¿Dónde estabais el 7 de enero de 2015?
Quique Bazo: ¡Oh!, esa sí que es buena. Pues el 7 de enero de 2015, mi hermano Yeray y yo estábamos muy agobiados, intentando entregar un texto que estábamos escribiendo para Cuarta Pared con Javier Yagüe y Juanma Romero Gárriz, la primera parte de la Trilogía Negra, pero cuando pasó el atentado nos llamó tanto la atención, ya no solo lo terrible de lo que estaba ocurriendo, sino cómo la gente lo estaba siguiendo y comentando en redes sociales. Entonces, en vez de ponernos a escribir lo que Yagüe nos había pedido, empezamos a coger y a copiar todo lo que iba apareciendo en redes, Twitter, Facebook, en foros, en páginas de noticias y lo íbamos guardando todo. Durante esos tres días eso fue lo único que hicimos, ir recopilando ese material. Y cuando pasaron esos 3 días nos sentamos mi hermano y yo y dijimos, ¿y ahora qué hacemos con esto? Y entonces se nos ocurre intentar hacer una obra que es lo que estrenamos en 2016 y de la que ahora llega una nueva versión.
Álex Clemente: Yo estaba en el instituto estudiando Segundo de la ESO y recuerdo ver esas noticias y darme cuenta de la brutalidad que esto suponía. Además, por ese entonces ya existía Twitter y sí que es verdad que se trataba mucho ahí este tema cuando sucedió.
Rodrigo Cidoncha: Yo estaba en el colegio también y sí que recuerdo que fue como un antes y un después, porque asistimos atónitos a cómo dos tíos armados entraban en la redacción de una revista y se pusieron a disparar indiscriminadamente por una viñeta, por motivos obviamente religiosos, pero como que en ese momento sentí que se había traspasado una barrera importante.
¿Consideráis que fue un punto de inflexión en vuestras vidas, igual que para los de mi generación fue el 11S y el 11M o la matanza de los Abogados de Atocha lo fue para las generaciones anteriores?
Álex Clemente: Para mí totalmente. Yo recuerdo quedar con mis amigos y hablar sobre el tema de los atentados que muchas veces íbamos con miedo cuando íbamos a pillar los trenes, o, la incertidumbre de andar por Madrid porque pensabas que a lo mejor esto podía darse en España.
Marina Arceiz: Para mí no es que fuera este caso en concreto, fue esa época en la que hubo muchos asesinatos así. En ese mismo 2015 sucedió lo de la Sala Bataclán, en 2016 el atentado en Bruselas… No fue sólo lo de Charlie Hebdo, fue toda esa concatenación de atentados en poco tiempo lo que me afectaba y lo que nos marcó en esa época yo creo.
Inés Alonso: Yo no recordaba muy bien ese momento de los atentados en Charlie Hebdo, pero cuando leí el texto de los Bazo es como que me empezaron a llegar flashes de ese momento y me acordaba de titulares de prensa, de todo lo que salió en las noticias y sí que me removió bastante.
¿Y por qué os dio por escribir algo sobre estos atentados?
Quique Bazo: Porque nos sorprendió mucho lo que estaba ocurriendo en las redes sociales, cómo de repente las redes sociales se convirtieron en un sismógrafo capaz de detectar cómo reaccionábamos ante el miedo, lo fácil que era reaccionar en tiempo real a lo que estaba ocurriendo. De repente nos planteamos que si esto hubiese ocurrido en 2001, cuando los atentados del 11S, ¿qué habría ocurrido? Entonces nos sorprendió mucho la inmediatez y cómo estaba ocurriendo en redes sociales que por eso quisimos intentar hacer esta crónica desde las redes sociales.
¿Y cómo vivimos entonces el 11S en 2001 sin redes sociales?, es un salto enorme…
Quique Bazo: A mí me pasa una cosa muy curiosa, porque cuando imparto las clases de dramaturgia con mi hermano Yeray, le preguntamos a los alumnos, porque hay varios ejercicios que hacemos a partir de textos del 11S, ¿dónde estabas tú en el 11S? Muchos de ellos nos dicen que no habían nacido. Y eso es lo que nos hace darnos cuenta que el mundo ha cambiado muchísimo. Yo me acuerdo que el 11S lo viví en la tele, nos pegamos todos en la tele, la gente no salía a la calle y estábamos todos viendo el telediario. ¿Entonces qué ocurrió en 2015? Pues que eran los móviles, fue ahí donde veíamos lo que estaba pasando y a la vez estábamos tecleando e interaccionando también con la noticia. En esos 14 años el mundo había cambiado muchísimo, no sólo la tecnología, sino nuestra forma de enfrentarnos a los grandes acontecimientos históricos y cómo eso también nos permitía capturar una instantánea de cómo somos como sociedad y cómo reaccionamos a este tipo de incidentes tan terribles.
