Juan es un alto directivo de una empresa hotelera muy importante a nivel mundial, es competitivo, trabajador, marrullero, tacaño con los demás y duro. El texto comienza cuando le están trasplantando el corazón, siempre recibimos algo del donante (eso pensé, esa fue la frase que marcó el comienzo de la idea: un corazón de otra persona latiendo en un cuerpo extraño es algo muy profundo).
Y así comienza a sentir Juan, siente que hay cosas que se empiezan a mover en su vida sin razón aparente. Comienza a ser sensible a actitudes y situaciones en las que antes no se le hubiera movido ni una pestaña. Ahora sus ojos se empañan, y no entiende por qué. Y su corazón, con su latido vibrante, le recuerda que está vivo, le recuerda que no es suyo, le recuerda que está vivo, le recuerda que no es suyo, le recuerda que hay algo dentro de sí que no le pertenece.
Así comienza la transformación de un hombre en el que su corazón (y la persona a la que habitó anteriormente) comienza a cobrar vida: deseos de probarse ropa interior muy sexy, deseos de relacionarse con hombres, deseos de platos y comida que no tienen que ver con sus costumbres. Incluso, se vuelve más sensible a su mundo de empresa en el que antes era rígido y exigente. Y esa sensibilidad se expande a mirar a su mujer (por la que había perdido todo deseo) con una ternura impropia de él.
Con extorsiones consigue el informe de quién es el donante. ¡Sorpresa! Una mujer dominicana que ha venido a España para poder mandar dinero a su hijo, que necesita una medicación muy cara por una enfermedad contraída por unas aguas contaminadas que vierte una empresa del sector turístico en Paraíso de Dios, un pueblo de la República Dominicana.
Este hecho de recibir el corazón de una prostituta y mulata, pues es la profesión que le daba más dinero a esta mujer, causa una profunda conmoción a Juan, que se siente cada vez más atraído por el tipo de vida que llevaba su donante.
Así, con la sensualidad de la bella dominicana y su energía de ejecutivo agresivo consigue ganar puestos y puntos para un posible ascenso, hasta que esta mujer se hace tan fuerte en su cuerpo, en su mente y en sus emociones que todo cae. Cae desde lo más alto hasta lo más profundo, cae de la insensibilidad, a la sensibilidad más profunda, cae desde el despacho donde domina el mundo a la inmunda casita con flores en la entrada. Y en esta caída termina con todo, su matrimonio, el respeto de sus hijos y de sus colegas del trabajo, y nace a la sensualidad de una vida que le hace apreciar momentos y situaciones inciertas y hasta ridículas.
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