Javier Ortiz, sabueso del teatro anglosajón, encontró esta obra de Dennis Kelly, Chicas y chicos, y se apresuró a traducirla y producirla. Para dirigirla pensó en Lucía Miranda. Para interpretarla, en Antonia Paso. Para el cartel, Paula Bonet. Para la escenografía, Anna Tusell. Lujo de mujeres. Llegan ahora al Teatro Pavón Kamikaze y Antonia Paso da vida, en el primer monólogo de su carrera, a Ella, una mujer sin nombre, divertida y audaz. Una mujer que podría ser cualquiera y que cuenta su historia como ninguna. Una mujer que se ha enfrentado a todo aquello que se enfrentan las mujeres, lo mejor y lo peor, victorias y derrotas, comedias, dramas y tragedias. Ah, el titular es la primera frase del texto…
Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
Conozco a Javier Ortiz desde los tiempos de la sala El Sol de York, de grato recuerdo. Tras tener que cerrarla por diversos motivos, venció el revés siguiendo en el teatro y en la gestión desde otro lugar. El lugar de intentar aportar valor a la sociedad a través de la cultura. Sabiendo que él estaba detrás de Chicas y chicos, me apresuré a pedir el texto para leerlo, porque él no pone el ojo en cualquier cosa. Y puedo prometer y prometo que fue una de las mejores lecturas dramáticas que me he echado a los ojos últimamente. Total, que llamé a Javi para hacerle una entrevista, para hablar de la obra y de la nueva etapa de El Sol de York, que él ha diseñado como un club de consumo cultural y un espacio de apoyo e información para gentes del teatro.
Oye Javi: apasionante Chicas y chicos, ¿eh? Vas de la primera a la última línea del tirón. Pero qué difícil hablar de ella sin destriparla, ¿no?
Para mí la función habla de género y poder. También habla de la situación de la mujer en el mundo contemporáneo. Y luego hay partes muy dirigidas a los hombres, aunque no siempre nos enteramos. Yo he tenido mucha suerte al rodearme de un equipo mayoritariamente femenino. Muchas veces me quedo dudoso ante algo y veo que ellas lo ven obvio. Creo que la obra puede generar un debate interesante y necesario, tanto desde lo femenino como desde lo masculino.
Ahora que dices lo del equipo mayoritariamente femenino… ¿es posible que esté provocando un caso flagrante de mansplaining? ¿Igual debería llamar a Lucía y a Antonia, no?
Llámalas, porque a parte de que yo no soy mucho de figurar, tiene todo el sentido escucharlas a ellas porque son las que han levantado el montaje, han estado muy metidas en harina con el texto. Su visión es mucho más rica e interesante que la mía, sin duda.
Bueno, al menos me he dado cuenta, algo vamos avanzando. Te pongo en espera, Javi. Voy a llamar a Lucía, no te vayas.
(Pausa)
¿Lucía? Hola. Oye, que quería recoger tu punto de vista sobre el montaje, cómo ha sido para ti enfrentarte a esto.
Pues cuando me lo pasó Javi, el año pasado, yo había decidido no dirigir nada al menos durante un año, pero me lo leí y me eché a llorar y me sentí tan identificada con Ella, con la protagonista… y el final me mató. Me hizo pensar en la línea tan delicada que existe entre ese mundo en el que tú vives y algo así, que siempre piensas que a ti no te va a pasar y pasas por encima de señales, y leyendo esta obra de pronto reconocía pequeños y cotidianos momentos que… bueno, no puedo decir mucho más para no estropear el viaje de los espectadores.
Uno lee estas cosas y piensas: no, jamás, estoy muy lejos de eso… pero te devuelve también un reflejo de esas pequeñas cosas que a veces pasan inadvertidas.
A mí fue eso lo que me cautivó, que ella podría ser cualquiera de mis amigas, y por lo tanto podría ser yo, y luego haciendo el montaje… madre mía lo que he hablado de esto con mi chico, porque piensas en lo fino que es, en lo cerca que puedes estar. Esa es la parte más emotiva y acojonante.
