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Esos días que definen vidas

“El nivel de exposición personal en este texto es muy bestia”

Cristina Rojas escribe, dirige y protagoniza Algunos días, una coproducción de su compañía tenemos gato con el Centro Dramático Nacional (el texto fue escrito dentro del programa de Residencias Dramáticas del CDN 2020-2021). Una propuesta que nos propone entrar en un divertido juego teatral que tiene como protagonista a una actriz que recibe el encargo de escribir y dirigir una obra para el CDN y se le ocurre la idea de hablar sobre esos días que te cambian la vida. Aviso para navegantes: “Cualquier parecido con la realidad es pura ficción”. La obra, que cuenta en el reparto con Ana Barcia, Pablo Chaves, Manuel Egozkue, Raquel Mirón, María Mota, Homero Rodríguez y la propia Rojas, estará en el Teatro María Guerrero del 21 de abril al 28 de mayo.

Fotos de ensayo de la obra: Bárbara Sanchez Palomero

 

Desde tus anteriores Felicidad y La perra hasta este Algunos días, ¿cuál dirías que ha sido tu evolución más patente?

Creo, sinceramente, que he evolucionado muchísimo en la gestión de un proyecto. Ya simplemente contar con un elenco más grande y un equipo en general con muchas más personas, te permite tener una experiencia diferente. Eso también conlleva una responsabilidad mayor, el proyecto no es sólo de nuestra compañía tenemos gato, si no que es una coproducción con el Centro Dramático Nacional, con todo lo que ello implica. A nivel de dirección, para mi sorpresa, no he cambiado tanto mi manera de hacer las cosas, he mantenido esa idea de que el texto que escribo no debe ser corsé apretado sino un bañador de lycra que se tiene que ajustar sobre el escenario. Por eso, antes de meternos de lleno en la sala de ensayos me permití llevar a cabo una semana improvisando con los actores para vernos ya en la piel del texto y descartar algunos pasajes de la historia, ver lo que faltaba y hacer las modificaciones antes de entrar a ensayar oficialmente. Esto nace de que yo siempre me sentiré una actriz que escribe, me digan lo que me digan. Directora, poco a poco lo voy asumiendo, pero dramaturga no soy. Lo hago porque quiero actuar y dirigir, nunca escribiría para otra persona porque son historias que no están terminadas y completas de por sí y, además, me cuesta tanto que no invertiría un año en escribir algo para que otro lo lleve a escena.

 

Lo del síndrome de la impostora, en cuanto a la dirección, sí que ya lo tienes superado entonces…

Sí, vengo de dirigir Dani y Roberta, por ejemplo, que no era un texto ni una producción mía. Además, es algo que cada vez me gusta más y me siento muy cómoda.

 

Aún siendo ficción como es, en esta obra te has expuesto muchísimo. Siempre escribes desde tus experiencias, pero esto es otro nivel.

El nivel de exposición personal aquí ha sido muy bestia. He tenido muchas dudas sobre esto durante el proceso y todavía las tengo. Hay escenas que ensayamos que me revuelven mucho, es que hay tanto de mí en ellas como aspectos inventados. Me da miedo tanto a nivel personal como profesional, porque habrá gente que con la que no conecte o piense que es una propuesta egocéntrica, para gustos… Pero en el momento que me aceptaron en el programa de Residencias Dramáticas del CDN y veía como uno de mis sueños se cumplía, me dije: “Si vas a hacerlo, hay que ir a por todas”. También tiene que ver con que soy una persona optimista y prefiero lanzarme de lleno y si me doy el batacanazo pues no será por no intentarlo con todas mis fuerzas.

 

Homero Rodríguez, tu marido, interpreta una versión de sí mismo. ¿Cómo reaccionó al leer el texto?

Hemos escrito y actuado juntos mucho. Va en la línea de lo que hacemos, pero él no comparte tanto lo de exponernos tanto a la hora de crear las historias. Es curioso porque a su personaje tampoco le gusta este hecho en la obra y lo dice claramente.

 

GODOT-Algunos-dias-05De las producciones que habéis hecho desde tenemos gato siempre se ha destacado la verdad que conseguís poner sobre el escenario. ¿Sería posible si no escribierais desde un lugar tan íntimo?

Sí, claro que se podría conseguir igualmente. Hay muchas obras que lo consiguen y no nacen del mismo sitio. Tiene que ver más con la puesta en escena y en cómo se dirija a los actores y actrices. En mi caso, el objetivo siempre es que el público asista a esa verdad en cada función y también ser consciente de que siempre estamos jugando, por eso me gusta que vean los engranajes del hecho teatral y demostrar que encima de un escenario cualquier cosa es posible: que un actor se pone una cofia ante tus ojos y es una monja o que te dan un bolso y ya eres otro personaje. Es mostrar una doble verdad.

 

O darle una vuelta más, como en Algunos días, y despojar la escena y al intérprete de todo para que parezca que no hay actuación y es la persona y no el personaje.

