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Viaje a los felices años 20

«En Londres ahora casi todo es teatro inmersivo»

 

Hace unos días tuve la suerte de disfrutar de una de las experiencias teatrales más exclusivas que en estos momentos hay en la cartelera de Madrid. La productora inglesa Secret Theatre, que visita por primera vez España con la adaptación de The Great Gatsby, es la encargada de hacerte viajar, durante este mes de mayo, al Nueva York de los felices años 20 a través de una experiencia de teatro gastronómica que tiene lugar, ni más ni menos, que en el lujoso hotel Mandarin Oriental Ritz.

La experiencia comienza desde el mismo momento en el que recibes en tu móvil una invitación personal a la fiesta que dará en su casa Jay Gatsby. El elenco, dirigido por el reconocido director de teatro británico Richard Crawford, hará las delicias para hacerte pasar una velada única e inolvidable. Si bien es cierto que me acerqué a la cita con cierto recelo, éste se disipó en cuanto crucé la puerta de la mansión Gatsby y me fueron dando la bienvenida los distintos personajes de la obra interpretados por Mark Curado, Ricardo Castro, Jessica Alonso, Patrick Rabion, Carmen Izquierdo, Leonardo Noda, Richard Crawford, Isabel Dugo, Beatriz Villar y Carla Moro.

Lo que ocurre a partir de entonces, es algo que tendrás que descubrir tú mismo si quieres adentrarte en esta aventura teatral.

Los días previos a la función tuve un encuentro con Jessica Alonso, actriz y vestuarista de la obra, que nos habló de los inicios de esta prestigiosa productora que ha triunfado en ciudades como Londres, Nueva York o Hong Kong con espectáculos inmersivos como Eduardo Manostijeras, Seven, Abierto hasta el amanecer o El silencio de los corderos…    

 

 

The Great Gatsby en Madrid

 

 

Por Ka Penichet 

 

 

¿Cuándo se fundó la compañía y cuánto tiempo llevas trabajando en ella?

Yo llevo 8 años. La compañía empezó en Nueva York mientras Richard Crawford estudiaba allí y lo compaginaba con la carrera de actor. A él le gustaba mucho ir a conciertos y eso le empujó a traer ese tipo de experiencias al teatro y hacer algo un poco más alternativo. De ahí vino la idea de hacer teatro inmersivo.

 

Es alternativo, ¿pero no deja de ser una propuesta al alcance de determinados bolsillos no?

En este caso el precio es más elevado porque es en el Ritz y tiene cena incluida. Solo hemos hecho dos obras de cena con espectáculo, el resto era solo el espectáculo, entonces el precio era mucho más barato. La primera que hice con Richard fue la adaptación de la película Seven y las entradas eran de veinte euros en Londres en un club privado de cuatro plantas. Ahora, la producción ha subido, la calidad ha subido, todo ha subido, pero sobre todo en este caso concreto es que es una cena en el Ritz. Además, si te coges la entrada VIP, te damos un NFT, tienes una botella de champán…

 

Como actriz, ¿qué diferencias encuentras a la hora de representar un espectáculo inmersivo?

En el teatro tradicional cada noche es diferente, pero cuando la propuesta es inmersiva realmente cada día el público es diferente. Estas obras de teatro tienen entre cuarenta minutos y una hora de improvisación al principio de la obra, no hay guion, yo estoy en mi personaje, pero es una improvisación constante. En el Ritz cada personaje tiene un objetivo y te va a mostrar algo diferente y para eso tienes que estar muy despierto porque tú no sabes lo que te va a decir el público en ese momento. Hay gente que quiere participar y otra que no. Tienes que estar muy en el presente y pendiente de la energía de las personas. La mayor diferencia para mí es que es una experiencia personal. No son obras con mucho público, como mucho ochenta personas en sala y eso me permite acercarme a ti y hablarte mirándote directamente a los ojos, incluirte en la narrativa. Todo se convierte en una experiencia global entre el público y el artista.

 

El público, más allá de la sinopsis que lee antes de ver la función, ¿sabe qué se va a encontrar?

¡Que va!, no tiene ni idea. De hecho, en este caso, hemos dicho que es El Gran Gatsby, en otras ocasiones tú recibías una información y cómo tenías que ir vestido pero no sabías qué ibas a ver. Tu experiencia empieza desde que compras la entrada. Te van a llegar unas instrucciones, sobre cómo tienes que ir vestido y tienes un teléfono en el que poder comunicarte directamente con Jay Gatsby a través de WhatsApp. Aunque las producciones cada vez sean más grandes intentamos que la atención al espectador siga siendo una experiencia única y personal.

