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El arte de ser original copiando

Nao Albet y Marcel Borràs: «¿Por qué seguimos anhelando la idea de originalidad?»

En Madrid estamos de suerte. Los ‘enfants terribles’ del teatro catalán, Nao Albet y Marcel Borràs, regresan a la capital con Falsestuff. La muerte de las musas, una pieza presentado en Barcelona hace ya cinco años. 

Después de estrenar con un éxito apabullante Mammon en Teatros del Canal y Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach en el Centro Dramático Nacional, ahora regresan -del 12 de mayo al 25 de junio- a la sala grande del Teatro Valle Inclán. 

Los aún jóvenes autores, que en la I Edición de los Premios Godot se alzaron con el Premio a Mejor Dirección, vienen en esta ocasión a poner patas arriba el mundo del arte y cuestionar la originalidad de una obra maestra. Hablamos con ellos sobre la delgada línea que separa una copia, una falsificación y la inspiración. 

Foto portada: Geraldine Leloutre

¿En qué momento hicisteis ‘match’ como pareja de creadores?

Nao Albet: Teníamos 15 años más o menos, nos conocimos en un espectáculo de teatro de un director de Barcelona en el que trabajábamos como actores. Así nos conocimos y nos hicimos amigos, vimos que compartíamos gustos y nos metimos a hacer teatro juntos.

 

Si hay algo que caracteriza a vuestras producciones, es la manera que tenéis de jugar con lo cotidiano y llevarlo al extremo. ¿Cuáles son los elementos que creéis que genera esto?

Marcel Borràs: La verdad que no sé, pero creo que tiene que ver con que partimos de muchos referentes que no son del teatro, sino cosas que nos gustan de la literatura, del cine de la tele, de la música, de la cultura pop, de las noticias que estén pasando en el momento, de ideas más absurdas y locas de la realidad. Igual ese tipo de lenguaje es el que hace que la gente lo sienta más próximo y se enganche, supongo. Mezclar teatro con cosas más de la vida.

 

Títulos como Mammon o Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, por la que por cierto ganasteis a Mejor Dirección en la pasada edición de los Premios Godot, rompen con las convenciones teatrales, jugando con lo inesperado, hasta dar la sensación de estar improvisando, ¿qué mecanismos activáis para que funcione una dramaturgia así?

N. A.: No sé cómo se justifica, nos sale así. Creemos en un tipo de teatro nada convencional. Lo que hizo que nos gustara el teatro fueron las propuestas radicales de artistas contemporáneos que hace años que ya no están en esa dinámica aristotélica de una trama, unos personajes, un nudo, un desenlace, aunque luego Marcel y yo somos muy clásicos y no nos alejamos de las estructuras formales, pero aun así creo que estamos a años luz de unas propuestas quizás más clásicas. Me contradigo, pero a la vez creo que sí, es eso.

M. B.: Yo creo que nosotros tampoco pensamos en que tenemos que justificar la manera de hacer, lo hacemos y punto y si al espectador le entra genial y si no le entra pues también.

 

 

Falsestuff. La muerte de las musas, pone sobre la mesa la falta de creatividad, de inspiración, la tendencia a imitar lo ya hecho e incluso a copiar burdamente, ¿es lo mismo inspirarse que copiar?

N. A.: Bueno el término copiar es delicado. Si copias la obra entera es una cosa y luego referenciar o tomar la inspiración a partir de referentes, es otra; que creo que es lo que hace todo el mundo en mayor o menor medida. Si estamos hablando de una copia de una falsificación, es algo que me hace mucha gracia, pero por supuesto que no lo secundo ni lo apoyo. El otro día leí un artículo que decía que ahora en España han encontrado unos Velázquez que intentaban vender por no sé qué precio y eran falsificaciones. Esto me hace gracia cuando aparece en el mundo del arte, pero luego es verdad que tampoco apoyo al artista que solo falsifica. La idea de copiar no me parece mal, si copiar quiere decir, crear a partir de algo que ya existe para luego tú añadir. Yo creo que nosotros muchas veces hacemos eso.

M. B.: Claro eso es muy personal en realidad. Incluso una falsificación también tiene la huella de esa persona que ha estado horas y horas trabajando. Si te quisieras poner un poco más filosófico, incluso podrías decir que hay como una biografía detrás y que, como espectador de la falsificación, te puede emocionar más.

 

En la descripción del espectáculo apuntáis la coincidencia de ideas de algunos espectáculos estrenados últimamente para, finalmente, decir que vais a hacer lo mismo, ¿al final ser original está sobrevalorado?

N. A.: Esta obra nace de preguntarnos a nosotros mismos: ¿por qué seguimos anhelando la idea de originalidad? Quizás es un poco absurdo. Nosotros como creadores también nos encontramos muchas veces con la pared de ‘esto ya lo he visto’ o ‘esto ya se ha hecho’. Queremos reivindicar eso. ¿Por qué esto es una problemática? Si al final te emociona y lo que quiero es que te llegue y te haga pensar. Es absurdo hacer pensar que no lo hacemos, Si alguien ha dado en el clavo, qué problema hay. Si funciona por qué no vas a repetirlo, mira las modas o los hinchables en el teatro…

 

¿Desde dónde enfocáis este tema?

M. B.: En la obra hablamos un poco de la idea de que la copia tiene que ver con el receptor. En cómo lo vive la persona que ve las obras. Nos han enseñado culturalmente a que los originales son los que tienen el valor y prevalecen. Podíamos haber crecido como los clásicos, como lo hacía los griegos, que no era tan importante el hecho de hacer una obra original, sino de copiar al mejor artista del momento y poder hacer una obra igual que él. Eso es una cuestión cultural y es subcultura. Yo puedo darme cuenta de que una obra está muy inspirada en un artista e igual otro espectador no lo percibe.

 

El arte de ser original copiando en Madrid
Escena de Falsestuff. La muerte de las musas. Foto de Geraldine Leloutre.

 

Vuestro teatro destila un regusto muy cinematográfico, ¿habéis pensado alguna vez en llevar alguna de vuestras creaciones a la pantalla grande?

M. B.: Así como en Madrid nos ha pasado mucho que ha venido gente del mundo audiovisual a decirnos que hagamos algo. En Barna llevamos bastante más años y no nos había pasado. Seguramente, las obras que hemos mostrado aquí tienen más esos ingredientes, con más trama y más audio.

N.A.: Imagino que hablas de nuestra trilogía que son nuestras obras más cinematográficas, pero aunque siempre nos movemos dentro de un mundo multidisciplinar: nos gusta bailar, cantar, lo cinematográfico, y de pronto, metemos cámaras o también las tramas se parecen, o resuenan a thriller de tipo cinematográfico, pero eso es sólo en estas tres obras. Hemos escrito obras que esto no ocurre. Pero todo el mundo nos los dice Y desde este último año estamos pensando seriamente en llevarlo a la ficción audiovisual.

 

¿Qué dificultades encontráis?

N. A.: La dificultad es que, cuando haces una obra de teatro, el presupuesto es uno y para hacer un rodaje es mucho más. Las fases por las que tienes que pasar para rodar son más largas, más complejas, porque implican más dinero básicamente. Convencerles para que te den tanto dinero es tener mucha suerte.

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