En 2015 tiene sentido lo que habláis en la obra de ese coro griego que ponéis a modo de personaje principal que en 2001 no existía como tal, en ese momento sólo compartías tu opinión con tu gente cercana.
Quique Bazo: Exacto, por eso nos pareció muy interesante darle forma de coro en la obra y le llamamos coro de redes sociales. Nos preguntábamos cómo dar forma escénica a esta multitud de voces que salen en redes sociales. Y el primer referente que nos vino era el coro griego. Pero claro, el coro griego es el coro de la polis, es un coro unitario, no hay disenso, es una voz del pueblo que está de acuerdo, pero en este presente el coro de nuestras redes sociales es lo más disenso que hay, no estamos de acuerdo en nada. Entonces es una polifonía que muchas veces deviene en cacofonía y nos parecía bonito explorar de forma dramatúrgica eso, actualizar la figura del coro griego en un coro polifónico y heterogéneo de redes sociales y ahí fue un poco donde descubrimos este dispositivo que dan voces, ellas y ellos en la en la obra.
Yo ya vi la obra en su momento. ¿Por qué habéis decidido volver ahora con ella 7 años después?
Haya López: Pues porque el tema de la libertad de expresión en el mundo artístico está bastante al día. Yo, por ejemplo, no me acuerdo de lo que hice en 2015, creo que estaba liada con los regalos de Reyes o algo así y me dio bastante igual, entre comillas. Ahora, volviendo la vista atrás y viéndolo con conciencia de persona más madura, lo veo y es una pasada lo que sucedió porque mataron a artistas y creadores por hacer una viñeta y siento que es algo que me toca como artista, porque si de repente yo interpreto algo o escribo algo que a alguien no le gusta puede venir y ponerme una pistola en la cabeza y apretar el gatillo… y eso me genera dudas e incertidumbre.
¿Y qué habéis cambiado en esta versión que pudimos ver?
Sofía Abio: Lo fundamental que hemos cambiado desde esa primera versión que viste en 2016 es la cosa del juego, el jugar en escena a modo de como lo hace la gente en sus casas con videojuegos como el GTA, Call of Duty, Fortnite… son juegos muy violentos que la gente se los come y no pasa nada. Entonces nosotros hemos llevado esa brutalidad de todo eso a un juego de niños en escena, como un método para decir que esta violencia que también la tenéis todos los días en vuestras casas y que en realidad no estáis dando cuenta, en esta obra os la vamos a contar así y luego os vamos a decir que es que los terroristas también jugaban.
¿Como una realidad simulada?
Sofía Abio: Sí, eso es.
Andrea Buendía: También hemos intentado captar un poco la esencia de Charlie Hebdo, dándole como un poquito de sátira a la obra. No es una versión tratada desde un punto tan dramática como igual fue escrita, sino que le hemos dado un rollo mucho más satírico y mucho más jugable y provocador.
Quique Bazo: Yo me quedaría con esa lectura, porque es verdad que la versión que tú viste, la de 2016, era más documental, estaba más pegada al momento. Yo creo que el tiempo le ha venido bien para coger una cierta distancia. Y, por otro lado, ellos han dado un enfoque mucho más satírico como era el espíritu de la revista. De hecho, es una apuesta que recupera un poco los colores de la revista, que pone más énfasis en el humor satírico ácido gamberro también, en esa sonrisa que se te congela y se te convierte en mueca. En ese sentido, yo creo que también nos ha venido muy bien contar tanto con la mirada de Julián Fuentes Reta, que ha sido muy gamberro, y con un elenco que ha sido más gamberro todavía y que ha querido jugar al código satírico que no tenía el anterior montaje y que yo creo que le va muy bien porque está en sintonía con ese espíritu de Charlie Hebdo.
¿Cómo ha sido el trabajo de Julián? ¿En qué os ha incidido a la hora de ponerla en escena vosotros?
Rodrigo Cidoncha: Ha sido un proceso bastante diferente a cualquier otro que hayamos podido hacer porque todo parte de la premisa de que los terroristas eran niños, y eso ya era un reto, además es que los interludios están compuestos en base a una improvisación constante, entonces, a mí como actor, noté mucho eso, el no estar sujeto a una estructura tan fija, tan estricta, como todo más permisivo a la hora de jugar y poder construir los distintos personajes. Ha sido una composición que nace desde ese lugar de juegos absoluto y ha sido como una prueba constante.
Sofía Abio: También Julián ha confiado mucho y nos ha dejado expresarnos también con nuestro lenguaje ahora mismo de redes sociales y de cómo lo estamos viviendo ahora. Entonces todo partió de muchos debates, de qué queríamos contar, qué queríamos hacer, qué no queríamos hacer, cómo veíamos esto, cómo lo podíamos expresar nosotros y cómo desde nuestra generación queremos contar determinadas cosas que han pasado antes y poder reflejarlo así.
