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Una voz que no ha de apagarse

Ximena Vera: “Que te roben a tu bebé es la expresión máxima de violencia”

El 27 de enero de 2011 se interpuso la primera demanda colectiva (261 familias) ante la Fiscalía General del Estado en la que se denunciaban casos de bebés robados en España desde los años 50 hasta principios de los años 90. Las asociaciones estiman que 300.000 es la cifra de bebés que fueron robados en España durante esa época. Tras 70 años de impunidad, la Proposición de Ley de Bebés Robados no ha sido desbloqueada de la mesa del Congreso hasta febrero de este año.

Ahora, la compañía Up-a-tree Theatre estrena Revelando ausencias una pieza de teatro documental que quiere dar voz a las historias contadas en primera persona de Pilar, Irene y Soledad, tres mujeres a las que la memoria de este país no les ha facilitado las herramientas necesarias para elaborar el mapa de su historia familiar.

Ximena Vera, la dramaturga y directora, nos detalla en esta entrevista cómo ha sido el proceso de creación de esta función que en palabras de su autora buscaba “aportar visibilidad y escucha a una generación de mujeres ocultas tras la luz de gas habilidosamente tejida por la Iglesia y Estado, para arrebatarles a sus hijos por motivos ideológicos con total impunidad”.

 

 

Foto de portada: Pilar Navarro Rico, Irene Meca Mateo y Marisol Bravo Carrera. ©Ernesto Reguera

¿De dónde surge la necesidad de abordar este tema?

La primera vez que lo escuché en las noticias creo que fue como hace 5 años o así. No sé muy bien por qué, quiero decir, no es algo que me haya pasado a mí ni a alguien cercano, pero es algo que me conmovió muchísimo desde la primera vez que lo oí y, sobre todo por la de interrogantes, conflictos a nivel tanto como psicóloga que ejerce de psicoterapeuta, a nivel personal, a nivel biográfico de las personas que les ha pasado esto, me interesaba mucho cómo se ponían ahí a luchar porque es un hecho muy traumático. También, tiene una dimensiones históricas importantes porque es parte de la historia de este país que sigue pendiente de abordarse a nivel estatal y luego por una cuestión de discriminación de sexos, esto ha pasado a mujeres obviamente que son quiénes dan a luz s bebés, y luego a nivel generacional, esta generación de mujeres criadas en la dictadura con todas las limitaciones que esto supone y han vivido esto algunas y la no respuesta del estado, que es esa sensación de impotencia, de impunidad, de injusticia… para mí todo esto tenía suficientes elementos como para querer meterme ahí a investigar para aportar ese granito de arena y encontrar ciertas posibilidades de reparación.

 

¿Cómo contactas con las actrices?

Yo presento este proyecto a Art For Change de Fundación La Caixa en 2021. Con ellos ya había hecho la obra Un cuerpo propio que abordaba la trata. Tres años después, les propongo esta pieza y la incluyeron en su programación de Art For Change 2021 y, como parte de la solicitud, contacté con diferentes asociaciones planteándoles esto. Hay muchas asociaciones de colectivos de bebés robados y a todas les pareció muy bien, así que hice una convocatoria entre todas. La primera dificultad que me encontré es que la edad media de este colectivo era muy alta. Había madres que querían colaborar, pero por motivos de salud ya no podían. Estuvimos haciendo talleres en Sevilla y en Alicante. Y en la convocatoria de Madrid se quedan Pilar Navarro Rico e Irene Meca Mateo. La tercera actriz, Marisol Bravo Carrera, no tiene una experiencia directa, pero había sido alumna mía y me parecía que podía encajar y completar un poco el elenco. De hecho, está haciendo una labor fantástica, tanto a nivel actoral como con ellas.

 

En algún momento, ¿te planteaste contar en el elenco solo con actrices profesionales?

Pues mira, la convocatoria de Art For Change especifica que sean personas del colectivo. A mí esto, habiendo hecho una obra con mujeres supervivientes de la trata, me parece algo muy acertado porque el reto es diferente a la hora de trabajar con actores profesionales. El reto aquí es conocer a estas personas, que no tienen experiencia profesional pero que, para mí, ya están a un nivel de actrices profesionales en cuanto a lo que dan en la escena y a adaptar la obra a sus fortalezas, digamos. Es un reto muy bonito porque acaban siendo las únicas personas que podrían representar esa obra. La obra está escrita para ellas y sólo tiene sentido que la hagan ellas.

 

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Ximena Vera. ©Ernesto Reguera

 

¿Qué crees que ha sido lo más difícil para ellas?

