Eva María recibe un audio de Nicolás, su único hijo: debe entrar en su habitación y buscar en el cajón superior izquierdo de su mesa de trabajo una carpeta roja que contiene un documento que necesita con urgencia. Urgente es «ya, ahora, sin perder un instante, mamá». Para abrir el cajón necesita la clave del candado (sí, su hijo es así). Eso es todo: cajón, clave, carpeta roja, saca documento. Le hace una foto con el móvil y se lo envía. Después vuelve a desandar el camino, mete documento, carpeta roja, clave, cajón y sale de su dormitorio. Nicolás es extremadamente celoso de su intimidad y le advierte de que no caiga en la humana (y especialmente maternal) tentación de hurgar en sus enseres. Eva María promete a su hijo cumplir a rajatabla su cometido, pero una vez inmersa en el encargo… ¿quién está libre de pecado? El recuerdo de su vida y la visión de ese provocador nido vacío harán deslizarse a María por una divertida espiral, transformando su cotidiana realidad en una auténtica aventura de película.