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Rompiendo tabús sobre el abuso sexual en la infancia

“Hemos tenido que autoconvencernos de que la palabra incesto tiene que estar en la obra”

Irene Esteban y Marta Levenfeld son las autoras e intérpretes de Viernes, ¿cuántos viernes hay en diez años?, una obra que da una perspectiva en torno al abuso sexual en la infancia y los trastornos de la alimentación desde un tabú ignorado: la dependencia de una niña hacia su abusador por ser convencida de que el amor pasa por la sumisión y la instrumentalización de su cuerpo.

Esta obra, dirigida por Beatriz Mateos y Enrique Cervantes, podrá verse en La Usina todos los jueves de noviembre.

 

Contadme un poco de dónde viene vuestro amor a las Artes Escénicas.

Marta Levenfeld: Pues desde muy pequeñas las dos ya nos quisimos dedicar a esto, ¿no?

Irene Esteban: Sí, yo desde los 10 años, que hice la primera obra de teatro en el colegio y luego continué en el instituto. Y aunque estudié Periodismo cuando terminé bachillerato, mientras estaba en Periodismo continué con cursos de formación, hasta que ya decidí que este era el camino y que tenía que dedicarme a la actuación. Así que estaba haciendo unas prácticas en Diario Médico mientras buscaba escuelas de interpretación donde estudiar la segunda carrera.

Marta Levenfeld: Yo empecé a escribir con cinco años, y me dedicaba todas las semanas a escribir un relato. Entonces tengo cientos y cientos y cientos. Y ya luego siempre quise ser actriz y quería ser Nicole Kidman, costase lo que costase. Cuando me hice mayor me entró el miedo, me metí en la Complutense a estudiar Literatura, y me enfoqué en la Lingüística y de ahí ya me metí a estudiar guión, y después terminé en Corazza.

Tenía miedo de que como actriz no hubiera salida laboral y acabé estudiando lingüística, que viene a ser lo mismo en cuanto a salidas laborales (risas), así que al final me decidí por hacer lo que verdaderamente me gusta que es interpretar.

 

¿El Estudio Corazza es el punto de unión entre las dos?

Irene Esteban: Sí, allí nos conocimos.

 

¿Y qué os unió ahí? ¿Dónde fue la conexión para formar un proyecto, una compañía juntas?

Marta Levenfeld: Pues entramos a la vez en 2016, pero hasta 2018 no coincidimos en clase y no nos hicimos realmente amigas hasta 2019.

Irene Esteban: De hecho, al principio yo le caía fatal, no habíamos hablado jamás, pero yo sentía que ella me odiaba.

 

Esas primeras impresiones…

Irene Esteban: Total. Yo pensaba: ¿esta tía de qué va? (risas).

Marta Levenfeld: Y entonces un día nos pusieron juntas en una escena en clase.

 

Porque os odiabais…

Marta Levenfeld: Eso es (risas), nos pusieron juntas para que reinara la paz. Tampoco es que nos odiásemos, simplemente pasábamos la una de la otra y ya está. Y entonces pues nos pusieron juntas a hacer una escena de Hamlet y Ofelia y ahí nos hicimos inseparables.

 

Lo que ha unido Shakespeare...

Marta Levenfeld: No lo separa nadie (risas). Y en 2022 surge la idea de escribir una obra juntas.

 

Rompiendo tabús sobre el abuso sexual en la infancia en Madrid
Irene Esteban

 

¿Y tenías clara qué obra?

Irene Esteban: Fue en un momento en el que estábamos las dos como un poco perdidas. Mi novio se acababa de ir a Portugal a vivir, y yo entonces me tiraba a lo mejor 10-15 días en un pueblo portugués muy pequeño y me aburría muchísimo. Y entonces yo me ponía a escribir, porque yo también he escrito desde siempre.

Marta Levenfeld: Yo en esa época me había mudado a París, en una decisión terrorífica que tomé. Y ahí estábamos sintiéndonos bastante solas las dos, y nos enfocamos mucho en leer y en escribir porque no teníamos más contacto con nadie en general.

