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Elegir cómo pasar a la posteridad

Marina Muñoz: “Esta obra habla sobre la huella que dejamos, sobre trascender”

Marina Muñoz es actriz, dramaturga, directora, coach, productora… prácticamente lo hace todo para seguir con su plan vital: vivir de las Artes Escénicas tras abandonar una prometedora carrera de periodista.

Ahora, junto a su compañía Magical Teatro, llega a los Teatros Luchana para presentar Faisandage, un cadáver delicioso, una obra que se ya ha podido ver con gran éxito esta temporada en la Sala Tarambana.

El texto, escrito por Ozkar Galán, dirigido por Giselle Llanio e interpretado por Zoraida Ballesteros y nuestra interlocutora,  es una historia de poder, vanidad, amor y un perturbador deseo de trascender.

 

La última vez que hablamos fue a raíz de la obra Magnolia, en una entrevista en la que me contabas que una decisión importante en tu vida fue dejar el periodismo por las Artes Escénicas. ¿Por qué tomaste esa decisión?

Yo la tomo porque no hacía más que hacer entrevistas, reportajes y críticas de lo que yo quería hacer, yo quería estar en el otro lado realmente. Yo estudio periodismo y siempre he tratado de contar las cosas de la forma más objetiva posible, pero en el fondo quería desarrollar más mi parte creativa. Un día, por casualidad, me metí en el rodaje de un cortometraje, mi picó el bicho y ya para siempre. Yo ya estaba casada por entonces, así que llegué a casa, se lo conté a mi marido y encontré el apoyo necesario como para dejarlo todo y tirar hacia delante para cumplir mi sueño. El resto de la gente a mi alrededor me decía que estaba loca, que cómo iba a renunciar a una buena nómina por actuar, porque yo trabajaba en Canal +, pero sentía que ese no era mi sitio, así que me fui.

 

¿Pero ese amor por las Artes Escénicas no había surgido de niña, entonces?

Sí, pero era más amor al baile. Yo era muy expresiva de pequeña y me encantaba bailar. También fui gimnasta deportiva y yo expresaba mucho a través del cuerpo y eso me encantaba, pero ya sabes que la familia te va guiando un poco a dedicarte a cosas que puedan labrarte un buen futuro, y tanto en el baile como en la gimnasia no lo veían, así que por eso hice periodismo. Pero al final acaba de tirar el monte y no, no he sido bailarina finalmente, aunque he seguido bailando, pero sí soy actriz, dramaturga, directora y coach.

 

¿Y dónde acudes a formarte?

Empecé en Bululú 2120 Con Saladina J, una mujer a la que adoro. Luego hice otro curso en Arte 4 y ya finalmente empecé una formación mucho más seria y más estable de más tiempo con Fernanda Mistral, una mujer que viene de toda esta línea argentina maravillosa como Corazza, como Rota, como Fernando Piernas, que es quien más se parece a Fernanda. Y luego me he ido apuntando a todos los cursos y talleres que me han parecido relevantes con grandes maestros y maestras de las Artes Escénicas como Andrés Lima, Fernanda Orazi, Natalia Menéndez…

 

¿Y cómo recuerdas esa primera oportunidad en el mundo laboral?

Pues mira, ya que has mencionado Magnolia, yo por aquel entonces estaba trabajando en la tienda de ropa de Antonio Cantos, el director de Magnolia. Yo acababa de salir de la escuela y me busqué un trabajo que me permitiera ensayar o trabajar en alguna producción. Y Antonio me dio trabajo en su tienda de 15h a 17h. Estando estando ahí hice un casting para una obra de teatro que se llamaba En compañía de hombres, con Matías Ruiz-Clavijo a la dirección. Me seleccionaron y le dije a Antonio que dejaba el trabajo, y él feliz por mí, claro. Era el año 2008.

 

¿Y a partir de ahí hubo algún otro plan B o ya era solo plan Artes Escénicas?

