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Israel Galván disfruta el reto de Espacio Abierto

“A los bebés les gustan las cosas que no han visto antes”

El bailaor y coreógrafo Israel Galván, una de las figuras más influyentes del flamenco a nivel nacional e internacional, habla de su experiencia el pasado marzo creando una pieza para para bebés y primera infancia en el ciclo Bailas, baby? de Espacio Abierto Quinta de los Molinos, un reto que aprobó con nota y que vivió de una forma muy especial. Una propuesta en la que, antes que él, ya participaron Luz Arcas, Cesc Gelabert y Jesús Rubio, y que en mayo, los días 6 y 7, tendrá como protagonista a Dácil González, Premio Nacional de Danza 2019. 

¿Qué sensaciones te llevas de haber participado en este ciclo tan particular?

Todo el personal de Espacio Abierto ha sido muy amable. Me he sentido como un niño más que acogían en sus instalaciones. Sí que es cierto que cuando me dijeron que era para bebés, yo me hice a la idea, no sé por qué, que no eran tan pequeños. Me esperaba niños de más de 3 años, así que, cuando entré y vi que el más grande solo andaba un poco y que tenían meses, me sorprendió mucho. Automáticamente, pensé en que yo hacía mucho ruido en la pieza y no sabía cómo lo recibirían. De hecho, una niña nada más empezar se puso a llorar y me dije: “Madre mía…”. Luego me comentaron que ya había estado llorando antes y que no había sido por mi culpa.

 

¿Entraron en la propuesta poco a poco?

Los niños se me quedaban mirando como si fuera la bruja de Blancanieves o una película de Tim Burton, tenían como miedo, pero no podían dejar de mirar y estaban muy pendientes de cada cosa que hacía. Entré con unas corraleras y un calzado de Japón y hacía muchísimo ruido, parecía una cabra. Además, ladraba como un perro, de verdad que no caí en la cuenta de lo que eso podía provocar (risas). Viendo el resultado pienso que a los bebés les gustan las cosas que no han visto y creo que, como a la bruja de Blancanieves, les va a costar olvidarme. Yo no me corté, zapateé con la misma intensidad de siempre. Y, sorprendentemente, no se giraban, ni se movían, que sería lo habitual porque es un público que si algo les aburre, aunque sea durante segundos, o no les llama la atención, pues rápidamente pasan. No se me olvida un bebé muy chico de 5 ó 6 meses que su madre tenía en brazos. Estaba muy cerca de mí, justo enfrente, como a un metro, y yo bailando con la música de Domenico Scarlatti y ella me miraba muy fijamente, sin apartar la mirada. Fue como un viaje raro, como si me perdiera en esa mirada. Bailé de manera muy intuitiva, como bajo hipnosis, porque tenía la impresión de que en el momento que pensara, los bebés desconectarían. También me gustó mucho el ambiente sonoro que los padres y los niños generaban, ¡casi hacían más ruido que yo! Pensé: “Pues venga, tú sigue a lo tuyo” (risas).

 

¿Dejaste margen para improvisar o lo llevabas de los ensayos todo muy medido?

La verdad es que hice el guión que había preparado. Normalmente me dicen mucho eso de que parece que improviso, pero no es así realmente. Lo que pasa es que el clima por el sitio y las personas te hacen bailar de una manera u otra. Sabía que en este caso también iba a pasar y así fue.

 

Aparte de los diferentes calzados, ¿jugaste con otros elementos?

Quería usar algunas cosas muy reconocibles para ellos. Utilicé arena, un rastrillo, diademas, orejas y en un momento dado me puse un gorro de Pikachu, que es un personaje que ellos podían conocer. Eso hizo que se generara una conexión y que, a partir de ahí, incluso me quisieran ir marcando lo que hacer, uno me dijo: “¡Ponte los zapatos rosas ya!”. Y le dije: “Ahora, ahora”. Casi se convirtió en una batalla entre ellos y yo (risas).

 

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Foto: MarcosGpunto.

 

¿Tras terminar tu actuación se animaron a subir al escenario y participar?

Sí, no había puesto nada peligroso, había puesto unos micros especiales en alguna zona para aumentar el sonido y allí zapateaban a ver quién lo hacía sonar más fuerte. Una cosa muy bonita era que se ponían mis botas de bailar e iban andando y bailando con ellas. Eso con meses y con los padres ayudándoles para que no se cayeran. Fue algo que me gustó mucho.

 

Estando en el momento profesional tan maravilloso en el que estás, con tanto trabajo, cuándo recibes la propuesta de Espacio Abierto, ¿qué te hizo lanzarte?

Cuando me lo propusieron me vino una imagen a la cabeza que me venía rondando hace años, la de siete u ocho sillas pequeñas con diferentes tipos de calzado encima: botas de agua, calzado japonés, botas de fútbol, aletas, etc. Esa idea de que los bebés se encontraran eso en el escenario y que me vieran pasando de un calzado a otro me pareció muy buena. Al verlo tan claro acepté enseguida.

 

Aun así, era un reto muy serio.

Hay una sensación general de que hacer cosas para los más pequeños es algo menor, que lo haces cuando no tienes trabajo en producciones para adultos o algo así. Como si fuera una categoría inferior. Sin embargo, desde el principio tenía claro que yo no iba a bailar de una manera diferente porque fuera un público tan pequeño. Yo no iba a dejar de ser yo sobre el escenario. Es más, en una situación así, esos bebés se convierten en tus maestros y te hacen estar más concentrado y ser más exigente con lo que haces. Es como cuando yo era más chico y bailaba a los maestros, te pone el cuerpo y la mente en guardia. Te digo que hago la pieza para un público de adultos y nadie diría que es un espectáculo infantil. Es más, los padres que vinieron estaban igual de sorprendidos y metidos en la pieza que los bebés.

 

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Foto: MarcosGpunto.

 

¿Es importante para tener público de danza en el futuro que desde pequeños puedan ver espectáculos de este tipo?

Aunque no sea muy adecuado porque molestan o lloran de vez en cuando, es muy importante que por parte de todos hagamos un esfuerzo para que acudan a ver espectáculos. Tener más paciencia. Porque te puedo decir, yo que he vivido desde pequeño en el mundo del flamenco, que eso de que no llevo a los niños porque se aburren, en obras que se canta y se baila no es cierto. Si yo me dedico a esto es porque de niño veía muchas cosas que, supuestamente, no eran para pequeños. Son miedos y prejuicios más de los padres que de los niños.

 

Un consejo para Dácil González, que es la próxima bailarina que va a estar en el ciclo en Espacio Abierto el 6 y 7 de mayo.

Que sea ella misma, sin miedo. Y, sobre todo, que sea original. Los bebés ya ven muchas cosas por todas partes y no son como los adultos, que si vemos algo repetido, por educación, nos callamos. Ellos, como hayan visto cosas parecidas, pues miran para otro lado y listo.

 

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Foto: Rubén Grimón. Imagen de Dácil González.

 

Después de la experiencia en Espacio Abierto volviste con tus espectáculos habituales en abril a la programación en Madrid de 21 Distritos. ¿Uno cambia el chip rápidamente?

Después de bailar para los bebés te puedo decir que hacerlo para el público de los distritos ha sido mucho más simple, los tenía controlados (risas). Eso también lo añado a la pregunta anterior: cuando hayas bailado en el ciclo Bailas, baby?, vas a bailar mucho mejor para otros públicos.

 

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