Es un monólogo que empieza con mucho ritmo, con humor, te ríes, te relajas, y sin darte cuenta te va preparando para ese final…
A mí me daba un poco de miedo, porque nunca antes había hecho un monólogo. Javi ha sido muy valiente confiando en mí. Y luego, yo no imaginaba a Antonia en el registro en el que yo imaginaba la puesta en escena, pero me ha encantado ver de lo que es capaz Antonia. Lo hemos construido de forma muy orgánica y se lo cuenta al público de una forma muy directa. Yo la había visto a ella siempre como una gran cómica y hemos construido esto de una forma muy orgánica, te lo está contando a ti, es muy poco teatral en ese sentido, y me ha encantado, ha sido muy bonito ese viaje con ella.
¿Cómo habéis abordado las escenas de los niños?
Pues ahí, como siempre, he trabajado mucho con sonido, me gustan mucho los espacios sonoros, me parece que son muy evocadores, y estoy muy acostumbrada a trabajar con eso porque como vengo de compañía pobre, ahora un poco más digna, pero pobre, tener un buen diseñador de sonido es maravilloso y hace falta menos presupuesto, y aquí llamé a Irene Maqueira, y lo hemos construido todo con ella con espacios sonoros, hemos querido evocar ese universo de los niños.
Y ese espacio lleno de arena también remite a lo infantil, a los parques de niños…
Sí, las escenas con los niños son en la arena y la arena tiene muchos significados en esta pieza, es donde juegan los niños pero también la arena te lleva a enterrar a la gente, hay algo como de isla desierta, que ella está en mitad de la nada, sola… la arena evoca muchas cosas y distintas.
Hay una frase al final de la obra que me resulta lapidaria: “no creamos la sociedad para los hombres. La creamos para pararles los pies a los hombres”.
Pues fíjate que yo tengo muchos problemas con esa frase, porque me parece que da un mensaje final donde me parece que no os hacemos partícipes. Como mujer directora de la función, siento que en vez de deciros vamos a sentarnos todos a hablar de esto y de qué pasa, siento que en ese momento os estamos tirando mierda, y yo no quiero establecer la conversación desde ahí, aunque haya muchas veces que no puedes evitarlo, pero creo que esto hay que hacerlo juntos, hay que construirlo juntos, y siento que esa última frase os hecha un poco de la ecuación. Si yo hubiera escrito este texto, como mujer nunca hubiera escrito esa frase, aunque la podría pensar, ¿eh? Pero no sé…
Voy a llamar a Antonia y que ella me dé también su visión de la historia. Gracias Lucía.
(Pausa)
¿Antonia? ¡Hola! Oye, habéis estrenado en Galicia, ¿qué tal, cómo lo recibe la gente?
Pues muy bien, la verdad. A mí me daba miedo, porque es un monólogo, todo el peso sobre mí en escena, pero el texto es tan bueno y tan contundente que la gente sale con una sensación muy distinta de la que tenía al entrar. Lo complicado, que pasa siempre, pero en esta obra más, es el principio, enganchar la atención y el interés del público. Luego hay que saber mantenerlo, que tampoco es moco de pavo.
Tu primer monólogo, ¿no? El viaje es impresionante, empieza muy arriba, muy verborreica, y cómo se va calmando como antesala d ese final brutal…
Que no me oigan los directores, pero nunca más me volverá a quejar de tener poco papel (risas). Mi primer monólogo, sí, a mí que no me gusta nada estar en camerinos esperando que me toque.
¿Qué te pasó tras la primera lectura de la función?
Me puse a llorar como una magdalena y dije: quiero hacerlo. Me impactó mucho y enseguida supe que quería intentarlo.
¿Ha surgido entre vosotras, entre Lucía y tú con el personaje, una cierta sororidad, un hermanamiento femenino? Porque lo que le pasa a esta mujer es muy heavy…
Claro. Ten en cuenta que lo que le pasa a esta mujer nos puede pasar a cualquiera de nosotras. Creo que el autor no le ha puesto nombre por eso mismo. Ella puede ser cualquiera, igual que Él puede ser cualquiera también, y esto es más importante de lo que parece. Es muy conmovedor. A mí, al menos, me ha hecho pensar en cosas y me ha hecho decirme: Antonia, esto te lo tienes que hacer mirar.
