En el prólogo de la obra, que escribe la dramaturga Yolanda Pallín, se hace referencia al largo proceso de investigación que realizaste antes de ponerte a escribir Mater dolorosa. ¿Te diste cuenta enseguida de la dificultad que conllevaba hablar sobre la gestación subrogada?
Sí, en cuanto decidí que era un tema interesante para escribir sobre él, vi muy claro que iba a ser necesaria una investigación previa en profundidad dada la burocracia que esconde el proceso, por decirlo de algún modo. Al final es un negocio, un comercio, y está muy asentado en la sociedad en la que vivimos. Necesitaba saber cómo se articulaba y cómo funcionaba específicamente en España, ya que en nuestro país hay una ley que dice que esto es ilegal, pero aun así se hace. Me hacía falta más información y empecé un proceso de indagación de casi un año que me resultó muy rico, cuanto más sabía, más me interesaba el tema. Una vez que sentí que tenía una buena base de conocimientos empecé a escribir.
En esta investigación pudiste conocer muy de cerca cómo funcionan las empresas que se dedican a ofrecer este servicio.
Sí, te das cuenta que hay una parte de la información a la que es muy fácil de acceder, la relativa a cuáles son los pasos que hay que dar para comprar un bebé. En nuestro país, las empresas que se dedican a esto son realmente bufetes de abogados, ya que no es ilegal que te asesoren sobre algo que no es legal aquí. Te cuentan las condiciones del contrato que tienes que firmar, qué tipos hay, qué derechos tienes tú y cuáles la mujer que va a dar a luz al bebé, cómo legalizar al bebé en España… porque siempre todo se lleva a cabo en el extranjero. Luego hay otra parte, la que se refiere a las mujeres contratadas, de la que es muy difícil encontrar información.
Como mujer, ¿cómo te sentiste al ahondar en lo que rodea a la gestación subrogada?
Fue difícil en muchos momentos y es algo que comentaba mucho con Yolanda Pallín, mi tutora en todo el proceso. Hay todo un sistema muy bien montado alrededor de este mercado de las gestaciones subrogadas. Por ejemplo, tienen una forma de presentarte la oportunidad de ser madre a corto plazo, como algo muy real, hay una manipulación del lenguaje impresionante para que todo te parezca muy atractivo, como si fuera un pastel súper apetecible. Yo tengo mis principios y mi pensamiento claros sobre este tema, pero realmente me planteaba si, tal y como te lo venden, no empezaría a dudar.
¿Saben venderlo muy bien?
Totalmente. Para que te hagas una idea, desde el primer momento te tratan como la madre y te hablan de tu bebé y de tu hijo. Este es el tipo de lenguaje que usan. Se aprovechan el deseo de las personas y, a veces, de la desesperación de personas que han intentado tener hijos por otros medios. Lo tienen bien calculado y les funciona muy bien.
No tengo muy claro cómo puede ser ilegal en España y, sin embargo, luego los bebés nacidos por este método sí pueden legalizarse cuando llegan a nuestro país.
Yo tampoco soy una experta en el tema porque es, sobre todo, un tema legal, eso que quede claro. Te puedo decir que, según yo he entendido, al tener el bebé carga genética del hombre legalmente es suyo. Es decir, una pareja se va a Ucrania, por ejemplo, a comprar un niño, la madre biológica real renuncia a la relación filial con el niño y el padre, que puso sus espermatozoides, puede traerlo a España porque es suyo. Luego aquí su pareja puede adoptarlo si quiere. Te lo explicaría mejor un abogado especializado en estos temas.
Supongo que no utilizas expresiones como ‘compra de niños’ a la ligera.
Como hacen las empresas que se dedican a esto, yo también utilizo el lenguaje a mi favor en mi pequeño terreno. Lo que quiero decir con esto es que no pretendo nada más que decir que, para mí, es eso. Frente a palabras más edulcoradas, yo uso compra de bebés. Al final es una transacción económica mercantil, estás pagando por ello, estás comprando una vida humana antes incluso de que sea gestada. No podemos caer en una romantización de este hecho intentando que parezca otra cosa.
Ha tenido que ser duro transformar toda la información que acumulaste en una obra teatral. Muchas cosas se habrán tenido que quedar fuera.
Muchísimas, daba para varias obras. Tienes que ir renunciando constantemente a meter ciertas cuestiones, pero fue algo muy entretenido, divertido y enriquecedor. Estoy satisfecha porque al final está lo que quería meter. Es de los procesos de escritura con lo que mejor me lo he pasado. También resultó muy interesante ver que cualquier cosa que yo quería reflejar en la historia era superada por la realidad constantemente. En referencia a esto, cuando ya había escrito la obra, justo pasó lo de Ana Obregón. La realidad viene, te da dos tortas y te dice que al final te has quedado corta con lo que has escrito.
El espectáculo que se montó a raíz de ese caso es algo sobre lo que la obra también reflexiona.