Irene Esteban: Acabábamos de terminar la escuela y yo, por ejemplo, decidí dejar de formarme en Artes Escénicas un tiempo, porque yo terminé en 2021 y claro, nada más salir me puse a entrenar con LaJoven compañía, a hacerme un curso de clown, a hacer cursos profesionales en el Centro del Actor… Y de repente dije que tenía que parar porque esto de la formación puede ser eterno, así que decidí parar y fue cuando tuve que estar en Portugal largas temporadas.

Marta Levenfeld: Entonces eso, estábamos muy enfocadas en crear cada una por su lado. Irene me preguntó que si quería unirme a ella para escribir una obra. Le dije que no porque estaba con muchos proyectos propios a la vez. Y entonces, esa misma noche que ella me hace la proposición, yo estuve escuchando el disco Puta, de Zahara, que es todo en relación al abuso, a la anorexia, al éxito… Y me inspiró tanto y admiré tanto eso de ella, que hubiese hecho todo un disco dedicado a unos temas tan tabús y que fuese tan censurada por ello, que yo me di cuenta que quería hacer lo mismo que Zahara y que estaba encontrando con quién hacerlo, porque sola no me sentía capaz. Entonces, ¿en quién puedo apoyarme? Pues en Irene, ¿quien si no? Y la volví a llamar y nos pusimos al lío.

 

¿Y sale Viernes?

Irene Esteban: No, Viernes, ¿cuántos viernes caben en 10 años? sale más tarde. Al principio empezamos a releer nuestros relatos antiguos, todos esos que hemos ido escribiendo en nuestro proceso de crecimiento para ver qué nos había estado interesando escribir a cada una.

 

Un ejercicio complicado de hacer, el mirar lo que has escrito tiempo atrás, ¿no?

Marta Levenfeld: Sí, bastante complicado, pero yo sentía que, aunque hubiese textos que me gustasen más o menos, porque no es lo mismo la escritura de cuando tienes 15 años que la de 25, había una línea común a todos, había un nexo de unión, y eso fue lo que me chocó, que podía ser cercano en muchos casos con el de Irene. Entonces no nos costó tomar la decisión con respecto a lo que contar.

 

¿Cuál era ese nexo?

Marta Levenfeld: Pues el nexo era todo lo que tiene que ver con el abuso sexual, con los trastornos de la alimentación, con la mirada externa, con el ansia de esa mirada, del amor.

Irene Esteban: Independientemente de qué época fueran los textos, había como una necesidad muy grande de soltar lo que nos pasaba, y hacerlo sin censura, porque escribíamos como nos nacía. El nexo también. en sus textos y en los míos, era el de no me voy a guardar nada.

Marta Levenfeld: Esos cuadernos eran el único sitio en el que podíamos vomitar todo, al fin.

Irene Esteban: Yo creo que el primer nexo que hubo fue el tema de la comida, porque había como muchos textos que aunque fueran muy poéticos y muy metafóricos, como con imágenes, aunque las suyas fueran como más más intelectuales o más reflexivas, las mías fueran como más imágenes visuales, había ahí un nexo de algo común. Y sí, con el tema del abuso sexual igual.

 

Y ya de ahí surge Viernes, ¿cuántos viernes caben en 10 años? ¿Es una obra autobiográfica?

Marta Levenfeld: De ir tirando de esos hilos, de esos nexos que nos unían a ambas ya fue saliendo el texto que vamos a estrenar ahora. Y sin ser una obra real, la historia de Delma está inspirada en hechos reales. En algunos puntos que tienen que ver más conmigo, en otros puntos tienen que ver más con Irene, pero sí que toda la base son experiencias nuestras o cercanas que hemos sabido plasmar, creo, por la experiencia vivida.

Irene Esteban: Algunas partes son más literarias, otras más cercanas, están más extremadas… La palabra autobiográfica es demasiado, quizá sea más propio decir que hay autificción.

