Es un teatro británico de Londres, ubicado en Sloane Square, en el barrio de Kensington y Chelsea. Es un teatro no comercial, cuyo objetivo principal es la promoción del teatro contemporáneo. Esto es, a grandes rasgos, la definición que da Wikipedia cuando pones en un buscador de internet: Royal Court Theatre. ¿Y qué lleva a un creador español a hacer una obra de teatro que homenajea a este teatro londinense? Pues ese mismo creador nos lo cuenta. “Este homenaje surge por la influencia a nivel personal que ha supuesto este centro, pero he sido también testigo de la importancia durante las últimas décadas del Royal Court en la cultura teatral europea y últimamente también en la latinoamericana, la chilena principalmente. Desgraciadamente no ha ocurrido lo mismo en el teatro independiente o alternativo español. Por ello pretendo que con esta obra que proponemos se hable un poco del Royal Court”. Quien nos cuenta esto es Indalecio Corugedo, dramaturgo, director y productor teatral que este pasado otoño estrenó en la Muestra Surge Madrid What If If only, un espectáculo compuesto por dos obras que ahora podrá verse en Teatro Lagrada. Pero vayamos un poco a los comienzos, a esa influencia personal que ha tenido el Royal Court en Indalecio. “En los años 70 viajo frecuentemente a Londres y me intereso principalmente por los musicales y por la programación teatral del circuito Fringe. Luego ya en 1980 vivo una temporada en Londres y comienzo a participar en alguna de sus muchas actividades teatrales. Principalmente las organizadas por el Royal Court Theatre. En 1981, ya en Madrid, participo en grupos de teatro que organizo en la Universidad Complutense y además colaborar con Guillermo Heras en una serie de talleres teatrales que se celebraban en la librería La Avispa. Es en febrero de 2002 cuando me decido finalmente a comenzar mi actividad teatral fundando la compañía Enebro Teatro”.
¿Cuál es la filosofía que atraviesa las creaciones de tu compañía?
Realmente la filosofía de la nueva compañía era una continuación de aquella que conocí veinte años antes colaborando con el Royal Court en Londres. Se trata de un teatro de formato medio, independiente, muy actual en términos de reflejar la actualidad política y social del momento. Un teatro militante a veces, intentando influir sobre los problemas personales y sociales que envuelven el día a día de los individuos. Teatro ‘Fringe’ en la terminología anglosajona o ‘teatro bajo la arena’ si se utiliza una terminología lorquiana.
¿Y qué recuerdos tienes de esa primera creación que llevasteis a cabo en Ensayo 100, un espacio pionero en la escena independiente madrileña?
La primera creación de la nueva compañía era Caricias del autor catalán Sergi Belbel. Pretendía experimentar por primera vez con la filosofía y el lenguaje que había aprendido en Londres. El comienzo fue muy curioso, pues me desplacé a Barcelona a pedir personalmente al autor la licencia para representar su obra. El ‘bautizo’ de la obra se produjo de manos de Belbel el 2 de febrero de 2002. Me deseó mucha suerte en aquella fecha irrepetible (02/02/2002). Estuvimos durante un mes programados en Ensayo 100 y el éxito de público fue total durante las representaciones. Los atractivos de la obra y el trabajo de un elenco de diez grandes intérpretes generaron un ‘milagro teatral’ y, aun siendo la primera experiencia profesional, ha sido una de las más enriquecedoras de mi vida teatral. Me decían que la compañía trabajaba “en estado de gracia” en cada función.
Ahora llegas con dos obras que rinden homenaje al Royal Court londinense. ¿Por qué has decidido hacer un homenaje a este templo del teatro contemporáneo británico?
Podemos decir que el homenaje surge por la influencia a nivel personal que ha supuesto este centro, pero he sido también testigo de la importancia durante las últimas décadas del Royal Court en la cultura teatral europea y últimamente también en la latinoamericana, la chilena principalmente. Desgraciadamente no ha ocurrido lo mismo en el teatro independiente o alternativo español. Por ello pretendo que en nuestra programación se hable un poco del Royal Court.
¿Y qué tienen estos dos textos What If If Only y Akademia para que hayan sido los elegidos para conformar esta propuesta que nos ofreces?
Siempre he tenido un especial interés por el teatro británico de estas últimas décadas, aunque también me haya interesado por el teatro de otros autores del mundo ‘alternativo’, como Heiner Müller, debido a la influencia de mis años con Guillermo Heras. Enebro Teatro estrenó en Madrid su obra Ayax por ejemplo (Ajax zum Beispiel). Sin embargo, Caryl Churchill ha sido siempre mi favorita, pues junto con Sarah Kane en los años noventa, representaba más genuinamente aquel espíritu del Royal Court que había calado profundamente en mis gustos teatrales. Entonces he elegido dos textos que considero representativos de la programación del Royal Court, uno sería Gotcha de Barrie Keeffe (1977), con una nueva versión escrita para la realidad española actual por Alex García y yo mismo, y el segundo sería la última obra escrita por la propia Churchill (2021), una constante en su programación.