A partir de ahí he hecho muchas cosas. En televisión me he movido todo lo que he podido yendo a todos los castings posibles y alguna cosa hacía, pero el trabajo lo encontraba más en el teatro, porque era lo más fácil de levantar cuando no tienes muchos recursos económicos. Lo que nunca he hecho ha sido sentarme a esperar que sonara el teléfono. Ya en 2010 escribí mi primera obra, Titanias, junto a Vicky Castillo. Siempre he ido escribiendo mis propias cosas y llamaba a directoras maravillosas como Macarena Pombo para que nos dirigiera o al propio Antonio Cantos que siempre ha producido proyectos y le proponía montajes.

 

¿Siempre intentando buscar tú las cosas que necesitabas contar o también con textos de otros?

Casi siempre partiendo de las cosas que yo necesito contar. Es verdad que yo ahí tengo un compromiso muy serio con el mensaje que quiero transmitir. A veces me han llegado propuestas de textos que a mí no me parecía que aportaran nada y no me he comprometido con esos proyectos. Me importa mucho lo que se cuenta en un escenario, me importa que sean temas que gusten, que puedan emocionar y que tenga un tono adecuado por respeto al público, porque para mí es sagrada la comunión que compartimos cuando los espectadores entran por la puerta.

 

Elegir cómo pasar a la posteridad en Madrid
Zoraida Ballesteros y Marina Muñoz, protagonistas de Faisandage

Y llegamos al presente con Faisandage, un cadáver delicioso, una obra que habéis estrenado en la Sala Tarambana y que ahora llega a los Teatros Luchana.

Faisandage surge en el ambigú de Tarambana en una conversación entre las personas que iniciamos el proyecto: Mónica Bardem, Giselle Llanio, Ózkar Galán y yo. Estábamos hablando de nuestras madres, de esa huella que te dejan en la vida y el gran vacío que te queda cuando se marchan. Y Ozkar, que tiene una antena para captar todo, de esa conversación sacó una maravillosa obra de teatro que habla sobre la huella que dejamos, sobre el deseo de trascender y cómo, pero en vez del lugar desde los que recibimos la huella él ha partido desde las personas que desean dejarla. Y así surge este proyecto. Mónica se tuvo que bajar por fechas y fue una pena, pero seguimos adelante y nos iba tan bien trabajando juntas que decidimos crear compañía propia.

 

Sois Magical Teatro, una compañía que quiere conmover y utilizar el sentido del humor. Lo segundo, creo que está bastante claro con Ozkar Galán, escribiendo los textos, pero ¿como ver cómo se consigue conmover?

Se consigue con la verdad. Todo esto me viene de Antonio Cantos y de mi maestra Fernanda Mistral, que es no hacer la representación, simplemente. No es venir, te hago el teatro y ya, sino que hay que vivir un trocito de realidad. Cada proyecto que iniciamos hacemos un proceso de investigación en el que nos ponemos en la piel de la gente que lo cuenta, como por ejemplo ocurrió con nuestro anterior proyecto, Chispis Woman, en el que hablábamos del Alzheimer. Y a la hora de hacer la obra había un compromiso muy claro de ponerse en el lugar de las cuidadoras, de esas personas olvidadas, de lo que pasan y sufren también cuidando a los enfermos. Yo he llorado muchísimo con esa obra antes de hacerla,  ¿y eso qué hace? que tú subas el compromiso, que te comprometas mucho más al lanzar el mensaje, que lo vivas mucho más… y como tú te conmueves el público se conmueve. Ese es el compromiso que tenemos: vivirlo de verdad.

 

¿Qué me puedes decir de Ozkar Galán?

Yo le adoro. Oszkar es como mi mago de la chistera. Cuando yo le digo: “Ozkar quiero hablar de esto”. A los dos días ya me llama diciéndome que ha tenido una idea, me manda vídeos, porque él es muy cinéfilo, para que yo vea por dónde pueden ir las cosas… es un mago de los textos, la verdad. Tú nunca sabes qué es lo que te va a traer, pero siempre contiene lo que le has pedido, y todo a través mediante su propia fórmula, con su estilo y con su humor, aunque sean temas complejos que nos invitan a reflexionar, pero a través del humor tan característico que tiene todo es más fácil.

 

¿Y cómo llegáis a Giselle Llanio? Porque es una directora de cine muy reconocida, pero es su primera vez en teatro.