Marta Levenfeld: En la obra hemos querido hablar de muchos problemas comunes que ha podido sufrir cualquier persona en su proceso de crecimiento, como son los trastornos de la alimentación, la validación externa, la autoestima… Aquí la clave es que hablamos de algo que no vemos como normal, pero que también lo es, porque sucede mucho, demasiado, y lo sufren muchas más personas de las que pensamos, que son los abusos sexuales. Entonces, digamos que lo que le pasó a Delma sí que es autobiográfico. Lo que hemos plasmado en la obra, que es el después de lo que ha pasado, que no se ve, aunque se si cuentan algunas cosas, pero ese después, eso ya es no lo es, es algo de lo que podría pasar después de la experiencia real vivida.

 

¿Y por qué el título de la obra?

Marta Levenfeld: No puedo decirlo sin desvelar la obra. Es algo que se descubre en ella.

 

¿Quiénes son Delma X y Delma Y?

Irene Esteban: Yo soy Delma X, y ella es Delma Y. Delma X es una cantante que está a un día de de dar un salto grande en su carrera. Ella lleva ya una trayectoria en la música, una cantante que va a festivales, que ya hay gente que se para delante del escenario a verla y se sabe sus canciones. Ya ha sacado dos EP’s, o sea, ya tiene una trayectoria. El tema es que al día siguiente va a sacar una colaboración con un artista súper importante que le va a suponer el despegue en su carrera. Entonces ella es una cantante que lleva queriendo cantar toda la vida, que canta toda la vida, pero justo en el momento de la obra no tiene voz, se encuentra sin voz, y se está replanteando si saca el single o no lo saca, porque ha salido a la luz que el cantante con el que colabora va a ser denunciado por abuso sexual a una menor.

Marta Levenfeld: Delma Y es quien acompaña a Delma X en todas las decisiones importantes de su vida, en todos esos momentos clave. Delma Y siempre ha influido en todos y cada uno de los comportamientos de Delma X, ha definido mucho su personalidad.

 

¿Delma X es la persona física y Delma Y es su disociación?

Irene Esteban: Sí, es eso justamente. Delma Y aparece cuando Delma X se disocia.

 

Rompiendo tabús sobre el abuso sexual en la infancia en Madrid
Foto promocional de Viernes, ¿cuántos viernes hay en 10 años?

¿Por qué la vergüenza es un poco un elemento clave de la obra?

Marta Levenfeld: Al final, el abuso sexual en esta obra está tratado desde un punto de vista muy concreto, que es la vergüenza o culpa, que creo que son bastante indistinguibles en estos casos que siente Delma, dado que en esa disociación por protección, pero esto es algo que ella aún no lo sabe de una forma consciente y es lo que intenta descubrir, nunca se negó a lo que el familiar le impuso. Entonces está la vergüenza de haber vivido algo así, porque esto duró 10 años. De pequeña, vale, porque ella no era consciente de nada, pero cuando es adolescente, que ya sí sabe lo que pasa, surge la pregunta en la cabeza de Delma de por qué seguía sin hablar y sin pararle los pies a su abusador y por qué seguía, digamos, considerándole de su familia, yendo a verlo y, de alguna manera, por qué seguía dependiendo de él. Ahí está la vergüenza de cómo ha sido capaz de depender de una persona que le ha maltratado, como si se creyese que lo ha buscado ella.

 

¿Y Delma Y, en este caso, qué intenta explicarle a Delma X sobre esto? ¿Cuál es su papel?

Marta Levenfeld: Su papel es bastante nocivo, si se ve desde fuera, pero es la única forma en la que sabe hacerlo. Lo único que sabe hacer Delma Y para cuidar a Delma X es convencerla de que sí que le quería, de que su familiar sí que la quería a ella también, de que al final ella no puede pensar que él es malo, porque si él es malo y es su propia familia, por consecuencia ella es mala también. Hay una cosa ahí de que no podemos pensar que la familia es mala, porque si tú te das cuenta de que tu familia es mala, que son los que más te tienen que querer…

Irene Esteban: Hay algo que se rompe ahí en ese pensamiento. Si se supone que la persona que me tiene que proteger o que me tiene que cuidar me hace algo tan horrible… entonces ¿quién me quiere a mí? ¿Dónde está el amor?

Marta Levenfeld: Surge así una cosa de incluso colocarnos la culpa a nosotras mismas para quitársela a la familia y estamos más tranquilas teniendo la culpa que pensando que nuestra propia familia nos ha herido. Eso es lo que intenta transmitirle Delma Y.

