararnos completamente a las enseñanzas universitarias, no perdamos nuestra riqueza en cuanto a diversidad de estudios y enfoques, la ratio profesor-alumno reducida, el carácter eminentemente práctico y presencial o nuestra calidad a nivel de formación. Esta vía, como la primera, si se hace bien, sería un paso decisivo por el buen camino pero, si se hace mal, serviría sólo para empeorar nuestra situación. Si la idea de Universidad de las Artes se vacía de contenido y se pervierte, es peor el remedio que la enfermedad. Por ejemplo, desde hace un tiempo se está desarrollando un borrador en la Comunidad de Madrid, que tengo dudas de que salga adelante, sobre un Espacio Madrileño de Educación Superior, que fundamentalmente habla de las enseñanzas universitarias y un poco de las nuestras, aunque a nosotros no nos han consultado nada. El primer borrador introducía la idea de la Universidad de las Artes, pero retorcía totalmente el concepto y lo que proponía era casi privatizar nuestras enseñanzas artísticas, porque entre otras cosas planteaba que los profesores pasáramos de ser funcionarios a ser profesores contratados y no había ninguna garantía de que fuéramos a mantener nuestras peculiaridades ni a mejorar nuestra situación. Esto, como es normal, ha aumentado bastante las reticencias hacia el concepto de Universidad de las Artes. Creo que lo que hay que hacer es reactivar el Consejo Superior de Enseñanzas Artísticas, o la vía u organismo que se considere más adecuado, y desde ahí, consultando a todos los afectados, estudiantes, docentes, personal de administración y servicios, asociaciones del sector, etcétera, dar una solución adecuada e integral. Sea cual sea la solución final, lo que está claro, es que el parcheo al que nos tienen acostumbrados en política cultural y educativa no es en absoluto la vía.
Con esta situación, tú has llegado a este cargo, ¿con qué objetivos básicos?
Hay muchas cosas que hacer. Itziar Pascual resumía los objetivos de nuestro programa de dirección apoyándose en las siglas de la RESAD para explicar la institución que queremos: R de Reconocida, E de Estimulante, S de Sostenible, A de Abierta y Activa, y D de Diversa. Queremos tener también una gestión que sea transparente y sepa escuchar y habilitar formas de participación para el conjunto de la comunidad escolar. Por mencionarte alguna línea de actuación singular creemos que es importante abrir la escuela al exterior, dejarse empapar por lo que ocurre fuera y a la vez proyectarse al mundo. Se han hecho muchas acciones para que la RESAD esté presente y muy conectada con el mundo teatral, no solo con el español, también con el ámbito internacional. Pero creemos que ha sido solo en una dirección, hay que lanzar, pero también recoger y acoger. Hay que aumentar las relaciones con nuestros egresados, que las tenemos, pero hay que establecer protocolos e iniciativas más claras y fructíferas, apoyarles en su trabajo, generar actividades aquí en las que puedan participar. En definitiva, aumentar el radio de acción de la comunidad educativa, que no solamente incluya a docentes, estudiantes y personal de administración y servicios, sino también a los titulados y al ámbito escénico en su conjunto. Que el mundo teatral sienta que la RESAD es su casa y tiene muchas cosas que ofrecerle. Tenemos muchos convenios de colaboración con organismos, a través de las prácticas externas que hacen nuestros alumnos, pero hay que aumentar esa interrelación, con diversidad de tipos de acercamientos al hecho teatral, tanto con instituciones y teatros públicos, pero también con productoras y teatros privados, salas alternativas, asociaciones profesionales, festivales, universidades que tienen estudios teatrales. Todo esto ya está de alguna manera, pero hay que articularlo mejor con una cierta visión estratégica. Es lo que nos pasa con las relaciones internacionales, donde hemos funcionado hasta ahora de forma reactiva, nos llegan propuestas para participar en tal o cual evento o festival, y, según nuestro presupuesto o intereses puntuales, vamos o no. También tenemos que pensar dónde queremos ir, no solo esperar a que nos inviten. Hace falta mayor planificación y estrategias, y valorar si conseguimos nuestros objetivos. Evaluarnos para establecer medidas correctoras para aquello que no funciona, de estímulo para aquello que sí y no renunciar nunca a estudiar vías alternativas para intentar lo que nunca se ha hecho. No sé podría decirte muchas cosas que tenemos la ilusión de hacer con el conjunto diverso de personas que forman la RESAD. Nuestro programa tenía más de sesenta páginas, entre la parte de análisis y la más propositiva, y espero que seamos capaces de ser fieles a su espíritu.