¿Cómo es tu relación con Caryl Churchill? Porque es el segundo texto suyo que montas…
Desde aquel primer encuentro en los ‘workshops’ y representaciones especiales organizadas por el Royal Court al comienzo de los años 80 he tenido un contacto continuado con Caryl Churchill, en donde han intervenido en un sentido mi admiración hacia ella, con la contraprestación de una enorme cortesía hacia mí. Por eso, cuando ella escribió en 2010 la breve obra Seven Jewish Children, a play for Gaza yo me apresuré a pedir su licencia para representarla en Madrid. Ella tuvo la gentileza de ofrecerme la posibilidad de ser representada por Enebro Teatro, primero en un interesante acto en el Ateneo de Madrid y luego en representaciones ordinarias con cinco intérpretes en el Teatro García Lorca, de Getafe.
¿No es un enorme reto adaptar una obra de Churchill, una dramaturga que se adentra sin miedo en las sombras del mundo…?
Efectivamente, es un enorme reto en todos los sentidos. Por una parte, se trata de una obra muy breve, con una duración de alrededor de 25 minutos, en donde se plantea una historia aparentemente sencilla de un hombre en la más absoluta soledad, que podría ser comparado al Scrooge del Cuento de Navidad de Dickens. Pero tras esa soledad, derivada de la pérdida de un ser amado, está todo un mundo y sus sombras. Es el mundo actual como presente y son unos tiempos, el pasado irrecuperable y unos futuros, que pueden ser o no posibles. Caryl Churchill no desarrolla aquí una historia, sino que ofrece una serie de posibilidades al público y es este realmente el protagonista de la acción. Fascinante como una última propuesta de esta prolífica autora. La obra debería ser representada en inglés, pero debido a restricciones de programación se hace en un castellano que, sin perder la musicalidad del lenguaje, se adapta rigurosamente al texto original.
¿Qué aprende en este viaje el solitario Scrooge que nos presenta aquí Churchill?
A diferencia del Scrooge de Dickens, el personaje Someone de What If If Only se adentra en la complejidad del mundo actual. Caryl Churchill plantea en sus obras situaciones personales que representan situaciones sociales, pues aquí la pérdida del ser amado puede ser interpretada como la pérdida de valores e ideales irrecuperables. ¿Y cuál es la solución? La elección del futuro adecuado, aquel futuro que nos haga felices. Y esa elección supone todo un aprendizaje.
¿Cómo se puede conservar algo que ya se ha ido y ya no nos pertenece?
Eso es el tema central de la obra, que se plantea al espectador en un tiempo de 20 a 25 minutos.
¿Por qué el ser humano es incapaz de vivir en el ‘ahora’?
En estos momentos, el ‘ahora’ es muy difícil de definir, pues está pervertido por una cortina de sesgos o condicionantes de tipo político, económico e incluso de tipo publicitario. Es difícil definir un futuro si es casi imposible definir un presente.
¿Akademia es una necesaria reivindicación del teatro como una herramienta fundamental para transformar la sociedad?
Akademia pretende representar unos primeros años de rebeldía explícita, característica de los inicios del Royal Court. En la obra se enfrentan una concepción de la enseñanza basada en la formación humana personal del individuo y en la inversión en capital humano frente a la educación como selección y discriminación entre los individuos según su potencialidad para sostener un sistema capitalista en su peor concepción. Un estudiante se rebela frente al tipo de enseñanza que ha sufrido durante los últimos años. Aquí se hace un planteamiento teatral explícito. El estudiante frente al profesor que le ha ‘engañado’. En los años de esta representación, titulada entonces Gotcha, había un intento de privatización de lo necesariamente público, como la educación o la sanidad, con fines lucrativos privados. Era parte de la ideología de la primera ministra, Margaret Thatcher. Ahora está ocurriendo lo mismo en España, como objetivo principal de la derecha española. De ahí el carácter necesario de una representación teatral como Akademia.
¿Qué representó el teatro en el Reino Unido en los años del gobierno de Thatcher?
El gobierno Thatcher planteó desde un primer momento cuál era la filosofía que predicaba y cuál sería entonces la política económica y social que sería desarrollada en el país para mantenerla. En términos generales, lo privado frente a lo público. El beneficio privado frente al beneficio social. Todo ello supuso la implementación de una serie de recortes en todas aquellas actividades que supusiesen un incremento del gasto público sin reportar unos explícitos beneficios privados. Por ello, referido a una cierta cultura y un cierto tipo de teatro, los recortes actuaron como un cierto tipo de censura encubierta hacia un cierto tipo de actividad teatral, el fringe, sin ir más lejos. En cambio, se incrementó la ayuda económica hacia ciertos musicales y espectáculos de masas.