Le preguntaba a Lucía por esa frase final tan potente, ¿qué piensas tú al respecto?
Bueno, el autor no es tonto. Es una frase muy controvertida y lo que quiere es generar debate y reflexión, es una invitación a replantearnos muchas cosas, los hombres y las mujeres. Yo al principio estaba de acuerdo, luego no… hemos discutido sobre si quitarla o no, pero al final si nos pasa a nosotros, que no estamos seguros, que genera debate, tiene que estar.
Es una de esas obras que claramente debe continuar dándole el testigo al público y que se pueda seguir hablando de ella.
Esto es lo que hay, nos guste lo que se dice, nos cabree o no, busquemos la igualdad o no, lo que hay es esto, y es lo que hay que mirar, por muy hartos que podamos estar, por muy cansinos que resulten ciertos mensajes, ciertos posicionamientos… también las mujeres están hartas de que pases las cosas que pasan, en general.
Es muy complicado hablar de esta obra sin decir más de lo que hay que decir.
Es un texto feminista, por supuesto, pero no va directamente a las mujeres ni a los hombres, va para todos.
Y a uno le hace replantearse cuestiones que tienen que ver con lo masculino y a vosotras lo mismo con lo femenino, y en sociedad es ese tipo de textos que apelan al momento, a la sociedad actual, a cómo estamos haciendo convivir los géneros y cómo se imbrican en el sistema de poder….
Cómo aceptamos ciertas cosas con respecto al poder, cómo aceptamos, porque muchas veces lo aceptamos sin estar de acuerdo. Uno llega a casa y dice: efectivamente, yo he hecho lo mismo que esta señora en algún momento; depende de uno mismo, que quiera pensar en lo que está viendo y en las actitudes que reconoce como propias, o que se dé la vuelta y diga a mí no me ha llegado, que ya es una forma de decir no estoy dispuesto a escucharlo.
Si tienes un mínimo de sensibilidad, este texto te tiene que llegar, te puede destrozar, como me pasó a mí, pero te puede dar de otra manera.
A mitad de función dice algo así como que los seres humanos somos geniales y hemos creado esa cosa milagrosa que llamamos sociedad para no despedazarnos los unos a los otros, y que sí, que somos geniales, pero también somos brutales… es algo del ser humano, con los animales no pasa, eso es así.
Muchas gracias Antonia. Vuelvo con Javi, que tenemos pendiente hablar de algunas cosas, que el río teatral madrileño baja revuelto. ¡Hasta pronto y mucha mierda!
(Pausa)
¿Javi, sigues ahí? Hola. Oye, cuéntame algo del autor, de Dennis Kelly.
¿Conoces una serie que se llama Utopía?
Me suena, pero no la he visto.
Pues es el guionista. También es el que ha hecho la versión de Matilda, la adaptación del musical. Y luego tiene un texto que se llama ADN que es el texto para jóvenes más representado ahora mismo en Inglaterra, es una barbaridad, espectacular.
Bueno, y tú, ¿en qué andas? Porque ha rebrotado El Sol de York, no como sala, pero… ¿cómo?
El Sol de York fue mucho más que una sala, era y es una manera de entender la cultura. Y cuando nos metimos en la sala, la sala se lo comió todo, nuestra vida, nuestra capacidad de gestión, todo. Mientras no me caiga nada, mientras no me caiga un espacio, que me encantaría, lo que queremos es hacer todo aquello que hubiéramos querido hacer alrededor de la sala, pero sin un espacio. En nuestra página web se puede ver un poco en qué consiste todo esto: tengo una parte de recursos para gestores y artistas, con convocatorias; recomiendo obras que están en cartel, a parte de publicitar lo nuestro, claro; haremos cursos de formación con maestros internacionales de una manera particular, porque tenemos microcréditos, y mi ilusión sería generar una especie de club de consumo cultural, llevarnos a gente que les gusta lo que hacemos, decirles: ¿te vienes con nosotros a ver esto que a nosotros nos gusta? ¿Sí? Pues vente. Empezar a hacer un club de consumo cultural que no se limite siquiera solo al teatro: música, exposiciones, etc. Ese es el proyecto de El sol de York, a parte de las producciones. Estamos empezando a diseñar las primeras actividades.