Antes has dicho una palabra importante: presupuesto. ¿Cómo están las cosas en este sentido?
Nuestro presupuesto viene de la Comunidad de Madrid casi íntegramente. Tenemos una parte que viene de Erasmus, que entra para Erasmus y sale para Erasmus. El presupuesto bajó en la época de recortes más fuertes, ha estado congelado en los dos años anteriores y este último ha bajado un poco, unos dos mil euros. Son en torno a quinientos treinta y pico mil euros. Siempre hay una reserva, en los presupuestos realmente figuran setecientos y pico en vez de los quinientos que te he dicho, pero porque al final de curso tenemos que reservar en torno a doscientos mil para afrontar el primer trimestre, hasta que llega el primer pago del presupuesto siguiente, porque los presupuestos son anuales, no son por cursos. La primera vez que lo ves dices, hostia, es una pasta, pero no es tanto, piensa que tenemos dos teatros a pleno rendimiento, más dos aulas que hacen las veces de salas alternativas en determinados momentos, y solo en electricidad se nos va mucho dinero. En suministros y mantenimiento se nos va mucho dinero, porque es un edificio de más de 10.000 metros cuadrados, que tiene ya 21 años. Eso es algo que también queremos hacer ahora, invertir más en el edificio, hay cosas que necesitan ya una renovación urgente. En cualquier caso no todo son los recursos económicos, en recursos humanos también se nos ha recortado mucho en los últimos tiempos.
¿Cuánto personal trabaja en la RESAD?
Somos 65 profesores, que no están todos a jornada completa, en total son 62 jornadas y media, y luego 48 personas de administración y servicios, algunas de ellas también a media jornada, para atender a trescientos cincuenta estudiantes aproximadamente. Para que te hagas una idea de los recortes, hace cuatro años éramos 70 profesores que impartíamos un total de 69 jornadas y media, y ahora somos 65 profesores, que trabajamos 62 jornadas y media. Y eso con un nuevo recorrido en funcionamiento, el de Interpretación en el Teatro Musical, y la perspectiva de tener másteres en el futuro próximo. Todo a costa de trabajar más por menos dinero pero, eso sí te lo reconoceré, a cambio de mucha satisfacción.
Siempre se ha dicho, y no sé cuánto de verdad hay en la afirmación y cuánto de frase hecha asimilada sin cuestionarla, que los profesores de la RESAD no están tan en activo como sería deseable para que la enseñanza esté en relación con lo que pasa fuera, en la actividad teatral contemporánea. ¿Hasta qué punto es así?
Yo creo que no es así. En la RESAD tenemos un profesorado muy diverso. Tenemos docentes que tienen un perfil investigador y muy apreciado, por cierto, por el carácter teórico y práctico de nuestras disciplinas y enfoques; otros que desarrollan una exitosa carrera profesional en los ámbitos de la interpretación, la dirección, la escritura o el diseño escenográfico, de vestuario, de espacios sonoros o de iluminación; y otros que son profesores más al uso, que se centran sobre todo en su labor docente, que por otro lado es la que única que nos incentivan desde nuestra administración autonómica, forzándonos cada vez a dar más y más horas de docencia directa, sin tiempo ni para investigar ni para crear. Una parte importante de nuestro claustro hace las tres cosas: son profesores, investigan y además desarrollan una práctica escénica o dramatúrgica. ¿Cuál es nuestro problema? Que no nos lo reconocen. Cualquier cosa que haga en el ámbito artístico cualquier profesor de la RESAD, la hace por su cuenta y riesgo y, de hecho a veces, a escondidas. Una asignatura pendiente de la Administración es reconocer que toda la investigación y la creación que hacemos forma parte de nuestra labor y formación continua como profesores y la revaloriza. No por casualidad han salido de la RESAD, por ponerte un ejemplo, gran parte de las dramaturgas y dramaturgos emergentes actuales de nuestro país. Y también son muchas las actrices y actores, directoras y directores y diseñadoras y diseñadores de escenografía, vestuario e iluminación, en activo y con una carrera brillante que han pasado por nuestras aulas.