Quique Bazo: Para nosotros, como autores del texto de partida, porque el montaje yo creo que es un punto de llegada, nos ha venido muy bien contar con sus miradas porque nos ha permitido actualizar lo que había, porque es verdad de entonces a ahora las redes sociales se han multiplicado aún más y creo que su mirada nos ha permitido oxigenar lo que había, ver que es lo que se mantiene, que es lo que ha aumentado y yo creo que le ha venido bien al texto.
¿Y cómo sería esa mirada actual sobre un hecho que tuvo lugar hace casi 9 años?
Marina Arceiz: Creo que si hubiese pasado ahora sería aún más brutal en un principio la reacción y los comentarios, pero que lo olvidaríamos antes también.
Sofía Abio: Hemos llegado a un nivel de apatía muy fuerte frente a estas cosas.
¿Cómo vivís vosotros con las redes sociales? Imagino que todxs las utilizáis.
Andrea Buendía: Estamos enganchadísimxs a ellas.
Sofía Abio: Nosotrxs somos intérpretes y tenemos que tener redes sociales sí o también, porque al final ahora mismo se ha convertido en el lugar de darse a conocer, y no hay más. Ahora mismo mucha gente cree que tu validez está en tus seguidores. Y si no tienes un buen contenido no eres nadie porque no se te va a conocer. Es en parte una obligación, pero en parte creo que también luchamos un poco contra eso, yo por lo menos estoy un poco reacia y me da mucha pereza.
¿En ellas dais vuestra opinión sobre la actualidad?
Marina Arceiz: Yo personalmente no (y el resto a coro dice que tampoco).
Inés Alonso: Hoy en día en redes sociales no puedes dar públicamente opinión de nada porque te van a caer palos por todas partes. Y ahí también entra un poco el tema de la libertad de expresión y obviamente hay que opinar con respeto, pero la gente es que no opina con respeto. Pero es que, aunque lo digas bien, argumentando y razonando, digas lo que digas te van a caer por todas partes. Entonces yo creo que también eso es un problema para los jóvenes que sí que quieren expresar algo y debido a ese miedo no lo hacen y al final nos quedamos callados simplemente viendo cómo otros hablan por nosotros. También estamos viendo que ocurren cosas que no nos parecen bien, pero tampoco podemos opinar por ese miedo de que todo el mundo va a ir en contra de ti, digamos.
Rodrigo Cidoncha: Muchas veces las opiniones que se ven en redes sociales no son del todo reales o no es lo que uno piensa realmente. Muchas veces ves a gente que son referencia para ti y opinan de una determinada manera y tú pones lo mismo, sigues esa corriente.
Marina Arceiz: Es verdad que es un medio para defender convicciones y cosas que se quieren cambiar, pero tu opinión también va a quedar enterrada entre miles de opiniones. Yo, por ejemplo, no veo las RRSS como el medio a través del cual poder cambiar cosas que no me gustan, prefiero otros espacios u otros lugares en los que mi opinión o lo que yo hago y reivindico va a tener con mucho más impacto.
Álex Clemente: Ahora tenemos una relación muy tóxica con las redes sociales, y es que en un principio yo creo que las redes sociales se utilizaban como vosotros habéis dicho, para crear esa libertad de expresión, para expresarse, para compartir y a día de hoy, al ser tan excesivo el uso, esa libertad de expresión se ha disipado y no merece la pena expresar tu opinión porque sabes que no va a ser escuchada. Creo que las RRSS ahora mismo es como algo hueco.
Sofía Abio: Nosotrxs tenemos la suerte de ser artistas y de que nuestro método de expresión sean nuestras obras y nuestras dramaturgias. Te autocensuras en cierta manera en las redes sociales, pero porque luego llegamos a un teatro y decimos estamos aquí, tenemos voz, gritamos y tenemos la fuerza y la energía para hacerlo. En las RRSS tu voz se pierde entre millones de comentarios, pero yo voy a llegar a un teatro y tengo la suerte de poder explicarte y decirte lo que realmente pienso sobre las cosas.
Haya López: Las redes sociales nos han hecho ser una generación de hipócritas, en el sentido de que no das tu opinión real, primero por el miedo que supone lo de que te caigan palos por todos los lados, y segundo porque no sabes ni que opinión tienes, porque tienes a la ‘influencer’ de turno que te dice lo que tienes que pensar, comer o ponerte. Y no nos salimos de ahí para poder seguir formando parte del grupo.
Yo tengo cierto miedo porque las redes sociales son un contenedor de enfermedades mentales, de hipocresía, de tener que adaptarte, de que igual que la religión, en cierta manera, coge al individuo y lo pasa por sus códigos y lo transforma en una unidad adaptada a como esa religión espera que sea, y las redes sociales también están haciendo eso, coge lo que hace peculiar a cualquiera de nosotros y lo amolda a la moda del pueblo. ¿Que la moda de turno es opinar? Opinas, pero no opinas con tu propia opinión, opinas lo que todo el mundo espera que opines.