 

Lo que yo había entendido leyendo el dossier es que Delma Y era como esa espita que ayuda a Delma X a dar pasos que ella no se atreve, pero parece que no va por ahí.

Irene Esteban: No va tanto por ahí, no.

Marta Levenfeld: Pero al final, aunque desde fuera Delma Y sea muy nociva, el asunto es que si Delma Y no hubiese aparecido y no le hubiese convencido de estas cosas que te comentaba, ¿qué hubiese pasado con esta niña?

Irene Esteban: En el tema de la música, por ejemplo, Delma Y sí que le dice a Delma X: “voy a convertirte en una estrella. No pensemos en esto que te está pasando. ¿Por qué pensar en esto pudiendo ser una estrella del pop? Vamos a centrarnos en este camino”. Delma Y intenta ponerle las pilas a Delma X para que siga con su vida y con su carrera, pero no es que Delma X no se haya atrevido, es que nunca se  había planteado triunfar en la música. Delma Y llega cuando Delma X es más pequeña y piensa en lo bien que canta esta niña, qué buena es esta niña, voy a convertirla en una estrella… y al centrarse en eso Delma X no piensa en todo lo que le está pasando. No sé si me explico. Al final necesitas una mirada externa. Ella necesita una mirada externa del tío, aunque sea la persona que abusa de ella, de su madre, del público…

Marta Levenfeld: Delma Y le ayuda a tomar las decisiones correctas a Delma X, pero bajo el punto de vista de Delma Y.

Irene Esteban: ¿Por qué decimos que Delma Y es tan nociva? Porque una de las decisiones correctas para Delma Y es no abrir la boca jamás, no hablar. Entonces a Delma Y no le interesa en absoluto que Delma X detenga su carrera, y ni pensar en denunciar a su familiar. Ella no quiere ir por ahí de ninguna de las maneras.

 

¿Y dónde saca Delma X la fuerza para iniciar ese camino de hablar y denunciar, si no la ha tenido hasta ahora?

Irene Esteban: El hecho de verse como cómplice en el single con un abusador de una menor es lo que le despierta. Ella quiere también alcanzar el éxito, pero no a cualquier precio. Y dice un momento: “El éxito sí, pero a cualquier precio”. Y Delma Y le dice que sí, que el éxito sí, a cualquier precio, luego haces como que no sabías nada y punto. Pero Delma X no quiere seguir por ahí porque sabe que es algo muy grave.

 

¿Y qué papel juega la comida en todo esto?

Marta Levenfeld: El punto de vista de la anorexia está tomada desde la dependencia que generó el adulto sobre la niña, porque al final era la única persona que estaba a su cargo realmente. También estaba su madre, pero…

Irene Esteban: Su madre no se entera de la anorexia, su madre no se entera del abuso, su madre no se entera de nada.

Marta Levenfeld: Esa niña solamente se puede agarrar a él, aunque le haga daño, pero es la única persona adulta de referencia que tiene, que al final luego le da otras expresiones de cariño. Al final, dentro de esta cosa de dependencia, existe este conflicto de si que la niña deja de tener el cuerpo que tenía, entonces nadie la va a querer, porque solamente, aunque fuese a través del maltrato, se sentía querida cuando pesaba 40 kg.

Irene Esteban: Hay como una especie de obsesión por conservar el cuerpo de la infancia. No es que busque que su tío vuelva a su vida, pero es como una cosa de solamente se me quiere si soy muy pequeña, si soy una niña pequeña, si tengo el cuerpo de una niña pequeña, si me quedo como estaba, la gente me querrá.

 

¿Cómo habéis tratado el tema del abuso infantil, cómo lo habéis investigado?

Marta Levenfeld: Hemos leído muchísimo, sobre todo más que ninguna otra cosa. Y sobre todo literatura francesa. En Francia, al final, con el tema del incesto, tienen una base cultural mucho más amplia y abierta que aquí en España.