¿Y para cada actividad vais a ir buscando los espacios?
También para dar a conocer espacios que la gente no conoce. Yo sigo pensando por ejemplo que el Museo Lázaro Galdeano es uno de los museos más impresionantes de Madrid y es muy desconocido, o el Museo de la Imprenta, o el de la Ilustración al lado de Conde Duque… son espacios estupendos. Todo esto ya lo pensamos cuando teníamos la sala, pero no nos dio tiempo. Y que cuando sufres un revés, necesitas un tiempo para volverte a levantar. Y los reveses son constantes.
¿Sientes algo de lo que está pasando a nivel política cultural madrileña como un revés?
En realidad seguimos igual que siempre, nos preocupan solo los nombres, quién está, quién no está, si es mi amigo, si no lo es, por qué… Lo que ha pasado en Canal es triste, pero a Natalia (Álvarez-Simó) la pusieron a dedo, igual que pusieron a dedo a Álex Rigola, y nadie dijo ni mú… entonces por qué te extrañas. Si el método vale para estas personas, vale para todos. Y lo mismo les va a pasar a Natalia Menéndez y a Luis Luque en el Teatro Español, están adscritos a un nombre, ni siquiera a un grupo político, al nombre concreto de quien les ha elegido. Me parece que el sector necesita una reflexión que no hace entretenido en cosas de muy poco calado. Lo que ha pasado con el Festival de Mérida es muy grave y aquí no pasa nada, no se mueve nadie, y debería hacernos reflexionar. Sale Natalia Menéndez y dice que es contraria a los concursos, y tal y como lo plantea tiene toda la razón del mundo. Yo creo que los concursos te obligan a hacer un proyecto y presentarlo en público, pero si el proyecto se publica más allá del plazo de reclamación, pues no sirve de nada. Si hacemos un concurso para la Compañía Nacional de Teatro Clásico y tenemos a un tío que lo primero que dice es que no tiene ninguna experiencia en el teatro clásico, pues es mejor no hacer un concurso, claro. Y de lo demás, pues la declaración del tipo de Vox en el pleno del Ayuntamiento es terrible, viene a decir que las asociaciones del sector a él le parecen agrupaciones sectarias llenas de ideologías bastardas, no lo dice así literal, pero casi. Dices, joder, estamos intentando asociarnos, sobre todo la gente de la cultura, que oye, nos llaman y vamos, estamos currando para mejorar las cosas, te llaman para asesorar y vas y tratas de aportar valor, no de aportar ideología… y este señor te suelta esto. Es alucinante.
Y no pasa nada…
Ese es el problema, la cultura está tan ideologizada que es muy difícil salir de ahí, y luego a la gente le importa tan poco lo que pase en la cultura… El sistema está montado para no saber lo que te pierdes, porque el público no sabe qué ha dejado de ver para que se programe eso que ha visto, intervenido hasta las trancas, todo hecho para la rentabilidad política, no cultural. Hay que cambiar tantas cosas… y nosotros mismos como sector hemos entrado en esta trampa: me interesa la subvención, me interesa acercarme aquí o allí, y no se genera pensamiento, y cuando se genera, la gente no se puede dar el lujo de permitírselo económicamente.
O los peajes que pagas por intentar generar pensamiento…
Yo cuando publiqué lo del Lara en mi blog, la gente me felicitaba: qué bien, por fin alguien dice lo que pensamos todos. Pero yo no escribo para que me den palmaditas en la espalda, lo digo para que hagamos algo. Probablemente ese artículo dificulte mi entrada con cualquier espectáculo en el Teatro Lara, porque al director de ese teatro le tiene que sentar mal, y no pago un precio tan alto para que me deis unas palmaditas en la espalda… pero el sector está a otra cosa.
Está en la supervivencia, nadando en la precariedad, y es una especie de pescadilla que se muerde la cola, no hay manera…
Pero también hay gestores como tú, porque te considero un gestor, desde otro sitio, tienes una idea y un ideario, o Fernando Sánchez Cabezudo y el mismo Alfredo Sanzol, que no sabemos lo que va a hacer al frente del Centro Dramático Nacional, pero hay cierta esperanza porque hay gente que hace las cosas muy bien.