Andrea Buendía: También creo que eso pasa porque la cultura de la cancelación ahora mismo está a la orden del día. Es muy fácil que tú digas algo en redes sociales y si eres una persona un poco conocida se te tiren al cuello y te cancelen y se te acabe la carrera. Es muy fácil que todo el mundo se pueda cargar tu carrera así por cualquier cosa sacada de contexto o por cualquier opinión que no sea la general.
Yo tengo bastante conflicto con esto de la cultura de la cancelación. La gente que tanto habla de ella son personas que para nada están canceladas, son gente que tiene un altavoz cada vez que habla y todo el mundo escucha… y se me vienen a la mente muchos ejemplos de personajes relevantes a los que les llena la boca con que ya no se puede decir nada y vivimos en una dictadura. Y creo que lo que pasa es que tienen miedo a que el mundo avance hacia la igualdad y la diversidad porque eso les hace perder sus privilegios en cierta forma.
Quique Bazo: Totalmente de acuerdo.
Sofía Abio: Pero es verdad, y por eso existe una perversa dualidad en todo esto, es que existe un miedo atroz a que te cancelen y hay una gran autocensura en el mundo artístico en general y teatral en particular para poder entrar en determinados circuitos.
Quique Bazo: Sí eso también está sucediendo y es algo muy grave y perjudicial para el sector.
Haya López: Yo creo que hay ser coherente con uno mismo… y sé que lo estoy diciendo desde mis 20 años y no será fácil en el futuro. Yo sé que no le puedo gustar a todo el mundo y que en algunos circuitos me van a cancelar, pero si yo duermo bien por las noches habrá merecido la pena.
Quique Bazo: Como ves, para nosotros es maravilloso trabajar con ellxs, es una forma de actualizarnos a nosotros mismos y de refrescarnos con su energía y con su forma de ver el mundo.
¿Qué es la libertad de expresión para vosotrxs?
Rodrigo Cidoncha: Poder equivocarse a la hora de decir algo. Estar en un debate y no tener miedo a equivocarte o miedo a expresarte, y que no pase nada si alguien te corrige, que se puedan acercar posturas, partiendo de lo que cada uno piensa, pero intentando lograr un entendimiento. Siempre respetando ciertos límites.
Álex Clemente: Para mí es poder expresar tu opinión y que puedan y quieran escucharte, que no se limiten a taparse los oídos y que respeten esa opinión que has expresado. Hay que sentirse libre de poder ser quien tú eres y poder compartir lo que creas que sea necesario compartir.
Inés Alonso: La clave un poco está en lo que ha dicho Rodrigo sobre el respeto. Creo realmente que si todo lo que lo dices, cualquier opinión, se hiciera desde el respeto debería ser respetable. Cada uno es libre de decir lo que quiera, pero el problema está cuando ese respeto se pierde.
Quique Bazo: Me vais a perdonar, pero disiento un poco porque yo creo que no todas las opiniones son respetables. Creo que todos tenemos derecho a tener opinión, pero no todas las opiniones son respetables porque por ejemplo, una persona que aboga por el negacionismo del Holocausto o que aboga por la violencia machista eso no es una opinión para mí que merezca ser respetada. ¿Que tiene derecho a expresar su opinión? Sí, pero esa opinión no es de por sí respetable. Entonces creo que ahí es precisamente donde está el debate, porque la libertad de expresión es algo que siempre se ve amenazada por aquellos que pontifican y que dicen que tú no puedes expresarte. Contrariamente a lo que dicen los que se han manifestado hace poco en Ferraz no estamos en una dictadura. Ellos están allí con sus banderas, anticonstitucionales en muchos casos, y expresando consignas machistas que no son respetables, para mí, pero tienen su derecho a hacerlo. El problema, como pasó en el Charlie Hebdo, es que de repente un grupo de personas a los que no les gustaba la opinión de la revista van con armas y matan a las personas que trabajaban allí. Eso sí que no es permisible, el ir a matar a una persona por no compartir su opinión. Yo creo que al final es la pescadilla que se muerde a la cola, antes o después acabamos volviendo al tema de la libertad de expresión porque nunca está a gusto de todos.
Marina Arceiz: Para mí lo la libertad de expresión es también el tener el derecho a dudar. Yo, que tengo 20 años, parece que tengo que tener una opinión y mantenerla hasta el final de los días. Y no es así, voy aprendiendo a medida que crezco, voy escuchando a otras personas, me nutro de eso y quiero poder dudar también y cambiar de opinión, no sentirme obligada a estar en la misma trinchera siempre. Todo esto está latente en la obra, por eso hablamos de la paradoja de la tolerancia, de que la tolerancia debería o no tolerar todas las opiniones, porque claro, en cuanto tu opinión no tolera la mía, entonces se crea un un círculo vicioso que no tiene fin. Tampoco queremos dar respuestas contundentes con la obra porque no las tenemos, evidentemente, simplemente queremos poner estos temas sobre la mesa y abrir esas preguntas.
