Un espectáculo musical sobre la poetisa y prosista vasco-mejicana Sor Juana Inés de la Cruz. El punto de vista de la dramaturgia se centra en la lucha de las violentas transformaciones que dan a luz a un protofeminismo americano en contra de una teología inmovilista y antropocentrista europea.
Yo, la peor del mundo es un espectáculo musical vibrante de rabiosa actualidad que nos cuenta la historia de una mujer que se enfrenta a todo y a todos para ser libre. Con la fuerza de sus versos, Sor Juana Inés de la Cruz, hechiza la corte colonial mexicana de un Imperio decadente donde se convierte en amante de los poderosos, musa del Siglo de Oro y víctima de una Iglesia que no puede someter su espíritu rebelde. Este es un espectáculo vitalista, contagiado del color, la música, la belleza y la imaginación de una mujer que fue un genio en su tiempo y que sigue asombrándonos en el nuestro.
En una aproximación superficial podemos seguir las peripecias vitales de una niña genio que revoluciona las letras de la España colonial en pleno Siglo de Oro. Otra lectura algo más profunda se centra en la transformación criolla y mestiza que el “descubrimiento” de América supone para la relajación moral de una iglesia totalitaria e inquisitorial. No hay que olvidar que Juana es hija de una pareja que no contrajo matrimonio. El hecho de ser ‘ilegítima’ y además mujer, convierte la vida de Juana en una especie de ‘big bang’ feminista que hizo tambalearse los cimientos de la corte Mejicana. Pero el sustrato profundo del punto de vista de este espectáculo se centra en un viaje salvaje lleno de disfraces radicales en busca de una identidad propia. Juana se disfraza de hombre. Se disfraza de Monja. Se disfraza de católica. Se disfraza de Heterosexual. Juana se disfraza una y otra vez en un intento vano por justificar su transformación interna.
Juana se transforma en un animal que no existe: Una mujer que escribe. Una mujer que ama a otras mujeres. Una religiosa lasciva. Una mujer libre. Un virus. Una peste. Juana demuestra que su mayor invención no son sus obras literarias sino su propia biografía. Sor Juana Inés de la Cruz se imagina un nuevo tipo de mujer con un nuevo tipo de rol en la sociedad. Juana quiere tener voz en la Teología, en la Poesía, en el Teatro, en la Prosa, en el Amor e incluso en la Política. Sor Juana Inés se inventa una mujer que está prohibida, que no está imaginada, proyectada, manifiesta.
El género musical se convierte en el vehículo perfecto para una espiritualidad originada en la sensualidad de la rima, de la homosexualidad, del transformismo. Dios es metáfora del transformismo. Padre, Hijo y Espíritu Santo al mismo tiempo. Muerto y Resucitado. Juana se hace eco de las infinitas transmutaciones bíblicas en una cultura crisol de una Nueva España donde es posible el nacimiento de una Nueva Mujer.