Fotos: Sergio Parra
Tiempo de silencio, uno de los hitos de nuestra literatura del siglo XX, dibuja un grotesco retrato del Madrid de la posguerra. La obra aúna la línea de escritores como Joyce, Faulkner y Proust, a la tradición picaresca, el lenguaje de Valle-Inclán y el imaginario de Goya. Dos años después de su publicación, su autor, el escritor y psiquiatra Luis Martín-Santos, falleció en un accidente de coche con apenas 40 años de edad.
Tiempo de silencio (1962) fue traducido enseguida a otros idiomas. Nunca ha sido adaptado al teatro, aunque sí al cine (en 1986, por Vicente Aranda). Es considerado un libro sumamente innovador tanto por su forma como por su contenido.
Aunque la trama se desarrolle a finales de la década de 1940, su visión caricaturesca no se aleja mucho de nuestro modelo de sociedad actual, especialmente atribulado en las grandes ciudades. La soledad que se siente en mundos estancos, la disfunción de los lazos familiares, la impotencia y el odio más allá del sentir político, el silencio que envuelve el quehacer cotidiano…
Este descenso a los infiernos urbanos, un infierno al que nos hemos acostumbrado, presenta la historia de un investigador que a través de experimentos con ratas indaga en el aspecto hereditario del cáncer. Ante la falta de ratas de laboratorio, va a buscar nuevos ejemplares en unas chabolas a las afueras de la capital española. Allí descubre la dura realidad vital de los marginados y acaba implicado en una trama que posee la desolación propia del mundo de los cuentos.
En esta historia que rezuma la sordidez de la época franquista, La Abadía ha encontrado el punto de partida idóneo para el debut en nuestro país del joven director Rafael Sánchez. Descendiente de emigrantes españoles, se crió en Suiza y actualmente está vinculado al teatro municipal de Colonia (Schauspiel Köln), siendo una de las figuras más singulares de la escena alemana de nuestros días.