En esto me otorgó el mérito porque yo la convencí. Giselle es muy amiga de Antonio Cantos y yo la conozco porque va a haber Magnolia y después de la función estuvimos hablando y pasó esta cosa mágica de que conectas a la primera conversación con una persona, además de que le gustó mucho la obra y el trabajo de todos. A partir de ahí empezamos a hacer cosas juntas como pequeñas piezas audiovisuales y me enamoró su forma de trabajar, porque ella crea la atmósfera, te sitúa en el lugar y surgió una conexión genial en la que yo me atrevía a hacer muchas cosas de las que pensaba a nivel escénico si estaba ella detrás. Ella me ayuda en muchos sentidos, al final somos muy amigas y entonces yo le iba diciendo que con esa forma maravillosa que tenía de dirigir tenía que meterse en el teatro. Y un día me dijo que sí y se metió con miedo al principio, pero una vez que se mete en un proyecto es como una máquina arrolladora. Yo pensé que sólo iba a dirigir y se ha metido tanto que al final ha producido la obra conmigo, y toda la escenografía parte de la cabeza de Giselle. Así que ya no quiero soltar a esta mujer nunca más (risas).

 

¿Y has notado alguna diferencia a la hora de dirigirte ella, alguien que venía del cine y que no había hecho teatro?

Cuando hacemos teatro hay como una energía más potenciada, el gesto es más amplio, pero esa es la técnica que pertenece al teatro, y ella es consciente, porque aunque no haya hecho teatro sí ha visto mucho teatro, conoce el medio y es muy buena directora de actores, así que tiene una mirada muy especial que en el teatro también funciona de maravilla. Se ha adaptado en seguida, la verdad.

 

¿Y quién es La Checha?

La Checha es un regalo para mí. Yo, al principio iba a hacer de Yaiza, el otro personaje de la obra, y me encantaba también, porque son estos personajes que parecen fáciles pero que son muy difíciles, son los que mantienen la calma cuando de verdad quieres asfixiar al otro.  Y como Mónica Bardem no podía continuar con el proyecto Ozkar y Giselle ya le dieron la vuelta a todo y me dijeron que La Checha iba a ser yo. Yo al principio no quería, pero ahora estoy tan feliz… La Checha es un personaje que es pura energía, que ha tenido que hacer muchas cosas difíciles para llegar donde está. Ella sale de Cuba, es productora de cine, una mujer que consigue producir las películas más importantes de Hollywood en una época, los años 80 y 90, en los que una mujer no llega ahí sólo por talento, tiene que tener fuerzas y muchas cartas ocultas en la manga. Y no te hablo de lo obvio y lo fácil que todo el mundo piensa, hay muchas cosas con las que jugar.

 

Pero es un personaje ficticio, ¿no?

Ya, ya lo sé, es ficción, pero es que yo lo vivo (risas). Cuando yo me meto en un personaje me hago su biografía completa, reconstruyo todo su camino, investigo y le doto de verdad para comprometerme, como te contaba antes.

 

Tú ya no ves las películas de Rambo de la misma manera…

No, yo ya las veo sabiendo que La Checha estuvo ahí (risas). Para entender esto tienen que venir a ver la obra (más risas). El caso es que La Checha es una mujer que realmente tiene una herida gigante. Su carrera ya no está brillando, se siente como en El crepúsculo de los Dioses su carrera ahora mismo y ha tomado una decisión muy drástica para poder trascender de la forma en la que ella querría hacerlo.

 

¿Tú has llegado a empatizar o a comprender los motivos de La Checha?

Como actriz la comprendo, como Marina ya no tanto. Pero yo soy coach de actores y de las primeras cosas que yo enseño es a no juzgar nunca a tu personaje. Esto lo habrás oído 500 millones de veces, porque es así, y que incluso sería ideal que no pasara ni siquiera en la calle y en la vida. Sería maravilloso que no nos juzgásemos tanto. Entonces, en este micromundo en el que yo me muevo, que es el mundo del arte y del teatro, me puedo permitir no juzgar y para hacerlo de verdad, con honestidad, tengo que conocer al personaje y saber por qué ha hecho todo esto… y La Checha tiene sus razones (risas).