 

Abierta significa…

Marta Levenfeld: Significa que la gente está dispuesta a escuchar. Aquí es más tabú. Por supuesto está mal visto en cualquiera de los casos, pero tienen menos problema en hablar de ello.

 

¿Es algo parecido a lo que ocurría con el suicidio, que hace años no se hablaba porque era un tema tabú y ahora se está empezando a habla?

Marta Levenfeld: Sí, eso es. Por ejemplo, en 2021 en Francia se inició un movimiento de #metooincesto. ¿Por qué aquí no se hace esto? Hace años que no se hace ningún tipo de estadística pública sobre el abuso sexual en la infancia. Los datos no están renovados, no hay nada sobre lo que apoyarse. Hay una ley increíble propiciada por James Rhodes que nos ha puesto como uno de los primeros países del mundo en cuanto a protección al menor, pero esto no se comenta, no se habla, no se da información. En Francia está Christine Angot, una gran referente en la literatura francesa, y muchos de sus libros tratan de incesto, que aquí es algo que yo no me puedo imaginar que pase. ¿Cuántas obras hay sobre este tema que hayan llegado a ser visibles? Debe haber muchísimas obras sobre esto, cientos de ellas, porque hay millones de casos, y ¿ninguna se ha merecido nunca una posición cultural de referencia? Pues parece ser que no.

 

¿Por qué creéis que es?

Marta Levenfeld: La sexualidad como tal es un tabú. Esto es así, aunque cada vez lo sea menos. Pero si ya hablamos de niñas y niños pequeños… pues el tabú es mayor. También es porque nadie quiere ver este terror, yo creo. ¿Cómo de difícil es pensar que tu hijo puede ser violado? Es tan difícil de planteárselo que es mejor hacer como que no existe, es mejor ignorarlo para la propia salud mental.

 

¿Y creéis que los medios de comunicación tratamos bien estos temas?

Irene Esteban: Lo único que interesa es el morbo a tope, porque es lo único que vende. Deberían tratar estos temas con más rigor.

Marta Levenfeld: Yo, con respecto a esto no tengo opinión clara porque no lo sé, tendría que informarme mucho más y comparar muchas cosas. Pero lo que puedo decir de esto es que me parece que, básicamente, lo que se cuenta siempre o los inputs que recibes por parte de los medios es que del abuso sexual infantil no se puede salir. Como que hay una cosa ahí de que siempre las secuelas son terroríficas, es el peor trauma que te puede pasar, y sí, es un trauma horrible, sí, las consecuencias son evidentes, y parece que nunca, nunca, nunca se va a encontrar la luz. Yo no he visto ningún tipo de documento, de escrito, de investigación… que se muestre en el que aún así, a pesar de lo sufrido, vas a poder seguir teniendo una vida. Es como que encima te ponen un doble lastre. Te ha pasado esto y que sepas que nunca saldrás de ese trauma, jamás, es incurable. Pues oye, mira, muchas gracias. Para esto no sé qué hago aquí.

 

¿Qué es lo que lleva a alguien adulto a abusar de una persona inocente? ¿Es dominación, control, es deseo?

Marta Levenfeld: Hay muchísimas respuestas a esto. Hay un libro bueno francés muy bueno cuya traducción sería La cuna de la dominación, que son todo entrevistas a pederastas que están en la cárcel. Y ahí te dan la explicación de por qué lo hacen. Y es un libro muy interesante. Casi todas esas explicaciones tienen que ver con la psicopatía, sin duda, con la falta de empatía con el menor, pero la respuesta que más se repetía es: “lo hago porque puedo hacerlo”. Punto. No hay más. Hay que diferenciar entre pederasta y pedófilo, porque no todos los pederastas son pedófilos, no es que les atraiga el menor, sino que quieren tener poder sobre el menor y cometen un acto pederasta. Pero no es algo implícito en él que sienta atracción por el niño/niña, sino que quiere estar por encima de ellos.

Irene Esteban: Como que lo que le erotiza es la situación de poder, no le erotiza al propio niño. Hay personas a las que les erotizan los niños y personas a las que les erotiza el hecho de sentirse por encima de alguien. Cometer un abuso de poder desde el sexo.

