Foto de portada: Jean Louis Fernandez

 

Con apenas 30 años, el escritor y activista francés Édouard Louis se ha convertido en una de las voces literarias y políticas más sobresalientes de su generación, con una prosa muy directa y apegada a la realidad, de quien se considera un «desertor de clase». Con este montaje ha dado un paso más en su relación con el teatro (muchos de sus textos han sido llevados a la escena en varios países) y directamente actúa y se interpreta a sí mismo, bajo la dirección de uno de los grandes nombres del teatro europeo, el alemán Thomas Ostermeier, que ya puso en escena otra obra suya, Historia de la violencia, estrenada en la Schaubühne de Berlín en 2018.

Qui a tué mon père (Quién mató a mi padre) es un retrato indignado en el que se mezclan la ira y la ternura y donde Édouard Louis explora las contradicciones privadas de un hombre roto. El impacto demoledor del texto se intensifica al oírlo en boca de su autor y verle bailar y compartir sus recuerdos de infancia

La crítica europea se ha rendido ante este montaje, en el que el escritor se desnuda interiormente hasta la conmoción, sin renunciar a la torpeza. A pesar del poso de denuncia social, la representación pasa también por la dulzura, que contrasta con la violencia de la historia que cuenta. De lo sensible al grito, de la intimidad del viaje interior a la llamada comunitaria, la vulnerabilidad de los oprimidos habla por boca de Édouard Louis y rompe hasta el corazón más duro. Quién mató a mi padre es una apuesta por entender las fuerzas socio-políticas que moldean y transforman la vida de individuos desestimados por la sociedad como si no importaran. Esas fuerzas percuten con corrosiva constancia no solo sobre la personalidad, distorsionándola a través de lo que se acepta o rechaza como comportamiento convencional para una clase o un género determinados, sino que también producen efectos físicos, destruyendo los cuerpos. En palabras del propio autor, «tener un determinado cuerpo en un contexto social -ser negro, mujer, transexual o trabajador- significa estar expuesto a la ruina a una edad temprana. Estoy contando la historia del cuerpo de mi padre que fue destruido tanto por el trabajo como por una determinada ideología masculina, así como por una serie de reformas políticas».

 

 

ÉDOUARD LOUIS

En enero de 2014, con 21 años, publicó Para acabar con Eddy Bellegueule, una novela autobiográfica. El libro recibió una gran atención de los medios de comunicación. La novela también alimentó el debate y controversia sobre la percepción de la clase trabajadora. El libro fue uno de los más vendidos en Francia, con más de 200.000 copias, y se ha traducido a más de 20 lenguas. Tras su publicación y repercusión, se creó en Madrid la Fundación Eddy, primer hogar de acogida en España para jóvenes del colectivo LGTBI, víctimas de violencia familiar, bullying y LGTBIfobia.

 

THOMAS OSTERMEIER

Desde 1999, Thomas Ostermeier forma parte de la dirección artística de la Schaubühne am Lehniner Platz en Berlín, donde ha promocionado el trabajo de autores contemporáneos (Sarah Kane, Marius Von Mayenburg, John Fosse, Mark Ravenhill, Caryl Churchill…); autores clásicos (Shakespeare) y autores modernos (Ibsen, O’Neill, T. Williams…). Se ha destacado particularmente por el trabajo de ‘contemporaneización’ de textos clásicos en los que se asegura que «los autores sigan siendo lo que fueron en su momento: autores contemporáneos que hablaban a su público contemporáneo acerca de los asuntos del día, y que contaban historias con las que todo el mundo podía relacionarse». Como director ha montado más de cuarenta obras en los últimos veinte años. En 2004 fue nombrado artista asociado en el Festival de Aviñón y desde 2010 ha sido presidente del Consejo Cultural Franco-Alemán. Actualmente es miembro de la Academia Alemana de las Artes Escénicas y sus producciones han recorrido todo el mundo y en 2011 se convirtió en el artista más joven en ganar el León de Oro de la Bienal de Venecia por toda su trayectoria artística.

 

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