“Esto de obra incompleta me interesa, es como un hijo no nato, pero ya criatura dentro del cerebro de un autor”
En 1989, Lluís Pascual estrenó Comedia sin título de Federico García Lorca en el teatro María Guerrero. Treinta y dos años después, este mes de noviembre, la pieza inacabada del poeta granadino regresa a las mismas tablas con una mirada femenina, la de la creadora galega Marta Pazos junto con su compañía Voadora en una producción del CDN. Con ella mantengo una charla inspiradora y motivadora sobre el proceso de creación de la pieza y sobre el apabullante y merecido éxito que le viene acompañando estos últimos años.
Lorca como la materialización latente de la herida nacional
Por Ka Penichet
Foto portada de Luz Soria.
No sé si tuviste oportunidad de ver alguna de las versiones estrenadas con anterioridad de este texto, ¿qué dirías que marca la diferencia entre tu propuesta y las anteriores?
No te puedo responder a esa pregunta porque no he visto ninguna. Es una obra muy poco conocida, además, no se hace mucho de forma, así, muy pura. A veces se mezcla con El público o incluye poemas de Poeta en Nueva York…Tengo conocimiento de las versiones anteriores, pero he visto solo alguna imagen. En este montaje voy a la caída, sin referentes completamente (risas). Cuando trabajo con clásicos me gusta mucho ver lo que se ha hecho antes, me da muchas pistas. Hay artistas que no les gusta nada y les gusta mantenerse al margen. A mí me inspira mucho, además, creo que es positivo porque te abre caminos que a lo mejor tú ibas a recorrer o, al contrario.
¿Qué motivó que los actores y actrices que interpretan la pieza no superen la treintena?
Esto parte de una idea de Alfredo Sanzol. Cuando me llamó hace casi dos años me dijo que le gustaría que yo hiciera una obra de repertorio español para el CDN con una condición y es que tenía que hacerlo con un elenco de menores de 30. Me dio total libertad para elegir, solo que con ese ingrediente. Así que busqué un texto que, bajo mi criterio, consideraba que era para esa franja de edad. Era teatro representable que para mí conecta con el espíritu de juventud de querer romper moldes, cortar el cordón umbilical con el pasado. La necesidad de partir y quemar los barcos. Me leí Comedia sin título y tuve muy claro que era eso, pensé que era muy difícil y ¡me jiñé, eh!
Siempre he oído hablar de tus audiciones, ¿qué pasa en ellas que a todo el mundo le molan?
¡Qué bueno que me lo preguntes! Justo ahora estuve comiendo con unas integrantes del elenco de Comedia sin título y justo me comentaban esto. Parto de la base de que el oficio del teatro está ligado íntimamente con mi vida, son indivisibles. Ese tiempo que vamos a pasar juntas formando una tribu es muy precioso, hay una dramaturgia de la vida y hay una dramaturgia del espectáculo y también van unidas. Son castings muy completos y muy de pasar horas primero porque destierro un poco el concepto castings porque para mí es algo obsoleto, porque está metiendo una jerarquía. Es algo antiguo de «tú estás en un sitio de completa vulnerabilidad e indefensión, y yo estoy en un sitio al otro lado del muro super protegida diciendo: Tú sí, tú no”. Esto es completamente heteropatriarcal y no quiero trabajar desde ahí. Lo que hago en las audiciones es mostrar cómo trabajo, como si fuera una jornada trabajando conmigo para que tú veas si a ti te gusta porque es una forma de trabajar muy particular y, a lo mejor, a ti como intérprete no te enrolla nada. Si dices que sí, ya sabes a lo que vienes. Yo soy muy técnica trabajando, hay una parte lúdica en la que pruebo la técnica. También me interesa mucho la danza desde el movimiento personal. Los castings son de muchas horas, pero tú te olvidas de que estás en una situación así, quiero que tú puedas estar en una situación de juego, de seguridad, para que pueda verte, no ver tus miedos, ni que pienses que estoy buscando algo. Yo me coloco y las cosas me encuentran a mí. Se trata más de destruir muros.