 

Al final es lo que hace el ser humano en general con el sexo, en gran parte de los casos. En las relaciones de pareja.

Marta Levenfeld: Totalmente. En el caso de la pedofilia es algo en lo que no he investigado tanto, no me puedo meter ahí. Pero en este libro que te decía antes sale a relucir muchas veces el hecho de que el/la menor no decían que no. Esto existe y está muy invisibilizado, porque da como muchísima vergüenza por cómo está visto por la sociedad. Y es por esto que el abusador ha interpretado que ese niño disfrutaba con eso que estaban haciendo. A eso se agarran muchas veces para no admitir que no han hecho nada malo. Cuando lo que sucede de verdad es que el niño no sabía absolutamente nada de lo que estaba pasando y simplemente no lo estaba considerando como algo malo, sino como una muestra de afecto y por lo tanto buscaba ese amor. ¿Qué pasa? Que el adulto se refugia en esto de que el menor no se negaba.

Irene Esteban: Eres un niño, y un niño no sabe cómo funcionan las relaciones. Y hasta que uno no crece y se lo cuenta a una amiga no sabe que esto no es lo pasa también en otras familias, no sabe que esta forma de relacionarse no es la normal.

Marta Levenfeld: Claro, pero es que incluso si tú ya sabes lo que es, porque ya tienes 15 años y, por la razón que sea, vas a un adulto y le dices: “hazme esto, esto y esto”, por el simple hecho de buscar afecto, el adulto es el que tiene decir que no y punto. No hay más.

 

¿Cómo habéis elaborado la puesta en escena? ¿Con qué elementos jugáis?

Irene Esteban: Vamos a trabajar con el espacio que tenemos, que da bastante juego, ya que La Usina tiene una forma bastante especial, porque no es un escenario normal que sea como un rectángulo, sino que está como girado. Así que vamos a reconstruir los espacios en función de lo que tenemos.

Marta Levenfeld: La cosa es que la acción de Delma X durante toda la obra es recolocar la historia en su cabeza para poder tomar una decisión de lo que hacer con ella, pero para eso necesita tenerlo claro, porque tiene muchos ‘blackouts’. Entonces, a medida que va reconstruyendo su propia historia, ella misma va reconstruyendo el espacio. Es decir, si de repente el espacio pasa de estar vacío, poco a poco durante la obra se irán añadiendo elementos que estén dentro de otros objetos, para poder reconstruir el espacio donde todo esto pasó.

 

Rompiendo tabús sobre el abuso sexual en la infancia en Madrid
Marta Levenfeld

¿Y la música qué peso tiene? ¿Tiene el mismo peso que el texto escrito?

Irene Esteban: No, la música acompaña. Es más importante el texto escrito, pero es verdad que la música es importante porque ella es cantante, entonces su mundo al final gira en torno a esto. Va a ser una música original compuesta por nosotras. La estamos haciendo con Fabián Jiménez y con Carolina Fontecha, compositora de música de cine. La obra arranca con un concierto, así que nos parecía divertido incluir música, claro.

Marta Levenfeld: En la obra solamente hay una canción cantada, digamos, que es una canción que Delma X compuso cuando era muy pequeña. Y vemos cómo esa canción va cambiando a medida que ella va creciendo. Cómo algo que empezada siendo tan puro cuando era una niña, de repente está lleno de mensajes subliminales.

Irene Esteban: Sin ella saberlo ni haberse dado cuenta.

 

¿Como os sentís ahora que se acerca el estreno?

Marta Levenfeld: Con mucho miedo.

 

¿Por?

Irene Esteban: Nosotras hemos tenido que hacer un proceso de autoconvencernos de que la palabra incesto tiene que estar en el texto. Si es incómodo para la gente escucharlo, ¿cómo hacíamos para que fuese cómodo actuarlo? El miedo viene de no tanto del rechazo, sino de esa incomodidad, pero bueno, no pasa nada, si el público se siente incómodo ¿qué le vamos a hacer? Hay ciertas cosas de las que hay que hablar aunque no nos guste, y esta obra va a ser para eso, para hablar de las cosas incómodas. Hay que tratar este tema con el suficiente respeto, con la suficiente verdad y con la suficiente honestidad como para que la gente lo pueda recibir, y si les incomoda en algún caso, pues que se pregunten por qué les resulta incómodo.