Es otra de las caras de este negocio que, cuando los medios se hacen eco, es para tratarlo como si fuese un show, se edulcora, se maquilla, no se profundiza en ninguna cuestión. En la obra, que algunas escenas sean a modo de show de televisión, me sirve para aligerar un poco el peso dramático de las historias que estoy contando e invitar al espectador a reflexionar a través del humor. De la misma forma, introduzco un coro de mujeres siempre presente que son nombradas como Miss Ucrania, Miss Georgia, Miss Rusia… para poner de manifiesto esta cosa que se ha hecho a lo largo de la historia, y se sigue haciendo, con la mujer, que es enaltecerla por ciertas virtudes que al final son las mismas por las cuales nos esclavizan. Todos estos temas tan serios creo que llegan mejor a la gente mediante la comedia y la sátira y me apetecía contarlos de esa manera porque al final la obra debe entretener y no ser acto de dar información y ya está.
A través de esas ‘misses’ haces un recorrido por las ventajas que ofrece cada país en la gestación. Es un momento cómico, pero de esos que cuando terminas de reírte ves la dimensión que tiene lo que se está contando.
Es información de fácil acceso para todo el mundo. Quiero decir, si tú te metes en cualquier página que hable del tema, lo primero que tú te encuentras cuando te vas a enfrentar a un proceso de esto es la división de países y qué beneficios y qué cosas en contra tiene cada uno. Depende de lo que quieres pagar. Es como entrar a un supermercado y llevarte la leche de una buena marca o de marca blanca. En algunos países puedes elegir el sexo o el color de los ojos, por ejemplo.
Leyendo la obra pensaba que algunos aspectos que se presentan en distopías, como la que plantea Margaret Atwood en El cuento de la criada, quizá no estén tan lejos de la realidad en muchos casos.
Yo no lo veo ni como una distopía, que el cuerpo de la mujer tenga un precio es algo que está a la orden del día y lleva pasando desde siempre. El tema es que si no le ponemos límites, si no paramos esto, si no concienciamos sobre este tipo de prácticas, se abre un mundo que no sabemos como terminará. En la obra, en un momento determinado, el coro de mujeres se pregunta si realmente somos libres para elegir. Para mí el punto está ahí: ¿Hay alguien que elija libremente gestar un bebé para otra persona porque sí, sin estar necesitada de dinero o sin ser obligada o presionada? Es muy deprimente ver cómo es un tema que presenta disparidad de opiniones, al contrario que otros como el tráfico ilegal de órganos, por ejemplo. ¿Quién está a favor del tráfico ilegal de órganos?
La obra también aborda la cuestión del deseo de la mujer de ser madre, si es algo biológico o impuesto.
Es algo que desde el principio quería introducir porque no quería en este tema, al ser tan polémico, presentarlo como algo de buenos y malos. Quería abarcar todas las perspectivas. Yo podía tener claro no querer optar por una salida como la gestación subrogada, pero me preguntaba que tendría que pasar en mi vida para planteármelo como una opción o por qué muchas personas terminan haciéndolo.
En este caso, con el personaje de Sara, que no puede tener hijos a pesar de intentarlo por diferentes medios, y al final decide optar por ser madre de esa forma.
Exacto. Mi intención era mostrar cuál es el recorrido que lleva una persona a acceder a la gestación subrogada, a pisotear los derechos de otra persona, a olvidarse de cualquier tipo de argumento ético o moral. Este personaje tiene ese recorrido en el que se le van cerrando puertas cuando quiere ver cumplido su deseo de ser madre. Vas viendo como el sistema utiliza nuestros deseos, tanto de hombres como de mujeres, y los comercializa. Allí donde hay un deseo, ahí está el sistema para decirte cuánto vale cumplirlo y ofrecerte la solución. Esta era una de las caras de la moneda, la otra, es la de las circunstancias que llevan a una mujer a tener un bebé para otras personas, que se aborda a través de la historia de Miss Ucrania.
Me ha llamado la atención que en las acotaciones del texto eres bastante vehemente, por decirlo de alguna manera.
Creo que en ciertas situaciones no cabe lo de no mojarte… y el mundo de las acotaciones es libre. También porque, al escribir la obra, no tenía expectativa de que nadie la fuera a montar y pensaba: “como no tengo ninguna expectativa de que se haga, no voy a poner límite de personajes -son más de 30-, ni en nada y voy a soñar la obra tal como a mí me gustaría”. Creo que, además, hace que la lectura sea más amena, hasta al leer las acotaciones.
Entonces, ¿no hay una producción en marcha sobre el texto?
Ha habido intención de levantarla, pero al ser una obra como con bastante elenco es muy complicado. Ahora la lectura que vamos a hacer es con siete actrices, es el mínimo con el que podría llevarse a cabo. Sería genial verla sobre el escenario algún día, el gran sueño, porque creo que es interesante hablar sobre este tema y que haya un debate a su alrededor. Después de la lectura haremos uno y eso es lo que me gustaría que generara la obra, conversación y opiniones diferentes.
Te encargas también de la dirección de la lectura dramatizada.
Sí, la dirección también es otra de mis facetas, por así decirlo, y con la que me lo paso súper bien. Me preguntaron desde la SGAE quién quería que la dirigiese y no tuve dudas en asumir el reto. Durante los ensayos me ha gustado volver a abordar el texto, ver qué cosas ahora escribiría diferente o qué cosas introduciría. Después de dos años, ves el texto desde una perspectiva diferente. Además, estamos probando, aunque hay personajes masculinos, a hacerlo con un elenco solo de mujeres, es algo que me apetecía probar.