Claro, yo con Fernando y Alfredo tengo muchas esperanzas, pero al mismo tiempo la cautela de decir: están en una institución donde no pueden tener el control absoluto sobre lo que sucede.
Sí, pero el ministro de Cultura, Guirao, ha puesto los puntos sobre las íes, otra cosa es que le dejen.
Pero es el ministro, joder, es una figura que está demasiado arriba en la jerarquía como para que él sí pueda tener las manos más o menos libres, ¿o no está claro del todo?
Esta etapa de desgobierno que ha sido eterna, entre la crisis y el desgobierno, lo que había montado de tejido cultural se ha ido al garete, porque a nosotros con el Instituto de la Mujer nos ha pasado eso, te dicen: no nos vamos a implicar en una cosa porque no sabemos si luego vamos a poder cumplir con el compromiso, porque tenemos las manos atadas. Y el proyecto de Chicas y chicos les gustó mucho, y es un proyecto que viene muy bien avalado, pero ni por esas, no se atreven a hacer nada porque nadie saben si van a seguir ahí, si les van a parar el proyecto.
Todo confluye en que tú y tu equipo decidís seguir, contar esto, y los agentes culturales sois, somos, un hilo de esperanza.
Ya, bueno, sí, pero luego la gente quiere ir a ver a Leo Harlem.
Pero si no hiciéramos lo que hacemos, sería rendirnos: riesgo, generación de pensamiento, movimiento socio-cultural… o entregarnos al mercado.
Sí, pero en Londres este texto lo está haciendo Carey Mulligan, que habrá dejado cosas más gordas para hacer esto, y lo está petando.
¿Entonces qué pasa ahí, porque Inglaterra es neoliberalismo, no se les conoce precisamente por ser el estado más socialista de Europa? O es un espejismo, pensamos que cultural y teatralmente UK es la hostia y luego no es para tanto…
Nosotros no somos ni los ingleses ni los franceses, estamos muy lejos de los dos modelos, no tenemos ni el modelo francés sustentado en el proteccionismo del Estado, ni tenemos el modelo inglés que es mixto, 33-33-33, estamos muy lejos de cualquiera de los dos, pero lo que sucede en UK y en Francia es que la cultura es percibida como un bien por la sociedad y en España no. En España es o un entretenimiento o una excusa para generar movimientos turísticos que me permitan hacer caja. Mira el Puy du Fou ese que han montado en Toledo, esto es como un parque temático que ya sabemos que no paga bien a sus trabajadores, y a la gente le da igual. ¿Para qué esto? Para que la gente vaya más a Toledo, como si Toledo necesitara más cosas para que la gente vaya y no se bastara por sí misma con su monumentalidad. Y Mérida igual, nadie se va a meter con Jesús Cimarro porque genera movimientos de masas para ver a las caras conocidas en Mérida, y ese es el modelo, es un modelo de gestión que no está basado en la cultura, pero es un modelo. Somos entretenimiento y un instrumento para el turismo, nada más, nadie valora la cultura como lo que es.
Las consejerías y las concejalías son todas ya de cultura y turismo, claramente.
Sí, o Manuela Carmena cuando dijo Cultura me la quedo yo, y eso no puede ser, necesitamos a alguien que se pueda dedicar a esto, no la alcaldesa. Lo importante es poder hacer un diagnóstico por duro que sea para saber dónde estamos y generar un cambio. Lo mismo que nos pasa con esta función, que para mí, como productor, ha sido un viaje, cada vez que me junto con este grupo de mujeres, me han hecho darme cuenta de cosas, de mogollón de micromachismos, de apriorismos, de todo esto del mansplaining, y dices: pues sí, es verdad, no me había dado cuenta pero esto está en mí, y para mí ha sido un viaje estupendo. Ahora nos queda saber si en lo económico lo es, pero por lo demás es un proyecto tremendo, solo el texto ya es una barbaridad, ya lo has visto.
Y lo veré en escena, ¡que muero de ganas! Gracias Javi, amigo. Un placer, como siempre.