 

¿Y miedo a la exposición? En entrevistas como esta o si surgen más…

Irene Esteban: Sí, había algo de miedo a hacer esta entrevista contigo, porque no sabíamos cómo explicarte nuestra conexión con el tema sin explicar la verdadera conexión con el tema. No nos hemos apropiado de ninguna historia de nadie, pero tampoco nos queremos exponer desde la autobiografía total, porque al final esto no es para hablar de nosotras. Esto es para, a través de nuestra experiencia, poder contar una historia, una historia de un personaje en concreto en el que pueden verse reflejadas muchas personas a las que les haya pasado algo similar.

Marta Levenfeld: Por supuesto, en la obra hemos quitado, hemos extremado… Entonces, pues sí, hay una exposición muy grande, pero el asunto aquí es que intentamos que esto deje de ser un tabú, y si nosotras mismas somos las que nos negamos lo que hemos vivido estamos perpetuando el tabú mientras luchamos de puertas para afuera para que no sea un tabú.

 

¿Esta obra puede ayudar a que alguna persona se dé cuenta de determinadas cosas que han pasado en su vida?

Irene Esteban: Con el tema del abuso sexual sucede algo muy común a todos los traumas, que están por ahí escondidos y que salen a la luz años más tarde. Tú puedes haber sufrido un abuso en la adolescencia con 15 años y es a los 30 cuando te das cuenta de lo que realmente fue eso. Tienes un recuerdo de una cosa que a lo mejor ni siquiera recuerdas exactamente cómo fue, que intentas recordarla para ver qué papel jugaste tú en esa situación para poder entender ese dolor que tienes, y de repente un día lo nombras como un abuso.

Hay momentos en los que se habla del abuso desde el punto de vista de Delma Y que lo nombra como que esto es el amor, que esto es amor para ella. A lo mejor hay alguien en el público que ha tenido algo así, que puede ser incluso dentro de una relación de pareja adulta. Entonces, si hay gente a la que le cuesta tantísimo tiempo reconocerse en algo tan grave, quizá, con esta obra, podamos arrojar algo de luz a que la gente verbalice o sepa lo que verdaderamente ocurrió en algún momento de su vida.

Marta Levenfeld: Aunque yo creo que la obra a lo que más apunta es hacia comprender por qué hay momentos en los que los niños o adolescentes dependen de sus abusadores. Entonces, si consigues conectar con Delma X en la obra, consigues conectar y perdonar, y perdonarte el hecho de no haber puesto un límite o haberte tenido que convencer de que te gustaba, convencerte de que la familia es lo más importante… Hay veces que vamos con la venda puesta, tiramos para delante de forma mecánica, nos contamos una película que no es, en este caso Delma Y se la cuenta a Delma X, para salvarnos, porque de otra manera a lo mejor nos hubiésemos muerto. Porque si gritas te pueden matar, porque si hablas te pueden matar, porque si denuncias no te van a creer…

Irene Esteban: Porque te ha dicho esa persona expresamente que como abras la boca te mata. ¿Y qué pasará si se lo cuento a mi madre y no me cree? ¿Qué pasará si me doy cuenta de que mi padre ya lo sabe?

Marta Levenfeld: Es mucho más doloroso eso que la propia violación.

Irene Esteban: Es mucho más doloroso pensar que hay alguien de tu entorno que no se está dando cuenta de lo que te está pasando. En este caso, por ejemplo, Delma X lo que hace es dejar de comer, totalmente. En cierto motivo también a ver si su madre ve de esa forma que algo está pasando. ¿Si cambia mi apariencia entonces me ves? Y si sigue sin verte eso es mucho más doloroso que el propio abuso en sí, como dice Marta. Es la sensación de que nadie de tu familia te cuida realmente, te protege.

 

¿Cómo son los viernes ahora?

Irene Esteban: Ahora son el mejor día de la semana. Solemos hacer cosas guays los viernes.

Marta Levenfeld: Sí, las cosas cambian.

 

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