 

¿Y me las puedes contar?

Ella hay un momento en el que dice que se oculta tras un mar de seda y ella está mal. Ella se siente olvidada y abandonada. Yo te hablo del puro texto de la obra, solamente. Ella ha ayudado a hacer realidad los sueños de los otros y ella ahora sólo puede elegir lo suyo, que es su despedida. Ella ha intentado hacer cosas que importaran a la gente y a través de eso encontrar un buen lugar, pero ese lugar no se lo han dado. A ella le han dado lugar de productora, es decir, de producir tus sueños, de ayudarte a ti, de construir lo tuyo, pero nunca le han permitido que ella pudiera cumplir sus sueños, se siente invisible y esa herida la va matando. A pesar de formar parte de todo este mundo de lujo y de estrellas, los productores no siempre brillan tanto, y si encima ella intenta ponerse en primera línea y no le han dejado, ella tiene el rencor y está en un momento de horas muy, muy, bajas. Y en un momento de decir: “no puedo más”, decide elegir su destino matando a dos personas y lo convierte en su oportunidad para trascender.

 

Ella no es capaz de elegir el lugar que le deben dar en vida, pero sí es capaz de elegir su muerte, ¿no?

Eso es, ella decide cómo pasar a la posteridad, ese es el tema principal de la obra, pero hay más capas debajo. Está teniendo su momento de estrella, a pesar de lo que ha hecho, algo muy de Hollywood también

 

¿Dedicarse a las Artes Escénicas no va un poco también de trascender de alguna forma?

A mí no me interesa trascender como Marina Muñoz, sí que me interesa que se me vea para que me den trabajo, no seamos cínicos, quiero trabajar, quiero que mi trabajo esté en valor… Pero cuando yo trabajo no lo hago desde ahí jamás. Me importa tanto lo que quiero conseguir del otro en escena y lo que estamos contando en esta historia que yo no importo y por eso te mueves de forma más natural en el escenario porque no te estás mirando a ti, por tanto, no te puedes juzgar y no entras en estas estas trampas del ego, que son terribles. Y es algo que yo suelo ver en mis clases porque veo como los intérpretes se autojuzgan, porque piensan que ellos son lo importante y que únicamente les están mirando a ellos en escena, y yo les digo que no, porque entonces saldrías a escena, estarías callada y funcionaría, o dirías cualquier mierda y funcionaría. Pero no es así, tú sales a escena con la convicción de lo que vas a conseguir, peleas por eso con todo, tienes el mensaje súper conocido en tus manos, le prestas las emociones y ese es el hecho escénico para mí. Y claro que quiero que me vean, y quiero que mi trabajo se valore y se me pague muy bien (risas), pero el punto de partida debe ser el que te comento.

 

¿Faisandage es una obra sobre el amor?

Sí, es exactamente eso, además de ser una historia sobre el poder y la vanidad también habla de amor. Al final, cuando tú quieres trascender y quieres dejar una huella es porque quieres saber que se te ha amado. En este mundo todo va del amor o del poder. Y quien te otorga ese amor te otorga poder y saber que el otro se queda contigo en el recuerdo es importante.

 

¿Qué significa Tarambana para ti?

Para mí es casa. Yo conozco a Eva Bedmar, que es una de las fundadoras de Tarambana, de toda mi vida, pero ella era amiga de mi hermana. Yo monto una obra de teatro que a ellos les gusta y me programan, y a partir de ahí ya empieza nuestra relación. La propia Sala Tarambana me contrata para trabajar en su compañía.  Yo llevo 15 años formando parte de la compañía y cuando hacemos gira estamos en familia. Es la única compañía con la que yo me he llevado a mis hijos y a mi marido si hemos tenido que estar fuera varios días. Tarambana es mucho para mí, significa mucho, es un lugar de de exploración, de creación, de cariño. Yo admiro mucho a Nacho Bonacho, es alguien que pelea tanto por el teatro, por un teatro digno, bonito, justo, en Carabanchel, con calidad… es un personaje muy importante para el teatro de esta ciudad.

 

¿Tú crees a Tarambana se le tiene la consideración que merece?

