«Solo pretendo transportar al público a lo que para mí es un poco de belleza»
A Sergio Bernal no se le resiste ningún escenario, desde el Bolshói, pasando por el Liceu, la Acrópolis, el teatro romano de Mérida o el Palacio de Windsor, le han reconocido su talento. Fue nombrado por la revista Forbes como uno de los talentos menores de 30 años más influyentes, ha sido primer bailarín del Ballet Nacional de España y, probablemente, sea uno de los pocos, si no el único bailarín, que puede subirse a un escenario a interpretar con el mismo virtuosismo una pieza de ballet clásico, de danza contemporánea o flamenco.
Me cito con Sergio en su estudio para poder conversar sobre SER, el espectáculo que ahora estrena en Madrid -Teatros del Canal del 29 de octubre al 1 de noviembre- y que sirve además como presentación de su compañía: Sergio Bernal Dance Company. El ensayo acaba de finalizar y en un momento el vestíbulo estalla de arte, por la puerta asoma el propio Bernal acompañado de Ricardo Cué, reputado coreógrafo y apoyo indispensable en la carrera del bailarín, y Aida Gómez que colabora como artista invitada en SER. En ese momento uno es consciente de la envergadura de todo.
Sergio Bernal en los Teatros del Canal
Foto portada: Carlos Soler
Sergio, llegas a Madrid para presentarte como coreógrafo y director con SER, dentro de tu propia compañía. En Madrid comenzaste a dar tus primeros pasos y a Madrid llegas a mostrarlo, ¿qué sensaciones te produce esto? ¿Qué pensamientos cruzan por tu cabeza?
Lo primero son muchísimas ganas y muchísima emoción. Por supuesto nerviosismo, respeto, a la profesión, a todo el equipo que se está dejando la piel y al público. Lo que pasa que cuando estás haciendo un trabajo por querer crecer, por querer evolucionar, por querer dar un paso más en tu carrera, por conocer escenarios que no conoces en tu vida, el miedo aminora un poco, porque al fin y al cabo lo estás haciendo para tú seguir adelante, para emocionar, para arrastrar al público a diferentes lugares y embellecerles el alma, pero también para evolucionar como individuo y eso también aminora los nervios. Te los relaja y te hace estar más en tierra. Creo que eso es muy bueno, es muy positivo.
SER es un proyecto muy personal que marca el inicio de tu carrera como compañía independiente ¿Qué sientes al ver materializado algo que ha ido creciendo en tu cabeza?
Cuando ves a Freddy Gerlache cómo con la luz está dándole forma a lo que tú estás creando, cuando ves a Cristina Catoya que hace la sastrería y sus trajes embellecen lo que tú habías pensado, o el trabajo y apoyo de Ricardo Cué, por supuesto, que vamos mano a mano dándole forma conjunta a todo esto, te sientes agradecido.
La verdad es que cada pieza es imprescindible. No se trata de uno solo. Todos tienen que estar en su sitio y todos son igual de importantes porque si una pieza falla, el castillo de naipes se cae.
¿No da vértigo dejar el Ballet Nacional de España para lanzarte de cabeza a esta aventura?
Me dio vértigo, pero a lo largo de los años me he dado cuenta de que no soy una persona que quiera poseer grandes cosas, sino que quiero vivir sueños o momentos especiales en mi vida. Me daba miedo entrar en este estudio, quedarme en silencio y no saber qué hacer. Eso sí que me daba pánico. Me daba miedo decir “Me he equivocado, no sé si mi carrera a nivel artístico pueda decaer porque no sepa salir de este silencio”. Y los primeros meses así fueron, recuerdo uno de los días estar ensayando y estar llorando porque no sabía cómo seguir. A mí la pandemia me vino bien para pararme en casa y ser consciente de que esto era lo que había decidido porque no lo estaba afrontando. Me fui del BNE, pero realmente no me había parado a pensar que ahora tenía que hacer otro trabajo. Así que llegué aquí y me puse a estructurar lo que quería hacer.
Y ahora que ya estás con todo estructurado, ¿qué es lo que quieres mostrar/contar desde Sergio Bernal Dance Company? ¿Qué podrías decir que es lo que caracteriza a tu compañía?
