Raquel Alarcón: "En esta obra hablamos de cuando la vida se manifiesta con toda su potencia"
Todo lo que veo me sobrevivirá es la última parte del Tríptico de la Vida, un ambicioso proyecto con el que Cuarta Pared celebra su 40º aniversario.
Esta tercera propuesta es un texto de autoras y autores de la dramaturgia contemporánea: Lucía Carballal, Esther García Llovet, Roberto Martín, Pablo Remón y Mélanie Werder, en íntima relación con la visión dramatúrgica de la directora, Raquel Alarcón, quien nos habla de cómo se ha gestado esta propuesta.
Pues ya van dos de tres. Justo acabo de llegar a casa tras ver la segunda parte del Tríptico de la Vida en una noche lluviosa madrileña. Adoro la lluvia, y el agua es la causante de la vida. Pero también relaciono la lluvia y el mal tiempo con la muerte. Creo que uno debería morirse(me) en un día gris y lluvioso de noviembre. Así que las condiciones climáticas le iban perfectas a Murmullo, esta segunda parte del Tríptico. Una obra de Aitana Sar que se inicia con una muerte y que nos habla sobre cómo se sobrevive a la desaparición de alguien querido, cómo se gestiona ese dolor que no se entiende y cómo cambia tu vida a partir de ese momento, en quién te vas a convertir… Y todo lo hace con una propuesta valiente (por arriesgada), hermosa (por poética), y sincera (porque habla desde su propia experiencia vital).
Y ya nos metemos de lleno en esta tercera parte del cuadro sobre la vida que en Cuarta Pared nos están invitando a mirar. Todo lo que veo me sobrevivirá se llama este panel, una obra dirigida por Raquel Alarcón que es una antología escénica sobre la vida compuesta de cinco relatos contados desde miradas y etapas vitales distintas.
¿Qué significa Cuarta Pared para ti?
Es como mi casa. Yo empecé a estudiar teatro aquí, pero por placer, sin tener muy claro si me quería dedicar a ello, pero me enganchó absolutamente. Y al final me he formado aquí como actriz, he trabajado aquí como profesora y lo sigo haciendo. Cuando he vivido fuera y volvía a Madrid, sentía que volviendo a Cuarta volvía a casa, así de simple. Es el lugar donde me he formado y donde he aprendido, además de que hay un equipo humano que te sostiene también a lo largo del tiempo.
¿Y qué es eso que has aprendido aquí?
Siento que es un espacio que te acoge siempre. Te da las herramientas necesarias para enfrentarte al mundo, te abre todas las puertas, te permite salir al exterior, pero también te permite volver y reencontrarte, que no es fácil eso en espacios teatrales hoy día, donde la permanencia o la continuidad prácticamente es inviable o no existe. También creo que es un espacio donde se te ve, con todo lo que eso significa. Es decir, la persona o la creadora, como como ser humano que trabaja con material humano, está en primer término y eso para mí tiene mucho valor. Por encima de las capacidades o los talentos o los éxitos o los resultados, está la persona. Es algo muy importante entender el teatro desde ahí, desde el valor humano. Y otro cimiento fundamental que asientan aquí es entender el teatro como comunidad, como colectivo, como trabajo en equipo.
¿Cómo te hace sentir el hecho de que Javier G. Yagüe te proponga formar parte de el Tríptico de la Vida?
Me siento con mucha responsabilidad, porque lo considero un acto de generosidad muy grande por parte de Javier y de Cuarta Pared, porque no deja de ser un momento crucial en la historia de este espacio, donde se decide dar voz o visibilidad a creadoras que han pasado por aquí, que se han formado por aquí y que quizá tengan algo que contar. Y además, en mi caso, se suma la respuesta a un deseo que me parecía inalcanzable, que era poder llevar a buen término un nuevo proceso creativo, para el cual se necesita tiempo y normalmente las lógicas de producción y creación en este país eso no es posible, porque tienes un tiempo muy acotado y no tienes espacio de búsqueda. Y cuando me llegó la invitación por parte de Javier, no solamente la propuesta era esa, la de darte tiempo para llevarlo a cabo, sino que nos iban a acompañar en todo el proceso. Así que es un lujo poder formar parte de esto.
¿Cuál es la premisa que te da Javier para este Tríptico de la Vida?
Yo lo que recibí fue la propuesta de trabajar a partir de un mismo tema que era la vida. Pero más allá de lo anecdótico del tema, lo importante es que Javier nos explicó por qué había llegado a la conclusión de que ese era el tema del que hablar. Y esa charla, en la que él expuso su pulsión vital en estos momentos, en lo que él veía cuando miraba a su entorno y por qué tomaba esta decisión de hablar sobre la vida me hizo a mí ubicarme en cómo abordarlo. Esa primera conversación me marcó mucho para centrarme en lo que yo quería hablar dentro de algo tan grande como es hablar de la propia vida.
¿Y de qué has querido hablar?
La obra habla de personas que están en ciertas etapas de la vida. Son cinco historias en las que nos detenemos en un momento concreto y específico, como si pudiéramos mirar a través de una mirilla, sobre cómo viven esas personas situaciones muy cotidianas que se nos pueden presentar a todos a lo largo de la vida. Cinco historias con cinco personajes en distintas edades que se enfrentan a situaciones donde tienen que tomar decisiones vitales y lo anecdótico y lo aparentemente insignificante interviene en esos momentos. Ponemos el foco en qué pasa en esos momentos cuando la vida se manifiesta en toda su potencialidad. Nos ponemos delante de un espejo para observar lo que sucede o el camino que va a tomar tu existencia según decidan ir hacia un lado u otro. Analizamos lo que pasa en esos momentos, cómo tomamos esas decisiones y cómo nos enfrentamos a eso. De alguna manera la pregunta latente en la obra es: ¿Se puede contar una vida a lo largo de muchas vidas? ¿Cómo se aprende a vivir? Que son preguntas que no tienen respuestas, pero que han ido latiendo durante todo el proceso.