A mí me gustaría que se le tuviera muchísima más, muchísima más. Es cierto que está la dificultad del lugar, al otro lado del río, que es la excusa que todo el mundo pone. Y a mí me hace mucha gracia porque Tarambana tiene el metro a 3 minutos andando. Y es un lugar acogedor y mágico y todo el mundo que va por primera vez sale encantado. Parece que la Cultura sólo tiene lugar en el centro de las ciudades y no, en los barrios de la periferia se hacen cosas maravillosas también.

Y nosotras vamos a ir ahora a los Teatros Luchana, que es un lugar que me encanta también y lo vamos a disfrutar mucho, pero vamos con el orgullo de haber nacido en Tarambana, en Carabanchel.

 

¿Cambian algo el hecho teatral de un sitio a otro?

No, no, qué va. Conozco el público de Los Luchana y es un público igual de afín o más a este tipo de obras. Vendrá más gente a vernos, lo cual es bonito también, pero el hecho teatral es el mismo.

 

 

Te encargas también de la producción de la obra. ¿Lo haces por deseo o por necesidad?

Te voy a decir por deseo para para ser más guay (risas). En serio, sí que hay una parte de deseo, pero hay una gran parte de necesidad porque yo necesitaba tomar algunas decisiones y me veía preparada para tomar decisiones que me apetecía tomar y las quería tomar con Giselle, porque las dos estamos muy de acuerdo en muchísimas cosas de lo que vemos del teatro, cómo lo pensamos y cómo lo queremos trasladar. Tenemos un acuerdo del cien por cien y entonces dijimos: decidimos nosotras, pues producimos nosotras. El precio a pagar por tomar todas las decisiones es la currada que nos hemos pegado en producir. Ella ha hecho toda la producción hasta el estreno conmigo y a partir de ahí la reescalada de producción ya me he encargado yo porque ella estaba con otros trabajos.

 

Eres coach, como has comentado en la conversación, y haces un taller que se llama El camino del personaje, ¿qué trabajo desarrollas en esos talleres?

Yo me he dado cuenta que hay como un lugar un poco en vacío en esta profesión, que es el trabajo de análisis de texto. Cuando los intérpretes recibimos una separata la leemos y ya nos hemos identificado y ya sabemos de qué va la escena, pero normalmente esa identificación no tiene nada que ver, es decir, yo leo un personaje que se muere, entonces me da una pena terrible porque me muero, pero si tú tienes que hacer el personaje que se muere, tú no tienes pena, la pena es del público. Entonces ese recorrido de profundizar de verdad, de hacer tuyo el texto es como, en lugar de ir como pollo sin cabeza y hacerlo sin más, es parar y tener una metodología de trabajo y poder desarrollarte de la mejor manera a través de un sistema.

Yo no quería hacer de coach porque pensaba que era dejar de lado mi actriz y dispersar mi energía, pero todo el mundo y me insistía en que diera clases, y al final me lancé y cuando lo he empezado a hacer me he dado cuenta de que no he dispersado mi energía, es al revés cada vez que yo doy un coach a un actor o actriz, mi actriz crece también, es una retroalimentación brutal, lo tengo todo fresquísimo yo hago un análisis en un tiempo récord. Y estoy súper contenta, y veo que realmente ayudo a la gente y es efectivo.

 

Cuando hablo con compañías jóvenes joven que me dice que desde la llegada de las mujeres a puestos de responsabilidad o en mayor desarrollo de mujeres en la profesión, las Artes Escénicas está cambiando. ¿Tú crees que eso es así?

Yo creo que sí, y es un tema que me encanta. Yo he tenido conversaciones así con directoras y mujeres que han llegado muy alto en la profesión y hay una conversación que tengo grabada con una mujer que me dijo que ella ya hoy se podía permitir dirigir siendo ella misma, con sus herramientas, con su forma de hablarle a la gente y con su cariño y desde ahí soy respetada. Pero que cuando ella entró en este mundo lo hacía con la metodología que tenían algunos hombres en aquel momento, ni mucho menos todos, sólo algunos. Pero había una forma de hacer las cosas a través de la imposición para que te hicieran caso que hoy se está diluyendo, porque la manera de hablar nuestra y de dirigirnos es más suave, y en el caso de muchísimos hombres lo es también, todo se ha flexibilizado mucho y creo que es todo mejor.