¿Cómo ha sido el proceso de documentación y creación de la puesta en escena?
Cuando elegí el texto, lo primero que hice fue llamar a Paloma Lugilde, que es una directora especialista y que tiene a Lorca en el tuétano de los huesos. Es la documentalista de este proyecto. Estuve trabajando con ella y me trajo muchísimo material y estuve analizando con ella cada una de las imágenes que venía en el texto, con todo el universo lorquiano, muy desde lo intelectual y desde lo profundo, no pensando en la puesta en escena. Y cuando estaba con esto pasó algo maravilloso que fue que ella me trajo El viaje a la luna porque quería que yo lo pudiera dirigir algún día. Entonces empecé a hacerlo. Prepararlo fue un trabajo de mesa muy fuerte, ya en tres dimensiones, entrar a Lorca desde la imagen, desde su imaginario y desde la simbología en lo plástico únicamente. Y eso fue un regalo, fue una preparación brutal. Además, fue un poco «desparalizante» porque la primera vez que vas a hacer algo tan bestia…la gente no viene sólo a ver una puesta en escena sino cómo ese artista hace esa puesta en escena. Esto me interesa mucho de la cultura Pop del teatro y con Lorca pasa.
Otra cosa muy divertida para mi es que en Comedia sin título se está haciendo Sueño de una noche de verano y esta obra fue el primer espectáculo con el que yo debuté en el CDN y entonces había algo muy gracioso, como un juego de prismas y de espejos, todo está muy conectado. Hay una obra dentro de una obra.
¿Cómo abordas los actos II y III?
Paloma Lugilde en este trabajo de mesa me comentó que Margarita Xirgu iba a interpretar el papel de La Actriz y dijo cómo iba a desarrollarse la obra. Esto de «obra incompleta» me interesaba mucho porque es como un hijo no nato, pero ya era una criatura dentro del cerebro de un autor. Me comentó que el primer acto se iba a llamar ‘Casa de maternidad’, iba a suceder en el teatro, el segundo en la morgue y el tercero en el cielo y ahí, yo hice clic. Me pareció genial porque a mí me gusta mucho trabajar sobre el espacio, sobre la arquitectura, hacia qué universos se van a abrir y, entonces, voy a hacer esa parábola. El primer acto es el teatro donde daré la preponderancia a la palabra, el segundo acto será la morgue y el protagonismo pasará al cuerpo porque, además, el final del primer acto acaba con que, al autor, que es un alter ego de Lorca, lo fusilan. Es como una premonición. Es un texto muy premonitorio de un Lorca buscando otra piel y otras formas de hacer las cosas. Ahí ya iba pensaba en configurar el elenco con gente que fuera muy ducha en la palabra y gente fuera de serie en el cuerpo y el tercer acto es del cielo. Para mi el cielo es el espíritu. Entonces, no hay palabra y no hay cuerpo.
¿De qué manera te ha afectado enfrentarte a la reflexión ‘inacabada’ de Lorca con esta obra? ¿Adónde te ha llevado en relación con la situación actual tanto en lo teatral como en lo social?
Es un texto profundamente político, de ahí el cuerpo, porque el cuerpo es política. Cuando desaparece la palabra, desaparece el cuerpo. A mi me golpeó muchísimo. Me emociona mucho ese compromiso con la transformación y el arte como elemento transformador de la sociedad. Para ello, quiero hombres y mujeres de carne. Quiero la realidad aquí, que se está invocando en el lugar más de ficción absoluto. Esto me conecta mucho con la idea de por qué nació el teatro. Nació para la explicación del mito. Hay algo de lo sacro del teatro porque es como la materialización de un concepto, de la explicación de la vida ahí delante de mí. Yo voy al teatro a ver a mis semejantes, a verme yo en el mundo. Es algo muy fuerte, no es a través de la pantalla, no es representado pictóricamente, no es a través de la lectura, sino tú y yo que estamos sosteniendo, eso ya convierte al cuerpo en algo muy político. Yo comulgo completamente con eso. Para mí, el arte si no me transforma, no tiene sentido y si no me transforma a mí como artista o, si yo no tengo una transformación constante, tampoco tiene sentido. Por otra parte, hay algo muy fuerte con lo que pasó con el propio Lorca, como icono, como mártir; Lorca como la materialización latente en nuestras narices de la herida nacional, irresoluta también. Esta obra está inconclusa. La herida está inconclusa, es simplemente colocar esto encima de la mesa, sin buscarle una solución, sin decirle al público lo que yo pienso. No me gusta nada ser aleccionadora. A Lorca lo mataron al grito de rojo, maricón y poeta. Hace unos meses asesinaron a Samuel Luiz al grito de maricón en Coruña y hace unas semanas estaban en Chueca gritando en una manifestación ‘Maricón, fuera de nuestros barrios’. El contexto también es político.
