Fotos: Ana Pizarro
La obra nace como influencia de Noa Pothoven, una joven de 17 años que murió por inanición voluntaria acompañada de su familia en su casa de Países Bajos, después de ser víctima de abusos sexuales en su infancia y sufrir una violación en su adolescencia. A partir de estos hechos, Zorra dorada compone un poema y un ritual para exorcizar el abuso, usando la rabia como motor de cambio.
En esta propuesta escrita, dirigida e interpretada por la creadora Elisa Forcano, se dan la mano texto, movimiento y performance. Todo ello, impulsado por el diseño de sonido y música originales, la plástica teatral, el diseño de luces y el uso de proyecciones, se une para imaginar la historia de Noa que, de algún modo, se ha convertido en la representación del abuso en todas las mujeres.
“La muerte de Noa sacudió mi vida; me impulsó a vivirla. A partir de aquella noticia, tomé decisiones que jamás pensé que sería capaz de tomar. Su acto me convirtió en potencia. Quién sabe qué potencias despertará este acto escénico. Ojalá”, comenta Forcano.
Zorra dorada habla del suicidio como altavoz del abuso, de la inmolación como protesta y de la no aceptación de normalizar el abuso.