Yo procuro trabajar siempre en positivo, no intento poner la atención en lo que no tienes o lo que te falta, parto de las fortalezas para que cada intérprete encuentre su autenticidad y a partir de ahí limemos las debilidades, pero nunca partiendo desde ellas, porque creo que así no te saco a flote, lo que hago es llamar al bloqueo. Y todo ese trabajo en positivo y desde el amor se consigue cambiando el lenguaje, las formas, la mirada… Trabajar en un ambiente favorable es magnífico. Yo tengo mucha suerte y con los hombres y mujeres con los que trabajo estoy muy a gusto.

 

¿En qué punto está de tu carrera? ¿Qué qué balance haces hasta aquí y dónde estás dirigiendo tus pasos o dónde? ¿Cuál es ese plan que tienes trazado?

Estoy en un momento muy bonito y tengo el plan de seguir así. Yo paré para estar con mis hijos y he retomado hace 4 años, y yo he hecho la vista atrás y estoy muy contenta de lo que he conseguido en estos 4 años y quiero más. Y en eso estoy, en seguir avanzando, conociendo más gente para para proyectos futuros, y quiero seguir avanzando en mis facetas de actriz, coach y productora. La productora realmente es quien le da trabajo a la actriz y quien me permite contar lo que quiero contar. Pero me gusta mucho también que me contraten únicamente como actriz ¿eh? (risas). Es muy bonito dedicarte sólo a la interpretación. Hace poco rodé para una serie de Amazon y te recogen en la puerta, como siempre ha sido, te llevan, te maquillan, actúas y te vas… una gozada (risas).

 

¿Fue la serie de Serrines?

Sí, eso es. Una maravilla, un equipo súper guay, la gente muy agradable. Antonio Resines es un encanto, tiene un humor que me hace muchísima gracia, es muy gracioso, muy divertido. Fue una experiencia muy guay. Me llamó Natalia Ajero, que es una directora de casting magnífica, es una de estas jóvenes emprendedoras valiente y que trata a la gente con un cariño y con un respeto… pues todo eso que comentábamos antes, gente que hace falta en la profesión.

 

¿Las directoras y directoras de casting son las figuras claves en todo esto?

No, o no del todo. Uno de mis trabajos como coach y como actriz, es que a veces colaboro en procesos de casting. Voy ahí a ayudarles a que encuentren la persona que requieren y no siempre la última palabra la tienen ellxs, porque está el director, el show runner, la productora… Y además, hay una cosa importante que es que tú empastes con la gente que ya está seleccionada. Cuando se hace un equipo se tiene que tener en cuenta que todo cuadre y a veces nos derrotamos pensando en que no nos han cogido, pero a lo mejor has hecho una prueba magnífica, simplemente es que hay tantas variables que en esta ocasión no ha podido ser. Los directores de casting tienen un trabajo complicado, sobre todo cuando se piensa que son los que deciden todo, que sí que lo hacen, son parte muy importante, pero no son el 100%.
Yo admiro mucho el trabajo que hacen, que es buscar esa persona que te pide el director, la persona que la historia requiere y tienes que dar opciones… y es complicado.

 

Y para terminar, ¿cómo quieres que te recuerden?

Como una buena persona. Cada uno de nosotros modifica la vida de la gente que tiene alrededor, para bien y para mal. Y yo prefiero hacerlo para bien. Cada sonrisa tuya modifica a alguien, cada buena palabra modifica a alguien. Yo quiero que se recuerde eso de mí y procuro no dejar malas huellas. Pero no por eso me soy desleal, ¿eh? O sea, si yo tengo algo que decir porque va conmigo lo voy a hacer, y siento si no estás de acuerdo, pero siempre hay formas y formas de hacerlo.

 

¿Y en alguna imagen de esas tienes un Goya o un Max entre las manos?

Sííí, claro (risas), esa es una imagen recurrente, un gran premio a la mejor actriz, eso me gustaría.

 

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