¿En los debates que tenéis cara a cara en vuestras relaciones personales, es posible ese espacio para un debate sosegado?
Marina Arceiz: Yo creo que depende del contexto. En los círculos cercanos, por ejemplo, yo me siento muy segura a la hora de expresarme, pero en cuanto el círculo se expande un poco y sales de ahí sí que te tienes que repensar tres veces lo que vas a decir, porque ya por una frase que digas te asocian a un determinado pensamiento y no puedes salir de ahí.
Rodrigo Cidoncha: Yo creo que depende del número de personas que se vayan añadiendo a la conversación. Si yo hablo con una persona sobre un tema en concreto, no suele haber problema, pero en cuanto se van añadiendo personas y grupos, cada vez te tienes que pensar más lo que vas a decir.
Se amplía el coro de voces…
Quique Bazo: Exacto, aumenta el disenso y aumenta el ruido, sí.
Sofía Abio: También, en cuanto te juntas con gente que tiene más edad que tú, te censuras más, porque creo que se nos ha metido un poco en la cabeza nuestra generación, que nunca vamos a saber más que un adulto y que por eso no podemos expresar determinadas ideas porque nos van a decir que no es así y que no tenemos ni idea de la vida porque tenemos 20 años, que es verdad, pero bueno, también nos estamos conformando una opinión y creo que podemos expresarla también. Es importante que se oiga nuestra voz. Al principio nos pasaba con Julián (Fuertes Reta), incluso, pero Julián ha sabido cómo generar ese clima de confianza para que todxs podemos decir lo que queramos, que aquí nadie va a juzgar a nadie, y al final hemos podido avanzar y decir todos lo que queríamos decir.
¿Esta obra sigue siendo un alegato contra el racismo, contra la islamofobia?
Quique Bazo: Totalmente, y creo que ahora con todo lo que está pasando en Oriente Medio, por ejemplo, creo que más importante que nunca exponer este tipo de hechos, porque independientemente de que haya pasado el tiempo, seguimos teniendo estos problemas en los que es muy fácil salir a criminalizar al que no piensa como tú. Yo creo que se puede debatir, se puede argumentar, se puede convencer… pero en el momento en el que criminalizas al que no piensa como tú es cuando ya tenemos un problema con sociedad. Y lo grave es que las redes sociales están ayudando mucho a este discurso de odio, de demonizar al que no piensa como tú. Por eso en la obra son tan importantes las alusiones a Voltaire y su Tratado de la tolerancia: “cree como yo o te condeno”, y seguimos tropezando en esa piedra, y lo estamos viendo en esta España que está tan inflamada, con tanta crispación, en la que es muy fácil saltar enseguida a por el otro porque tiene otro planteamiento diferente al tuyo. ¿Dónde está el lugar de encuentro, entonces? ¿No podemos convencernos o convivir, simplemente, aunque cada uno piense distinto? La sociedad es diversa, heterogénea, contradictoria y también esa es su fortaleza, porque podemos aprender los unos de los otros.
¿Qué razón tuvisteis para poner a Houellebecq como un personaje de la obra?
Quique Bazo: Bueno, eso ahí quien tiene la culpa es mi hermano Yeray, que es un lector apasionado de todos los escritores franceses bordes, como él los llama. Cuando pasó todo esto de Charlie Hebdo, Houellebecq tuvo que dejar de hacer la promoción del libro que acaba de publicar y que se llamaba Soumission. Y nos parecía muy bonito meter a Houellebecq en la obra para mostrar cómo él había experimentado en sus carnes esa censura por expresar las ideas que él expresaba en un medio artístico, además de que también había sido protagonista de viñetas de la revista. Nos parecía muy interesante traer esa situación a la que se enfrentó con la censura y el juicio al que se enfrentó en 2002 por sus palabras sobre el Islam. Y también tenemos a la figura de Arrabal, amigo de Houellebecq y al que defiende en dicho juicio.
Y que bonita paradoja que esta obra se estrenase en la Sala Fernando Arrabal del Matadero…
Quique Bazo: Pues sí, la verdad es que sí (risas). De hecho, iba a ir a verla el propio Arrabal, pero al final no pudo ser. Fue una de esas casualidades cósmicas que estuvo muy bien.
En el libro de Houellebecq que ya hemos mencionado, Soumission, hablaba de la creciente espiritualidad que estaba sintiendo él y la gente a su alrededor a medida que iban cumpliendo años. Se supone que somos una sociedad moderna, tecnológica, individualista… vosotros que sois jóvenes, ¿qué relevancia tiene la espiritualidad en vuestras vidas?
Álex Clemente: Yo, más que religioso, sí que creo bastante en las energías. Desde lo personal creo que hay energías que te ayudan en el día a día. No estoy tan cercano a la religión como tal porque no me he criado en ese ambiente.
Rodrigo Cidoncha: En mi entorno sí que estoy viendo que se está recuperando el tema del horóscopo, es algo que está teniendo mucho auge últimamente.