A día de hoy, ¿ crees que las Artes Escénicas han perdido ese espíritu reivindicativo por el camino?
El teatro alternativo, fringe, o teatro bajo la arena, puede entonces suponer un ‘peligro’ para los que pretenden desarrollar ciertos tipos de ideologías políticas, porque este teatro puede generar en el público ese elemento reivindicativo de una serie de ideas, valores, formas de vida perdidas…, tal que puedan suponer en el largo plazo ese anhelado futuro que está implícito en las dos obras que se presentan en la función que aquí se comenta. Caryl Churchill quiere dejar claro implícitamente que el futuro en una sociedad democrática se resuelve en unas urnas con el voto de la población. Por ello, y como ocurre en otras obras de la autora, hay un mensaje final positivo y esperanzador. El personaje joven de Akademia tiene en cambio más claro su futuro y trata de despojarse de todo el vestuario que representa su presente.
Salvando las grandes distancias y las diferentes formas de abordar la cultura en Reino Unido y aquí, ¿hay algún espacio aquí en España que se te parezca al Royal Court?
Conozco bien como espectador el espacio de teatro alternativo de Madrid. La Sala Cuarta Pared es actualmente una buena referencia. Hay otras salas que lo pretenden, pero, a mi manera de ver, no lo consiguen. Conozco muy bien el Teatro Lagrada y, si se produce un esfuerzo, podría ser en el futuro un lugar estupendo de representación de un teatro necesario para una comunidad inquieta de Madrid que pide algo diferente. En Barcelona veo más inquietudes, pues el gobierno de la Generalitat se preocupa más por ello. Seguro que en otras comunidades existen salas que no conozco y que se parecen al espacio ‘fringe’ británico.
Tú, que te has recorrido buena parte de nuestros escenarios y también fuera de España, ¿cómo ves la escena teatral madrileña?
La escena teatral madrileña ha mejorado mucho en términos de oferta de musicales. La mayoría dista en calidad de aquellos musicales que ofrece el West End londinense o el Broadway neoyorquino, pero es un género que se adapta bien a la forma de vida que tratan de configurar los partidos que gobiernan en la Comunidad de Madrid. Podemos repetir con esto lo que hemos recordado de la época Thatcher en Londres. Hay realmente una notable falta de sensibilidad teatral por motivos diferentes, en unos casos por una intencionada actitud política frente al teatro y en otros casos por ignorancia. Es preocupante que en las salas de un país que conozco bien como Colombia haya una cultura teatral propiciada principalmente por gente joven universitaria, y en Madrid la gente joven se acerque a espectáculos de muy baja calidad que tienen como único incentivo la presencia de ‘famosos’ de la televisión, envueltos en un humor de la peor calidad.
¿Es muy difícil abrirse camino y lograr la estabilidad dedicándote a las Artes Escénicas?
Si, es realmente difícil. Admiro el esfuerzo de compañeros que se dedican solamente a las artes escénicas y que, día tras día, siguen adelante incluso perdiendo dinero, pero siendo fieles a su amor por el teatro. Quiero señalar a la compañía Morboria como un ejemplo representativo.
Tú eres productor y te juegas tu dinero en cada proyecto. ¿Crees que está bien dimensionada o valorada la figura de los productores?
Pienso que en los organismos oficiales no son o no quieren ser conscientes de lo que supone producir una obra teatral en España. Pienso que con el tiempo se contemplará con un creciente interés la producción de musicales. Eso es debido a la concepción de la cultura teatral dentro del conjunto de bienes que maximizan beneficios privados. Por ahí va la cosa. Entonces la tendencia en las ayudas oficiales seguirá el camino de la financiación de las obras de un mayor tamaño, en detrimento de lo que aquí hemos conocido como teatro alternativo o de tamaños medio o inferior.
Como director has adaptado y llevado a escena obras de autores como la mencionada Churchill, Heiner Müller, Roberto Cossa, Sergi Belbel… pero también eres dramaturgo. ¿Qué tipo de historias son las que te atraviesan para ponerte a escribir?
Hasta el momento he representado cuatro obras de las que soy autor, dos de ellas estrenadas en el Festival Fringe de Edimburgo con un notable éxito de crítica. A veces tengo serias dudas en seguir adelante siendo simultáneamente en Enebro Teatro autor, productor, director y distribuidor. Desde luego, si se aguanta el trabajo se aprende mucho, pero me entran numerosas dudas cuando veo que recibo más facilidades para estrenar en Edimburgo que para estrenar en Madrid
¿Tu mejor historia aún está por escribir?
Espero que la vida me permita conseguirlo, pues es mi principal objetivo.