Queremos acercar al público lo que para nosotros es la danza. Ricardo me ha enseñado que la danza es belleza y no solo física, que parece que siempre lo relacionamos con el prototipo. Para mí la belleza es ese momento íntimo, espiritual, ese silencio que a veces hay que acoge, que te recoge y que te abraza. No pretendo revolucionar nada, hacer nada diferente, para eso ya están los grandes, yo solo pretendo transportar al público a lo que para mí es un poco de belleza. Fíjate, ahora me dicen “¿en estos tiempos cómo te metes a hacer esto?”, ¡Pues yo creo que es el mejor momento! Porque a nivel humano es cuando más necesitamos un abrazo, cuando más necesitamos un cariño, una emoción, y eso la danza lo tiene. Yo creo que esa es la base de lo que quiere contar la compañía: “Vengan al teatro y disfruten de momentos bellos”.
¿Qué vamos a ver en SER? ¿Cuál es el mensaje o el hilo que une la propuesta?
Vamos a ver una verdad, la de cada uno de los individuos que participamos en este espectáculo. Las ganas de expresarme con diferentes vocabularios que he ido adquiriendo a lo largo de todo este tiempo. SER son los miedos, las inseguridades, pero también la seguridad, el incluir una playlist que he estado usando a lo largo de mi vida, donde he podido escuchar desde Vivaldi, canto gregoriano, pasando por Beyonce, o flamenco, en fin, un poco variado. Eso es SER, un conjunto de momentos de mi vida sumados a los momentos de cada individuo, de cada intérprete.
SER toca muchos palos diferentes dentro de la danza, ¿podría ser un buen espectáculo para aquel espectador que quiera iniciarse en el mundo de la danza?
Absolutamente, creo que además es un momento propicio para atraer al público al teatro, para hacer ver que la danza española no está tan encasillada, si no que seguimos con el lenguaje haciendo otras cosas. Adoro a Falla, adoro a Albéniz, a Turina y lo último que he hecho ha sido el Zapateado de Sarasate en un escenario en Italia, pero también adoro otras cosas y en SER me he parado a pensar cuál es mi playlist cuando voy por la calle, cuando estoy solo, la que realmente uso cada día y eso es lo que he querido incorporar a través del trabajo que llevo haciendo toda mi vida.
El espectáculo comienza muy fuerte, muy contundente con una banda que se llama Flame’Nco Marching, con Beyonce, nos puede recordar también un poco a All that jazz, nos puede recordar a Nueva York, los años 50, todo ese swing. Pero realmente la música viene de Coetus, un grupo tradicional de música folclórica española muy percusiva, música de la tierra, que la hacen con diferentes instrumentos como cacerolas, cazos, sartenes… pasaremos por el flamenco, luego vamos a tener un clásico, a Vivaldi, una música bellísima que realmente te emociona, hasta llegar a la muerte del cisne, un momento super especial en la noche porque es el final del espectáculo que, además, establece un paralelismo con diferentes finales que hemos podido vivir, el del amor, una amistad, la muerte… momentos por un lado muy duros, pero por otros muy especiales, aparte, El Cisne de Ricardo, coreográficamente, es una belleza que te permite la conexión de tu ser físico con tu ser espiritual y eso tocará el corazón al espectador.
Dices que “La danza es el lenguaje del cuerpo y cuantas más lenguas hables más herramientas tienes para expresarte”, algo por lo que te caracterizas y te diferencias, porque no todos los intérpretes se suben a un escenario y se atreven tanto con el clásico, como con el flamenco o el contemporáneo, ¿cómo has llegado hasta ahí?
Es la inquietud de cada uno. Tienes que abrirte a otros campos. A parte, como individuo, he tenido la suerte, en cuanto a mi físico, de tener una cierta facilidad para poder usar diferentes lenguajes, he tenido cierta elasticidad, condición física, que me permite usar el ballet y a la vez el flamenco, que siempre me ha encantado porque siento que es la expresión del alma, toca el corazón, es la búsqueda en el interior. Lo bonito es poder combinar tanto la una como la otra y poder aunar. El Ballet Nacional de España en los últimos años, a través de Electa, ha podido aunar también la danza contemporánea, por supuesto hay otras compañías que también lo usan, Jesús Carbonell usa el lenguaje contemporáneo. Muchos bailarines y coreógrafos lo están usando mucho ahora.
¿El Sergio Bernal bailarín qué tal se lleva con el Sergio Bernal director/coreógrafo?