En las tres propuestas que forman parte del Tríptico de la Vida os habéis hecho acompañar por alguien para llevar a cabo la obra. ¿Por qué has elegido a estxs compañerxs de viaje?
En mi caso, he elegido trabajar con estos autores y autoras (Lucía Carballal, Esther García Llovet, Roberto Martín Maiztegui, Pablo Remón y Melanie Werder) porque tenía la necesidad y el deseo de trabajar con ellos, porque me siento muy en confianza con ellos, porque con todos he trabajado previamente, bien en el contexto de Cuarta Pared, haciendo ETC, el proyecto de investigación dramatúrgica que han desarrollado aquí, o porque nos hemos acompañado fuera en otros proyectos, o sea, que ya había una relación previa, excepto con una de las autoras, Esther García Llovet, que con la que nunca había trabajado y que realmente está empezando a escribir teatro ahora porque ella es novelista, pero me entusiasma su escritura y tenía muchas ganas de invitarla a explorar el mundo de lo teatral a través de este proyecto.
Y, por otro lado, porque tengo una tendencia natural a tirar a equipos grandes de trabajo, me gusta que haya mucha gente trabajando, lo cual tiene una parte complicada y luego una parte muy rica. Lidiar con muchas voces juntas escribiendo es una parte compleja a la hora de encontrar claridad y llegar a un lugar juntos, pero también tiene una riqueza, que es que se ve la vida desde muchos puntos de vista distintos, lo cual era fantástico para encarar este proyecto. O sea, si la propuesta era hablar de distintos personajes en distintos momentos de la vida, y que si íbamos a detenernos en que una situación aparentemente anecdótica se pudiera transformar en algo sustancial, el hecho de que hubiera muchas miradas sobre sobre ello me parecía muy interesante. Y, además, con la seguridad de tener un equipo tan fuerte y de tanta confianza a mi alrededor, yo me he atrevido a escribir algo también por primera vez, algo pequeñito que forma parte de la pieza y que para mí tenía que ver con un deseo íntimo de que, a través de este proyecto, yo pudiera también ponerme en una situación de riesgo y asumir algo que que era nuevo para mí y creo que en este contexto era el lugar ideal para ello.
¿Tú tenías ya esbozada la estructura de la obra en la cabeza y les dijiste por dónde tenían que trabajar ellos?
Con la ayuda de Melanie, una de las autoras, lo que hicimos fue concretar la idea de la dramaturgia, que era abrir el abanico a 5 personajes en distintas edades, y consensuar unas pautas comunes por las que ellos podían atravesar para escribir las historias, y luego cada autor eso se lo llevó a su propio lugar.
¿Cómo es la puesta en escena en la que estás trabajando?
Hay ideas que han estado en la dramaturgia textual que están alimentando también la dramaturgia escénica. Berta Navas es la diseñadora. Estamos trabajando sobre la idea de un almacén de teatro. Estamos partiendo de esta idea de un espacio donde hay elementos, objetos que pertenecen o que han pertenecido a otras obras, porque ahí había una idea de que todo lo que estamos viendo ha tenido una vida antes, ha formado parte de algo antes. Entonces, empezamos a trabajar sobre la idea de construir el espacio con elementos que ya hubieran formado parte de escenografías y proyectos de esta casa, de Cuarta Pared. Será un espacio en el que se ven trocitos de escenografías, trocitos de vidas por ahí, y a la vez será un espacio muy abstracto, porque cada una de las cinco historias, más el prólogo y el epílogo, suceden en lugares donde no va a haber una construcción realista del espacio, sino que a lo mejor con un solo elemento repetido o multiplicado se construye el espacio donde se va a desarrollar una historia muy cotidiana o muy concreta o muy específica, una situación muy reconocible en un espacio quizá poco reconocible, porque ahí entra un poco en juego el espacio de los recuerdos, porque estamos contando cinco fragmentos de vidas. Para mí tiene mucho valor la idea de la fragmentación, esa cosa de coger una cosita pequeña aparentemente y hacerla más grande, o multiplicarla o amplificarla. Vimos que ese juego con el ‘espacio abstracto’, nos iba a ayudar, aunque la concreción del texto fuera por otro lado, a que ahí hubiera diálogo.
Veo un nexo común entre las tres obras que forman parte de este Tríptico de la Vida que es el otro, la otredad en esta época de individualismo.
Creo que es algo de lo que adolece la sociedad hoy en día muy claramente. Estamos en un periodo de muchísimo individualismo y aislamiento, de no mirar y de no relacionarte. Hay sociedades en las que ya se aprecian problemas de salud muy grandes que tienen que ver con cómo nos relacionamos los unos con los otros. Entonces, claro, al plantearte qué contar de la vida o dónde poner el foco de atención sueles ir a los lugares que generan conflicto, o dónde está la esencia o la clave, y ahora mismo creo que hay algo que tiene que ver con el encuentro, con el otro y con el aislamiento y el individualismo, que está ahí.
Revista GODOT es una revista independiente especializada en información sobre artes escénicas de Madrid, gratuita y que se distribuye en espacios escénicos, además de otros puntos de interés turístico y de ocio de la capital.