Marina Arceiz: Estamos viviendo como una disgregación de la espiritualidad, no estamos tan apegadas a una religión concreta, sino que estamos generando la nuestra propia picoteando de aquí de allí, pero sí es verdad que yo sigo viendo que son necesarios los símbolos. No creo tanto en la necesidad de acogerte a una religión a lo mejor preestablecida, porque es verdad que en nuestras generaciones eso no abunda tanto, pero sí de acogerte a ciertas referencias o a ciertos ritos, pero buscando una espiritualidad mucho más individual, como con mucho más propia de cada persona y más inclusiva si cabe.
Haya López: Yo cada día soy más creyente. Yo me he criado en colegios de curas y en un momento dado tomé mucha distancia de todo ese mundo porque había cosas que no me gustaban, como ciertas imposiciones, la de no respetar a todo el mundo… Pero es que siento que ahora cada persona está mirando tanto hacia sí misma que se ha perdido esa colectividad y esa unión que siento necesaria. Hay ritos y momentos de encuentro que son maravillosos, y puede ser el ir a misa incluso, pero no tiene porqué ser creer en el Dios concebido por los católicos hasta ahora.
Sofía Abio: Es verdad que lo que dice Haya que somos una sociedad que está un poco rota y que antes igual lo que la unía era la religión y el creer en algo, y que ahora estamos mucho más pensando en nosotros mismos, y creo que es importante encontrarnos en una fe, porque obviamente todxs nos tenemos que agarrar a algo. Si no tienes esperanza de que hay algo más allá o de que te puedes convertir en energía o de que vas al cielo o lo que sea, ¿qué nos queda? Esto que digo es verdad que se ha podido quedar un poco antiguo y siento que estamos intentando modernizarlo un poco entre todos y poder encontrar como un punto medio y un punto de volver a unir la sociedad.
Andrea Buendía: En la religión actual no hay cabida para todo el mundo. Los valores en los que se ha anclado esta sociedad se están disipando mucho. Están normalizándose nuevas orientaciones sexuales, nuevas formas de vida, nuevos tipos de familia… y quizá las religiones de siempre no pueden atender a eso y hay que buscar tus propias creencias.
Haya López: Yo creo que algo está cambiando en ese sentido. Mira ‘Los Javis’ todo lo que están haciendo por la religión con series como La Llamada o ahora La Mesías.
Quique Bazo: Eso va a ser lo mejor que le va a pasar a la Iglesia desde el Concilio Vaticano Segundo. Se está actualizando el discurso. A mí me maravilla la capacidad que tiene esta nueva generación de coger aquello que le interesa para crearse su propia espiritualidad que les dé salida a lo que necesitan como ser humano. A mí eso me parece muy enriquecedor y demuestra hasta que punto las religiones pueden ser auténticos trajes de madera que nos impiden desarrollarnos como seres humanos plenos no y que construyen sociedades poco flexibles. Vosotros los jóvenes tenéis una capacidad de insuflar una flexibilidad que seguramente le vendrá muy bien a la sociedad.
Las religiones siguen marcando imposiciones y generando conflictos. ¿Cómo estáis viviendo la nueva guerra entre Israel y Palestina?
Andrea Buendía: Yo lo veo de una forma muy lejana, pero a la vez lo vivo como con mucho miedo, porque siento que en cualquier momento todo puede terminar de estallar y nos puede afectar a absolutamente toda la población. Hay tantos conflictos a la vez ahora mismo, en tantas partes distintas y hay tanta tensión en el mundo que siento que puede que nos toque vivirlo en primera persona.
Quique Bazo: Yo estoy horrorizado por el nivel de violencia que el ejército israelí está ejerciendo contra el pueblo palestino y cada vez que se alzan voces diciendo que Israel está matando mujeres, niños y civiles palestinos de forma indiscriminada, salten en seguida voces para decir que se lo merecen porque son terroristas. ¿Toda la población de Palestina es terrorista? Me horroriza ese discurso que se ha establecido en el relato occidental. Es verdad que el grupo Hamás es un grupo terrorista y que lo ocurrido ha sido un acto de terrorismo, pero no concibo que se le ponga esa etiqueta a todo un pueblo.
Equivale a decir que todo el pueblo vasco es terrorista…
Quique Bazo: Eso mismo y no es un argumento válido para nada. Se está haciendo un acto de violencia absolutamente indiscriminado sobre una población civil y en el momento en el que alguien disiente ya te salen diciendo que eres una antisemita.
Pero es que los que te llaman antisemita seguramente son seguidores de VOX, tienen como referencia a los Reyes Católicos y simpatizan con Hitler.