Según tu criterio, ¿qué distancia debe mantener el teatro con lo político?
Para mi el teatro es un acto político. Quieras o no quieras. El teatro es una forma de ver el mundo y haciendo eso ya estás haciendo política. Estás incidiendo en la sociedad y provocando reacciones. Eso es político y el teatro se convierte en un ágora. Para mi es indivisible. Yo vivo en la polis y la obra artística tiene un impacto. Es inevitable, pretendas o no pretendas.
¿Qué relación une a Marta Pazos con Federico García Lorca?
La pasión por el arte y la pasión por la vida. También el hedonismo. La conexión con lo invisible, la pasión por el oficio, lo lúdico y la conexión con el simbolismo y con la transversalidad en el arte. En esta puesta en escena no solo he querido dejarme inspirar por el Federico dramaturgo sino por el Federico dibujante, pintor, músico… Es ese Federico que está tan con los pies en la tierra y a la vez con la cabeza en el cielo. Es eso lo que me interesa.
¿Es esta tu obra favorita de Lorca?
Es un poco difícil responder porque yo no era una gran conocedora de la obra de Federico no más que lo que había hecho en la universidad o en el instituto. Siempre había como un «fascinio» por esa figura o él a través de los ojos de Dalí o Buñuel, tenía mucho magnetismo ahí. He visto muchas puestas en escena y el teatro representable es el que más me gusta, también es el que más conecta conmigo. Estoy más cerca del pensamiento de la vanguardia, aunque ahora sea un concepto sea un poco obsoleto.
Mi compañero José Antonio Alba me comentó que al pasarse por la sala de ensayo del CDN para cubrir otra cosa cosa os escuchó ensayar y me pidió que te preguntara qué tenían en común Lorca y el techno…
¡Por favor! (risas). Qué gracia. Tiene como el beat, el ritmo. Él era músico y toda la musicalidad de su poesía y su teatro tienen un concepto del ritmo brutal. La electrónica tiene que estar ahí. También conecta mucho con el beat del corazón. No es una música que no te haga levantarte de la silla. Para mi tiene que ver con la esencia que tiene su teatro. Era un teatro que también hacía levantarse de la silla en aquel momento. Era un teatro muy radical. Ahora hay mucho apropiacionismo con la figura y el teatro de Lorca, pero no era así en aquel momento. Para nosotros también es muy importante conectar con el contexto de origen en el que las obras fueron escritas, qué estaba pasando en aquel momento y cuál era el impacto de la obra en aquel momento, aunque esta no fuera estrenada. Es conectar con eso y hacer teatro para los sentidos, no solamente que estés escuchando una palabra, sino que te vibre la caja torácica, trabajar con frecuencias y no solo trabajar para tu intelecto. Mi teatro va hacia ahí.
¿Qué aportación le da al texto la mirada de una mujer como tú?
Me resulta difícil contestar porque yo no sé hacerlo de otra manera. No sé hacer teatro con otra perspectiva que no sea la mía y mi contexto. Es como si me preguntaran si no fuera gallega, no puedo no ser gallega, es mi identidad. Sólo puedo hacer teatro desde lo que yo soy. No puedo pensar qué puedo aportar porque no te puedo decir qué pudiera ser si fuera otra persona, haría otro tipo de teatro. No tengo respuesta para esta pregunta si esto que te acabo de decir es una respuesta (risas).
