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Un viaje a la Luna con Fernando y Emma

«Este es un trabajo con la presencia y la ausencia de Emma y Fernando»

 

Un viaje a la Luna es una conferencia performativa creada por Helena de Llanos en torno a la figura de Fernando Fernán Gómez y Emma Cohen, donde se nos invita a viajar al interior de su casa y, a través de los objetos y materiales sobre los que trabajaron, conocer ese universo de amor, pasión y celebración que crearon a su alrededor. Esta «visita guiada» por la memoria de semejantes genios estuvo programada en el CDN el pasado mes de marzo y que ahora llega al Teatro del Barrio, del 16 al 20 de noviembre, 

Una mañana cualquiera, un café y un rato de charla y risas, me dan la ocasión de poder conocer a Helena y que nos descubra más sobre esta propuesta con la que nos acerca el legado que le dejaron sus abuelos y que supone un fragmento fascinante de la historia reciente de nuestra historia. Una conversación que desde luego nos contagió las ganas de sumarnos a este viaje a la Luna.

 

 

Un legado que compartir

 

 

Por José Antonio Alba

 

¿Un viaje a la luna es consecuencia de Viaje a alguna parte?

Sí, es consecuencia porque incluyo una parte del proceso de la peli en esto. Coge algo de lo antiguo, pero en realidad es nuevo, es un paso posterior al de la peli. La cosa es que siempre Viaje a alguna parte ha sido el motor de todos los proyectos que se han ido sacando entorno a Fernando y a Emma. Es decir, yo desde hace seis años empecé porque quería hacer la película, que es a lo que me dedico, pero en el camino hay tantos materiales, tan ricos, tan variados, que se ha ido ramificando.

 

¿Y cómo surgió el subirlo a un escenario? ¿Por qué lo denominas conferencia performativa?

El germen de Un viaje a la Luna se dio en medio del rodaje de la película. Me invitaron a hacer un TEDx. Aunque es una cosa como muy rígida, muy estructurada, yo me llevé una cajita, me senté en el suelo, y comencé a sacar cosas y hablar sobre Fernando y Emma (Risas). De ahí me invitaron a la Tabacalera de Donosti, donde ya lo llamé conferencia performativa, ahí ya llevé más materiales, tenía una cámara que apuntaba a la mesa, que combinaba lo que tu veías en el escenario y la mesa en grande con todos los cachivaches que yo llevaba; y se dio un paso más. Luego me invitaron al Arriaga en Bilbao, y ahí ya llevé más cajas, pero siempre todo muy casero. Se ha ido dando que fuera creciendo, junto al texto, hasta llegar a esto que es nuevo.

La responsabilidad de que todo haya adquirido este tono tan teatral la tienen Adrián Viador, José Gonçalo Pais y César Barló. Ellos son responsables de que sea teatro, si yo estuviera sola no lo hubiera conseguido.

 

Ya que los mencionas, el equipo con el que cuentas, son viejos conocidos de Godot. ¿Cómo nace vuestra relación?

Nos conocemos desde hace muchos años. César, José y yo nos conocimos en un taller en Santander que daba Emma. ¡Es muy bonito que nos una eso! y desde ahí comenzamos a hacer muchas cosas juntos. Siempre hemos estado en la misma órbita. José y Adri están también en la película. José dirigió mi actuación y Adri la ha co-montado conmigo. Desde que «la Luna» existe ellos están. Para mí lo razonable era pedir a mis amigos que se unieran, sin ellos esto no hubiera podido ser.

 

Me hablas de la conferencia performativa y por lo que me cuentas, me recuerda mucho al teatro de objetos.

Algo tiene de eso porque se manipulan objetos y a partir de ahí se construye la historia. Los objetos te van llevando a cosas y te conectan, intentando un continuo. Un viaje en el que yo soy la guía, donde cojo una cosa que te va a contar algo, pero que a la vez te va a llevar rápidamente a otra caja donde surgirán nuevas cosas. Va a ser un vaivén… ¡si sale bien! (Risas)

 

Bueno, esa incertidumbre es lo que le va a aportar la frescura que lo sacará de la conferencia pura y dura.

Esa es la idea, que no se pierda la espontaneidad. Que pasen cosas. No está pensado a partir de lo que ya conocemos de ellos. Es intentar escarbar dentro de esas cajas, más allá de los materiales canónicos, de los esperables.

 

Imagino que la cantidad de material que hay es inabarcable.

Es tanto que, a lo largo de estos seis años, he intentado ir haciendo un primer inventario. Es decir, ahora sé todo lo que hay, pero se podría profundizar mucho más. Hay mucho material para investigadores.

 

Y, además, nos descubrirá toda una época de la cultura de nuestro país, ¿no?