Quique Bazo: Totalmente. Y son negacionistas del Holocausto. Es el mundo al revés. Y todo este neolenguaje, como diría la neolengua de Orwell, está en las redes sociales. Orwell fliparía en colores con la neolengua que impera en las redes sociales, porque se está legitimando una forma de pensamiento extremo en el que está bien masacrar a toda una población civil por un atentado terrorista. ¿Dónde está la proporcionalidad? ¿Dónde están las reglas en el enfrentamiento de un Ejército contra una población civil armada con una tecnología menor? Es que ya hay más muertos en la población civil en estos casi dos meses que en casi 90 años de conflicto y sin embargo no pasa nada, la comunidad internacional calla.
¿Creéis que las redes sociales reflejan como es una sociedad?
Haya López: En cierta forma sí porque se plasma la mayoría del pensamiento colectivo, pero no todo, claro.
Marina Arceiz: Yo creo que no, porque en las redes sociales se muestra la cara que se quiere ver y que se quiere mostrar, pero la vida real tiene muchas más caras, tiene más luces, tiene más sombras. Entonces creo que es una parte. Es una parte real de la sociedad pero no es en su globalidad.
Alex Clemente: También muestra el pasotismo de la sociedad porque se utilizan mucho las redes para compartir qué bonita es mi vida y qué es lo bueno de la vida. Pero también muestra ese pasotismo real sobre lo que está pasando.
Sofía Abio: En cierta forma sí que refleja cómo somos. Se ve mucha crueldad y mucha mezquindad. El anonimato te da pie a vomitar toda tu mierda sobre otras personas y creo que eso es algo que está latente en el interior de muchas personas que, a lo mejor, en una conversación presencial no dicen, pero que en las RRSS sí lo sueltan, bien por convicción o bien por imitación.
Quique Bazo: ¿O sea, dirías que hay una cierta impunidad en las redes sociales que favorece este tipo de comportamientos mezquinos?
Sofía Abio: Sí, eso es.
Rodrigo Clemente: Yo creo que sí refleja a la sociedad, pero ya ni siquiera tanto en los comentarios como el contenido que se vuelca en ellas. Yo me refiero a que refleja un mundo podrido, porque te puedes tirar tres horas viendo a un tío que come una bola de cheetos gigantes o cosas del estilo. Y si ese contenido funciona es porque la gente lo consume.
¿Y qué aporta este tipo de contenido?
Rodrigo Clemente: Absolutamente nada.
Marina Arceiz: Claro, pero yo quiero creer que hay más cosas aparte de eso.
Quique Bazo: Yo estoy con Marina. También hay luz en las redes sociales porque también hay movimientos asociativos que se hacen visibles, que nos permiten ser conscientes de otras formas, de trabajar, de colaborar, de compartir. Es verdad que el ruido puede a veces mucho más, pero también hay focos de luz, oasis donde tener un poquito de calma.
Inés Alonso: Hay luz, pero al final tres comentarios negativos se hacen más virales que 300 positivos. La gente no se mete en un post de Instagram buscando cosas buenas, mueve mucho más el morbo que tiene la polémica.
Álex Clemente: Mueve mucho más el odio que el amor, es increíble.
Como artistas vais a tener que convivir con eso a diario…
Quique Bazo: De hecho, fíjate que ahora en la escuela donde estamos trabajando mi hermano y yo, la Madrid Audiovisual Drama School, una de las asignaturas que se han metido en el diploma de Intérprete-Creador es Soft skills, para aprender a gestionar precisamente esa presión, el rechazo y todo este tipo de emociones negativas que les llega a los intérpretes a través de las redes. Tienen que aprender a gestionar eso también porque ahora están más expuestos que nunca.
Marina Arceiz: A mí me parece curioso que se habla siempre de la despersonalización en redes sociales, pero a veces, por lo que estamos hablando y por nuestra profesión, yo creo que nos toca a lo mejor disociarnos un poco de tu ‘yo’ en redes sociales y tu ‘yo’ real para que no te afecten este tipo de cosas.
No debe ser fácil esa bilocación…
Marina Arceiz: No, supongo que no.
Yo soy una persona de 44 años que no tiene redes sociales y es un mundo que me genera mucha curiosidad. Siempre pongo de ejemplo a Nando López, porque en una entrevista me dijo que si las personas que reivindican cosas básicas como la igualdad, defender los derechos LGTIQ+, acabar con el racismo, que muestran apoyo por las causas feministas… desaparecen de las RRSS, dejamos que campen a sus anchas aquellos que hacen del odio su bandera y que quieren una sociedad menos libre y diversa.
Quique Bazo: Sí, los Vito Quiles y demás. Yo creo que Nando es un ejemplo de eso que decía Benedetti de defender la alegría. Siempre defiende los derechos LGTBIQ+ desde la alegría y eso es algo muy importante. Nando es una persona muy valiente y comprometida y la reflexión que tiene es muy necesaria.