 

Háblame del ‘dress code’, ¿es obligatorio?

No es obligatorio, lo aconsejamos porque hace que la experiencia sea más especial. Todo el mundo se disfraza, todo el mundo va de los años 20. Es raro que alguien no se disfrace. En este caso, hay una competición para elegir al mejor vestido. Pasan muchas cosas.

 

 

¿Qué diferencias encuentras con otros montajes en los que se interactúe con el público en España?

Nosotros respetamos mucho al público, es decir, jamás entramos en temas personales. He visto algunos espectáculos en España, no sé si tú estás de acuerdo conmigo, que hacen como muchas bromas a nivel personal. A mí me ha pasado. Mi marido que tiene el pelo rapado y va con gorro, siempre le entran con bromas relacionadas con su ausencia de pelo. Nosotros no hacemos eso. La experiencia es personal pero siempre metida en la narrativa. Siempre tenemos muchísimo cuidado con eso. No te quiero hacer sentir incómodo. En Londres tienen muchísimo cuidado y si te pasas un poco te cortan la cabeza por eso. Están super sensibles por no sexualizar a las mujeres, con el racismo…

 

No sé si es percepción mía pero este tipo de experiencias inmersivas en España no están muy explotadas…

Eso es lo que a mí me flipa. En Nueva York, Londres, Hong Kong… hay muchos. Secret Theatre empezó siendo una compañía pequeña cuando empezaba el teatro inmersivo en Londres y ahora todo es inmersivo. El inmersivo ahora es como el yoga o el mindfulness. Tú vas a un museo y tienes una experiencia inmersiva. A mí siempre me ha llamado la atención que, en Madrid, una ciudad que está tan bien educada a nivel cultural, con una cartelera de teatro espectacular, no tenga apenas este tipo de experiencias. Sí que ha habido como un intento de cosas inmersivas. Otra cosa que hemos detectado a la hora de montar aquí esta obra es que los tiempos también son diferentes. Nosotros trabajamos muy rápido y aquí va todo un poco más despacio, pero sí que he notado muy buena acogida.

 

¿Cuál es el reto más grande que ha asumido la compañía para montar esta pieza en España?

Pues mira, adaptar el texto al español. Es la primera vez que hacemos el texto en otro idioma que no es el inglés. Eso ha sido todo un reto. Richard tiene una codirectora, Carlota Calle, entonces él dirige en inglés y si él tiene alguna duda, ella se la resuelve. Ella es muy buena trabajando con intérpretes. Aún así está dirigiendo en inglés y el texto está en castellano. La idea es volver a Madrid todos los años y representar las obras que ya hemos estrenado y las que estamos por estrenar.

 

¿Cómo es eso de llevar el espectáculo a culturas tan distintas entre sí?

En Hong Kong, por ejemplo, cada vez que vamos, se vende todo en 10 minutos, pero claro ya llevamos 7 años yendo allí. La primera obra que hicimos allí, Seven, fue una locura. Lo que más costó era que se asustaban con la sangre y la violencia. La obra que más nos costó realizar allí fue El club de la lucha. Allí son más cerrados y hemos tenido que ir de a poquito con ellos. Enseguida valoraron el ver algo diferente.

 

¿Cuánto ha costado levantar un proyecto tan ambicioso como este?

Richard empezó de la nada, era un artista que no tenía, digamos, dinero. Todo lo hizo por medio de ayudas, de subvenciones… Él también escribe sus propias obras, no solo hace adaptaciones de películas.

 

Desde tu punto de vista, contar con este tipo de ayudas en España, ¿sería inviable?

Por lo que he hablado con compañeros que hacen obras de teatro, en España es bastante difícil levantar un proyecto. Puedo estar equivocada, pero es complicado. En Londres, muchos intérpretes son autónomos porque no es caro y permite que te contrate cualquier compañía en cualquier momento y levantar tus propios proyectos de una forma segura. En Londres hay mucha energía de crear cosas y ayudarse unos a otros. Aquí siento que igual hasta que no tienes un nombre o trabajas para un teatro donde tienen todo bien atado es un poco complicado. Nosotros ahora podemos crear nuestra obra, pero si me voy ocho años atrás no hubiéramos podido económicamente.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

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