Sí, hay mucho material que va más allá de ellos, te habla de cierto sector cultural del siglo XX, hay cosas de otros. Por eso me gusta porque les trasciende. Además es bastante infinito. Sobre todo, de Fernando, porque vivió más y fue muy prolífico, pero también de Emma, hay guiones, poemas inéditos, que aparecen en esta pieza. Hay mucho material procesual, mucho dibujo, material de la radio. A mí me parece muy estimulante y es lo que quiero trasladar. Tiene algo de gabinete de curiosidades, y luego también es verdad que tiene una base de conferencia, pero llegados a este punto está muy teatralizada. En las fases previas no, para nada. Ahora gracias al trabajo de los compañeros se ha convertido en un pequeño espectáculo teatral.

 

<i>Un viaje a la Luna</i> con Fernando y Emma en Madrid
Cartel de Un viaje a la luna de Helena de Llanos.

 

¿Por qué la Luna del título?

Primero es muy literal, aunque sea muy evocadora la Luna, es porque su casa se llama así. Está en la calle Luna, fuera de Madrid, y siempre ellos han hablado de “Ir a la Luna” “Nos vemos en la Luna”, entonces, lo hemos mantenido. Es un viaje al interior de esa casa que se llama así y luego, es que se presta porque la Luna es tan evocadora que va perfecto.

 

¿Cómo es la puesta en escena?

Es sencilla, traslado a la sala muebles de la casa. Esto es una metonimia de todo aquello. Intentamos componer un fragmento de esa casa, están los objetos y trabajamos mucho con el audiovisual. La base de la película era que yo dialogo con ellos porque se han quedado dentro de la casa, entonces, esa idea es la que tenemos. Este es un trabajo con la presencia y la ausencia de Emma y Fernando, siempre lo digo así. Este dispositivo de traerlos a la sala, recuperamos parte de sus películas, los cortos de Emma inéditos, alguna entrevista. Lo que pasa ahora que no hice anteriormente es resignificar alguna de las cosas que ellos hicieron. Cesar, desde lo sencillo, está haciendo una propuesta muy bella. Las imágenes las está tratando José y Adrián está haciendo los videos. Hay muchas tareas divididas entre los cuatro.

 

Salvando la distancia entre cine y teatro, ¿qué diferencia hay entre Viaje a alguna parte y Un viaje a la Luna?

Yo creo que se parecen y no. En la película yo tengo un papel más protagónico de lo que tengo aquí. En escena hablo todo el rato, pero no tiene tanto que ver con qué me pasa a mí, y en la película sí. Aquí sobre todo son ellos, los materiales que han dejado, me da la sensación de que no tengo tanto peso. Yo soy un canal, quiero pensar que es otra cosa, que soy una especie de guardesa.

La parte más difícil de todo esto es el tener que hacer de actriz. Al final lo del cine, vale que tenía que estar a muchas cosas a la vez, dentro y fuera, pero nada que ver con estar una hora en acción sin que se caiga en ningún momento, aquí se ve todo, no hay edición. Ya me parecía digno de admiración el ver el trabajo de la gente de teatro, pero ya verlo desde dentro me parece dificilísimo, me parece una cosa muy complicada de ejecutar con verdad, que sea verdad.

 

A partir de lo que muestras y de los que cuentas en Un viaje a la Luna, ¿qué aspectos curiosos vamos a descubrir de ellos?

Lo más sorprendente son cosas de su trabajo. He descubierto que a Fernando le encantaba dibujar. Hay unos storyboards, que mostraremos, de un nivel de detalle impresionante ¡pintados en acuarela! Es una cosa que ni siquiera mostraba, que era para él. Es un poco constatar hasta qué punto eran artistas. Al final, un artista hace lo que hace porque necesita hacerlo, no porque tenga que mostrarlo. Había un disfrute total en la creación. Esto está en los materiales de ambos. He podido ver hasta qué punto se retroalimentaban.

Otra cosa que he descubierto, que no sé si he idealizado, es que tenían una forma de relacionarse muy libre y poderosa. No eran dependientes, pero sí se apoyaban el uno en el otro. Eran dos seres muy fuertes, pero que supieron combinarse y acompañarse. Entonces, eso también se ve en los materiales. Hay muchas cosas que hicieron a medias y no sabes dónde empieza uno y acaba la otra. Eso es muy bonito de descubrir.

 

¿Has descubierto algo de su personalidad o forma de ser que te haya sorprendido?