Las mujeres juegan un papel muy importante en tus obras, sin embargo, salvo Lola Blasco, no hemos visto que hayas trabajado con más autoras, ¿tienes en mente adaptar alguna?
¡Anda! Pues te voy a contar. Es bonito porque justo después del estreno de Comedia sin título me voy a hacer un espectáculo al Centro Dramático Galego que es un texto de Avelina Pérez. Es una dramaturga galega muy interesante, muy punk. ¡Tienes que leerla! Es brutal. El título del texto traducido es: A las 8 de la tarde, cuando mueren las madres. La obra se desarrolla en una sala de teatro en la que está actuando una actriz y el público la increpa. He querido hacerlo porque me resultaba un díptico con Comedia sin título. En Comedia es el artista el que se dirige al público y en el texto de Avelina es el público el que se dirige todo el tiempo, con horror vacui, al artista.
Al final, estás siempre trabajando todas tus obras a nivel global, buscando cerrar círculos…
Siempre, porque tengo un concepto de la escena muy pictórico, no sólo en la plástica escénica sino como concepto. Yo no hago obras únicas. Es un concepto global de un proyecto de años. Una idea la pruebo aquí, boceto en este espectáculo, la desarrollo en otro y se completa en este otro, 7 años más tarde. Forma parte de la misma serie que se va transformando. Actúa mucho lo invisible. Yo me coloco para que las cosas me vengan. Es una energía muy femenina, más que de penetrar, de acoger.
En un sector tan precario como este, como creadora, ¿cómo te sientes dirigiendo tantos montajes en un año?
Es muy interesante esta pregunta porque sí que es verdad que, si yo estuviera en tu lugar ahora, entrevistando a una creadora, también se la haría y espero que dentro de unos años ya no nos la hagamos porque es verdad que, si yo fuera un tío, no sería raro que con 23 años de trayectoria que llevo dirigiendo, pudiera estar ya trabajando como a este level, pero todavía nos sorprende que nosotras podamos estar ahí. Para mí también es una ilusión esto, desterrar el síndrome de la impostora, sentirme una okupa…yo siento muchísima gratitud, también me siento privilegiada y eso tiene una connotación porque hay muchas compañeras y compañeros sin trabajo. Es extraño estar teniendo tanto éxito en medio de una pandemia. Tengo los dos próximos años completos y cerrados con proyectos que son maravillosos, en casas muy grandes y buenas. Estoy muy concentrada en la energía de habitar como si fuera ya algo natural en nosotras. Yo tengo un hijo y una hija y la veo a ella en el mundo y digo: “Ostras, qué guay, ella tiene actitudes que yo con su edad era más de lucha”. Ella se mueve con una seguridad porque no ha percibido esa tensión. Entonces, es intentar habitar este lugar como si yo ya tuviera derechos adquiridos, como si yo no hubiera tenido que luchar la ostia, agotada de tener que sacar los galones constantemente y más desde la periferia. Muy concentrada en disfrutar lo máximo, voy a honrar este momento, a no dejarme arrollar y me llega desde haber venido desde muy abajo y es que lo saboreo tanto, Ka…
¿Llegaste a imaginar que te iba a llegar este momento?
La verdad es que no porque yo estaba más conectada con las artes plásticas. Es un momento muy bonito de mucha coherencia vital. Para mí, es muy importante estar alineada, lo que pienso, lo que digo, lo que siento, desde la vulva, el corazón, la palabra, el cerebro, es todo como una línea y ahora siento estar en un momento de no ansiedad. También hay algo que me parece necesario compartir. Yo trabajo desde la energía y desde la ilusión. Es cerrar el miedo porque eso es una maniobra del sistema, y con las mujeres pasa muchísimo más, nos han breado mucho por eso. Y yo estoy haciendo lo que quiero.