Tampoco te negaré que en la RESAD, como en todos los sitios, hay profesores mejores y otros peores, algunos más motivados y otros menos, pero creo que nuestro nivel está muy por encima de la media de otros centros docentes superiores y universitarios.
Tenéis un claustro muy diverso, que representa poéticas teatrales distintas. ¿Desde dirección se marca alguna línea de trabajo, se favorece algún método, por ejemplo, en interpretación, o en dramaturgia se privilegia lo aristotélico frente a lo posdramático…?
No, no se impone nada. Las asignaturas que se tienen que dar vienen marcadas por el plan de estudios y hay mecanismos de coordinación docente, eso sí, para intentar establecer vías de colaboración entre los diferentes profesores y asignaturas y que aquello que se imparte tenga una coherencia. Cualquier profesor que entra aquí lo ha hecho por un proceso de oposición y eso es algo que hay que defender mucho de la educación pública. Te ha evaluado un tribunal, se puede presentar cualquiera… es un proceso donde hay una igualdad de oportunidades total. Aquí no hay ningún tipo de enchufismo o de dedazo en el acceso a la docencia. Los funcionarios estamos aquí por nuestros capacidades y méritos demostrados. Entre otras muchas cosas, eso es lo que legitima otra cosa estupenda de la educación pública, que es la libertad de cátedra. Eso no implica que un profesor enseñe lo que le dé la gana, implica que el enfoque, a través del cual se aproxima a su materia, tiene también que ver con su punto de vista particular sobre el hecho teatral. Como te indicaba antes, están los departamentos y el resto de órganos de coordinación docente, que revisan las guías didácticas e intentan que no haya repeticiones de materias redundantes o que haya una diversidad de puntos de vista, para que nuestros estudiantes adquieran las herramientas y competencias necesarias para desenvolverse en el ámbito profesional en la especialidad que hayan escogido. Se intenta que los alumnos tengan una visión lo más global posible del panorama, pero luego cada profesor, obviamente, tiene un punto de vista, una trayectoria, y unas opiniones propias, que contribuyen a la riqueza de nuestras enseñanzas.
Las instalaciones de la RESAD, teniendo dos teatros, uno de ellos bastante grande, ¿podrían funcionar como un teatro más del circuito teatral de Madrid?
La RESAD tiene una actividad creativa brutal. Aquí al año se hacen más de 70 espectáculos. Prácticamente de octubre a junio, tanto la sala A como la B están a tope, de espectáculos que crean nuestros alumnos y profesores. Todos esos espectáculos están abiertos al público y son gratuitos, puede entrar cualquier persona. Los publicitamos poco, y esto es una asignatura pendiente, una de las cosas que queremos hacer es cambiar un poco la forma en la que funcionan nuestras redes sociales y nuestra web, donde deberíamos publicitar estas cosas y hablar mucho más de lo que hacen nuestros egresados, y también que hablemos de iniciativas de otra gente, porque la RESAD se tiene que hacer eco de todo lo que pasa en el ámbito escénico. La principal finalidad de nuestros espectáculos es la formativa, es una exhibición que proviene de un proceso de enseñanza-aprendizaje, pero luego muchos de esos espectáculos, que, gracias a que nosotros les cedemos los materiales, te los acabas encontrando en salas alternativas y, en algunos casos, en teatros públicos o privados.