No he descubierto nada que no supiera porque ya la daban de manera natural a cualquiera que se acercara con simpatía. Ellos eran así. No eran esa cosa de Fernando de la mala leche para que le dejaran en paz, eso sí era una construcción, quitando eso ellos eran genuinamente como eran. Lo que sí he encontrado un poco es el motivo porque el que nos veíamos poco, ¡porque este señor no paraba de trabajar! Y luego las farras que se pegaban, que no había tiempo para nada más. (Risas)

 

Pensando en lo que estamos hablando. Entre toda esa dedicación al arte, lo que veo es un amor muy poderoso entre ellos. Cómo se unieron dos fuerzas tan potentes y construyeron una galaxia muy amorosa a partir del arte.

Exacto. Eso es lo que eran y eso es lo que vamos a mostrar. Trabajo y amor, hay un binomio ahí. Eran muy distintos. No eran la pareja obvia. Venían de dos lugares muy diferentes y, de repente, se produce este choque magnífico donde se unen dos mundos, dos generaciones. Eso es muy rico también. Cada uno traía sus gentes y recuerdo esas fiestas, con tanta gente tan diferente y eso le encantaba a todo el mundo. Lo que siempre compartieron fue esta cosa de lo libertario, lo que pasa que Fernando desde un señor de su época, que es otra cosa, a Emma le encantaba la modernidad.

 

 

Y es algo que, a pesar de no estar ya entre nosotros, sigue invitando a querer conocerlos. Hay algo de cercanía en todo ello, en su forma de vivir el arte y de compartir, que hace desear vivir algo así, un ambiente como el suyo.

Es que es tal cual lo estás diciendo. Eran muy acogedores. Por ejemplo, el salón de la casa, tú lo ves y es eso, es un sitio de reunión, un sitio de acogimiento e invitación, de sentarse mucha gente alrededor de una mesa llena de botellas y estar conversando y seguir hablando y hablando. Esa es la energía que me mantiene haciendo estas cosas, porque a veces me lo pregunto, el para qué seguir abriendo cajas llenas de mugre; y tiene que ver un poco con eso porque es muy acogedor todo. Pero se corre un poco el riesgo de lo del Ángel Exterminador, lo de que no sabes cómo salir de ahí. Hay que conseguir el justo equilibrio (Risas)

 

¿Pesa el haberte hecho cargo de este legado? ¿Como decides meterte ahí?

Pensando poco. Es verdad que me puse a investigar para la peli cuando Emma estaba viva. Pasaba tiempo en la casa y se creó un vínculo muy grande, de amistad. Ella me dio acceso al archivo, sin entender yo la magnitud. Cuando ella se muere, me dejó la casa y, como estaba ya con la investigación, dije que me hacía cargo. Ella, siendo como era, una gran libertaria, me dijo: “Haz lo que quieras”. No fue esta cosa de mantener el legado. Eso es lo que más he agradecido de todo esto. Ella no quería que esto fuera un peso. Pero sí que ha habido momentos de gran responsabilidad y de un gran marrón porque, aunque me dijeron que hiciera lo que quisiera, me he hecho cargo. Quizá demasiado en algunos momentos. Es que me parecía que había que cuidarlo. Pero, sobre todo, es un gran disfrute. Es un viaje e intento transmitir eso, es un viaje al interior de su universo y todo el mundo que va a esa casa lo siente, la gran energía acogedora.

 

La literatura, el cine, el teatro, los collages, de alguna manera Helena, formas un triángulo heredado de tus abuelos.

Sí, total, he bebido de ellos todo esto. Un poco de manera inconsciente porque ellos no me lo transmitieron en vida. De hecho, mi abuelo nunca hablaba de sus proyectos. Pero poco a poco me he ido metiendo en todas las facetas en las que ellos trabajaban, se ha formado ese triangulo y voy rescatando todas sus facetas, son como mis grandes maestros. Fernando está más en el tema y Emma más en la forma. Emma era todoterreno, era surrealista, experimental, se atrevía con todo. Ella me decía que cuanto más osado, mejor, porque en la osadía siempre se descubre algo. A veces la cagas, pero ese es el camino, el atreverse.

 

Después de este viaje a la Luna, ¿cuál es el siguiente paso de Helena de Llanos? ¿continuar con el legado o iniciar un nuevo camino?

Pues con esto yo espero que ya se acabe. El archivo ya está inventariado y mi intención es que acabe en un lugar de acceso público, tipo Biblioteca Nacional, Filmoteca; una institución que lo pueda cuidar y conservar de manera óptima. Ahora querría dedicarme a otros proyectos. Quiero alejarme, porque es maravillosamente absorbente y podría estar toda la vida sacando cosas, podría crear cosas a partir de ellos dos, pero ya está, de manera natural ya estoy cerrando un ciclo. Hay una cosa que está en la película que digo jugando con algo que dijo Fernando: “Yo recuerdo haber leído en no sé dónde que no hay que olvidar a los muertos, pero hay que darle un espacio limitado que les impida invadir toda tu vida”. ¡Pues esto! Ahora tienen su espacio y yo tiro millas.

 

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