Creo que el hecho de verse en un escenario profesional, porque estrenamos en la Sala Mirador. Cuando trabajo con personas de colectivos que están contando su propia historia, normalmente intento que no cuenten su historia en primera persona, sino que se intercambien un poco los testimonios, pero en este caso, ellas insistieron que querían hablar de ellas mismas. Como tienen mucha experiencia de dar charlas y tienen muchas tablas comunicativas, un poco ahí las escuché y las dejé que contaran sus propias historias. La dificultad es el formato teatral con unos tiempos, incorporar un poco la línea de transiciones… pero, por otro lado, es que me han sorprendido muchísimo porque tienen un talento brutal las tres. Pilar tiene una presencia tremenda en escena, Irene tiene un manejo de la voz que parece que lleva toda la vida aprendiendo teatro y Marisol tiene una capacidad de juego tremenda. Todas estas fortalezas han ido ayudando a formar lo que estábamos haciendo.

 

Y a ti, ¿qué te ha resultado más difícil?

El manejo de la experiencia traumática, por esto que te digo que están hablando de sus propias vidas, entonces hay menos distancia de la que a mí me gustaría. Ha sido cuestión de estar muy atenta, de acompañar mucho, escucharlas mucho, darles siempre la opción de cambios y, sobre todo, yo trabajo desde un concepto psicológico que es el crecimiento postraumático, es decir, que lo que se haga en escena sirva en positivo, que en ningún momento caigamos en la retraumatización al contar el relato, que tenga una función. En el caso de estas mujeres, que han sido tan silenciadas, que ha habido una luz de gas tremenda, el hecho de contarlo y que haya un público que escucha ya en sí digamos que hay algo muy reparador en ello. Es un territorio que hay que transitar con extremo cuidado.

 

Y en este caso, entiendo que has podido hacer uso de tu formación como psicóloga…

La verdad es que ellas ya estaban muy acostumbradas a compartir sus vivencias porque están muy involucradas en el activismo y en esta ley que hay sobre la mesa de bebés robados y me lo han puesto muy fácil también. Obviamente, hay que tener en cuenta lo que puede remover una escena, estar muy a la escucha y también ver dónde está la luz de todo esto. Contar esto es contar la tragedia que han vivido, pero también contar el activismo. Contar cómo se han organizado, han articulado un movimiento, es decir, son nuestras abuelas de la Plaza de Mayo y este país no se ha enterado que las tenemos ahí.

 

¿Con cuánta información contabas en el punto de partida del proceso de creación de la dramaturgia?

Yo me había descargado de la web del Congreso una charla donde habían invitado a muchas víctimas de diferentes organizaciones, entonces conocía un poco el mapa del territorio, en qué zonas había habido mayor incidencia que es, sobre todo, Comunidad Valenciana, Andalucía, Madrid, País Vasco, Cataluña y Canarias y también conocía un poco el modus operandi  sobre cómo decirles que su bebé había muerto.

 

Y tras llevar a cabo esta investigación, ¿qué fue lo que más te sorprendió?

Pues a las madres de Cádiz les quitaban a los bebés, las drogaban y las dejaban en una habitación a oscuras 24-48 horas. Estamos hablando de prácticas que están al nivel de torturas en situaciones de guerra, prácticas militares. Otra cosa que también me conmovió mucho es que cuando iban los padres les llenaban una caja de fruta del tamaño de un bebé con diferentes cosas del peso aproximado, por ejemplo, un kilo de harina o trozos de ladrillos, lo sellaban y lo mandaban al cementerio a que lo enterraran porque en connivencia con los enterradores de los cementerios había una trama perfectamente organizada, y estas cajitas sin los bebés las enterraban en fosas comunes tras varias capas de cemento. Eran las fosas comunes donde había represaliados de la Guerra Civil. Hay una frase en la obra que dice: “Este país de fosas llenas y féretros vacíos”. Son las capas de la desmemoria. Esa imagen a mí me resultó muy impactante.

 

 

“Los bebés robados y la prostitución son temas que deberían estar en el top del orden de prioridades de la agenda feminista”

 

 

Y con toda la información que dispones ahora, ¿qué cosas crees que la sociedad sigue ignorando?

Generacionalmente, creo que tiene que ver con cómo entendemos el feminismo y cómo entendemos la diversidad. El feminismo pasa por incluir a mujeres de esa generación, no por ignorarlas y tener también una mirada empática y de agradecimiento porque han hecho luchas que nosotras no hemos tenido que hacer y porque estamos hablando de algo muy material y tangible como que te quiten un hijo. Esa es una expresión máxima de violencia, entonces, en el orden de prioridades de la agenda feminista para mí, este tipo de cosas, al igual que la prostitución, tendrían que estar en el top.

 

Si el feminismo no siguiera siendo tan necesario, ¿qué otros temas abordarías en tus dramaturgias?