A la vez, y eso también es algo que quiere fortalecer y ampliar nuestro equipo directivo, prestamos nuestras instalaciones para actividades externas. Se ceden de diferentes maneras, de forma gratuita a entidades sin ánimo de lucro o a otros centros públicos o instituciones públicas como, por ejemplo, el Conservatorio Superior de Danza “María de Ávila”, con el que espero que desarrollemos muchas vías de colaboración en relación a la danza y las dramaturgias visuales, donde queda mucho por explorar. Si son entidades con ánimo de lucro, pues ya se les cobra un alquiler o se busca alguna vía de retorno para el centro. Nos gustaría en el futuro establecer mecanismos en forma de convocatorias donde se puedan solicitar nuestras instalaciones, crear una especie de residencias artísticas para fomentar la investigación y la creación contemporáneas en los meses, como julio o septiembre, cuando nuestras instalaciones son menos utilizadas. Y luego, intentar establecer vínculos para colaborar por ejemplo con iniciativas como el programa ETC de Cuarta Pared o con Escritos en la Escena del CDN, porque al final todos esos procesos de investigación están muy relacionados con nuestra enseñanza teatral. Con los teatros de nuestra ciudad y comunidad, municipales, autonómicos o estatales, tanto públicos como privados, alternativos o comerciales, cuantas más vías de colaboración tengamos, mejor. Y, por supuesto, con aquellos centros e instituciones públicas con quienes compartimos administración autonómica, en este caso la Comunidad de Madrid a la que pertenecemos, creo que la colaboración debería ser casi obligada. Con el Festival de Otoño, los Teatros del Canal o el Teatro de la Abadía, se pueden buscar muchas vías de encuentro y colaboración fructíferas para todos.
Vienes de trabajar intensamente en Cultura de Podemos en los últimos años y has ganado unas elecciones en la RESAD. Quizás puedes decir que gracias a ti, Podemos ha ganado sus primeras elecciones y, concretamente, en una institución de la Comunidad de Madrid. ¿Ha habido algún tipo de roce a nivel político, alguna susceptibilidad desde la institución por ver que alguien de Podemos va a dirigir esta escuela?
He estado 3 años muy vinculado a Podemos, desde que se formó el Círculo y posterior Área de Cultura y Comunicación tras las elecciones europeas. Estoy muy orgulloso del trabajo que hemos hecho estos años, de todo lo aprendido, tanto de los errores como de los aciertos, de las experiencias dulces como de las amargas. Para mí ha sido como un Máster de Políticas Culturales, donde he aprendido un montón con todas las compañeras y compañeros. Sigo estando muy orgulloso del programa de Cultura y Comunicación de Podemos para las elecciones generales, que hicimos entre un montón de personas de forma desinteresada y tuve la suerte de coordinar junto con Eduardo Maura. Y ojalá algún día se lleve a cabo. Yo no sé si me hubiera atrevido a optar a un cargo, y asumirlo, que tiene que ver con la gestión de lo institucional, sin este máster en políticas públicas que ha sido para mí Podemos, porque nos hemos tenido que inventar todo: qué era para una formación de cambio la cultura y la comunicación, cómo pensar políticas culturales y mediáticas desde ahí. Mucha de la mentalidad que traigo a la RESAD, lo quiera o no, tiene que ver con ese bagaje que bebe del 15M y pasa por Podemos, que tiene que ver, simplificando mucho, con poner las instituciones al servicio de la gente, es decir, que esto es un centro público y esto tiene que estar lleno de actividad y abrirse al exterior, que seamos un servicio público creyéndonos esas dos palabras, porque las palabras “servicio público” a veces parecen vacías de significado. También tengo que reconocerte que en los debates a los que tuve que asistir en período electoral, aprendí mucho, sobre todo en los corrillos previos y posteriores, con los representantes de los otros partidos políticos, tanto con las coincidencias como con las discrepancias. Creo que hay asuntos en los que merece la pena hacer el esfuerzo por entenderse y encontrarse, otros en los que no hay que tener reparos en poder acabar reconociendo que el otro tiene razón y también otros en donde hay que seguir esforzándose por convencer a quienes piensan distinto. Pensar diferente creo que es la mejor oportunidad para intercambiar ideas y puntos de vista y un buen punto de partida para crear en común. A eso en el teatro, donde nos encanta el conflicto y nos reunimos personas diversas para crear una obra conjunta, estamos muy acostumbrados.