Sofía Abio: Todo el ‘hate’ que te llega en RRSS es duro, pero tenemos que poner en una balanza si nos compensa o no estar ahí. También es verdad que yo misma soy mi propia ‘hater’ y me doy mucha caña a mí misma, entonces nadie me va a venir a decir nada que no me haya dicho yo, así que quizá hay que ponerse la coraza y salir a las redes para defender nuestros ideales, no abandonar y no dejar que sean otros los que conquisten ese territorio y lo conviertan en un pozo de mierda. Y nos haremos con el poder de mostrar mensajes sobre responsabilidad afectiva, con humanidad, con esperanza… dejando que todo el mundo pueda expresarse con respeto. Ojalá podamos conseguir eso.
Sois egresados de la compañía TAI. ¿Os planteáis seguir trabajando como compañía después de este proyecto?
Quique Bazo: Yo quiero hablar en nombre de Julián y de Yeray también. Para nosotros encontrarles ha sido un regalazo porque no sólo son un grupo muy talentoso, sino muy valiente también y con muchas ganas de trabajar. Sería una gozada que quisieran seguir adelante juntos y que este grupo que han creado tuviese desarrollo en otros en proyectos, sí. Estamos felices de que esto siga andando y de que ellos, ya como intérpretes profesionales, pues tiren hacia delante, y que nosotros les podamos acompañar y verles crecer.
Inés Alonso: Yo creo que somos un grupo que trabajamos muy bien juntos, que nos gusta mucho lo que hacemos y le ponemos todo el esfuerzo y todas las ganas que podemos en lo que hacemos. Entonces yo creo que intentaremos seguir juntas creando.
¿Dónde os veis el 7 de enero de 2025?
Álex Clemente: Principalmente, pudiendo vivir de esto, de hacer teatro, de la interpretación… Y seguir aprendiendo, creando, y sacando nuestro arte y nuestra voz.
Quique Bazo: Yo creo que encarnan lo mejor de este oficio colectivo, que es el teatro, que es que somos una piña, que dialogamos, que ponemos cosas en común y que sumamos energías para un propósito colectivo… así que espero que en 2025 sigan por ese camino.
Últimamente, en el discurso de las compañías jóvenes, me encuentro que prima mucho el concepto de colectivo, que quieren que este trabajo se haga de forma más horizontal que de lo que se hacía a lo mejor en otros momentos. Que quieren estar unidos y caminar juntos más que hacer la guerra cada unx por su cuenta.
Quique Bazo: Yo te puedo hablar de mi experiencia. Yeray y yo venimos del Nuevo Teatro Fronterizo de José Sánchis Sinisterra. Entonces ya José nos enseñó esa visión horizontal del teatro. Trabajamos con el colaboratorio, el grupo estable de Dramaturgia actoral, y allí aprendimos lo fructífero que era, para todos, el trabajar codo con codo, intérpretes con dramaturgos y dramaturgas, con directores, con diseñadores. Y que se producía un diálogo colectivo muy enriquecedor para todas partes. Desde que nosotros empezamos a trabajar aprendimos esa cultura y luego, claro, mi hermano y yo somos escritores a cuatro manos, así que el mundo de lo colectivo lo tenemos muy interiorizado. Esta forma de entender el teatro, de trabajarlo, lo hemos aplicado toda nuestra trayectoria, y encontrar colectivos y gente predispuesta a esto a nosotros nos da la vida y sí que notamos que está cada vez más instaurado esto que comentamos, algo que los alemanes llevan haciendo décadas. Y se está instaurando cada vez más, yo no sé si por necesidad, por la falta de un tejido sólido, por la falta de apoyo de las instituciones… nos estamos autoorganizando para que no sólo sea posible sobrevivir, sino prosperar profesionalmente.
Haya López: A mí, lo que me está resultando más bonito de este proceso es que todo el grupo está sacando lo mejor de uno mismo en escena y fuera de escena. Se percibe ese amor por el trabajo, esa unión entre nosotras y hay mucho cuidado en el grupo, lo cual es fundamental.
También las compañías jóvenes mencionan también esa palabra: los cuidados que se dispensan entre todos. Entre los miembros de su propia compañía, pero también con el resto de compañías. Siento que la gente quiere cuidarse más en el sector.
Quique Bazo: Yo creo que se ha endurecido tanto el mundo en el que vivimos, se ha vuelto tan hostil para cualquier cosa, que las nuevas generaciones están adaptándose muy rápido desde esa idea de potenciar el cuidado. Frente a esa despersonalización en la que vivimos, frente a ese individualismo exacerbado los jóvenes están volviendo al vamos a buscarnos, vamos a apoyarnos mutuamente.
Si a ti te va bien a mí también.
Quique Bazo: Claro, eso es algo que al teatro le hago muy bien, que un espectáculo triunfe en el comercial nos viene bien a nosotros el alternativo. Que la gente vaya al teatro a ver un montaje le viene bien a cualquier otro montaje. Que nos vaya bien a todos es la mejor forma de crear tejido e industria que nos permita seguir creciendo y seguir adquiriendo dignidad profesional. Las nuevas generaciones vienen empujando fuerte porque vienen desde el colectivo, desde el nosotros.
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