La primera obra que escribí, Nobilmente, iba sobre Jacqueline du Pré y su proceso de esclerosis múltiple. Siempre me han interesado temas sobre la enfermedad, el cuidado, de cómo va transformándose la identidad a lo largo de la vida, la revisión de los sueños… y escribiría también sobre dinámicas familiares, quizás también ahora porque estoy trabajando como psicoterapeuta con familias y parejas. Tengo ahí unas cuantas cosas pendientes.

 

Durante el proceso de creación de Revelando ausencias, ¿has sido testigo de algún reencuentro?

Más que reencuentro, aproximaciones. Una de las actrices ha contactado con un primo segundo con los que hay alguna conexión de ADN y ahí está, viendo a dónde nos lleva.

 

¿Qué maquinaria se puso en marcha para legitimar esta práctica ilícita?

Creo que tiene mucho que ver con la religión, la moral y una parte de este país que se creía por encima del bien y del mal. Quiero pensar que estas monjas y estos médicos, bueno y a parte la codicia porque esto era un negocio tremendo, pero digamos que la parte de cómo se hace esto con tanta sangre fría yo creo que se dio porque en algún punto se autoconvencían de que estaban haciendo lo correcto y lo católico, si no estaríamos hablando de sadismo puro y duro y es más difícil pensarlo así. No les quitaban los hijos a las señoras del barrio de Salamanca, eran mujeres pobres y de cierta ideología.

 

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©Ernesto Reguera

 

 ¿Crees que los vientres de alquiler hoy en día son la continuación de esta práctica en otro ‘formato’?

Por supuesto. Pasa por lo mismo, la cosificación de las mujeres como vasijas y sobre todo el confundir los deseos con los derechos. No existe un derecho humano a tener hijos. Existe un deseo muy fuerte y empatizo concretamente con las personas que por circunstancias no pueden tenerlos, pero bueno, es biología, no es discriminación. Ahí están los procesos de adopción que son posibles y a veces, no se puede tener hijos, como a veces no se puede tener una salud plena o, no se puede comprar uno la casa que querría. Aceptar las limitaciones de la vida es un principio de madurez.

 

La Proposición de Ley de Bebés Robados fue tomada en consideración en julio de 2020, y hasta febrero de este mismo año no se desbloqueó en la mesa del Congreso ¿por qué se ha tardado tanto?

Porque hay miedo, porque las personas que compraban estos bebés no eran personas de barrios humildes precisamente. Hay mucho miedo, pero no se justifica tampoco porque las familias no están buscando llevar a los tribunales a nadie, buscan reparación. También, los partidos en sus agendas eligen sus causas y sus luchas y algunas son muy pintonas y otras son menos e implican un poquito de valentía. Toman sus decisiones. También espero que el electorado tome las suyas. Espero que hagan un cálculo electoral en el que les compense hacer algo, sinceramente.

 

¿Qué estamos haciendo mal como sociedad para contribuir a que esto se haya dilatado tanto en el tiempo y que sea una noticia que no abra telediarios todos los días?

Qué abre telediarios o no, no lo decide ningún ciudadano de a pie desgraciadamente. Creo que hay un consenso social amplísimo, incluso con personas de ideologías muy diferentes porque es una cuestión muy básica. No creo que haya votantes de derechas que pudieran estar en contra de una ley así. Creo que esto es bastante universal y que despierta una empatía muy universal. Hay unas causas que son más cómodas que otras. También creo que es una cuestión generacional, son mujeres mayores y ¿dónde pone esta sociedad a estas personas mayores?, ¿qué grado de representatividad y visibilidad tienen? Ahí quizá hallemos respuestas.

 

¿Cómo se repara el derecho a la identidad de las víctimas de estos casos?

Pues con servicios jurídicos, acceso a bancos de ADN para poder favorecer reencuentros, campañas de concienciación… realmente todos los puntos que recoge la ley. Y, sobre todo, el reconocimiento a estas personas como víctimas, no como afectadas. También añadiría, recursos de salud mental para que estas personas puedan hacer un proceso costeado por el estado donde puedan elaborar todo este trauma.

 

¿Qué repercusión te gustaría que tuviera esta pieza una vez estrenada?

A mí me gustaría que la gente conociese más detalles sobre esto, se diesen cuenta de las dimensiones de lo que estamos hablando, es cierto que es difícil tener datos exactos, pero viendo la de tramas que había por España y cómo se sostuvieron durante décadas podemos hacernos una idea de los miles de personas que estamos hablando. También me gustaría generar cierto reconocimiento al trabajo y al activismo de estas mujeres porque si pensamos en las abuelas de la Plaza de mayo pensamos en ellas con calidez, con admiración y cuando hablas del colectivo de bebés robados yo me he encontrado con reticencias. Creo que socialmente nos falta hacer un reconocimiento a estas personas y que en algún momento lo alcanzarán.

 

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