Volviendo a tu pregunta, para lo bueno y para lo malo, seguro que en cierta proporción mi implicación política ha influido en el proceso electoral y selectivo por el que pasé para ser designado. En cualquier caso, yo no me presenté a dirigir la RESAD representando a Podemos, sino formando parte de un colectivo de profesoras y profesores muy diverso y sin ninguna vinculación política explícita. Ahora tengo que representar a una diversidad aún mayor que es toda la gente que forma la RESAD, donde afortunadamente conviven ideas de prácticamente todo el espectro político. Obviamente yo tengo las mías y mi enfoque hacia la gestión del centro será deudora de ellas. En nuestro equipo directivo hay distintos enfoques y nuestra intención es tomar las decisiones de modo colegiado así que espero que el “yo” se diluya bastante en el “nosotras y nosotros”. Si algo me empujó a presentarme a dirigir la RESAD es precisamente el equipazo directivo que hemos sido capaces de reunir y donde la discrepancia y el debate se convierten en un mecanismo muy potente de construcción en común.
En el caso de mi relación como director con las diferentes formaciones políticas creo que tiene que ser, por ejemplo en el empeño de conseguir un marco legislativo y normativo para nuestras enseñanzas, lo más colaborador posible. Poner a la disposición de todas las que quieran escucharnos nuestro conocimiento y hacer todo lo que esté en nuestra mano para establecer puentes entre las diferentes formaciones políticas, para lograr la regulación adecuada de nuestros estudios.
Creo que en el terreno de la cultura y la enseñanza se pueden tender muchos puentes para buscar el acuerdo entre los distintos grupos políticos.
¿En qué se va a basar fundamentalmente tu gestión al frente de la RESAD?
La gestión de la RESAD tiene que apoyarse en los tres colectivos que la forman por igual: estudiantes, docentes y personal de administración y servicios. Ser capaces de construir en común desde la diferencia. Tienen que tener las tres patas el mismo protagonismo, ninguna es prescindible, y al personal de administración y servicios se le ha dejado muy de lado en ocasiones y su trabajo, aunque a veces pueda ser menos visible, es completamente imprescindible para el funcionamiento de la escuela. En este sentido, es bienvenido todo lo que sea habilitar fórmulas para que el conjunto de la RESAD la sienta suya, participe de la toma de decisiones y sea responsable de su marcha. También incluir el “afuera” en esa comunidad de la RESAD, pensando especialmente en nuestras tituladas y titulados.
Una gestión más feminista, más inclusiva, más diversa, más transparente, más horizontal, más amable, más cercana, más valiente, más abierta, más eficaz, más actual y en conexión con la sociedad que nos rodea…
¿Habrá alguna novedad en cuanto a las titulaciones que se pueden obtener en la RESAD?
Ya nos han aprobado un Máster en Teatro Clásico del Siglo de Oro, que podría implantarse en el curso 2018-19, siempre y cuando, claro, nos den desde la Comunidad de Madrid los recursos humanos y económicos necesarios. Ahora mismo, implantarlo a coste cero para la Administración, tal y como se ha hecho con la última titulación introducida, la de Interpretación en el Teatro Musical, es imposible. Creo que sería un Máster muy potente que además podría servir para establecer vías de colaboración estrechas con la Compañía Nacional de Teatro Clásico o el Festival de Almagro, y también con compañías, directores y especialistas vinculadas al teatro clásico. A mí personalmente me encantaría que en un futuro no muy lejano también tuviéramos un máster más enfocado a la creación contemporánea y las nuevas tendencias, pero como ya te digo, hacen falta recursos que ahora mismo no tenemos.
Finalmente, ¿cuánto le cuesta a un alumno estudiar en la RESAD?
Los alumnos de la RESAD abonan una matrícula anual cuya cuantía final depende de su nivel de renta. Los estudiantes con rentas inferiores son los que menos pagan, y creo que es en torno a 300-400 euros anuales, y los que tienen unas rentas medias abonan en torno a los 700-800 euros por curso. Los que tienen rentas altas pagan algo más.