Exactamente, aquí es que ya nos hemos pasado de vueltas (risas). Me gustan mucho este tipo de situaciones tipo Synecdoche, New York, Adaptation o Cómo ser John Malkovich. Yo no he inventado nada, es un juego que se ve en Seis personajes en busca de un autor y en muchas otras obras. Lo que pasa también es que me encanta lanzarme a la locura y divertirme… ahí tengo que darle las gracias a Alfredo Sanzol por la confianza que me ha dado para hacerlo.

 

La obra habla de muchas cosas, pero digamos que orbita alrededor de la idea de que algunos días son fundamentales en una vida, para cambiarla, darle forma o porque son una luz o una oscuridad a la que vuelves casi sin quererlo. No todo el mundo es capaz de recordar con claridad esos momentos precisos.

Lo sé, me lo han comentado mucho durante el proceso. A mí no me pasa, yo los recuerdo nítidamente. Deber ser que soy una ñoña romántica empedernida. Cuando me puse a escribir tenía muy claros mis momentos que servirían de inspiración para los de la protagonista. Luego a partir de ahí saqué otros completamente inventados que encajaban con lo que quería contar.

 

Es una historia sobre una mujer que debe hacer frente a sus miedos, sus inseguridades y sus responsabilidades profesionales y familiares. Es un personaje con el que muchas mujeres van a conectar fácilmente.

Eso espero. Son conflictos muy reales del día a día de miles de nosotras como trabajadoras, madres y parejas de alguien. También está presente lo de tener que luchar más por lo que queremos.

 

Lo que ya aporta cuestiones más particulares es que ella se dedica al teatro.

Es que es una profesión muy complicada, muy inestable, en la que recibes un no como respuesta miles de veces, en la que constantemente te ponen a prueba… y una cosa que pasa mucho, que las familias y allegados no lo ven como una profesión de verdad o simplemente no está bien vista.

 

Vamos a ir viendo a distintos personajes aparecer en escena: la expareja, las versiones de jóvenes de ellos, una monja, un repartidor…, pero hay uno fundamental: La Premio Nacional.

Es una auténtica bomba. Representa todo lo que ella querría ser y no se atreve, dice todo lo que ella calla. La admira profundamente y va poner su vida patas arriba. Es un personaje genial, muy libre y cómico.

 

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Y hay otro, el del padre, que te ha servido para hacer un homenaje al tuyo…

Sí, es el personaje del padre muerto. La obra también habla de esos momentos que te gustaría que ocurrieran y la protagonista cuando se plantea escribir sobre alguno de esos no tiene dudas. Ese encuentro con su padre es algo que necesita imaginar, no quiero comentar mucho más, pero es un pasaje maravilloso.

 

Estos dos personajes contribuyen mucho al tono cómico que inunda todo el montaje.

Tenía muchas ganas de que fuera una obra así. Cuando pensé en la historia veníamos de haberlo pasado tan mal que quería ‘despiporre’. Es verdad que, a priori, estamos ante un drama, pero como en la vida misma se cruza la comedia constantemente. En plan: te cuento mis miserias, mi dolor y mis miedos, pero me río de mí misma y de lo patética que soy en algunos momentos.

 

¿Apuestas, como en tus anteriores trabajos, por una puesta en escena sobria desnudando el hecho teatral?

Va por ahí. Tenía muchas ideas locas al principio, pero lo que más me interesaba, y el CDN y Elisa Sanz, que es una genia, me lo han facilitado, es que el público estuviera muy dentro de la obra, en el escenario, que se sintiera cerca de los personajes y la historia. Quiero añadir aquí que sin Raquel Mirón no podría haber hecho este montaje. Ella siempre ha sido mi ayudante de dirección y su apoyo, consejos y ayuda son imprescindibles para mí.

 

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Uno de los elementos que marcan esos momentos importantes de la historia es la playlist que has elegido. ¿Esas canciones ya estaban presentes durante la escritura?

Cuando me planto ante una escena necesito esa inspiración, es que me encanta la música, es importantísima para mí. Son canciones que me acompañan todo el proceso y suelo darme siempre bastante prisa en pedirlas para ver si puedo o no contar con ellas. Normalmente tengo bastante suerte con que no haya problema con los derechos de autor. Tú fíjate si en la escena del concierto de Enrique Morente al final no puedo coger sus temas, me da algo; o la de Led Zeppelin que utilizo en una escena en la playa y que me daba la ambientación perfecta para lo que cuento.

 

Siguiendo el juego que planteas, ¿crees que la protagonista conseguirá estrenar finalmente su obra en el CDN como vas a hacer tú?

No lo creo (risas). Creo que terminan echándola, coge a sus niños, se va a buscar a su primer novio y se retira a hacer yoga para siempre.

 

Si una alcanza su sueño, como es tu caso al estrenar en el CDN, después, ¿qué viene?

Pues perseguir otro, como lo es poder seguir actuando y trabajando en el teatro. Esta profesión es tan complicada que simplemente seguir viviendo de esto es un sueño en sí mismo. Yo me quiero morir actuando, así que queda mucho camino por cumplir todavía.

 

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