Siempre se lo digo a todo el equipo, me cuesta mucho el papel de dirigir, me siento más compañero. Aunque tú tengas una directriz y quieres que la sigan o que quieras ver algo concreto, creo que cada individuo suma. Un coreógrafo al final crea en base a un instrumento y el instrumento lo tienes que respetar, no puedes pretender ver lo que tú harías porque para eso te pones tú. ¿Para qué quieres a la otra persona? Eso siempre me lo ha dicho Ricardo que, por ejemplo, Balanchine creaba mucho con los intérpretes que tenía. Hay que adaptarse un poco a lo que tengas, no solo a tu idea, sino al instrumento que tengas y yo creo que eso es lo bello. Sergio director y coreógrafo se relaja muchísimo y deja un poco a todo el mundo para que también sea así. Evidentemente conforme van pasando los días y llega el estreno te pones más nervioso porque quieres que todo esté, sobre todo tú también, pero yo creo que hay que relajarse.
Sergio, tú eres un joven talento, ¿cómo ves la situación en nuestro país para los más jóvenes que quieren dedicarse a la danza?
En este país no cuidamos a los jóvenes talentos. En mi caso he tenido la grandísima suerte de contar con Ricardo Cué que me ha ayudado desde el principio de mi carrera, pero veo gente con muchísimo talento que no tiene la misma suerte y desde mi compañía me siento con el deber de ayudar a esa gente con el mismo talento a poder subirse a un escenario y que la gente lo vea. De hecho, la compañía sigue en otro proyecto que, si Dios quiere, pronto verá la luz, lo que pasa que el COVID ha azotado otra vez fuerte y nos ha hecho retrasar los planes, que es la creación de un espectáculo sobre la vida y obra de Yves Sant Laurent. Esto conlleva la creación de una fundación donde lo que se va a tratar es ayudar y apoyar, ya sea económicamente, artísticamente, o de la mejor manera, a jóvenes artistas que tienen que estar en el escenario y que el público los tiene que conocer, no por nada, sino porque el público se lo va a llevar, para mi es el beneficiario principal.
La danza en nuestro país siempre ha sufrido de maltrato. Las compañías nacionales no tienen una sede concreta, siempre parece que van complementando las programaciones, ¿qué solución le ves a esta situación?
En general no me gusta quejarme, pero lo mejor que se puede decir es: ¡Ley de mecenazgo ya! Que nos den la libertad para que el sector privado pueda dar dinero, como ocurre en Inglaterra, en Francia, en Alemania o EEUU, como ocurre en muchísimos lugares. Que se den facilidades para esa ley de mecenazgo y ya está ¡no quiero nada político! Déjenme a mí que vaya a donde tenga que ir, a la empresa que sea, y hacer acuerdos con ellos para que ellos, como empresa, salgan beneficiados, fiscalmente, publicitariamente. No nos quejemos, simplemente trabajemos, sentémonos y veamos qué se necesita para que España a nivel fiscal nos pueda dar esa libertad que necesitamos en el sector.
En esta profesión nos hacemos daño a nosotros mismos porque es como cuando tiras pan a las palomas, tiras un trozo y vienen diez. Si todos tuviéramos las posibilidades, estaríamos más tranquilos y no nos mataríamos por un trozo de pan. La única ayuda que pedimos es una buena ley de mecenazgo. Vamos a ponernos a trabajar en ello. Yo creo que eso es lo que realmente se necesita. Luego, que el gobierno apoya, que no, bueno, ya tendremos individuos específicos que nos ayudan. Necesitamos una buena ley de mecenazgo y dejarnos de quejar.
Echando la vista hacia atrás y proyectándote en el futuro, ¿con qué te quedas y qué es lo que esperas?
Momentos con los que me quedo habría muchos, pero creo que la mejor recompensa de mi carrera y los momentos más bonitos son después de las funciones, cuando algo ha salido bien y llegas a tu casa y te metes en la cama y das gracias a la vida. Cuando realmente te sientes reconfortado. Es un trabajo duro, cualquier cosa te puede alterar el trabajo de muchísimo tiempo, pero lo compensa cuando recibes el cariño de la gente. Mirando a mi futuro, me encantaría poder construir una compañía, una fundación, donde cuando vaya terminando de bailar, poder servir de puente a esta gente nueva, a nuevos talentos que salgan de los conservatorios porque ¿dónde van esos niños a trabajar si no hay trabajo? Hay que intentar hacer un puente entre la ‘salida de’ y la ‘entrada a’.